Después de tantas críticas que hemos vertido hacia el arzobispo Planellas, hoy toca aplaudir una de sus decisiones, porque si hace algo bueno se dice y no pasa nada, lástima que el cómputo sea completamente desfavorable, pero nunca es tarde para revertir esa tendencia.
En la iglesia de Santa Maria en la población tarraconense de Prades, hace ya muchos años que ondeaba una bandera estelada en su campanario, concretamente desde el año 2012, como es sabido por esas fechas empezó a multiplicarse la presencia de banderas independentistas en muchos campanarios de la geografía catalana algo que Germinans Germinabit denunció en su momento y aportó multitud de pruebas fotografías que acabaron apareciendo en centenares de medios.
Los párrocos independentistas, se creyeron los amos de sus iglesias y optaron por colocar ese símbolo que nada tiene que ver con la religión, que es estrictamente político y además que crea división porque evidentemente no todos los feligreses de esas iglesias están en el bando secesionista. Los obispos callaron en ese momento, y ninguno de ellos tuvo una actitud clara y contundente para que esa situación anómala continuase.
Han pasado ya unos cuantos años y el independentismo está pasando por horas muy bajas, después de ver que sus líderes jugaron con el pueblo, y que su intención no era independizar Cataluña, sino que fue un órdago sin que nada estuviera preparado ni previsto, Puigdemont, el cabecilla de todo, fue el primero en huir cobardemente al extranjero para no ser encarcelado. En las últimas elecciones el pueblo decidió optar por un gobierno no independentista y mandar al prófugo de Bélgica y a los otros líderes secesionistas a la oposición.
Después del hundimiento del independentismo, algunos párrocos consideraron que ya había pasado el momento de hacer reclamaciones desde sus campanarios y retiraron esteladas y pancartas en ese esfuerzo de una parte importante de Cataluña de volver a la normalidad y alejarse de aquel periodo de enfrentamiento y división. Pero algunos, tozudos y más preocupados de la política que de su misión pastoral han seguido, erre que erre manteniendo esos símbolos en sus iglesias, y el párroco de Prades es uno de ellos, aunque solo llevaba dos años en el cargo, había optado por la continuidad de sus antecesores. Así ha sido hasta hace pocos días en que la bandera ha desaparecido del campanario.
Ante la presión de una parte de la población por haber retirado la estelada, el párroco Jordi Sánchez Pellicer ha dejado claro que no ha sido iniciativa suya sino de sus superiores. Concretamente, el sacerdote indica que la decisión se ha tomado "por indicación directa del Arzobispado con el objetivo de preservar la convivencia y evitar posibles tensiones dentro de la comunidad parroquial". Y añade que la intención de la archidiócesis es la de preservar que el templo sea "un espacio abierto y respetuoso para todos".
El arzobispado también se excusa diciendo que ha recibido una queja de una plataforma denominada "Coordinadora de Grupos de Resistencia de Tarragona" que se define a sí misma como una "coordinadora unitaria de los diversos grupos, personas y entidades que vienen actuando dentro de la oposición al secesionismo en Tarragona". El grupo en una dura carta se quejó a la diócesis de la presencia de este tipo de símbolos que genera división entre la feligresía, y atribuyó este tipo de acciones a la disminución de la presencia de creyentes en las iglesias.
Sea como sea, el arzobispado de Planellas ha tomado cartas en el asunto, y ha solucionado el problema, lo cual tiene mucho mérito, porque no olvidemos que fue el actual prelado tarraconense el que accedió a que se pusiera la bandera independentista en el campanario de Jafre (Girona), cuando él era su párroco, y que a pesar de la protesta de algunos de sus vecinos entre los que se encontraba la esposa de Albert Boadella, Dolors Caminal, que se quejó enérgicamente al párroco Planellas y al obispo, entonces Francesc Pardo, de esta situación, sin obtener ningún tipo de resultado.
Aunque Planellas tiene fama de tomar decisiones a veces un poco incoherentes, en este caso tenemos que alegrarnos de una decisión bien tomada, que debería ser ejemplo para todas las iglesias y sus obispos que aún mantienen alguna estelada.
Francesco Della Rovere