El kingmaker

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Decían de Gorbachov que era muy amado fuera de la Unión Soviética y vilipendiado en su país. A veces pienso que a Omella le pasa igual: para unos es un españolista recalcitrante y para otros un vendido al independentismo. Sin embargo, fuera de España, cada vez está obteniendo mayor consideración, hasta el punto de que, en un eventual cónclave, sería uno de los grandes electores y muñidor de mayorías electorales. Siempre ha habido en la carrera hacia el trono de San Pedro purpurados que, por su experiencia e influencia, han sido capaces de orientar el voto de sus colegas. Además, normalmente, suelen ser figuras que por su edad no tienen posibilidad de ser votados. En 1978 fue el arzobispo de Viena, el cardenal Franz König, quien presentó al joven arzobispo de Cracovia como posible sucesor de Juan Pablo I. Se les denomina kingmakers en referencia al papel determinante que tuvo el Conde de Warwick en la deposición del rey Enrique VI y su reemplazo por Eduardo IV durante la guerra de las Dos Rosas en Inglaterra.

Omella ha ganado mucho prestigio en Roma desde que fue escogido miembro del C-9 o Consejo Cardenalicio, debiéndose poner de relieve que en este organismo consultivo existen ahora mismo dos miembros mayores de 80 años (Gracias y O’Malley) y uno que los cumplirá el próximo 1 de marzo (Fernando Vérgez), dos claros papables (Parolin y Hollerich) y otros tres (Ambongo, Lacroix y Da Rocha) que, por edad, podrían tener su chance en algún momento determinado. Además, Omella hace 10 años que viaja cada 15 días a Roma y, por su cargo en el Dicasterio para los Obispos, posee una agenda de contactos y un abanico de relaciones episcopales muy superior a unos cardenales que llegarán a Roma desde 71 países distintos y precisarán de un purpurado influyente con la habilidad necesaria para guiarles en votaciones complejas. Repárese en la diferencia de que en el cónclave que escogió a Francisco solo provenían de 48 países.

¡Quién le iba a decir a aquel cura de pueblo al que fue a buscar don Elías Yanes a las comarcas turolenses de la diócesis de Zaragoza que acabaría su carrera con un influyente capelo cardenalicio! Cierto es que para ello debió cruzarse con el papa Francisco que tomó cuenta de él cuando era un simple obispo de Calahorra. Es verdad que se conocieron en un retiro espiritual para los obispos españoles que dirigió el entonces cardenal Bergoglio en 2006, pero desde el año 2013 en que asumió el papado se inició una clara sintonía entre ambos. Algo debió influir en que se trata de personajes muy símiles. No solo por su carácter empático y dicharachero, sino porque ambos son dos eclesiásticos a los que les encanta la política. A Francisco desde los tiempos en que fue provincial de la Compañía de Jesús en Argentina. En Omella no eran tan acusados, pero durante el procés independentista hizo gala de un politiqueo más que notable. 


Ese Omella, mal visto tanto por nacionalistas como por los mal llamados unionistas, va a ser el cardenal barcelonés más influyente de los cuatro purpurados que ha tenido esta diócesis. Jubany también tuvo su influencia, pero se hallaba muy eclipsada por el cardenal Tarancón. Carles, muy considerado por San Juan Pablo II, carecía de ascendencia entre los demás cardenales y Sistach tuvo suerte de arrancarle a Benedicto XVI la consagración del templo de la Sagrada Familia, pues no contaba para nada en el elenco de birretes. Omella ha sido presidente de la CEE, miembro del Dicasterio para los Obispos y representante europeo en el C9. No puede despreciársele.

Los kingmakers suelen ser personajes que no adquieren relevancia fuera del ámbito donde extienden sus maniobras, más que nada porque el relevante será el elegido y no el elector. No obstante, su influjo ha sido decisivo en aquellos cónclaves sin un favorito definido o sin un delfín manifiesto del último papa. Estas circunstancias sucederán en un próximo cónclave que parece que, tarde o temprano, está en lontananza. Ello no significa un entierro prematuro de Francisco, sino el lógico posicionamiento ante una eventualidad cercana en el tiempo. El mismo posicionamiento que tuvo el Papa en nombrar a 110 de los 138 cardenales electores.
 
Oriol Trillas 

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