LA TRADUCCIÓN DEL AVE MARÍA

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Χαίρε, κεχαριτωμένη ο Κύριος μετά σου (Gabriel)
Jáire, kejaritoméne, o Kyrios metá su
 
ευλογημένη συ εν γυναιξί, και ευλογημένος ο καρπός της κοιλίας σου (Isabel)
eulogeméne sy en gynaixí, kai eulogeménos o karpós tes koilías su

Siguiendo con los temas intemporales de verano, y redondeando mi reciente incursión en las traducciones oficiales del Padrenuestro, me place entrar hoy en el fascinante tema de la traducción del Ave María.
Hemos de agradecer que a las conferencias episcopales les quede muy lejos el griego (que fue la lengua prioritaria de la Iglesia cuando el imperio de Oriente y Occidente era uno solo: ahí nos ha quedado el Kyrie eleison; y que es la lengua original de todo el Nuevo Testamento). Porque justo ahí, en el Ave María, tenemos una gran cuestión léxica de profundo calado. Suerte, digo, que a los obispos les quede tan lejos el griego, porque de haberles caído más a mano, se hubiesen atrevido a hacerle al Ave María destrozos parecidos a los que le han hecho al Pater Noster
San Jerónimo (por remitirnos a la Vulgata) fue consciente de las graves dificultades que presenta la traducción de una lengua y su cultura, a otra lengua en la que algunos de los elementos de esa cultura, ni siquiera existen. En el prólogo de la Interpretatio del Apocalipsis, entre las muchas que se le atribuyen, dice: “Si ad verbum interpretor, absurde resonat (si interpreto al pie de la letra, suena absurdo); si ob necessitatem aliquid in órdine vel in sermone mutávero (si por la necesidad cambiase algo en el orden o en la frase), ab intérpretis videbor officio recessisse. (parecerá que me he apartado del oficio de intérprete). Es el eterno conflicto de la traducción ad lítteram o de la traducción ad sensum. La primera es enormemente fácil cuando se da gran afinidad entre las dos lenguas (es el caso de la Novi Testamenti Biblia Graeca et latina); la segunda, la traducción ad sensum es inevitable cuando hay una gran distancia entre la lengua y cultura de origen y la de destino. 
La más primitiva forma de traducción fue verbátim, es decir palabra por palabra. Pero cuando se traduce de una cultura distante, la suma de palabras puede no dar como resultado un significado, un sensus, dejando el texto totalmente oscuro. Por eso fue inevitable pasar a la traducción AD SENSUM: tan poco rígida, que permite lecturas analógicas (por analogía), alegóricas, místicas, de modo que cada texto puede ser leído en el registro que convenga.  
 
Las dos primeras palabras del original griego del Ave María, Jáire kejaritoméne, que se han traducido como Ave, gratia plena (el nombre Maria no está en la salutación del Ángel), constituyen una enorme barrera (mucho más cultural que léxica) entre la concepción de la vida en el mundo griego y en el mundo romano. Tanto Jáire como Ave son la fórmula de salutación de Grecia y de Roma. Y como es inevitable, en el saludo va una enorme carga cultural. Efectivamente, los griegos para saludarse dicen una cosa, y los romanos otra muy distinta. No tenemos más que ver nuestro “Buenos días” (nos dé Dios), “adiós”, “con Dios”, antiquísimas expresiones de saludo con profunda marca cristiana, intraducibles en una cultura laica.
Y claro, volviendo al sensus fidei, ¿cómo tradujeron nuestros antepasados la salutación latina “Ave”? Pues la tradujeron nada menos que por un “Dios te salve”, igual que en la Salve Regina: “Dios te salve, Reina y Madre de misericordia”. Dejando sin resolver el empobrecimiento del grupo léxico salus, salutaris, salutare, salve, salvare, que se ha bifurcado en nuestras lenguas entre salud-saludar y salvar, casi inseparables en latín, pero totalmente distintos en las lenguas románicas. Y para revestir de la máxima sacralidad ese Ave y esta Salve, se ha reforzado con la presencia de Dios, tan cristiana y tan ajena al latín y al griego clásicos: “Dios te salve”, que no aparece para nada ni en el texto griego ni en el latino, y que más se acerca al “Déu vos guard” catalán, que hace referencia a la salus de salvare, más relacionada con la defensa y la seguridad, que con la salud. 
Gracias a Dios no se han despertado las ansias filológicas revisionistas modernizadoras de la Conferencia Episcopal (tampoco falta quien ande azuzándolas), para librarnos de una traducción tan arbitraria, tan fuera del sensus filológicus de nuestros pastores. Gracias a Dios no nos prohibirán rezar “Dios te salve María” o “Dios te salve, reina y madre de misericordia”, con el pretexto de que no se atienen a los rigores filológicos del momento actual. Es lo que tiene empeñarse en “traducir” un saludo. 
Es que la distancia entre la civilización griega y la civilización romana (antes de su fusión), es tan enorme como la que hay entre saludar diciendo “alégrate” (jáire) y saludar deseando salud o invocándola (salve). Fórmula esta última que mantenemos en vigor, después de milenios de uso. Precisamente hablamos de “saludar” (en el que va incluido el “salvar” haciendo alusión a la “salus” de la sentencia de la Eneida “Una salus victis, nullam sperare salutem”: la única salvación para los vencidos es no esperar ninguna salvación). Es la salud por la que aún hoy nos interesamos al cruzarnos con alguien e iniciar (o eludir) una conversación. Tan profunda es esa marca, que constituye seguramente la característica más destacada de nuestra civilización actual: el interés e incluso la obsesión por la salud, que nos ha llevado a construir el más potente y monstruoso imperio económico en torno a ella. Observemos que en el concepto de seguridad del “una salus victis”, tan asociado a la salud, es donde recogemos, también con enorme obsesión, este segundo significado de “salus”, el de la salvación mediante el concepto de seguridad. La fuerza de la civilización se extiende por siglos y milenios.
 Y claro, a partir de ese concepto de salus (su verbo es salvare, y su imperativo, salve), hemos construido esa sugerente traducción de “Dios te salve”. ¿Era posible hacer algo mejor? Pues no se me ocurre, pero tampoco sería el caso. Efectivamente, no hay nexo posible entre el jáire (alégrate) de los griegos, y el salve (que estés sano y/o seguro, el actual “¡salud!”) de los romanos. No cabe una auténtica “traducción” o “versión” (de vértere) de una lengua a otra.
Llegados aquí, es normal que se haya desarrollado todo un corpus theológicum a cuenta del “gratia plena” que no está nada claro en el original kejaritoméne, (que oscila entre járis y jáiro, y que nos dará también el singular cháritas) que tenga su mejor traducción en el “gratia plena”, del campo semántico de járis. Si la traducción optase por seguir en el campo inicial de jáire, alégrate, sería razonable traducir el kejaritomene no como “llena de gracia”, sino como “llena de motivos para alegrarte”.    
Virtelius Temerarius

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11 comentarios

  1. Son muy bienvenidos estos comentarios estivales que tienen su miga teológica. Uno de los textos que más han hecho por el entendimiento del pensamiento filosófico-teológico de santo Tomás de Aquino fue el firmado por el Padre Chénu, autor de obras indispensables para conocer el pensamiento medieval. La cultura alemana, incluso de nuestros días, es adicta a los vocabularios de las distintas ramas del saber. Pienso en el modélico Antike Medizin. Ein Lexikon, de Karl-Heinz Leven (Hrsg.) Se agradece, Virtellius, la profundidad envuelta en el celofán de la sencillez.

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  2. Dios nos libre de liturgistas y exégetas (a)22 de julio de 2024, 2:29

    Leído de un entendido.

    Análisis del Verbo "Kejaritoméne" en el Ave María

    Origen y Significado del Verbo

    La palabra "kecharitōménē" proviene del verbo griego "charitoó" (χαριτόω), que significa "llenar de gracia" o "dotar de gracia".

    Este verbo se encuentra en la oración que el ángel Gabriel dirige a María en el Evangelio de Lucas 1, 28, en el contexto de la Anunciación.

    Etimología y Construcción del Verbo

    - Raíz del Verbo: "Charis" (χάρις), que significa "gracia" o "favor".

    - Forma Verbal: "Charitoó" (χαριτόω), verbo que indica "hacer lleno de gracia" o "favorecer grandemente".

    - Forma Conjugada en Lucas 1, 28: "Kecharitōménē" (κεχαριτωμένη).


    Forma y Tiempos Verbales

    1. Causativo: En griego, los verbos terminados en –o,w son causativos. Esto significa que el verbo "charitoó" indica la acción de causar gracia en el sujeto que lo recibe.

    2. Pasiva: La forma "kecharitōménē" está en voz pasiva. Esto implica que María es la receptora de la acción de ser llena de gracia; no es ella quien realiza la acción.

    3. Perfecto Pasivo: El tiempo perfecto en griego indica una acción pasada con efectos que perduran en el presente.

    En "kecharitōménē", la gracia otorgada a María es un estado permanente que comenzó en el pasado y continúa en el presente.

    Traducciones y Interpretaciones

    - Diversas Traducciones: A lo largo de los siglos, los teólogos han interpretado "kecharitōménē" de diferentes maneras:

    - Gracia de la misión: Algunos enfatizan la gracia que capacita a María para cumplir su misión como Madre de Dios.

    - Gracia santificante: Otros se enfocan en la gracia santificante que llena a María desde su concepción.

    - Interpretación de Juan Pablo II: En su encíclica "Redemptoris Mater" (n. 7), Juan Pablo II une ambos sentidos: "Kecharitōménē" se refiere tanto a la elección de María como Madre de Dios como a la gracia sobrenatural de la que ella es partícipe.

    Importancia Teológica

    - Inmaculada Concepción: La Iglesia ha visto en "kecharitōménē" un fundamento bíblico para la doctrina de la Inmaculada Concepción de María.

    Esta interpretación sostiene que María fue llena de gracia desde el primer momento de su existencia, lo que implica que estuvo libre del pecado original desde su concepción.

    Conclusión

    El análisis del verbo "kecharitōménē" revela una profunda riqueza teológica y filológica. Indica no solo el estado de gracia de María en el momento de la Anunciación, sino una gracia permanente y plena que abarca toda su vida. Esta interpretación subraya la singularidad y la santidad de María en la tradición católica.

    ...

    Para el caso del Padre Nuestro, donde dice lo moderno:

    "perdona nuestras ofensas así como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden"


    siempre digo la tradicional y más breve y fácil de entender versión clásica:

    "perdona nuestras deudas como perdonamos a nuestros deudores"

    más breve que la del latín:

    "et dimítte nobis débita nostra, sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris"

    y que todo el mundo entendía que "deuda" y "deudores" no es "deber dinero".

    Por cierto, en catalán no lo han tocado y queda bien:

    "i perdoneu les nostres culpes, així com nosaltres perdonem els nostres deutors"

    El real epígrafe del Padre Nuestro debería de ser traducido así, si se quiere ser tiquis-míquilis:

    "perdona nuestros pecados así como también nosotros perdonamos a los culpables que cometen pecado contra nosotros"

    Vale.

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    1. Totalmente de acuerdo con el Sr. Valderas Gallardo.

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  3. Toda la obra de Dios se basa en la Salvación por esto que el Dios te Salve de Maria no es nada nuevo bajo el sol. Verdaderamente no vamos a enfadar a nadie discutiendo sobre el Ave María, y además esto no es teología de altos vuelos intelectuales, místicos y científicos. El Dios Te Salve María lo conocen y lo entienden los niños pequeños, no hace ninguna falta trabajar este tema, queda bien claro, y el cerebro no se ejercita en gimnasia mental por ello. A la hora del pan y espectáculos en el Salve sólo existe la bajada del Cielo del "pan" y el espectáculo no existe. No creo que se llenen los seminarios con teologías caseras como el Salve. Se le ve la intención al autor del artículo en que no quiere meterse en aventuras de vuelo aguiláceo. Esta iglesia que repite constantemente que debemos amarnos, ser buenos, no pecar, ser obedientes al Director espiritual, y etc, se olvida esta iglesia que hubo un tiempo hace unos 5.000 años en que la violencia de guerras estaba extendida por todo el mundo planetario y Dios creador se arrepintió de haber creado al hombre y envió el Diluvio que destruyó todo el planeta incluso a los dinosaurios que la ciencia oficial nos engaña que dice 65 millones de años. Y dale que te pego con el espectáculo del Diluvio, el espectáculo que me gustaría ser comentado por Virtelius en otro artículo de los domingos a las 5 de la tarde.

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    1. Y no se le olvide las prides de la Pentapolis, Garrell, hace 3800 años, más o menos.

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    2. Sr. Garrell, ¿le pide a Virtelius que comente el Diluvio? ¿Sabe lo que es una metáfora? ¿Sabe qué significa 65 millones de años? ¿Sabe lo que significa un día en la creación?
      ¿La obediencia al Director espiritual forma parte del mismo paquete?
      Cuando leo GG intento captar algún mensaje positivo, constructivo. Cuando le leo me dan risa sus afirmaciones.

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    3. Grandioso Don Silver Garrell, siga así!!!

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    4. Continue así Don Silveri, nada de amilanarse con estos comentaristas que le llaman cenizo y profeta de calamidades. !Vaya calamidad es la demolición de la Iglesia desde el CVII ! Para mal fario la metástasis del nacionalcomunismo

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  4. Dios nos libre de liturgistas-exégetas con poder (fine)22 de julio de 2024, 2:39

    Jesús, llegado el momento de cancelar la Ley de Moisés e instaurar su excelso Sacramento, oye como entran con estrépito súbito dos liturgistas-exégetas, lo peor que hay en la Iglesia para discutir con calma y consensuar ni una tilde, coma o punto en la i:

    Jesús: Tomad y comed...

    Primer liturgista-exégeta: Ah, no. Eso sí que no, nunca jamás...

    Segundo liturgista-exégeta: Es-pan-to-so... sí, sí...

    Primer liturgista: No, no... veamos: la morfología es "tomad" y "comed", de los verbos "tomar" y "comer", en modo imperativo, tiempo presente, segunda persona del plural, número plural, conjugación regular acabada en "-ar".

    Segundo liturgista: La sintaxis dice que ambas formas verbales ("tomad" y "comed") son imperativos afirmativos. Se encuentran en la misma oración, formando una coordinación copulativa. No hay sujeto explícito, pero se sobreentiende que es "vosotros". La oración, amigo mío olvidadizo, tiene una estructura bimembre: el sujeto implícito es vosotros, y el predicado es tomad y comed.

    Primer liturgista: Gracias por la corrección, pero tú memoria también resbala en los detalles: en la semántica, vemos que el significado de la oración es una orden dirigida a un grupo de personas para que tomen y coman algo. El Maestro usa el imperativo es un modo verbal para expresar una orden, mandato o petición, por lo que quiere que las personas a las que se dirige tomen y coman algo que Él les ofrece.... Ahí te va ésta, pues...

    Segundo liturgista: Espera, espera... que ahora voy yo: la oración tiene un tono solemne y religioso, ya que se utiliza en el contexto de la Eucaristía. Desde el punto de vista de la pragmática, la oración tiene como objetivo que las personas a las que se dirige tomen y coman el pan y el vino consagrados, que son el cuerpo y la sangre de Jesucristo. El acto de tomar y comer el pan y el vino tiene un significado religioso trascendental para nosotros los creyentes. La oración se utiliza en un contexto formal y religioso, como en una misa o una celebración eucarística. Toma ésta...

    Primer liturgista: Mira - habló dirigiéndose a Jesús - pues que te proponemos una oración mejor:

    "Que tengáis que tomar este pan y vino y tengamos que comerlos y beberlos como una dieta nutricional sobrenatural saludable para mejorar nuestra salud espiritual".

    Segundo liturgista: Es la mejor frase, sin duda lo es. Es políticamente correcta, es completa y detallista hasta la obsesión, no ofende a nadie, satisface a todos, porque describe una acción en curso de tomar y comer. Expresaríais una obligación o necesidad de tomar y comer muy firme, como la anterior, pero en un modo políticamente correcto...

    Primer liturgista: Fijaos lo óptima que es... su estructura gramatical es magnífica, sublime:

    "Tengamos": primera persona del plural del presente del subjuntivo del verbo "tener".
    "Que": introduce una oración subordinada.
    "Tomar" y "comer" son infinitivos de los verbos "tomar" y "comer", respectivamente.

    Segundo liturgista: Además, observa, la frase forma dos oraciones subordinadas, cada una expresando una obligación o necesidad imperativa, taxativa, de ius cogens, pero suavizada por lo políticamente correcto. Ya está, elegimos ésta. No se hable más, punto final.

    Jesús: ¿Puedo ya continuar con la Cena?

    Ambos liturgistas: Ah, sí, claro. Pero recuerda que es "políticamente correcta"...

    Jesús, con una sonrisa paciente, continúa con la Santa Cena.

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  5. Lo peor, creo yo, fue la traducción del Pro Multis.

    Menos mal que al final rectificaron, incluso en CATALÁN.

    Un milagro, vamos!

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  6. Hay de aquel que añada algo nuevo o quité algo de lo que yo os he enseñado . Yo le quitaré la porción del Cielo.

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