El adiós de Omella vendrá con sorpresa

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Parece que la jubilación de Omella como arzobispo de Barcelona no se va a demorar mucho, pero vendrá con sorpresa: el Papa habría decidido encomendar al cardenal turolense una responsabilidad internacional; un cargo no curial, exento del límite de edad de 80 años. Existen precedentes: el cardenal Piacenza, con 81 años, es presidente de “Ayuda a la Iglesia Necesitada”; el cardenal O’Malley cumplió los 80 en junio de 2024 y permaneció como presidente de la Comisión de Protección de Menores hasta julio de 2025. Otras organizaciones internacionales católicas podrían ser el Centro de Cooperación con la Unesco, el Centro Católico Internacional de Migración, Caritas Internacional, Obras Misionales Pontificias, entre otras. A alguna de ellas podría ir Omella.

De confirmarse esta campanada se podrían extraer, a bote pronto, algunos corolarios. El primero: el Papa no vendrá a Barcelona en junio al centenario del fallecimiento de Gaudí. Sería muy extraño que el Santo Padre acudiera a la Sagrada Familia con un arzobispo recién nombrado. Más lógico sería que designara un legado cardenalicio, en cuyo caso el Omella con nuevas responsabilidades en Roma sería quien tendría todas las papeletas. La segunda conclusión remitiría al interés del cardenal de Barcelona en pilotar su sucesión antes de que llegase el nuevo nuncio en diciembre. De ahí provienen los múltiples rumores que colocan al prelado de Pamplona, Florencio Roselló, como el próximo titular de la sede de San Paciano. Rumor que sigue resultándome extraño, por el feo desaire que supondría para la archidiócesis navarra, al quitarle un arzobispo que no habría estado ni dos años en el cargo. A pesar de ello, es indudable que el mercedario Roselló es el candidato de Omella y que, con el nuncio Pioppo aún sin aterrizar en España, su promoción resultaría más fácil.

También podría ocurrir lo que sucedió en Viena, donde se aceptó la renuncia del cardenal Schönborn el mismo día que cumplió 80 años, sin designar sucesor. Podría encomendarse a Omella su nueva responsabilidad y dejar Barcelona con un administrador apostólico o un administrador diocesano. En Viena acaba de ser nombrado obispo el administrador apostólico, tras diez meses con el cargo vacante. 


Precedentes y posibilidades existen de todos los colores y para todos los gustos, pero lo evidente es que el proceso de sustitución del cardenal barcelonés se ha iniciado, y por eso se están filtrando ternas a los medios de comunicación. La última hablaba de Roselló junto con Saiz Meneses y Benavent. Si fuese el actual arzobispo de Sevilla sería un caso de reparación histórica, tal como apunté en un artículo de hace unos años. Pero si Omella ha intervenido en la confección de esa terna, el de Sevilla solo estaría de relleno. Su objetivo sería únicamente facilitar el nombramiento del obispo mercedario.

De confirmarse la noticia, Omella podría considerarse bien honrado con la salida que le buscaría León XIV, lo que, además, confirmaría la cercanía del Santo Padre con él. El cura de pueblo que llegó a obispo, cardenal, presidente de la CEE culminaría su carrera con una responsabilidad internacional encomendada cuando alborea aquella edad en que sus pares están ya jubilados. Habría que ver, entonces, si Omella conservaría en Roma alguna ascendencia sobre la Iglesia en España, en cuyo caso le arriendo la ganancia al nuevo nuncio. 

León XIV no está demostrando precipitación en sus decisiones; al contrario, parece reflexionarlas con tiempo y sopesar los pros y contras. El canonista Iannone, a quien ha nombrado al frente del Dicasterio de los Obispos, parece poseer un talante similar. Si el rumor se confirmase con prontitud correspondería a una decisión meditada desde hace tiempo por el Sumo Pontífice. En caso contrario, seguiría el ritmo reposado que ha venido mostrando en sus resoluciones.


De todas formas, bien que a Omella le busquen la salida más digna posible, pero lo que debe preocuparnos es el futuro de esta diócesis. Roselló no parece un candidato óptimo, no solo por mercedario y por aragonés (léase: hombre de Omella) sino porque lo que Barcelona necesita es un cambio radical y Roselló no sería más que un parche. Se necesita un obispo con personalidad, que asuma su mandato como un reto, que confíe en los sacerdotes más jóvenes, que no tenga miedo en darle un vuelco al laicado al que se confían responsabilidades y orille, de una vez por todas, a un laicado tributario de una pastoral que se está extinguiendo. El pueblo católico barcelonés avanza por caminos muy distintos a los que ha venido marcando su curia y ha llegado la hora de que el pastor que vaya en cabeza sea de su misma cuerda. En caso contrario, continuará el proceso imparable de languidecimiento que estamos presenciando. Roselló no posee aptitudes para ese cambio.

Oriol Trillas

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2 comentarios

  1. Barcelona necesita, sobretodo, librarse de la camarilla de poder que ha rodeado al Cardenal Omella. Con alguna excepción, gente muy mediocre intelectualmente, de poca valía pastoral y de mucha adulación al superior. Da igual quien sea el sucesor de Omella, si no consigue desprenderse de ese cáncer, seguirán los mayores males de la archidiócesis.

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  2. Rumorologia, pasatiempo, humo. Una manera de distraer la atención.

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