Montserrat con nuestro Rey

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El abad de Montserrat, Dom Manel Gasch, invitó a nuestros Reyes a presidir una jornada de ponencias sobre los valores benedictinos, que se convocó dentro de los actos de conmemoración del Milenario. Sus Majestades aceptaron encantados la invitación y subieron este lunes a la montaña santa. Durante la semana anterior, las redes sociales de la Abadía estuvieron recordando las visitas reales desde el siglo XVI, cuando Carlos I honró al monasterio con su presencia en 1519, por cuyo motivo existe una estatua del emperador en el acceso al atrio de la basílica. Curiosamente, todos los Reyes de España, sin excepción, sean de la casa de Austria, de Borbón o incluso de Saboya, se han personado en el monasterio benedictino y se han puesto a los pies de la patrona de Cataluña. El abad Gasch no ha hecho otra cosa que proseguir con la tradición monárquica de la comunidad montserratina.

Cierto es que al abad le salió un pequeño forúnculo con la Lliga Espiritual de la Mare de Déu de Montserrat que hizo un llamamiento al boicot a la visita real, con desprecio absoluto a la Regla de San Benito que prescribe que “ A todos los huéspedes que vienen al monasterio se les recibe como a Cristo, porque él dirá: fui forastero y me hospedasteis.  A todos les darán el trato adecuado, sobre todo a los hermanos en la fe y a los extranjeros.  Cuando se anuncie la llegada de un huésped acudan a su encuentro el superior y los hermanos con las mayores muestras de caridad”. La tal Lliga, creada en 1899, bajo los auspicios del obispo Torras i Bages, no está sujeta a las normas benedictinas, pero sí es una asociación religiosa con un consiliario que pertenece a la comunidad de Montserrat, el padre Josep Miquel Bassuet, aquel político frustrado, que solo escribe sobre el valenciano en las misas. Actualmente no llega a los 100 socios y sigue controlada por el comisario Armengol, que dejó el cargo de presidente de la Junta Directiva cuando fue designado director general d’Afers Religiosos, pero ha continuado como vocal de la misma.

A la Lliga se unió una fantasmal Associació d’amics del Bisbe Deig, de la cual parece ser que solo queda un ignoto Carles Tejedor, que es un señor que tiene un taller de imprenta. Y en tercer lugar se sumó la ANC, que llamó a sus fieles a rodear la montaña e impedir el acceso de Sus Majestades, con tal éxito que los Reyes subieron plácidamente a la montaña santa, sin mayor contrariedad que observar a unos curiosos abuelos que iban con esteladas y proferían unos gritos patéticos bajo un lorenzo inclemente, poco apto para sus entrados años. El lema socorrido para la ocasión era “Montserrat será sempre nostre!” El ridículo y el fracaso fueron tan mayúsculos que la propia ANC tuvo que desconvocar la manifestación quince minutos antes de que llegaran los Reyes.


Como suele pasar en Cataluña, el fallido boicot había tenido más repercusión mediática que convocatoria real, pero sí se ha de celebrar que Montserrat, con su abad a la cabeza, haya estado en su lugar. Dom Manel Gasch empezó su abadiato con una llamada a que en Montserrat cupiesen todas las tendencias y se dejase cualquier partidismo. Un llamamiento muy alejado a la posición que tuvieron durante el Procés, con aquella ignominiosa manifestación con pancartas de “volem votar” e incluso con la firma del propio Gasch en el manifiesto a favor del referéndum del 1 de octubre. Rectificar es de sabios y el abad ha sabido rectificar y ratificar la rectificación, no en vano en sus declaraciones en un foro de La Vanguardia llegó a manifestar que: “Ahora a Montserrat le toca el papel de acompañar, de hablar con todos y escuchar a todos”, teniendo en cuenta que “en la historia pudo haber tenido un papel más esencial en la política en un momento en que no existía la posibilidad de expresarse democráticamente y ahora la sociedad catalana puede expresarse democráticamente casi cada año, por lo que a Montserrat le toca retirarse de ese papel que tuvo en los años sesenta y setenta”.

Bien por el Abad y bien por el padre Bernat Juliol que es el comisionado del Milenario, el cual no firmó el manifiesto y pertenece a otra generación, pues nació en 1978, lejos ya de aquellos años 60 y 70 a los que se refirió Dom Manel Gasch en La Vanguardia. Ambos han sabido organizar una excelente Jornada, donde el bilingüismo ha estado presente sin ningún problema (incluso en Felipe VI) y donde se ha hablado de San Benito y del Abad Oliva, sin mención especial a ninguna cuestión catalana. El padre Juliol será un religioso para tener en cuenta en el futuro de la Iglesia en Cataluña. Y Montserrat vuelve a ser de todos. Ja no és sempre vostre.
 
Oriol Trillas 

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