El sacerdote Francesc Romeu ha sido entrevistado en el portal catalán "El món", por el periodista Vicent Sanchís, que ha sido, entre otras cosas, director de la televisión autonómica TV3. No se pierdan el título de la sección en la que se encuentra: "Entrevistas raras a gente rara". Romeu, por su condición de nacionalista y progresista, se ha convertido en el periodista de referencia en temas religiosos para TV3 y para la mayoría de medios afines. Se trata de una entrevista muy interesante para ver el perfil ideológico de uno de esos sacerdotes que aún pululan por Cataluña, ya todos con cierta edad, y que a pesar del fracaso más estrepitoso de sus postulados pastorales, siguen erre que erre con sus ideas hasta la muerte. No se vayan a pensar, por la fotografía, que el sacerdote estaba rezando ante el Santísimo, es que la entrevista precisamente se realizó en la capilla donde está el Señor sacramentado, como si no hubiera otro lugar en la parroquia para hacerla.
El titular ya es llamativo: "Tenemos estos obispos insulsos, que no lideran nada", refiriéndose a los prelados catalanes, la expresión original es "bisbes peix bullits". Pero no se vayan a pensar que se está refiriendo a liderar una pastoral más efectiva, creativa o atractiva, se está refiriendo a una Iglesia catalana identificada con el nacionalismo, como se ha dado en otros momentos, según Romeu, que añora los tiempos en que el obispo de Solsona, Antoni Deig, abanderaba una campaña para que los obispos catalanes se desligaran de la Conferencia Episcopal Española. También añora el liderazgo de los abades de Montserrat, Escarré, Cassià o Soler y se lamenta de que el actual abad Manuel Gasch recibiera a los reyes en Montserrat y haya roto la senda públicamente ultranacionalista de sus antecesores. No olvidemos que Escarré fue amigo de Franco y luego lo traicionó con una entrevista en Le Monde, para desprestigiar al régimen, Cassià acogió etarras en el cenobio y Soler cedió el Monasterio para hacer multitud de actos, plegarias incluidas, por la independencia y los políticos presos.
Él, en cambio, que tiene la desfachatez de autodenominarse a sí mismo diciendo: "soy un buen sacerdote", explica que sí que sirve al nacionalismo, que en su barrio del Poble Nou con una inmensa inmigración hace la catequesis exclusivamente en catalán, y que celebra todas las misas en catalán, excepto una, la de la primera hora de la mañana de los domingos en la que introduce algunas cosas en castellano, ni siquiera es completamente en ese idioma.
Con Omella no se atreve, como todos los "progres" en activo, solo Hortet ya jubilado criticó públicamente al cardenal. Dice que es cierto que se nota que es de fuera, "del Matarraña", y eso se aprecia en su desconocimiento de la realidad barcelonesa, pero alaba sus últimas y polémicas decisiones: la reestructuración territorial diocesana y el cierre del seminario barcelonés.
No es de extrañar esa opinión, porque Romeu ya es de los que ha puesto en marcha en su barrio el plan de Omella, que ha sido un verdadero desastre. Como él mismo reconoce, él lleva cuatro parroquias, pero solo en la que vive, que es Santa María del Taulat hay un poco de vida, en las otras tres nada de nada, no hay misa diaria ni vida pastoral, solamente una misa los domingos. Y ese es el futuro de la reestructuración, de cuatro parroquias con vida solo dejar una, y los viejitos que se espabilen y que crucen el barrio desde la otra punta si quieren ir a Misa diaria. Lo mismo con el Seminario, de dos Seminarios solo dejar uno, con la incongruencia de que el menos numeroso, el interdiocesano, se come al más numeroso, Barcelona.
En la entrevista no podían faltar los alegatos a los "derechos" de los homosexuales dentro de la Iglesia, no olvidemos que mucho antes de la "Fiducia Supplicans" Romeu ya había bendecido en la iglesia ante las cámaras de televisión a una pareja de lesbianas, en una ceremonia similar a la del matrimonio algo que prohíbe explícitamente el cardenal Tucho Fernández. También insinúa veladamente que algunos de los obispos que más critican los llamados derechos del colectivo gay, son ellos homosexuales, con el argumento de que "no hay nadie que odie más a los fumadores que un ex-fumador", y pone como ejemplo al que fuera cardenal de Viena Hans Hermann Groer, que predicaba contra la homosexualidad cuando él había sido un abusador de jóvenes varones.
Y una última perla, según Romeu, el anticlericalismo que estalló en la Semana Trágica y sobre todo a raíz del inicio de la guerra civil, estaba justificado por el papel histórico reaccionario de las iglesias catalana y española. O sea, que todos esos sacerdotes, que murieron por odio a la fe, se lo habían buscado, por carcas y fachas, no es de extrañar que esté en contra de la beatificación de todos esos mártires y de que se recupere el testimonio de aquellos que dieron la vida por fidelidad a Cristo.
Francesco Della Rovere