SOBRE LA PERENTORIA NECESIDAD DE CRITICAR AL PAPA

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Me parece, quizás me equivoque, que con este artículo empezáis una sutil campaña progresiva para ir desacreditando a León XIV, simplemente porque no hace y dice exactamente lo que os gustaría que dijera. Pues un Papa no puede decir lo que le gustaría a un grupo o a otro. Ha de hablar para todos.

Citáis tres ejemplos que no me resisto a comentar. Respecto a la peregrinación gay: eso estaba programada desde antes de su elección y si aún estuviera Francisco, los hubiera recibido con todos los honores. León no podía ahora prohibir esta peregrinación. Ni les recibió ni los citó, teniendo en cuenta que cita a numerosos grupos. Un gesto muy  elocuente.

Habláis del "insultante festival mundano" del Vaticano. También estaba programado y León no asistió. Pero no era un festival insultante. El recinto no era lugar sagrado, hubo muchas expresiones explícitas de catolicismo y el resto se movió en un clima positivo y espiritual. Me recordó el atrio de los gentiles de Benedicto XVI. ¿Mundano? Os recuerdo que Benedicto asistió a varios conciertos de música clásica en el Vaticano. ¿Un concierto no es mundano?

La nueva directora de la Academia de Bellas Artes es un nombramiento que le han colado al Papa. ¿Realmente sabía quién era esta señora? Era colaboradora del Vaticano desde hace tiempo y por eso ha colado. Pero, ¡anda que no colaron nombramientos a San Juan Pablo II y a Benedicto! Os recuerdo solo uno: el nombramiento de McCarrick primero como arzobispo de Whasington y luego cardenal, a pesar de que el arzobispo de Nueva York desaconsejó el nombramiento por tener ya constatadas varias denuncias. Y este nombramiento es peor que el de una simple directora de una Academia. Y no digamos de Marcial Maciel, apoyado por el cardenal Sodano. Desde que la casta y ejemplar Isabel II de España fue premiada por la pontificia Rosa de Oro ya se ve que es mejor no hablar del tema. Y la Rosa se la otorgó Pio IX, el papa del Sillabus!!

Sacáis de la entrevista, de forma inquisitorial, alguna palabra para descontextualizarla. Cuando León habla de "por el momento" o "futuro próximo" se refiere, claro está, a su pontificado. Podía haber dicho "durante mi pontificado". Además, inmediatamente pasa a defender a la familia como unión de hombre y mujer. ¿Aún quedan dudas? Es decir, mientras él sea Papa no va a cambiar la moral sexual. Eso es lo que importa. Por cierto, sobre la ordenación de mujeres es más taxativo dice: "no cambiara". Así de claro. Y eso no lo destacáis.

A León hay que juzgarlo no solo por las palabras en una entrevista, sino por todo lo que ha dicho en discursos y homilías.  Ha sido muy claro. León tiene clara la doctrina. No va a ser un Francisco a la inversa: liquidar a quien no piense como él y rodearse de una camarilla. Carece todavía de recursos y de información suficiente para tomar decisiones. De momento habla claro, para quien quiera entenderlo.

Hemos de rezar por el Papa intensamente, para que pueda cumplir con su ministerio petrino. Para ello va a necesitar oraciones y tiempo. Y que le apoyemos en lugar de intentar, sutilmente, desacreditarlo como un Francisco con muceta o cosas parecidas. Espero que Germinans no caiga en eso.

Atentamente,
Augusto 
 

Amigo Augusto, en primer lugar, gracias por tu colaboración a la dignidad y decoro de este blog. Empiezas diciendo muy acertadamente “Me parece, quizás me equivoque, que con este artículo empezáis una sutil campaña progresiva para ir desacreditando a León XIV…” Y sí, en parte tienes razón. La entrada en el tema es sutil y progresiva, porque no es mi intención entrar a saco. Pero no es para ir desacreditando a León XIV; no, no es para desacreditarlo, sino para CRITICARLO. Ya ejercí la crítica con el papa anterior, extraordinariamente contenida, y tardé mucho en iniciarla, porque el último disparate que desearía, es el sedevacantismo. Tengo claro que nos toca aguantar al papa, aunque sea un hereje: porque más nos vale tener una cabeza enferma, que andar sin cabeza o con tres cabezas, como cuando nuestro Benedicto XIII. En efecto, ¿de qué te vale tener razón si no tienes cabeza o te han salido tres cabezas?
Aclarado esto sobre mis intenciones, he de confesar que tengo puesta gran esperanza en León XIV, porque soy un gran lector y admirador de san Agustín; y doy por descontado que también lo es él. Este punto de partida me genera una gran simpatía (hoy lo llaman “empatía”, no sé por qué) por él. Pero tengo claro que es hijo de su tiempo y durante dos años, pupilo de Francisco. Y que todo eso, marca profundamente. Y entiendo que esas marcas, que no coinciden con las mías y las de muchos conservadores o tradicionalistas de diverso pelaje (tampoco ahí hay uniformidad, ¡ni Dios lo quiera!); pero no considero una tara que alguien no coincida conmigo. Por disciplina intelectual leo a todos los que sienten la Iglesia de maneras tan distintas y distantes: desde los más rigurosos ultraconservadores, hasta los ultraprogresistas, pasando, claro está, por los sedevacantistas. Y como no milito en ninguno de esos grupos (al menos, así lo creo: sin que por ello me moleste el empeño de algunos por catalogarme), me siento con la libertad de criticar a diestro y siniestro, es decir a la diestra y a la siniestra.
Y ocurre que yo soy un fervientísimo y agradecidísimo partidario de la crítica. Puesto que la crítica es quizá lo que más me ha construido (aunque casi nunca sienta bien en el primer momento), mira por dónde, me ha sentado extraordinariamente bien percibir el desencadenamiento casi repentino de la crítica hacia León XIV a raíz de los tres hechos que mencionas en tu “omnes dicamus”, amigo Augusto. Porque el clima de crítica (del lado conservador en este caso), del que me gusta formar parte, le permitirá al papa tomarle el pulso a la realidad plural de la Iglesia y recalcular las jugadas. La crítica aceptada (no me refiero a dejarse arrastrar por las críticas para así acallarlas) nos hace más humildes y más sabios. Quizá no necesite el papa más humildad; pero la sabiduría (la percepción del “sabor” de personas e ideas) necesita actualizarse constantemente.
Por lo demás, desde el primer momento me he hecho cargo de lo dificilísimo que se ha puesto gobernar la Iglesia (y no sólo por el precedente de Francisco), y pienso en el inmenso mérito que tendrá conseguir salvarla de la descomunal tormenta interna y externa en que está metida. ¿Pero cómo puede tomarle el papa el pulso a la Iglesia si dejamos que sólo se escuchen las voces que en cada momento, siguiendo la corriente, “se declaran” políticamente correctas? Termino citando unas palabras clarísimas del mismo papa hablando de sí mismo: “Soy capaz de ser decisivo cuando se necesita ser decisivo, que es otro aspecto del liderazgo que a veces falta en la gente. No puedes quedarte dando vueltas en «pensemos en esto y hablemos de ello para siempre». Tienes que tomar decisiones para poder seguir adelante. Soy capaz de hacer eso, y no tengo miedo de hacerlo”. 
Y concluye Wanderer, que es el blog (con un enorme esplendor crítico) del que he sacado la cita: “¿Es éste el papa que a mí me hubiese gustado? Ciertamente no. Y no pretendo pedirle peras al olmo… Porque estoy pensando que León XIV es el Papa que la Iglesia necesita en este momento tan complejo; una última oportunidad para evitar una nueva Reforma” (es decir, un nuevo cisma). 
Coincido plenamente con esta apreciación de Wanderer. Siento una extraña simpatía por León XIV (quizá por ser agustino y probablemente agustiniano); pero creo que no es bueno que le neguemos nuestra crítica: acerada si es necesario, pero siempre respetuosa. Aunque yo, en mi vida, me he tragado todas las críticas, incluidas las irrespetuosas y destructivas: que obviamente me han sentado mal. Pero lo cierto es que todas me han ayudado a construirme. No tengo mal recuerdo de ninguna de las críticas que se me han hecho, sin descartar las maliciosas y destructivas. Todas me han hecho bien.
Virtelius Temerarius

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