El pasado 28 de febrero, el periódico nacionalista EL PUNT-AVUI, publicaba un escrito de opinión del periodista gerundense Jordi Grau Ramió sobre su actual obispo, titulado: "Fray Octavi, un monje que hace de obispo". Grau llegó a ser director adjunto de ese diario y es clara su ideología como lo demuestran sus libros: "Puigdemont, el president @KRLS" sobre su paisano ex-presidente fugado, o sobre la vida sexual y sentimental de la actual monarquía: "Los Borbones en pelotas" y "Las pelotas de los Borbones".
Aun así, su posición sobre cuestiones eclesiales no es crítica y abunda en elogios a sus prelados, incluyendo al actual, del que dice cosas interesantes en este escrito, lástima que se quede en alabanzas a su persona, pero sea incapaz de valorar su gestión al frente de esta diócesis tan compleja que necesitaba de un obispo que no tuviera precisamente este perfil.
Está en lo cierto Jordi Grau cuando dice que Fray Octavi es un monje que hace de obispo, es decir que el actual prelado gerundense sigue actuando y viviendo como un monje, cuando su vida nada tiene que ver con lo que hacía en el monasterio de Poblet, en una actividad tranquila y sosegada, estando al frente de un grupo de monjes en un recinto cerrado y con muy poca relación con el exterior.
El autor del escrito describe a Fray Octavi como un hombre sencillo, al que no le gusta acompañarse de secretarios, que le gusta ir solo, caminar mucho y conducir él mismo su propio vehículo. Pero no se pierdan esta afirmación del articulista: "Se comporta como un cura de pueblo", que recuerda al arzobispo de Barcelona, que en diversas ocasiones ha dicho que él no tenía aspiraciones y que pensaba que acabaría su vida sacerdotal como "un cura de pueblo" que es lo que fue hasta que el arzobispo Elías Yanes se fijó en él y lo convirtió en su delfín y obispo auxiliar de Zaragoza.
También nos dice el escrito que Fray Octavi se presenta en alguna parroquia para sustituir al párroco cuando éste está enfermo, con la sorpresa que se lleva la gente que no se esperaba ver al obispo presidiendo una Misa parroquial como un simple sacerdote, sin ninguna pompa episcopal. Así sucedió, por ejemplo, en la iglesia de Mercadal cuando su párroco Miquel Ramió estuvo enfermo.
Admirable la sencillez de vida del obispo y la disponibilidad para suplir al sacerdote enfermo, el problema es que por muy buena voluntad que ponga Fray Octavi no va a poder cubrir todos los huecos que poco a poco le van a quedar en su diócesis, y no por enfermedad temporal sino por defunción o jubilación, porque la situación dramática de la diócesis va a ir en aumento y necesita de medidas valientes y de cambios profundos en la pastoral fracasada que se ha llevado en estas últimas décadas.
No veo al obispo Vilá empezando un cambio radical en la manera de funcionar de la diócesis, se trata de un hombre tímido que aunque ha gobernado un monasterio, bastante fácil de llevar, no parece que vaya a enfrentarse a ese clero rebelde y descontrolado al que los últimos obispos le han dejado hacer lo que han querido para no meterse en problemas. Todo indica que Fray Octavi seguirá la senda de sus antecesores, incluso actuará con más timidez que su antecesor Francesc Pardo, que en algunas ocasiones, aunque pocas, sacaba el genio.
Girona necesita de un milagro para salir de su situación de caída libre, no parece que el actual obispo, por muy buena persona que sea, que nadie lo discute, con su humildad y timidez, sea la persona adecuada para levantar a esa iglesia diocesana, aunque la esperanza siempre tiene que ser lo último que se pierde.
Narcís Feliu
Si reza, si es "manso y humilde" ya tiene el 99%
ResponderEliminarSólo Dios puede resucitar a un muerto
Que resucite Gerona o la deje al albur de los bárbaros como Cartago
Sí, pero a veces ese 1% es crucial. Como se indica en el artículo, un buen monje no es necesariamente un buen obispo.
EliminarO sea sucesor de Omella si se mantiene el francisquismo. Y Narciso Felip pasará a ser Mercedes Eulalia o Merche Lali para los amiguetes
ResponderEliminarSin duda sucesor de Omella. Pero ojo debe ser Narciso Felio no Felip, ay Xirona me enamora
EliminarEl párroco del Mercadal Sigue enfermo y Gray Octavio celebrando la Misa a diario y nosotros contentos de tenerle cerca sin pompas
ResponderEliminarNadie duda de su valía como pastor de almas. Pero un obispo es más que eso. Tiene que tener autoridad y no temblarle el pulso cuando tiene que y debe ejercer esa autoridad.
EliminarPues los ataques de ira de algun predecesor han llevado hasta aquí y con los sacerdotes quemados por obispos que ni les escuchaban hasta ahora. Si un obispo no deber ser un pastor de almaya me dirá usted.
EliminarNo sólo en El Mercadal, ha estado en La Bisbal hace nada como antes en otros. Pues mira un obispo a pie y de a pie no está nada mal. Y ha doblado los seminaristas en meses. Pocos todavía cierto pero da gusto verle en los encuentros con jóvenes. Cura de pueblo que invita a Munilla
ResponderEliminarVarios domingos ha celebrado dos misas seguidas en pequeños pueblos y nos gusta tenerle así de cura de pueblo
ResponderEliminarSí, sí... Repito que nadie duda de su cercanía y humildad, ni siquiera de su hombría de bien. Pero un obispo ha de ser algo más que un simple cura de pueblo, más en una situación como la que tiene en su diócesis.
EliminarHay que saber gestionar, manejar a la gente a tu servicio, saber delegar... En resumen, ser un jefe, además de un trabajador.
Ya estará haciendo su equipo o cree que vino con uno bajo el brazo. Debía conocer, ver, escuchar. No lleva ni un año. Pero claro creo que ustedes piensan que nos lo van a robar para Barcelona. No queremos un obispo Trump con decretos a direstro y siniestro.
EliminarVida de monje, monje no tanto. Su agenda va llena de visitas y actos y de visitas sorpresa. Que sea hombre de oración perfecto les hace mucha falta a los curas de Gerona un alguien así
ResponderEliminarNo está mal como ejemplo. Nadie lo duda. Pero al punto en que se ha llegado, no parece el mejor perfil en esa diócesis decadente.
EliminarO sea no está mal.
EliminarQue anda mucho, bien. Que conduce su coche sin chofer, bien. Que sustituye párrocos enfermos, pues muy bien. Que reza mucho, pues requetebién. Que es tímido, pues mejor que listillo. Que es como un cura de pueblo, pues mejor pa todos.
ResponderEliminarNo! Cómo hay que decirlo? Un gran obrero no es necesariamente un buen jefe.
EliminarOtra podría ser la situación si la diócesis aún fuera pujante y se tratara de enderezar al personal. Pero es que aquí casi no queda personal!
No si ya lo dice claro pero sus argumentos son poco convincentes, ¿Recuerda la timidez de Benedicto XVI? ¿Le considera hoy un mal Papa?
EliminarUn buen artículo que lleva de nuevo al caso de Gerona, este enfermo visible y conocido desde hace 30 años, una diócesis condenada a desaparecer por falta de fieles, curas y religiosos si no la renueva el Espíritu Santo. Por cierto, los religiosos son los ausentes de la crisis gerundense, los palos se los lleva el obispo y sus curas, pero también desaparecen conventos y monasterios, y no hay vocaciones religiosas. Por ello, el desastre es total, a pesar de que su obispo es una buena persona, afable, accesible, cumplidora y trabajadora, pero el problema le y nos supera, pues depende de la llegada de un nuevo papa al estilo de San Juan Pablo II y Benedicto XVI. El actual pontificado ya está liquidado y acabado, ya nada puede dar más que molestias.
ResponderEliminarAsí, el cónclave para nombrar nuevo pontífice deberá de considerar estos dos problemas graves de la Iglesia occidental, que como arquetipo tiene Gerona y que van agravando su crisis extintiva:
1. Agrupaciones de parroquias
2. Misas sin curas
1. AGRUPACIONES DE PARROQUIAS
El alto número de agrupaciones de parroquias en la Diócesis de Gerona refleja principalmente la absoluta dramática escasez de sacerdotes, año a año, y la necesidad de optimizar los recursos pastorales.
Debido al envejecimiento del clero, su disminución de capacidad por vejez y la falta absoluta de nuevas vocaciones sacerdotales, muchas parroquias no pueden contar con un párroco residente, por lo que se agrupan bajo la atención de un mismo equipo pastoral que se llama agrupación de parroquias: la agrupación de parroquias indica una comunidad decadente dirigida a la extinción de fieles, curas y religiosos y a la venta y alquiler de todas sus parroquias y locales.
La agrupación de parroquias es, en definitiva, la extremaunción del moribundo.
Este modelo, teóricamente, permite garantizar los servicios religiosos básicos y fomentar la participación de laicos en la vida parroquial. Además, responde a cambios demográficos y sociales, como la disminución de la práctica religiosa y la concentración de la población en ciertos núcleos urbanos, debido a que hay muchos pequeños pueblos con poca población.
Las parroquias han sido tradicionalmente el núcleo de la vida comunitaria dentro de la Iglesia Católica, actuando como centros de evangelización, liturgia y asistencia social. Sin embargo, en las últimas décadas, diversos factores han llevado a la necesidad de reorganizar estas estructuras, dando lugar al fenómeno de la agrupación parroquial.
Aunque esta estrategia pretende optimizar los recursos humanos y materiales, en la práctica ha generado múltiples desafíos y ha despertado preocupaciones dentro de las comunidades afectadas.
Uno de los principales problemas de la agrupación parroquial es la reducción del acceso a los servicios religiosos. En muchas zonas, la escasez de sacerdotes ha obligado a fusionar parroquias, lo que ha significado una disminución en la frecuencia de misas, confesiones y otras actividades litúrgicas. Esto ha afectado especialmente a las comunidades rurales o de menor tamaño, donde las iglesias locales han pasado a depender de sacerdotes que deben atender múltiples parroquias, con el consecuente impacto en la atención pastoral.
El sentido de pertenencia de los fieles es otro aspecto que se ha visto comprometido. Muchas comunidades han experimentado la fusión de su parroquia con otra, lo que ha generado un sentimiento de pérdida e incertidumbre.
ResponderEliminarLa parroquia no es solo un espacio físico de culto, sino un ámbito de identidad colectiva y cohesión social. Cuando se reestructura, se corre el riesgo de erosionar el compromiso de los fieles, generando desmotivación y una menor participación en la vida eclesial.
Más problemas: desde una perspectiva administrativa, la agrupación de parroquias implica una mayor carga de trabajo para los sacerdotes y los equipos pastorales. La gestión de múltiples comunidades, con sus respectivas particularidades y necesidades, supone un desafío logístico considerable. La falta de recursos humanos capacitados y la sobrecarga de tareas pueden derivar en una atención pastoral menos personalizada y en la dificultad de responder adecuadamente a las demandas de los fieles.
Además, la reorganización parroquial no siempre va acompañada de un adecuado proceso de comunicación y consulta con las comunidades: se impone clericalmente desde obispado manu militari. En algunos casos, las decisiones han sido percibidas como impuestas, generando resistencias y desencanto. La falta de espacios de diálogo ha intensificado el sentimiento de que la Iglesia local pierde autonomía y que la voz de los feligreses no es suficientemente escuchada en el proceso de reestructuración.
Las diferencias económicas entre parroquias también influyen en el éxito o fracaso de la agrupación. Mientras algunas comunidades cuentan con infraestructuras modernas y sostenibles, otras dependen de ayudas externas para su mantenimiento. La redistribución de recursos no siempre es equitativa y, en ocasiones, las parroquias más vulnerables acaban por cerrar sus puertas, generando un vacío tanto espiritual como social en la zona afectada.
En términos de pastoral, la crisis vocacional juega un papel determinante. Con menos sacerdotes disponibles, la gestión de múltiples parroquias se vuelve una necesidad más que una opción. Este contexto ha impulsado una mayor participación de los laicos en la administración y en la pastoral parroquial, lo que si bien representa una oportunidad de renovación, también supone desafíos en cuanto a la formación y el compromiso a largo plazo.
Las consecuencias de este fenómeno son profundas. En las comunidades donde la agrupación parroquial ha debilitado la vida eclesial, se ha observado un descenso en la asistencia a los sacramentos y una menor involucración en actividades pastorales y sociales. Esto puede derivar en una progresiva secularización de la sociedad, ya que la parroquia deja de ser un punto de referencia activo en la vida de los creyentes.
Por ejemplo, el Arciprestazgo de la capital Gerona-Salt, cuenta con 21 parroquias unidas en 3 agrupaciones: la misma capital está ya agrupada, no hay sacerdotes fijos en una parroquia, aquél que antes conocía a sus ovejas, a la Iglesia Doméstica, las familias y matrimonios.
Una maldición cae sobre las parroquias nacional-progresistas: cuando pierdes tu vínculo con Cristo-Rey y Sacerdote, vas a perder tu conexión con todo.
No existen las misas sin cura, son celebraciones de la Palabra. No hay Eucaristia sin consagración y por tanto sin sacerdote. No la lie.
EliminarPopularmente se las llama misa sin cura, que aunque sea una definición impropia, la gente lo entiende la mar de bien...
EliminarDefinición impropia si Señor, pues hable con propiedad.
EliminarMisas sin cura es de lo más incorrecto. Aproveche para culturizar y no para confundir. ¿No puede utilizar la palabra sacerdote? Quizás es demasiado técnica para usted.
Eliminar2. MISA SIN CURA: Problemas teológicos y litúrgicos
ResponderEliminar1.1. Separación entre Eucaristía y Sacerdocio
La Eucaristía está ontológicamente unida al sacerdocio ministerial, ya que solo un sacerdote ordenado puede consagrar el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
Las celebraciones de la Palabra en ausencia de presbítero pueden generar confusión entre los fieles, diluyendo la diferencia fundamental entre una misa (con consagración) y una simple celebración de la Palabra.
1.2. La Unidad entre el Sacerdote, el Altar y el Templo
En la tradición católica, el sacerdote actúa in persona Christi y su presencia en el altar es signo de la unidad entre Cristo y la Iglesia.
La presencia de laicos en el presbiterio y la elevación de la Hostia sin consagración pueden percibirse como una ruptura de esta unidad sacramental y simbólica.
1.3. Homilías pronunciadas por laicos
El derecho canónico establece que la homilía es parte integrante de la misa y está reservada exclusivamente a un sacerdote o diácono (Canon 767 §1).
Permitir que laicos, especialmente sin formación teológica adecuada, realicen homilías puede desvirtuar la enseñanza de la Iglesia y afectar la fidelidad doctrinal.
1.4. Riesgo de una clericalización de los laicos
La celebración de la Palabra sin sacerdote puede dar la impresión de que se está instaurando un “sacerdocio laical”, lo cual contradice la doctrina del sacerdocio ministerial y del sacerdocio común de los fieles.
Especialmente cuando laicos visten vestimentas litúrgicas o realizan gestos propios del sacerdote (como elevar la Hostia), se difumina la diferencia esencial entre el sacerdocio ordenado y el laicado.
2. Problemas Sociológicos y Eclesiales
2.1. Ruptura con la Tradición
En muchas comunidades, la presencia del sacerdote ha sido un elemento clave en la identidad parroquial. La sustitución frecuente por laicos puede generar la percepción de una “protestantización” de la liturgia: sin rito, sin clero, sin liturgia, sin sacralidad, sin carisma, sin unción.
Se pone en cuestión el papel del sacerdote como figura central en la celebración eucarística y se corre el riesgo de que los fieles se acostumbren a su ausencia, o que simplemente, no acepten estas misas sin cura y éstas se conviertan en otra extremaunción de la Sagrada Misa: la misa sin cura es un indicador objetivo de la muerte de la comunidad parroquial que la adopta.
2.2. Confusión entre los fieles
Muchas personas no distinguen entre una misa con consagración y una celebración de la Palabra, lo que puede llevar a errores doctrinales graves. Esto es un importante argumento sociológico y psicológico: la gente ve objetivamente que la misa con cura y la misa sin cura son una misma cosa, debido sobre todo a la mediocridad del mismo fiel católico actual, otro problema añadido.
La misa sin cura, los fieles consideran que da lo mismo asistir a una celebración dirigida por laicos que a una misa con sacerdote.
2.3. Desacralización del espacio litúrgico
Tradicionalmente, el presbiterio es un espacio reservado para el clero. El presbiterio es el área del altar mayor hasta el pie de las gradas por donde se sube a él sólo el obispo, presbítero, diácono o laico con ministerio litúrgico, que regularmente suele estar cercada con una reja o barandilla.
La apertura del presbiterio a los laicos sin ordenación se percibe como una alteración de la sacralidad del lugar.
Esta pérdida de la sacralidad del presbiterio es absolutamente real y cierta: al final, los ojos ven, el entendimiento no sabe distinguir, todo se relativiza y al final se pierde aquello que era la vida misma del catolicismo.
La entrada de laicos en el altar y la realización de gestos propios del sacerdote son vistas como un acto de desacralización y pérdida del sentido de lo sagrado.
Celebarción en ausencia de sacerdote o en espera de sacerdote, digalo como se debe.
Eliminar2. MISA SIN CURA: Problemas teológicos y litúrgicos (bis)
ResponderEliminar...
3. Críticas específicas a la participación de mujeres
3.1. Introducción de un Sacerdocio Femenino de facto
Aunque la Iglesia Católica no ordena mujeres al sacerdocio, la presencia de mujeres en el altar dirigiendo celebraciones litúrgicas puede interpretarse como un intento encubierto de introducir el sacerdocio femenino: la mujer en esta celebración se pone detrás del altar dentro del presbiterio y alza la Sagrada Hostia con sus manos y la distribuye.
Esto genera tensiones entre los fieles que defienden la tradición y aquellos que buscan una mayor participación femenina en la liturgia, pero sociológicamente, los ojos de la gente perciben objetivamente que hay una mujer que hace como de cura en el altar y realiza unas operaciones litúrgicas con la Sagrada Forma. Eso es lo que ve de manera material, y eso es un error, pues rompe la unidad entre presbiterio, misa, sacerdocio, hombre o masculinidad, homilía, Sagrada Hostia, distribución.
3.2. Pérdida de la correlación tradicional Hombre-Sacerdocio
En la teología católica, el sacerdocio está ligado a la masculinidad de Cristo. Al permitir que mujeres realicen funciones litúrgicas reservadas al clero, se altera esta correlación teológica y simbólica.
Este cambio puede ser percibido como una ruptura con la tradición apostólica y un intento de modificar la doctrina de la Iglesia por la vía de los hechos.
3.3. División y polarización en las Comunidades
En muchas parroquias, la participación de mujeres en estas celebraciones ha generado división entre quienes lo ven como un avance y quienes lo consideran una desviación de la enseñanza católica.
La falta de una respuesta clara y uniforme de la jerarquía eclesiástica ha dejado margen para interpretaciones diversas, aumentando la polarización dentro de la Iglesia.
Otras diócesis se entretienen en juegos de diversidad, inclusión y paridad en esta celebración tan delicada, que sustituye a la Sagrada Misa misma.
4. Consecuencias pastorales y pérdida de fieles
4.1. Menor asistencia a la Misa Dominical
Cuando la celebración de la Palabra se convierte en algo habitual, los fieles pueden perder la conciencia de la importancia de la misa dominical con un sacerdote. Muchos, al ver esta misa sin cura, o abandona y va a la misa por internet, o bien emigra hacia otra parroquia con misa verdadera.
En algunos lugares, la asistencia a las celebraciones dirigidas por laicos ha superado a la de las misas con sacerdote, lo que muestra una transformación en la mentalidad de los fieles, pero no ha significado ningún incremento de los fieles.
4.2. Aumento de la desvinculación de los sacramentos
Al perder el contacto regular con la misa y la confesión, los fieles pueden ir desvinculándose de la vida sacramental de la Iglesia.
En algunos casos, la gente deja de ver la necesidad de un sacerdote, lo que puede llevar a una disminución en la recepción de la Eucaristía y otros sacramentos.
4.3. Fomento del individualismo litúrgico y protestantización
La proliferación de celebraciones de la Palabra con estilos diversos puede fragmentar la unidad litúrgica de la Iglesia.
Si cada comunidad desarrolla su propia forma de culto sin una guía clara, se corre el riesgo de una atomización de la liturgia y de la disciplina eclesial.
La misma misa pasa a rebajarse en su calidad y transcendencia, pasando a ser una celebración protestante donde todo está desacralizado, desritualizado y laicizado.
4.4. Unos ejemplos
Los laicos que hacen la misa sin cura, en el arciprestazgo del Alto Ampurdán Interior:
a) Hombres: 10
Parroquias que llevan: 24
b) Mujeres: 7
Parroquias que llevan: 18
c) En resumen:
Total de hombres y mujeres: 17
Total de parroquias que llevan: 42
Otro caso es el arciprestazgo del Alto Ampurdán Marina (Cadaqués, Portbou, Selva de Mar), cuyas todas las 22 parroquias están agrupadas y hay una sola laica con la misión de dirigir la misa sin cura, llamada la celebración de la Palabra en ausencia de presbítero.
Es mucho mejor una misa sin cura que nada. La misa es la leña que alimenta el fuego: la nada es destructiva. Por lo demás me importa un comino que quien celebre la palabra sea una mujer; suerte tenemos de ellas en las parroquias, que hacen mucho trabajo. Y como yo me he encontrado en una misa sin cura, precisamente en la parroquia del Mercadal, cuyo rector permanece hospitalizado desde hace tiempo, agradezco mucho a los laicos que supieron llevar las cosas adelante para suplir al presbítero.
EliminarYo le pido a nuestro obispo de Girona Fra Octavi Vilar que por favor se digne promover las charlas del mosén argentino Oliveira, charlas que Omella optó por prohibir por miedo a vete a saber que. Aquí la web del Oliveira y sus cursos de ideologías, la web se llama QUE NO TE LA CUENTEN. Es de sumo interés que los católicos crezcan en sabiduría y cultura para comprender la realidad mundial.
ResponderEliminarhttps://www.facebook.com/quenotelacuenten/#
Ya ha invitado a Munilla y tenemos bastante.
EliminarDebe, por tanto, cultivar una vida de oración y de fe profunda, y poner toda su confianza en Dios, dando testimonio del Evangelio, obedeciendo dócilmente a las sugerencias del Espíritu Santo y manifestando una especial preferencia y filial devoción a la Virgen María, que es maestra perfecta de vida espiritual Decia san Juan Pablo II, bien pues que el obispo sea monje o no tenga por prioridad orar.
ResponderEliminarLa sólida devoción mariana del Obispo debe estar siempre orientada por la Liturgia, en la cual la Virgen María está particularmente presente en la celebración de los misterios de la salvación y es para toda la Iglesia modelo ejemplar de escucha y de oración, de entrega y de maternidad espiritual. Más aún, el Obispo debe procurar que «con respecto a la piedad mariana del pueblo de Dios, la Liturgia aparezca como 'forma ejemplar', fuente de inspiración, punto de referencia constante y meta última»[64]. Respetando este principio, el Obispo ha de alimentar su piedad mariana personal y comunitaria con los ejercicios piadosos aprobados y recomendados por la Iglesia, especialmente con el rezo de ese compendio del Evangelio que es el Santo Rosario. Además de experto de esta oración, basada en la contemplación de los acontecimientos salvadores de la vida de Cristo, a los que su santa Madre estuvo íntimamente asociada, cada Obispo está invitado también a promoverla diligentemente. Decia san Juan Pablo II, un monje cisterciense es mariano por definición.
ResponderEliminarDecia san Juan Pablo II y cumple un monje que: Oración y Liturgia de las Horas
ResponderEliminar17. Un segundo medio indicado por los Padres sinodales es la oración, especialmente la que se dirige al Señor con el rezo de la Liturgia de las Horas, que es siempre y específicamente oración de la comunidad cristiana en nombre de Cristo y bajo la guía del Espíritu.
La oración es en sí misma un deber particular para el Obispo, como lo es para cuantos «han recibido el don de la vocación a una vida de especial consagración [...]: por su naturaleza, la consagración les hace más disponibles para la experiencia contemplativa»[75]. El Obispo no puede olvidar que es sucesor de aquellos Apóstoles que fueron instituidos por Cristo ante todo «para que estuvieran con él» (Mc 3, 14) y que, al comienzo de su misión, hicieron una declaración solemne, que es todo un programa de vida: «nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la Palabra» (Hch 6, 4). Así pues, el Obispo sólo llegará a ser maestro de oración para los fieles si tiene experiencia propia de diálogo personal con Dios. Debe poder dirigirse a Dios en cada momento con las palabras del Salmista: «Yo espero en tu palabra» (Sal 119, 114). Precisamente en la oración podrá obtener la esperanza con la cual debe contagiar en cierto modo a los fieles. En efecto, en la oración se manifiesta y se alimenta de manera privilegiada la esperanza, pues, según una expresión de santo Tomás de Aquino, es la «intérprete de la esperanza»[76].
La oración personal del Obispo ha de ser especialmente una plegaria típicamente «apostólica», es decir, elevada al Padre como intercesión por todas las necesidades del pueblo que le ha sido confiado. En el Pontifical Romano, éste es el último compromiso que asume el elegido al episcopado antes de la imposición de la manos: «¿Perseverarás en la oración a Dios Padre Todopoderoso y ejercerás el sumo sacerdocio con toda fidelidad?»[77]. El Obispo ora muy en particular por la santidad de sus sacerdotes, por las vocaciones al ministerio ordenado y a la vida consagrada y para que en la Iglesia sea cada vez más ardiente la entrega misionera y apostólica.
Por lo que se refiere a la Liturgia de las Horas, destinada a consagrar y orientar toda la jornada mediante la alabanza de Dios, ¿cómo no recordar las magníficas palabras del Concilio?: «Cuando los sacerdotes y los que han sido destinados a esta tarea por la Iglesia, o los fieles juntamente con el sacerdote, oran en la forma establecida, entonces realmente es la voz de la misma Esposa la que habla al Esposo; más aún, es la oración de Cristo, con su mismo cuerpo, al Padre. Por eso, todos los que ejercen esta función no sólo cumplen el oficio de la Iglesia, sino que también participan del sumo honor de la Esposa de Cristo, porque, al alabar a Dios, están ante su trono en nombre de la Madre Iglesia»[78]. Escribiendo sobre el rezo del Oficio Divino, mi predecesor Pablo VI decía que es «oración de la Iglesia local», en la cual se manifiesta «la verdadera naturaleza de la Iglesia orante»[79]. En la consecratio temporis, que hace la Liturgia de las Horas, se realiza esa laus perennis que anticipa y prefigura la Liturgia celeste, vínculo de unión con los ángeles y los santos que glorifican por siempre el nombre de Dios. Así pues, el Obispo, cuanto más se imbuye del dinamismo escatológico de la oración del salterio, tanto más se manifiesta y realiza como hombre de esperanza. En los Salmos resuena la Vox sponsae que invoca al Esposo.
Cada Obispo, pues, ora con su pueblo y por su pueblo. A su vez, es edificado y ayudado por la oración de sus fieles, sacerdotes, diáconos, personas de vida consagrada y laicos de toda edad. Para ellos es educador y promotor de la oración. No solamente transmite lo que ha contemplado, sino que abre a los cristianos el camino mismo de la contemplación. De este modo, el conocido lema contemplata aliis tradere se convierte así en contemplationem aliis tradere.
Decia san Juan Pablo II: Para contrarrestar las tendencias dispersivas que intentan fragmentar la unidad interior, el Obispo necesita cultivar un ritmo de vida sereno, que favorezca el equilibrio mental, psicológico y afectivo, y lo haga capaz de estar abierto para acoger a las personas y sus interrogantes, en un contexto de auténtica participación en las situaciones más diversas, alegres o tristes. El cuidado de la propia salud en todas sus dimensiones es también para el Obispo un acto de amor a los fieles y una garantía de mayor apertura y disponibilidad a las mociones del Espíritu. A este respecto, son conocidas las recomendaciones de san Carlos Borromeo, brillante figura de pastor, en el discurso que pronunció en su último Sínodo: «¿Ejerces la cura de almas? No por ello olvides la cura de ti mismo, ni te entregues tan pródigamente a los demás que no quede para ti nada de ti mismo; porque es necesario, ciertamente, que te acuerdes de las almas a cuyo frente estás, pero no de manera que te olvides de ti»[93].
ResponderEliminarEl Obispo debe afrontar, pues, con equilibrio los múltiples compromisos armonizándolos entre sí: la celebración de los misterios divinos y la oración privada, el estudio personal y la programación pastoral, el recogimiento y el descanso necesario. Con la ayuda de estos medios para su vida espiritual, encontrará la paz del corazón experimentando la profundidad de la comunión con la Trinidad, que lo ha elegido y consagrado. Con la gracia que Dios le concede, debe desempeñar cada día su ministerio, atento a las necesidades de la Iglesia y del mundo, como testigo de la esperanza. Que reze pues el obispo, medite, tenga sus tiempos de soledad cumple con los consejos del sant papa.
Por fin un obispo presidió una celebración comunitária de la penitencia como debe hacerse junto a un párroco joven que el obispo ha promocionado.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con el Sr. Garrell.
ResponderEliminarEl Mosén Olivera, no Oliveira, es un Cura como mandan los cánones.
No como otros, que son masonazos de 👣 a 🗣️.
Sr. Silveri. Li escric per felicitar-lo. Crec que és l'únic que sap que els noms propis de ciutats o països s'escriuen en la llengua original. Vostè es diu Silveri, malgrat que algun espavilat el bategi "Silverio". Vostès escriu Girona. El felicito i li desitjo que segueixi sempre així.
ResponderEliminarSeñor anónimo de las 11:13, ¿de dónde saca usted que los nombres de ciudades y países se escriben en la forma original? Eso es cierto sólo cuando se trata de lugares con tan poca importancia que al no ser conocidos por otros países con otras lenguas, no han sido traducidos (adaptados) a ninguna lengua.
Eliminar¿Acaso va usted a London, a Napoli, o a Deutshland? Pues yo no. En todo caso voy a Londres, a Nápoles, a Alemania, etcétera.
Es lo que tiene el provincianismo miope.
El autor de las "palizas" diarias se dedica hoy a examinar la diócesis de Gerona, seguramente porque no puede criticar al obispo. Pues sepa que estamos encantados con nuestro obispo-monje y esperamos que poco a poco vaya enderezando lo que haga falta. Con los "ultramontanos" va a tener poco trabajo.... quedan pocos y la mayoría viejos para suerte de la diócesis.
ResponderEliminarHermano..lo de ultramontanos lo pone usted o sigue la estela francisquista de tildar de "indietristas" a todo quisqui que piense que su magisterio es errático, autoreferencial y con herejias?
EliminarSí señor encantados
EliminarEs absolutamente compatible que un obispo sea una excelente persona, esté bien formado moralmente y espiritualmente, sea solvente, tenga competencia y capacidad, sea amable y caritativo, sea accesible y una bella persona, pero sin embargo, Gerona necesita que se ordenen entre diez y veinte sacerdotes anualmente, para cubrir las necesidades de sacerdotes en un período de unos 15 años, y lo cierto es que con este obispo no se cubre esta cantidad de curas, por lo que objetivamente Gerona está condenada a desaparecer a nivel de presbíteros, y esta es una cuestión obvia, objetiva, evidente, material, matemática e indiscutible: o vienen estos diez ó quince sacerdotes al año en una generación o Gerona está en liquidación.
EliminarPor eso, para empezar a solucionar el tema de Gerona, se necesita un nuevo Papa en que esté en la línea de San Juan Pablo II y Benedicto XVI, y además rezar para que Dios envíe muchos, santos y buenos sacerdotes.
Es Olivera, no Oliveira.
ResponderEliminarNo traduzca su apellido del Español al Portugués.