Solemnidad de Cristo Rey en Barcelona

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Este sábado por la noche, más de 1.000 jóvenes barceloneses desertaron de las discotecas y de los bares donde ponerse tibio y acudieron a la vigilia eucarística de Cristo Rey. Y no solo había una, ¡sino dos! Puede que hubiese alguna más, pero esas dos resultaron francamente multitudinarias. Les hablo de las que tuvieron lugar en las parroquias de Santa Inés y Santa Teresita. Mientras la noche hervía en el bullicio, un buen número de jóvenes elegían arrodillarse ante Cristo Rey. Fueron dos adoraciones muy diferentes: la primera más bien paralitúrgica, y la segunda más recogida y silenciosa. La de Santa Inés, innovadora y grandilocuente; la de Santa Teresita tradicional y reverencial, con la presencia del obispo Vilanova -que cumplía 27 años de sacerdocio-, quien bendijo la ciudad con el Santísimo desde el pórtico de la iglesia.

Estas dos vigilias -cada una en su estilo- son muestra de ese inopinado auge de las adoraciones eucarísticas juveniles. Esas adoraciones que fueron despreciadas y repudiadas por el progresismo postconciliar y hoy son el punto de encuentro de nuestros jóvenes católicos, que no solo buscan entretenimiento y diversión, sino alimento espiritual.  Se acabaron las misas de guitarra, los cantos de Taizé, las revisiones de vida, los Agermanats anirem caminant o el Pau a la terra, para pasar a postrarse de hinojos delante del Rey de Reyes y orar profundamente. La estética litúrgica reiterada durante las últimas décadas deja paso a otra forma de oración que interpela más hondo a la generación más joven.


Que nadie piense, por otro lado, que esa juventud solo acude a actos tipo Hakuna, entre los que se podría incluir la vigilia de Santa Inés. Si así fuera, la de Santa Teresita, organizada por la Adoración Nocturna Española del Tibidabo conforme al rito, no habría experimentado el enorme incremento de adoradores que viene produciéndose los últimos años. Las hay para todos los gustos. Lo que sí les une es que no salen en los medios de comunicación catalanes. Ni son progres ni rezan exclusivamente en catalán. Quizá, después de todo, la renovación de la Iglesia en Cataluña no vendrá de grandes planes pastorales, sino de jóvenes arrodillados en la noche. ¡Ahí tienen a la mies! Probablemente, la única mies.  

Eso fue por la noche. El domingo tuvo lugar otra celebración, también muy concurrida, en la parroquia de Nuestra Señora de los Ángeles. Además de la festividad de Cristo Rey, se conmemoraba el 70 aniversario de la consagración de la parroquia y presidió la misa el cardenal Omella. Simpáticamente, tanto el arzobispo como el párroco, Mn. Rafael Méndez, afirmaron que habían decidido no esperar a los 75, porque a buen seguro para entonces ambos estarían jubilados. Omella va a cumplir 80 en abril y Méndez este martes 84. ¡Muchas felicidades al bueno del padre Rafa!


Nuestro cardenal empieza a repetir, por activa y por pasiva, que le queda poco para que le acepten la renuncia. Incluso le dijo a Mn. Méndez que a él ya le jubilará el próximo obispo, lo que evidencia que el próximo verano ya no ocupará la sede de San Paciano. Tanto él como el párroco aparentan ser más jóvenes de lo que son y gozan de una salud envidiable. La energía del padre Rafa le permite estar siempre al pie del cañón y llevar una actividad pastoral intensa, cuyos frutos, por poner un ejemplo numérico, arrojan este año 41 bautizos, 48 primeras comuniones y 25 confirmaciones. La parroquia se halla en esa parte del Ensanche barcelonés donde abundan los apartamentos turísticos y los edificios destinados a oficinas. Esa concurrencia parroquial no reside en el barrio, sino que acude a la llamada de Mn. Méndez. Hoy en día, la feligresía no tiene inconveniente en desplazarse a la comunidad que le aporte mayores frutos espirituales, desertando de la parroquia donde se halla enclavado su domicilio habitual.

Como Mn. Rafa Méndez es un viejoven de campeonato y no sabe decir que no, este año ha incorporado a su comunidad a los creyentes de habla portuguesa, que antes celebraban en la parroquia de Belén. Dos jóvenes sacerdotes angoleños se cuidan de estos fieles y ayudan en la parroquia al padre Rafa, que hasta ahora se venía desempeñando absolutamente solo.


El cardenal Omella se pudo despedir de una comunidad viva, dinámica y pujante; circunstancia que no es la más común en esta diócesis que hace diez años que pastorea. Su sucesor lo tendrá difícil, pero más difícil lo tendrá quien sustituya a Mn. Rafa Méndez en la parroquia de los Ángeles. En ese caso, valoraremos el mérito de este jabato sacerdotal, al que el progresismo eclesial puso de chupa de dómine en los años del cardenal Carles, teniendo que soportar campañas insidiosas y calumniadoras que muchas veces provenían de sus mismos compañeros de presbiterio. 
 
Oriol Trillas 
 

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