La Glosa Dominical de Gérminans: LA PIEDAD DE CRISTO SANA INMEDIATAMENTE

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El relato del evangelio de este domingo VI “per annum” muestra una vez más la piedad del Señor hacia el prójimo que sufre. El leproso le suplica y se postra arrodillado y Jesús “apiadándose, extendió la mano y lo tocó”. Es un sencillo gesto de ternura hacia un hombre que, tal como sabemos, obviamente nadie tocaba y al que ni siquiera se acercaban. Aquel contacto físico pudiera parecerle al leproso casi una caricia y sin duda alguna un gesto de cercanía que se expresa de manera perentoria a la demanda de curación. “Lo quiero, queda limpio”. A quien está en la necesidad no se le tiene que hacer perder ni siquiera un momento. La piedad de Cristo cura inmediatamente: “y acto seguido la lepra lo dejó”. 
 
Con la misma inmediatez le intimó: “No se lo digas a nadie”. Le recomendó llevar la ofrenda al templo por la curación, como si el mérito fuese de otro. ¡Qué gran enseñanza para todos nosotros! Cómo se trasparenta aquí aquel “que no sepa tu derecha lo que hace tu izquierda” que nos es tan difícil de comprender. Aquel desapego de las propias acciones y de los propios méritos que no nos acaba de hacer comprender que somos únicamente siervos inútiles y que el bien que conseguimos hacer es únicamente mérito de Dios, que de nosotros se espera otra cosa, contando con todo aquello que nos ha donado. Preguntémonos cuántas veces se ha apiadado de nosotros y ni siquiera se lo hemos agradecido. 
 
 
El leproso no obró así. A pesar de cuanto se le había ordenado, “apenas salió, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones”. El Señor no va por ahí buscando aplausos, tanto que incluso evitaba entrar en las ciudades. Busca lo escondido, tanto “que se quedaba fuera, en descampado”. No obstante esto, su inmensa piedad hablaba de Él. Esta búsqueda del Señor parece una carrera para encontrarle. Indica el verdadero sentido de la vida. El sentido que sólo Él puede dar y que concede a quien lo busca con sincero corazón. Quien verdaderamente lo encuentra, no puede contener su felicidad y quiere hacer partícipe de ella a los demás. 
 
En el fragmento de San Lucas que leemos en el domingo de Quincuagésima, el ciego de Jericó grita reiteradamente y sin cesar pidiéndole a Jesús que tenga piedad de él: el Señor pide que se lo traigan delante y comienza con el infortunado un diálogo salvador que le lleva a la sanación y pone en relieve la fe de aquel invidente. Y acto seguido, apostilla el evangelista, le seguía dando gloria a Dios. Idéntica actitud de correspondencia. 
 
San Pablo (Pompeo Batoni 1742)
 
Pocos como San Pablo han comprendido el valor de esta búsqueda de manera que después del “encuentro”, para él vivir es vivir de Cristo. Por esa razón en la epístola de hoy puede afirmar: “seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo”. Entonces la vida se trasforma. Incluso las cosas más usuales y banales adquieren una perspectiva sagrada: “sea que comáis o bebáis o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios”. Esto es realmente el dar gracias y es lo que el Señor quiere de nosotros.  
 
El apóstol nos recuerda que Cristo únicamente nos pide una cosa: “no ser motivo de escándalo”. Les recomienda no sólo no escandalizar a los no-creyentes, sean éstos judíos o griegos, sino incluso a aquellos que forman parte de la “Iglesia de Dios”. Hay que ser edificantes respecto a todos. Aunque podemos preguntarnos qué es el escándalo. El apóstol nos da una respuesta, y al menos en este contexto nos recuerda qué es lo que él hace para no escandalizar: no busco “mi propio bien, sino el de ellos, para que todos se salven”. Esto es lo importante. Esa caridad sin límites que no pasa nunca. (I Cor. 13,12- epístola F. extraord.) 

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2 comentarios

  1. Pienso que el alma pecadora se pudiera visualizar espiritualmente como la enferma de lepra .

    Cuando nosotros somos potencialmente un medio de contagio de odio, de desánimo, de incertidumbre, de violencia, de desafección.
    Y sólo Cristo puede purificar esa alma, cuando con arrepentimiento pedimos su protección.

    Solo acercarnos a Cristo , a quien no podemos contagiar nuestramaldad

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  2. No ser motivo de escándalo: Definiciones y ejemplos
    Definición:

    En el contexto cristiano, "no ser motivo de escándalo" significa evitar cualquier acción o comportamiento que pueda llevar a otros al pecado o a una mala interpretación de la fe. Se trata de vivir una vida coherente con los valores del Evangelio, siendo un buen ejemplo para los demás.

    Ejemplos en la Biblia:

    Jesús: En Mateo 18:6, Jesús advierte sobre el peligro de escandalizar a los niños: "Pero al que haga tropezar a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgaran al cuello una piedra de moler y lo hundieran en lo profundo del mar."
    Pablo: En 1 Corintios 10:32-33, Pablo aconseja no dar motivo de escándalo ni a judíos, ni a griegos, ni a la iglesia de Dios: "No seáis motivo de tropiezo ni a judíos ni a griegos ni a la iglesia de Dios; así como yo procuro agradar a todos en todo, no buscando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos."
    Ejemplos en los Padres y Doctores de la Iglesia:

    San Agustín: "El escándalo es una acción o palabra que induce a otro a pecar."
    Santo Tomás de Aquino: "El escándalo es un pecado grave porque daña a la Iglesia y puede llevar a la perdición de las almas."
    Ejemplos en la historia de la Iglesia:

    San Francisco de Asís: San Francisco de Asís renunció a su riqueza y vivió una vida de pobreza y simplicidad para dar un buen ejemplo a los demás.
    Santa Teresa de Ávila: Santa Teresa de Ávila reformó la orden carmelita y escribió libros sobre la oración mística. Su vida y obra han inspirado a muchos cristianos a vivir una vida más santa.
    Ejemplos en las vidas de santos y místicos:

    Santa Teresa de Calcuta: Santa Teresa de Calcuta dedicó su vida a ayudar a los pobres y enfermos. Su ejemplo de amor y compasión ha inspirado a millones de personas en todo el mundo.

    San Juan Pablo II: San Juan Pablo II fue un gran defensor de la vida y la familia. Su liderazgo inspiró a muchos cristianos a vivir una vida fiel al Evangelio.

    San Juan Pablo II y Francisco: entre estos dos modelos, cuántos se sienten inspirados en aquél y cuántos se sienten inspirados en no seguir nunca ningún ejemplo de éste...

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