Asistí este domingo a la primera misa de Mn. Santi Claret Vidal, sacerdote que fue ordenado, junto a otros seis, el pasado 20 de julio en la Basílica de la Sagrada Familia. La celebración tuvo lugar en la parroquia de María Medianera, en la que el misacantano ha venido sirviendo como diácono y a la que ahora se incorpora como vicario, junto con las otras tres parroquias que forman unidad pastoral. Creo que no ha de haber mayor gozo y felicidad que esa primera misa de quien inicia así su vida sacerdotal. El templo -que no es pequeño- se hallaba a rebosar y junto al nuevo presbítero concelebraron su párroco, Mn. Jordi Alarcos, y seis sacerdotes más, entre ellos dos compañeros de ordenación y el hasta ahora director espiritual del Seminario, Mn. Pere Montagut. El besamanos final se prolongó casi una hora desde el final del oficio.
Mn. Santi luce unos insultantes 31 años y por lo que observé se halla dotado de aquella joie de vivre tan necesaria en nuestros días, en los que no hay nada más contraindicado que un cura aburrido. En su vocación seguro que algo habrá influido un linaje familiar que se remonta al santo de Sallent. En su primera misa celebró con el celo y unción requerida para la ocasión y si me permite una leve crítica quizás pedirle que alargue un poco la homilía. Cierto es que “en tiempo de melones se acortan los sermones”, pero la profundidad homilética y la didáctica en la prédica suelen contribuir al beneficio espiritual del feligrés. Estoy seguro de que, ante lo que iba a ser una celebración larga, alguien le recomendó hacer uso del refrán veraniego sobre las homilías.
Se queda en una buena parroquia Mn. Santi. Su párroco la tiene limpia, luminosa, con una buena refrigeración, que en verano permite una misa sin abanicos, con unas modernas instalaciones parroquiales. Además, tiene el templo abierto desde las 7,30 a las 21 h, gracias a una instalación de cámaras y seguridad que ideó el propio rector, Mn. Jordi Alarcos; un ex salesiano ordenado en Venezuela, ingeniero industrial y profesor de informática.
Mn. Jordi Alarcos Carbonell
En el video promocional de su ordenación, Mn. Santi manifestó que ser sacerdote hoy en día era una opción contracultural. No le falta razón, especialmente si se observa su edad y la de sus compañeros de promoción: de 27 años el menor a tan solo 32 el mayor. 7 jóvenes con carreras universitarias, con un futuro profesional probablemente halagüeño, que han renunciado a esa vida-muelle para entregarse al Señor. No voy a nombrarlos a todos, pero sobre uno de ellos, Guillem Lisicic, incluso ha escrito un artículo Salvador Sostres y otro, David Lucena, se une al grupo de jóvenes sacerdotes con traje talar. Además, como en las últimas promociones de ordenados, se ha desterrado aquel nacional-progresismo, tan habitual antaño y hoy desaparecido en combate.
Mn. David Lucena Peris en su primera misa
El cardenal Omella dijo que esta iba a ser la última ordenación sacerdotal que presidiría en Barcelona. También será la última promoción que haya finalizado el proceso presbiteral en el Seminario de Calle Diputación. La última del seminario de la diócesis, porque a partir del curso próximo Barcelona deja de tener seminario y sus alumnos quedarán diluidos en el Interdiocesano. Será la última promoción que ha tenido como rector a Mn. Salvador Bacardit y como director espiritual a Mn. Pere Montagut. El desdoro de Omella hacia ellos y al resto del equipo de formadores del Seminario que han cesado en sus responsabilidades ha sido inexplicable y, en especial, ofensivo hacia Bacardit, el cual dejó el cargo de vicario episcopal y párroco de Sarrià, para hacerse cargo de un seminario que había sufrido el destemplado mandato de Felip Juli. Parece, además, que el cardenal despachó a los cesados en dos minutos, dejándolos en manos del obispo Abadías, que ha estado los últimos años intentando eclipsar al hasta ahora rector. Como “premio” se encomienda a Bacardit, en los nombramientos anunciados hoy, ser párroco in solidum de dos pequeñas comunidades del Besós.
Tanto a Bacardit como a Montagut y al resto de formadores les debe esta diócesis las últimas hornadas de sacerdotes. En sus jóvenes manos estará el futuro de la fe en Barcelona. Ahora poseen el entusiasmo del recién ordenado. Muchos de ellos creo que tienen la personalidad que también ha destacado en algunos curas de las inmediatamente anteriores promociones. Son una suerte para esta diócesis, aunque abnegación y sacrificio no les va a faltar.
Oriol Trillas
Enhorabuena a los nuevos sacerdotes, pero de ahí a decir que han renunciado a una vida muelle... Vida muelle es la que llevan muchos curas, que se limitan a celebrar una Misa al día y a sentarse un rato en su despacho, frente a las ocho horas o más de la jornada laboral de cualquier profesional. Y si el profesional está casado hay que añadir el esfuerzo de atender a su familia. Los sacerdotes, por contra, están libres de este estrés.
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