Todo el mundo conoce a Sor Lucía Caram, una monja mediática a la que le encanta estar presente en los medios de comunicación y aparecer en todas las televisiones. Igual que es bien conocida por todo el público, también los no creyentes, los católicos sabemos muy bien de que pie cojea y de sus disparates doctrinales que le dan un plus de popularidad, y es que una monja ortodoxa en doctrina no llama la atención, pero una que defiende los supuestos derechos del colectivo homosexual ("Estoy a favor de que los homosexuales puedan casarse por la Iglesia, porque Dios siempre bendice el amor") o que está a favor de que las mujeres puedan abortar ("La Iglesia no tiene que meterse en la decisión de abortar") goza de unos favores en los medios que disparan su popularidad.
Además, Sor Lucía no es tonta y mide bien lo que hace y lo que dice, no cometerá el error de quitarse el hábito, porque una monja sin hábito no es lo mismo a nivel de imagen, que se lo digan, sino a Sor Teresa Forcadas que cuando dejó el hábito para hacer política perdió toda su gracia. Antes, con hábito, salía en todas las fotos al lado de la Colau y de otros políticos izquierdistas o independentistas, porque era algo que llamaba la atención, pero deshabitada, ya no interesaba a nadie y tuvo que volverse al convento después de su fracaso político estrepitoso.
Las monjas de Belorado son todo lo contrario, el otro extremo, se creen tan ortodoxas, que pueden estar a punto de abandonar la Iglesia católica por su lado más ultraconservador, por donde circularon realidades tan extravagantes como el Palmar de Troya, y es que al igual que los palmarianos, estas religiosas, llegarían a afirmar que ni San Juan Pablo II, ni Benedicto XVI son Papas válidos. Por tanto, aparentemente no hay la más mínima sintonía entre estas monjas que van por libre tuteladas por un obispo friki expulsado del sacerdocio, y esta monja argentina, que también va por libre, aunque dentro de la Iglesia católica, con todos los parabienes de su paisano en la sede de Pedro.
Pero sí que hay una cosa que las une, y que no es religiosa, es el revuelo mediático que se ha creado alrededor de estas monjas díscolas, que hace que estén saliendo continuamente en todos los medios de comunicación, y eso a Sor Lucía Caram sí que le interesa, porque donde hay un tema que pueda acaparar la atención de los medios allí está ella. Así, que se ha decidido a proclamar ante diversos medios que quiere ser mediadora en el conflicto para intentar que estas religiosas "tiren por la borda", tantos años de vida religiosa dentro de la Iglesia y que "no se dinamiten los puentes del diálogo".
La jugada no le está saliendo demasiado bien, ella quería aprovechar el tiempo de plazo que el arzobispo Mario Iceta ha dado a las monjas para reconsiderar su situación, pero las religiosas de Belorado no quieren saber nada de Sor Lucía Caram y así se lo han hecho saber y además por escrito. La religiosa argentina llamó al convento con la intención de hablar con las monjas y no solo con la abadesa sino con cada una de ellas, algo que no le ha sido permitido. En palabras de la misma Caram sabemos lo que le dijo la Madre Isabel de la Trinidad: "La abadesa me escribió muy educada, diciendo que, bueno... que ellas no habían pedido ninguna mediación".
Queda por tanto claro que no habrá mediación de Sor Lucía, aunque gracias a su intento ya ha conseguido parte de su objetivo, aparecer en muchos medios de comunicación para explicar su ofrecimiento y dar su opinión sobre el conflicto. Y aunque parezca mentira, en esta ocasión coincido con su veredicto, las monjas de Belorado están mal asesoradas por el falso obispo Pablo de Rojas y su compinche, el sacerdote José Ceacero, además de afirmar que el arzobispo Iceta está teniendo una paciencia inmensa. Estas afirmaciones son tan claras y evidentes que hasta dos personas tan diferentes como Sor Caram y un servidor estamos de acuerdo.
Francesco Della Rovere
Tremendo que en esta Iglesia te excomulguen por cuestionar la legitimidad de los últimos Papas, pero no por negar enseñanzas dogmáticas. Está claro que se le da mucha más importancia a quien ejerce el poder que a la doctrina católica. Y conste que con esto no pretendo justificar el sedevacantismo, que me parece un disparate.
ResponderEliminarLa jerarquia actual quiere sustituir el culto a Dios por el culto al lider.
EliminarEsta iglesia modernista cada dia menos catolica. Como sigan asi cada dia habra mas casos como las monjas de Belorado. No lo justifico, pero lo comprendo. Cada dia es mas dificil ver a Dios en la Iglesia actual.
A este paso que vamos con las monjas estilo Carám y que el obispo respectivo o el Papa no les sancione sus declaraciones contra el Dogma, ya me empiezo a imaginar que la iglesia del Palmar de Troya y su "papa" respectivo sirven de algo, por lo menos para que algunos despistados espirituales hagan oración y encuentren alguna paz espiritual en un engendro de iglesia falsa con todo su boato vestimental pero que atrae por su espectacularidad y al menos levanta las manos al Cielo rogando. Que Algo debe bajar de Arriba para sostener este Palmar De Troya estoy seguro, aunque sea para oponerse a Roma. Solo les falta a la Caram y a los palmarianos predicar el Diluvio y Pentápolis, ya tendríamos a los opositores más bien armados para criticar al Vaticano verdadero.
ResponderEliminarLa imagen de una monja con hábito evoca ideas de tradición, religiosidad, devoción y una forma de vida consagrada.
ResponderEliminarEn contraste, una monja sin hábito puede generar mayor sorpresa, cuestionamientos sobre su responsabilidad y una percepción diferente dentro de la sociedad.
Aquí se hace claro que Caram es más listilla que la Forcades, porque sabe que le interesa sobremanera el aspecto formal que afecta a lo social o la heteropercepción mental de los mendas que aflojan la mosca, sea de los calerets y de lo mediático. La Forcades sin toca ni toga es una yayona o tieta sin interés alguno...
Forcades con títulos universitarios posee inteligencia académica, sin embargo, no usar el hábito indica una falta de astucia social en términos de no alinearse con las expectativas culturales y religiosas predominantes, dando una señal de sabiduría práctica y adaptabilidad, respeto y humildad (aparente, claro).
La vestimenta es un marcador visual inmediato que afecta las percepciones y expectativas sociales. La monja que lleva el hábito se alinea con la imagen tradicional y esperada de una monja, lo cual facilita que la sociedad la identifique rápidamente como una figura religiosa y la trate con mayor reverencia.
Se puede hacer un análisis multidisciplinario que explore el impacto de una monja con hábito frente a una sin él, abarcando perspectivas sociológicas, antropológicas, publicitarias, comunicativas y políticas.
A ver qué dicen los sabios y sabihondos, gente de grande e profundo saber...
Perspectiva Sociológica
Símbolo Social
El hábito de una monja es un símbolo poderoso de identidad religiosa y una demarcación clara entre el ámbito religioso y el secular.
Si es católica, entonces el simbolismo acrece substancialmente, dado que la Iglesia Católica tiene un verdadero poder espiritual, resaltado por múltiples aspectos: cinematográfico, histórico, pictórico, musical, espiritual, sociológico, político...
La ausencia del hábito puede cuestionar estas nociones establecidas, generando debates sobre la esencia auténtica de la institución católica y el papel de las mujeres dentro de la Iglesia. Esta disrupción puede ser vista como una amenaza a la tradición por algunos, mientras que otros pueden interpretarla como una progresión hacia una mayor integración y modernización, pero también de difuminación y desaparición total y absoluta de su identidad en la masa comunal del mundo.
Percepción de la vocación
Una monja sin hábito podría ser percibida como menos comprometida con sus votos religiosos o, alternativamente, como alguien que busca vivir su fe de manera más moderna y accesible dentro de la sociedad contemporánea, pero disolviendo su carisma en la mundanidad paganizada y anticatólica: no genera la ventana de oportunidad de evangelizar con el hábito y toca, como hizo San Francisco. La monjas vestidas de laica parecen perros verdes marcianos que no saben su función en la tierra...
Esta percepción de falta de hábito causa incomodidad en sectores más tradicionales que asocian el hábito con la devoción y el sacrificio, y en la gente común, simplemente no la identifican para nada como una monja o religiosa comprometida con la revolución que genera su compromiso vital y carisma propio, el que determinó el santo fundador de su carisma, procedente de una inspiración del Espíritu Santo.
Percepción física
El hábito modifica la percepción física de la monja, enmarcando su rostro en la toca de manera que evoca una imagen de pureza y serenidad, al adelgazarla o refinándola. La monja sin hábito, al vestirse de manera más secular, es percibida de manera diferente, ya que no se beneficia de estos efectos visuales que refuerzan su identidad religiosa.
Interacción Social
ResponderEliminarEl hábito facilita el reconocimiento inmediato del papel religioso de la monja, lo que puede generar un trato de respeto y deferencia en ciertos contextos.
Sin el hábito, la interacción social se vuelve más neutral, e incluso incómoda para aquellos acostumbrados a los símbolos tradicionales de la vida religiosa. También la falta de hábito impacta en el microambiente sociológico donde se mueve la monja, introyectando la idea de que esa monja se ha secularizado y acepta los modos, maneras, hablares y pensamientos del grupo en que se inserta.
La monja, al ser percibida como una figura moral y religiosa, actúa como un recordatorio viviente de normas y valores éticos. Su presencia puede inducir una autocensura inmediata en el grupo, autocancelando formas de expresión, ya que los miembros se sienten observados por alguien que representa la moralidad y la virtud en grado extremos: es alguien que no va persiguiendo -en teoría- ni el dinero, ni la sensualidad, ni la vanagloria, ni la fama ni el poder de cualquier tipo al coste que sea.
Solomon Asch, según su teoría de la conformidad, las personas tienden a ajustar su comportamiento para alinearse con las expectativas del grupo o de una figura de autoridad. La monja, al ser vista como una figura de autoridad moral, puede desencadenar un cambio en el comportamiento verbal del grupo para evitar su desaprobación.
Erving Goffman sugiere que las personas regulan su comportamiento para controlar la impresión que generan en los demás, la "autorregulación de la propia representación social de mi persona". La entrada de una monja (y de cualquier consagrado con vestido eclesiástico o litúrgico, incluso si es un impostor o estafador), como figura moral, puede generar un "control social informal" donde los miembros del grupo temen ser etiquetados como irrespetuosos o inmorales, lo que les lleva a cambiar su lenguaje y comportamiento, que modifiquen su lenguaje para proyectar una imagen más propia y adecuada, consciente de que están siendo observados por una figura asociada con altos requerimientos morales y espirituales de origen divino, inspirados y guiados por Dios mismo (¡Cuidado, si te vistes de papa, alguien puede sufrir un patatús, ten la extremaunción a mano!).
Max Weber describe la autoridad carismática, donde ciertos individuos ejercen una influencia considerable debido a sus cualidades personales. La monja, debido a su función religiosa, puede ser vista como una autoridad moral, y su presencia ejerce un control social que induce al grupo a cambiar su comportamiento verbal para encuadrarse con las expectativas de respeto y decoro (vamos, que no soltarán tacos ni dirán "viva el vino"). Estas normas morales y sociales están profundamente arraigadas en la cultura y se activan automáticamente cuando se percibe la presencia de alguien que encarna esos valores.
Edward L. Thorndike explica el "efecto halo" como un sesgo cognitivo donde la percepción de una característica positiva (como llevar el hábito) influye en la percepción de otras características, como la bondad, la moralidad o la devoción. La monja con hábito se beneficia de este efecto, haciendo que la gente asuma automáticamente que es más piadosa y comprometida, a pesar de sus limitaciones educativas.
Perspectiva Antropológica
ResponderEliminarVestimenta como marcador cultural
El hábito representa un marcador cultural específico que refleja las normas y tradiciones de una orden religiosa particular. La ausencia de este elemento puede interpretarse como una ruptura con dichas tradiciones.
Símbolo de reputación y prestigio
El hábito indica la jerarquía o la rama de la religión a la que pertenece la monja. La ausencia del hábito complica o anula la identificación de su prestigio y estatuto dentro de la comunidad religiosa, afectando a su autoridad y reconocimiento.
Perspectiva Publicitaria y Comunicativa
Imagen pública
El hábito proporciona una identificación visual clara de la monja como figura religiosa, lo cual es ventajoso para campañas publicitarias o mensajes relacionados con la fe. Sin el hábito, esta asociación visual se diluye, haciendo más difícil para el público identificar y conectar con el mensaje religioso.
Atracción de atención
La singularidad del hábito captaa la atención del público de manera inmediata. Sin él, la monja pasa más desapercibida e inadvertida, especialmente en contextos públicos donde su vestimenta se asemeje a la de la población general, reduciendo o eliminando su visibilidad e impacto.
Mensaje transmitido
La presencia o ausencia del hábito influye significativamente en el tono del mensaje que se desea comunicar. El hábito aporta un tono solemne y religioso, mientras que su ausencia indica que está mundanizada y secularizada, y abre la sospecha de que tiene un estilo de vida impropio e inadecuado de vida personal, privada y pública: la monja tiene una tendencia a la hipocresía y doble vida.
La uniformidad repersonaliza transcendentemente
El hábito uniforma y repersonaliza a la monja hacia la transcendencia, destacando su papel religioso por encima de su identidad personal. Esto es percibido como una señal de humildad y total entrega a su vocación, lo que eleva su estado dentro de la comunidad religiosa y la sociedad en general.
Perspectiva Política
Legitimidad
El hábito confiere a la monja la legitimidad y autoridad para abordar temas religiosos o morales. Sin él, surgen dudas sobre su representatividad y conocimientos en estas áreas, afectando su capacidad para influir en discusiones políticas y sociales.
Impacto del mensaje
El uso del hábito amplifica el impacto de un mensaje político o social, especialmente si está relacionado con la fe o la moral. La ausencia del hábito reduce o "nadifica" este impacto, haciendo que el mensaje sea menos resonante con la audiencia.
Percepción de las Autoridades
Las percepciones de las autoridades políticas y religiosas varían según la presencia del hábito. Un hábito facilita el diálogo y la colaboración, mientras que su ausencia genera barreras o desconfianza, complicando las interacciones oficiales y las iniciativas conjuntas.
Estudios genéricos sobre la ropa y la identidad
La vestimenta influye significativamente en cómo las personas nos perciben y tratan. Investigaciones han demostrado que la ropa formal puede llevar a percepciones de mayor inteligencia y competencia comparado con la ropa casual .
Estudios sobre símbolos y religión
Los símbolos religiosos tienen un poderoso impacto en las personas, incluso en aquellas no religiosas. Un estudio indicó que la exposición a imágenes de símbolos religiosos aumenta la propensión a realizar actos caritativos .
Estudios sobre el impacto de la apariencia en la política
La apariencia física de los políticos puede influir en las decisiones de los votantes. Investigaciones han encontrado que los candidatos con rostros más atractivos tienen mayores probabilidades de ser elegidos.
La única mediadora es la justicia, dejen de querer ser medico-abogados, un poco de seny si us plau.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con el Sr. Hermenegildo.
ResponderEliminarNo vayamos a ponernos estupendos ahora con que si las monjas de Beloradp son sedevacantistas o palmarianas, quizá solo sean de Sana Doctrina y el celo por la Tradición las guíe. Pero qué espíritu guía a una monja que va de titiritero por platós? No es la Caram, la protegida de Francisco, que dijo aquello de que Maria no era Virgen. En fin, la Caram...apañados vamos!
ResponderEliminarEsta será. con tal de chupar cámara o páginas de la prensa... está dispuesta a lo que sea.
ResponderEliminarClaro está que si estuviera en su clausura y sin ese "estatuto especial" que le regalo el Papa no podría meterse donde se mete.
De monja Forcadas estoy hasta los cataplines. http://silverigarrell.blogspot.com/2009/11/teresa-forcades-el-gran-embolic.html
ResponderEliminarEse señor, Sr. Garrell, no es la Monja Forcades, es el Montonero Tucumano Caram.
ResponderEliminarNo disparate por favor , que soy creacionista parecido a usted.
Són tantes les "bogeries" avalades pel Sant Pare i la seus acòlits que estic convençut que el camí obert per les monges de Belorado serà un camí transitat per altres comunitats.
ResponderEliminar15/14, totalmente de acuerdo con su magnífico comentario.
EliminarLa señora Caram quiere ser el perejil de todas las salsas, pero a la postre, sólo es una monja bastante inculta que vota a Milei sin ningún rubor, mientras dice defender a los pobres. Menuda contradiccion. Mejor será que se quede quietecita en su convento sin crear más confusión, porque no parece menos errática que las de Belorado.
ResponderEliminarMercedes....
EliminarQue es un Señor....Leñe!!!!!!
Una pregunta que no viene al tema, pero que es muy notorio en la indumentaria de "Sor"Lucia, y es: el significado del famoso "Foulard/Fular/pañuelo/bufanda Roja", que hace pocos años la añadió a su hábito, sin explicar el motivo de ese nuevo complemento, y si significado oculto que hay detrás?
ResponderEliminarQuizás es una anticipación del sacerdocio/diaconado femenino?
Ésa bufanda 🧣 es un clon del falso cura angelito de Madrid.
ResponderEliminarGran expoliador de herencias de dudoso origen.
Al 🦜.