Pocas alegrías ya le quedan al copríncipe emérito Joan Enric Vives, un hombre ambicioso, que quedó a medio camino de sus delirios eclesiales, porque se topó entre otras cosas con un cardenal Omella, demasiado poderoso y que le paró los pies desde el primer día que lo conoció, y es que el cardenal turolense tendrá sus defectos, pero nadie le niega un cierto sexto sentido para cosas eclesiales, que es lo que le ha hecho que no se quedara como un simple cura de pueblo, y llegara a lo más alto del organigrama de la iglesia.
Vives se ha quedado de momento en la Seu d'Urgell, una población de trece mil habitantes, aunque sea sede episcopal, con la presencia de su sucesor, de un carácter muy distinto al suyo, en una jugada de alta diplomacia vaticana, ya que Serrano Pentinat era diplomático de la Santa Sede, después de haber fracasado todos sus intentos de pilotar su sucesión y conseguir que alguno de sus hombres fieles ocupara el cargo detrás de él y pudiera controlar desde la sombra todo el cotarro.
De momento Vives no vuelve a su ciudad de Barcelona, al menos mientras Omella sea el arzobispo, después ya se verá, se da la curiosa circunstancia de que el antecesor suyo como obispo de Urgell, Joan Martí Alanís, que era de Tarragona, acabó recalando en Barcelona después de jubilarse y fue en la ciudad condal donde falleció.
En un momento no demasiado fácil para él, ha tenido una gran alegría, y es poder ir al palacio del Eliseo a recibir una condecoración del mismísimo presidente Emmanuel Macron, aunque este se encuentre en horas bajas con cinco primeros ministros en dos años, y con unos índices de popularidad muy bajos.
Pero Macron sigue siendo el presidente de una importante nación de la Unión Europea, por lo que un desanimado Vives ha podido volver a disfrutar de unos momentos de gloria, aunque no era el único homenajeado, era un reconocimiento a algunos dirigentes de Andorra, estado del que el presidente francés también es copríncipe. Macron otorgó al actual jefe de gobierno andorrano, Xavier Espot la Cruz de comandante, también a sus antecesores, Albert Pintat y Jaume Bartomeu, a la ex-sindica general Roser Suñé, la Cruz de Caballero, y al copríncipe emérito, tras 22 años en el cargo la distinción de Gran Oficial.
Está claro que es un gesto del presidente galo con ese país del que es copríncipe y del que tan poco se ocupa, porque hacer venir a París a todos estas personalidades andorranas no le quita demasiado tiempo, en cambio, visitar el país pirenaico ya es otra cosa. Pero sea como sea, a Vives le ha venido muy bien volverse a codear con Macron y aparecer en los medios de comunicación, pocas ocasiones más le quedarán de tener tanta importancia y notoriedad, por eso lo ha celebrado con tanta alegría y emoción, aunque haya sido sin sotana y fajín como se prodigaba cuando era titular de la diócesis de Urgel y copríncipe de Andorra, en los actos de solemnidad internacional.
Francesco Della Rovere
Ha citado grados pero no la orden. Se trata de la Legión de Honor, la más preciada en Francia.
ResponderEliminarTodo es vanidad.