Leo en el portal Flama, una entrevista a Josep Mateu, del que no tenía conocimiento, y que abandonó el sacerdocio en 2021, en el tercer año de pontificado de Joan Planellas como arzobispo de Tarragona. Me ha parecido una entrevista interesante, porque a diferencia de otros casos, el sacerdote secularizado guarda un recuerdo extraordinariamente bueno de sus años de ministerio y se le ve bastante añorado de esa etapa importante de su vida.
En los sacerdotes secularizados de una determinada generación, abunda una crítica a la Institución eclesial y a sus normas. Culpan a la Iglesia de su abandono, por no permitir el celibato opcional, por sus normas anticuadas, o por su mala experiencia con el obispo, sus colaboradores o sus propios compañeros.
Aquí tenemos el ejemplo de Joaquim Cervera, que después de hacer público que mantenía una relación marital de veinte años con una ex-religiosa, pedía que se le permitiera continuar ejerciendo el sacerdocio, algo que lógicamente no consintió el entonces arzobispo Martínez Sistach. Cervera, una de las cabezas pensantes del nacional-progresismo sigue vinculado en muchas actividades a la Iglesia y es uno de los activistas para que el celibato no sea obligatorio.
En el caso que nos ocupa, el de Josep Mateu, no hay ninguna crítica a la Iglesia, ni a sus dirigentes, tampoco a sus normas, ni ninguna alusión al celibato. Sí alude a una lucha interna por cuestiones de afectividad, por eso es mucho mejor que haya abandonado el sacerdocio, que no que siguiera el ejemplo de Joaquim Cervera y viviera una relación paralela como si no pasara nada.
Reconoce que vivió el sacerdocio con mucha ilusión, incluso llega a afirmar que "es lo mejor que le ha pasado en la vida". Comenta la opinión de sus padres al respecto: "Como dicen mis padres, yo disfrutaba en el presbiterio, lo vivía y eso se reflejaba claramente en cada misa". Una lástima por quien fuera un joven sacerdote, nacido en 1980, con un doctorado en Teología Dogmática en Roma a las espaldas y que actualmente ejerce como profesor de Religión.
En Tarragona también ha habido otro caso muy sonado de abandono de sacerdote joven, el de Simó Gras, que pasó de ser el moderador de curia y portavoz del arzobispado, nombrado por Planellas, a secularizarse y presentarse como cabeza de lista en las elecciones municipales en la población de Montroig del Camp por el partido de Puigdemont (Junts), aunque no logró conseguir la vara de alcalde al ser derrotado por un candidato no independentista.
Son casos muy diferentes porque Simó Gras era un hombre de máxima confianza de Planellas, mientras que Mateu ejercía de párroco de algunos pequeños pueblos de la archidiócesis, pero ambos casos son muestras de ese desencanto que hay en Tarragona entre el clero y el laicado, por los bandazos que da el arzobispo y la poca ilusión que genera su acción de gobierno.
Abandonos los ha habido y habrá siempre, pero algunos de ellos pueden evitarse si hay un ambiente de ilusión en la diócesis y el obispo de turno se preocupa de sus sacerdotes que están pasando un momento de crisis o dificultad, está claro, que Planellas no sería la persona ideal para impedir que alguno de sus sacerdotes abandone el ministerio.
Planellas que se ha vuelto muy locuaz estos días y que parece que le está empezando a gustar eso de salir en los medios de comunicación para mantener contento solamente a un público independentista, más le valdría que pusiera un poco de orden en su curia y su gobierno diocesano, que animara a su clero, y se preocupara de lo que es competencia de un obispo, pero conociendo al personaje parece que eso no va a suceder.
Francisco Fabra
Lo que ponen de manifiesto es la crisis del celibato. No se pueden pedir responsabilidades al obispo si no al derecho canónico.
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