Es discutible que el presidente de la Conferencia Episcopal Española y su secretario general se pronuncien sobre la necesidad o no de convocar elecciones adelantadas, teniendo en cuenta el clima que se ha creado en la política española, con las informaciones que han aparecido vinculando a personas de confianza del presidente Pedro Sánchez con una vergonzosa corrupción moral y económica. No solo ellos piensan que se deben convocar ahora elecciones y no solo en la derecha, como algunos dicen, sino de muchos que creen que la situación es insostenible y que lo mejor es dar la voz al pueblo.
Creo que estos dos obispos han hablado a título personal, ambos son personas que suelen contestar a las preguntas que se les formulan y a no salirse por la tangente, aunque es cierto que cuesta distinguir si lo hacen como opinión propia o en nombre de la Conferencia Episcopal, lo que está claro es que ambos fueron elegidos de forma democrática entre sus compañeros en el episcopado, a pesar de que ambas elecciones no gustaron entonces en Santa Marta y en el que era el hombre del Papa Francisco en España, el cardenal Omella, que también fue presidente de la Conferencia Episcopal Española, pero que jamás hizo ninguna declaración en su mandato que disgustara al gobierno socialista.
Lo que me parece mal es que el arzobispo de Tarragona se desmarque públicamente de esas declaraciones, y no precisamente para tener contento al electorado socialista, del que no simpatiza en absoluto, sino al electorado independentista, que ese sí que quiere tenerlo contento. No olvidemos que las formaciones secesionistas como Junts o Esquerra en ningún momento han hablado seriamente de dejar en la estacada al presidente Sánchez, han hecho un poco de teatro para escenificar que están muy indignados, pero nunca como ahora van a tener la posibilidad de chantajear a un gobierno y conseguir casi todo lo que pidan.
Y lo peor de todo es que critique esas declaraciones porque no representan el sentir del episcopado español del que forma parte. No le representarán a él, ciertamente, pero sí a la gran mayoría de obispos que les votaron y sabían perfectamente como eran y lo que pensaban. Apela Planellas a que esto se tenía que haber tratado en la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal, de la que él forma parte, no porque haya sido votado, sino por el hecho de ser arzobispo metropolitano. Pues si este tema se hubiera tratado allí, Planellas habría quedado bien trasquilado, porque se hubiera ganado la votación de calle en favor de adelantar las elecciones.
Está claro que Planellas además de hacer un feo a quienes son sus representantes, aunque él no los haya votado, ha querido tener contento a su público independentista, mostrando una vez más, que en una hipotética Cataluña independiente, el episcopado catalán no sería como el del resto de España, y se sometería a las directrices del nacionalismo del terruño.
Francesco Della Rovere
En este caso lleva razón el arzobispo Planellas. A los dos otros prelados les asisten todos los derechos para pronunciarse públicamente sobre lo que estimen oportuno, pero siendo representantes de todo el episcopado español, sino mantener silencio sobre un asunto no debatido en la CEE sí almenos debieran haberlo hecho a titulo individual como obispos de sus diócesis.
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