En pocos años el cardenal Juan José Omella ha alcanzado las más altas dignidades eclesiásticas posibles partiendo de muy abajo, aunque está claro que debido a su edad, le queda poco en la cúspide ya que en menos de un año y medio cuando cumpla los 80, empezará a dejar todas sus responsabilidades eclesiales, incluida la Archidiócesis de Barcelona.
El ascenso de Omella está marcado por sus buenas amistades y su cercanía con el Papa Francisco, que no ha sido de manera directa, pero si a través de sus buenos vínculos con personas muy cercanas al Santo Padre. Uno de sus buenos amigos es el cardenal Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, al que conoció el turolense cuando siendo un simple obispo de diócesis menor se encargaba de cuestiones de pastoral social en la Conferencia Episcopal Española, y tuvo que relacionarse con el hondureño ya que era el máximo responsable en estas cuestiones a nivel de la Iglesia universal.
Maradiaga es un hombre tremendamente cercano al Papa Francisco y fue uno de los muñidores de su candidatura a la silla de Pedro en 2013, el actual Pontífice premió su fidelidad y promoción al papado no solo colocándolo en el G-8 o grupo de cardenales de máxima confianza de Bergoglio, sino que incluso lo hizo coordinador del mismo, mientras estuvo en él, es decir hasta los 80 años, curiosamente al dejar Maradiaga el G-8 entró Omella en el mismo, sin el cargo de coordinador que de momento está vacante.
En el C-8 Omella tiene otro gran amigo, el canadiense Gérald Cyprien Lacroix, arzobispo de Quebec, al que Omella invitó a venir a Barcelona en una visita triunfal a toda la diócesis con estancias continuas en el Seminario y dando ejercicios espirituales a los sacerdotes diocesanos. Cuando Lacroix cogía el avión en el aeropuerto del Prat para volver a su país saltaba en todos los medios el escándalo de la denuncia de una mujer que acusaba al cardenal de haber abusado sexualmente de ella cuando era menor de edad. Desde entonces Lacroix no ejerce como arzobispo de Quebec, pero sigue participando de las reuniones del G-8. Anteriormente ya había sufrido una denuncia como máximo responsables del Instituto Secular Pio X, en cuyo seno una mujer recibió abusos sexuales, la denunciante afirmó que Lacroix la animó a perdonar y no a denunciar.
Pues si Lacroix tiene un expediente poco elegante, Maradiaga está rodeado de oscuras historias en ámbitos bien distintos, hasta el punto que la que fuera esposa del embajador de Honduras en la Santa Sede durante muchos años, ahora viuda, Martha Alegría Reichmann, ha publicado todo un libro titulado "Traiciones sagradas", dedicado al lado oscuro de su paisano cardenal del que fue objeto entre otras cosas de una estafa de una suma muy importante de dinero, ya que Maradiaga, en aquellos momentos con muy buena relación con ellos, les animó a que invirtieran en un fondo de inversiones que llevaba un amigo del purpurado que resultó ser un timo de grandes dimensiones.
Martha Alegría Reichman con su esposo, cuando eran amigos, antes de la estafa
Maradiaga también está involucrado en otro escándalo, que destapó la revista italiana l'Espresso, según la cual, el cardenal habría cobrado ilegitimamente grandes sumas de dinero de una Universidad de la que era su máximo responsable, concretamente medio millón de euros anuales durante muchos años de la Universidad Católica de Tegucigalpa. La Santa Sede incluso realizó una investigación sobre el tema pero ya sabemos como acaban estas cosas si eres quien eres y encima eres amigo personal del Santo Padre.
Pero lo peor de todo es lo que afecta a su obispo auxiliar, promcionado y protegido por Maradiaga por quien incluso ha suspendido a sacerdotes que le criticaban y no hay para menos, Juan José Pineda Fasquelle, hombre de máxima confianza del cardenal, en cuyas manos dejaba la diócesis, al estar él mucho tiempo fuera de ella, se vio obligado a presentar su renuncia a los 57 años, debido a las muchas informaciones que hablaban de corruptelas económicas, una de ellas es la citada por la publicación l'Espresso y también de abusos sexuales, ya que mantenía relaciones íntimas con varios hombres, pero que también había intentado seducir a otros sin su consentimiento, entre ellos seminaristas.
El cardenal Madariaga estuvo en Barcelona a principios de noviembre, no fue una visita discreta entre amigos, presidió la celebración de la Misa Internacional en la Sagrada Familia junto a nuestro arzobispo, como se puede ver en la foto del inicio de este escrito, e incluso concedieron juntos una entrevista a un medio cristiano para hablar conjuntamente del Sínodo de la Sinodalidad. Omella no oculta su amistad con él, aunque ésta, como otras, sean amistades peligrosas.
Pietro Romano
Jorge Alexander Patiño Morales, ahora ya ex-párroco de Nuestra Señora de Montserrat de Barcelona, es una de esas amistades peligrosas que tanto le gustan a D. Juan José y a las que defiende a capa y espada y pese a quien pese, aunque sea a sus víctimas.
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