En mi artículo de la semana pasada hacía alusión al desafortunado comunicado de la vicaría judicial de la archidiócesis de Barcelona emitido a raíz de la publicación en el diario El País de los casos de abusos sexuales del sacerdote Josep Vendrell Cortasa. Ante aquella nefasta nota que tachaba a los denunciantes de inquisidores, subrayaba que la gravedad del escándalo de la pederastia clerical recaía especialmente en el encubrimiento episcopal y animaba a los responsables diocesanos a liberar los archivos donde constaban todas las denuncias. No pasó ni un día de la publicación de mi pieza que el propio vicario judicial Santiago Bueno emitía otro comunicado, en las antípodas del anterior, dando detalles de los antecedentes documentales del cura Vendrell. De entre ellos destacaba que hubo denuncias que llegaron a la curia diocesana en el año 1975, las cuales no constaban investigadas. Incluso se recogía textualmente en el comunicado que un padre solicitó que desplazasen a Vendrell “donde no haya ningún niño”. El propio Dr. Bueno declaraba a Catalunya Radio que era una vergüenza que no se hubiesen investigado aquellos hechos.
El responsable de la vergüenza era Mons. Narcis Jubany Arnau, arzobispo de Barcelona en aquel año 1975, creado cardenal por el papa San Pablo VI en 1973. Sus obispos auxiliares se correspondían entonces con Mons. Ramon Daumal Serra y Mons. Josep Mª Guix Ferreras, después obispo de Vic. La vicaría judicial adjunta se hallaba encomendada a Lluís Martínez Sistach (en 1987 su obispo auxiliar) y su secretaría-cancillería en Jaume Traserra Cunillera, posteriormente obispo de Solsona. Esa era, en sus principales nombres, la curia de la vergüenza, según el vicario judicial Santiago Bueno.
Pero la vergüenza de esa curia no se limita al caso Vendrell. Existen, al menos, otros dos casos publicados en los que el encubrimiento del equipo Jubany fue más escandaloso: el del sacerdote Jordi Senabre y el conocido como de La Casa de Santiago, en los cuales consta intervención contrastada de los obispos Jubany y Sistach, con el agravante, en el primer caso, que se ayudó a huir a Ecuador al sacerdote mientras se hallaba investigación judicial en curso e incluso había estado unos días detenido.
Ya son varios los casos que emponzoñan aquel pontificado. Jubany, doctor en derecho canónico, fue obispo auxiliar del Dr. Modrego en 1955, obispo de Gerona entre 1964 y 1971 y residencial de Barcelona hasta 1990. Figura eminente del post-concilio, llegó como sucesor de Don Marcelo después de aquella demencial campaña de “Volem bisbes catalans”. Fue el obispo deseado por el nacional-progresismo eclesial y como tal tuvo bula para gozar de un mandato sin enemigos. En pago a esa bula otorgó todo el poder eclesial a los que se habían distinguido por la animadversión a su predecesor, especialmente la hoy extinta U.
Ahora se está destapando la hediondez de aquel episcopado. El eminente canonista, el obispo de largo recorrido, el cardenal post-conciliar, permitía huir a sacerdotes perseguidos por la Justicia (caso Senabre), aseguraba a denunciantes que, si retiraban su acusación contra unos diáconos, estos jamás serían sacerdotes y luego trasladaba su expediente a otras diócesis en las que acababan siendo ordenados (Casa de Santiago) o ante un padre que le pidió que alejasen a un cura de “donde haya niños”, lo trasladó a otra populosa parroquia (caso Vendrell).
Y junto a él toda la curia de la vergüenza, en la que queda solo un eclesiástico en vida: el cardenal Martínez Sistach. Que algún día tendrá que efectuar alguna declaración, a no ser que, oportunamente, nos digan que no está muy bien de sus cabales, cual ya están haciendo correr, aunque tan solo hace dos meses concedía entrevistas ante el fallecimiento de Benedicto XVI.
Oriolt
Jj cuanto resentimento con el cardenal Sistach como se le nota que no es de su gusto ais ais. Pobre hombre. Ahora me hace gràcia que hablen de casos en los que yo ni habia nacido se hacen muy mayores ustedes jjj
ResponderEliminarLos casos son graves y causan perjuicio grave. Una cosa es la prescripción jurídica (civil y penal y canónica, al menos en España), pero otra es la prescripción moral y espiritual, y ésta es la que se discute, pues no se entiende (o sí, y muy bien) este aparente plan sistemático y organizado de omisiones y engaños curiales con los beneficiados habituales.
EliminarEstá muy bien que se destape toda esa basura. Esconder la suciedad bajo la alfombra es perjudicar a todos. La podredumbre guardada hace que se pudra todo lo que está a su alrededor. Que el anónimo de 6-3, 23:22 crea que porque los hechos se produjeron antes de su nacimiento carecen de importancia, demuestra una notable falta de entendimiento, por decirlo muy amablemente. Que espere un poco, mucho menos de lo que él cree, y verá que 40 o 50 años son en realidad poco tiempo. Con el mismo argumento que él usa deberíamos haber abolido la Biblia hace ya bastantes siglos. Ciertamente, hay cosas más apremiantes que culpas de hace décadas, pero lo que debe quedar claro es qué clase de gente guió estas desgraciadas diócesis, pues en ello está la raíz de muchos males que nos aquejan. Por otra parte, si las víctimas eran niños en 1975 es muy posible que ellas y sus padres aún vivan. Y si vive un encubridor, un cómplice, hay que destaparlo, conminarlo a confesar, hacer justicia aunque sea de modo simbólico, cuando el recuerdo está todavía fresco. De ese modo nos ahorraremos versiones manipuladas, rencores de larga duración y falsificadoras leyes y leyendas de "memoria histórica". La verdad ante todo, pues es ella quien hace libres. Muchísimas gracias Oriolt.
ResponderEliminarYo me pregunto si en esta web de Catolicismo Tradicional se pueden permitir el pecado frecuente de atacar a los obispos en materia grave de sexualidad. Tal vez confesando luego frecuente todo solucionado y volver a lo mismo.
ResponderEliminarSr, Garrell, estic completament d'acord amb vostè. La pàgina Geminans i especialment el Sr. Oriol T. tenen una sensibilitat molt especial. Al Sr. Oriol T. no li he llegit mai res de positiu. Es veu que ha assumit el rol de la Inquisició. Sort que a Mataró tots el coneixem.
EliminarTotalmente de acuerdo con el Sr. Silver Garrell.
EliminarLa ropa sucia se lava en casa.
Suficiente daño hacen los masones, rojos de diverso colorido y demás ralea, hombre!
Es decir, si el que peca inmundísimamente es un laico, sobre todo si no es católico, sobre todo si es ateo, lo linchamos. Si es obispo, no importa, le ayudamos a ocultar sus asquerosidades. Pues no, el ser obispo es un agravante, pues abusa de la autoridad que le otorga su condición de sucesor de los apóstoles para pecar horriblemente. Es decir que al pecado en sí se suma el sacrilegio.
EliminarSe olvidan de un tercer caso de la Cúria de la vergüenza: las denuncias que se recibieron, en dos ocasiones, contra el fundador del Seminari del Poble de Déu y que quedaron archivadas en la Cúria.
ResponderEliminarPues todavía queda mucho por destapar y les advierto que próximas noticias de algunos casos de pederastia de el periódico ‘El País’ les va a dejar en blanco.
ResponderEliminarCreo que no se puede tirar por suelo toda la labor realizada por el Card. Narcís Jubany, ni sus colaboradores.
ResponderEliminarTodas las personas cuando tenemos responsabilidad en la familia, a nivel profesional, y a nivel social.
Tenemos aciertos y errores, cosas que si las volviéramos a hacer a lo mejor las haríamos de otra manera.
El Card. Jubany le toco gestionar durante unos años, se rodeo de gente preparada, y hicieron lo mejor que pudieron.
Otra cosa es que hubiera algunas manzanas podridas, en todas las familias hay alguna oveja negra.
En el teatro, en el deporte, en la política, en la familia,... y en la Iglesia.
Con tantas personas que atacan a la Iglesia, al clero, y a los fieles, solo falta que los de dentro también lo hagamos.
El caso Vendrell, ¿porqué no lo denunciaron ellos y sus familias en aquel momento?, ¿porqué sale ahora después de muerto que no se puede defender?, ¿podemos con nuestra mentalidad actual, juzgar lo de aquellos años?.
No vemos que estamos haciendo el juego a la campaña contra la Iglesia a unos meses de elecciones.
Podría ser que los afectados del caso Vendrell no quisieran ir a la justicia a fin de no perjudicar a la Santa Madre Iglesia, pensando que es mejor lavar la ropa sucia en casa.
EliminarLamentablemente, los que tenían el deber de actuar, no actuaron.
Si los mecanismos internos de control no funcionan, entonces hay que escalar a la siguiente instancia.
Curioso que del caso Jubany se ha hecho eco el Cigoña en Info-vaticana y pone el enlace de este artículo.
ResponderEliminarHombre, Sr. Garrell, ya hace muchos años que Don Cigüeña pone enlaces de Germi.
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