LA CRISIS, LA CRÍTICA Y EL CRITERIO EN LA IGLESIA

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Es evidentísimo que la Iglesia está en profunda crisis, es decir que ha entrado en un período en que se pretende someterlo absolutamente todo a juicio (someter a juicio y juzgar, en griego lo llaman “crínein”, verbo del que procede “crisis”, que finalmente significa “juicio”); estamos en una época en que la misma Iglesia o más concretamente su depósito de la fe está sometido a riguroso juicio: primero, por el mundo, que está dispuesto a perdonarle la existencia con tal de que se acomode al código de valores del mundo (al ecologismo, por ejemplo y a la ideología de género). Y en segundo lugar por la misma Iglesia desde dentro, gracias a Dios no toda ella. Grave crisis en la que parece que la Iglesia (la imponente organización eclesiástica, con sus poderosos cuadros de mando) se ha puesto a juzgarse a sí misma conforme a los códigos del mundo y se ha puesto por tanto en crisis. La Iglesia jerárquica, la Iglesia con poder, lucha contra el depósito de la fe, al que está sometiendo a rigurosísimo juicio. De eso van ambos sínodos y el empeño en hacerlos confluir.


Y son muchos los que están contra esa crisis auspiciada desde lo más alto; pero pocos los que se atreven a alzar la voz. El obispo Strickland, de Tyler (Texas) se atrevió y por ello fue destituido. Y sigue atreviéndose después de su destitución. Destitución debida a que el mismo que tiene la potestad para apartarle de su diócesis por oponerse a esa crisis frontalmente, es el que acuna la crisis con amor ya indisimulado. Eso nos lleva a poner en peligro incluso la institución del papado, que tanto cuidado ponen en no incluir en la crisis los que se atreven a criticar tantas y tantas actuaciones arriesgadas del papa. Los que luchan por frenar esta crisis de la Iglesia se ven en la necesidad y la obligación de criticar esas actuaciones de este papa concreto, pero esforzándose en mantener a salvo el papado. Auténtico encaje de bolillos.  


Una institución o una doctrina está en crisis, cuando todo el mundo la critica, cuando cualquiera se siente con derecho y con capacidad de criticarla. En ese momento queda abierta la veda para que dispare contra ella todo el mundo, desde dentro y desde fuera. Lo más normal, en esa situación, sería que quedase abierta la veda para todos los juicios tanto a favor como en contra. Es decir, que una parte mayor o menor de los adictos de esa institución o de esa doctrina (en el caso de la Iglesia, adictos al depósito de la fe) se opondrían al bombardeo de críticas procedentes de dentro o de fuera; pero eso no va así. Por otra parte, parecería lo más normal que fuesen los máximos jerarcas de esa doctrina o institución, los que más firmemente se opusiesen a esas críticas para frenar la crisis.


Pues no, en el caso de la Iglesia católica no es así; la crisis es de una profundidad que va más allá de la lógica. Los máximos dirigentes de la institución (ésas son al menos las apariencias) no sólo no frenan las críticas, es decir los juicios en contra de la institución, sino que con sus propias críticas les abren el paso a los mayores detractores, que se frotan las manos contemplando cómo esos jerarcas se dedican a dilapidar el depósito de la fe, al tiempo que arremeten furibundos contra los críticos defensores de la doctrina acrisolada a lo largo de tantos siglos.


Parece evidente que el papa está poniendo todos los medios a su alcance para ahogar las críticas en favor de la doctrina, de la pastoral y de la liturgia tradicionales; incluyendo en su táctica, la destitución de cargos clave de la estructura de la Iglesia y su sustitución por elementos acordes con el fomento de la crisis. Y si esto es así, es inevitable suponer que nuestro actual Sumo Pontífice ha decidido convertirse en el máximo promotor de la crisis, poniéndola bajo su amparo. 

 


Quiero decir que lo que con mayor evidencia delata cuál es la fuente y motor de la crisis en que está zozobrando la barca de Pedro, es el despliegue por parte de esa fuente y motor, de todos los medios para ahogar las críticas que pudieran poner freno a esa crisis. Si el máximo responsable de la Iglesia frena con tanta determinación las críticas contra la crisis, es que está fuertemente abrazado a ella: porque ha hecho suya esta crisis. Ése es el tremendo problema que sufre la Iglesia: que el papa está visceralmente a favor de la crisis. Y sin embargo hay que salvar a toda costa la institución del papado, calibrando las críticas al papa con sumo cuidado, de manera que dejen a salvo el papado. Con sumo cuidado para no tirar al bebé con el agua (sucia y turbia) de la bañera. 


Entre los que se han atrevido a expresar sus recelos respecto a la crisis en que se ha embarcado la Iglesia, está el presidente de la Conferencia Episcopal Polaca, que asistió al Sínodo. Este prelado dice temer del sínodo que, en vez de transmitir la fe, trabaje por destruirla. En la preparación del Sínodo, dice en una entrevista de Catholic World Report, “se invitó a participar a todo el mundo, con independencia de su actitud ante la fe y ante la Iglesia Católica. Resultado de ello fue que en ocasiones se oyó más la voz no católica que la católica. Y evidentemente, esa no es la forma más adecuada para explorar la voluntad de Dios.” Y explica el arzobispo de Poznan, Stanislaw Gadecki, que esa singular diversidad de opiniones y esa forma de “hacer equilibrios en los límites de la ortodoxia” se vio claramente dentro del Sínodo. Pero tampoco puede añadir mucho más de lo que ocurrió allí dentro, porque todos los participantes estuvieron sometidos al secreto de lo que allí ocurría. Un secreto que por cierto se saltó James Martin (el hombre del papa para la relación con el lobby LGTBI+) en un encuentro, tras el Sínodo, con los embajadores de la Unión Europea. Por cierto, y por plantear una comparación entendible, no se sabe que tenga el papa un hombre para la relación con el colectivo de los amantes de la misa según el Vetus Ordo.

 


Y obviamente este prelado denuncia los fallos de formato que, iniciados en la preparación del Sínodo, continuaron en su celebración. No había oportunidad de hablar de los temas en debate (en la mesa que te tocase, con un tema para cada mesa), ni la menor posibilidad de discutir. A lo que se iba era a “escuchar sin prejuicios” (fuesen cuales fuesen los disparates que se profirieran) y sobre todo, a “no entrar en polémicas”. Era la norma organizativa, tremendamente encorsetada. Cada uno tenía para hablar, 3 minutos por sesión. Y de eso cuidaba el “facilitador” de cada mesa. Si a eso añadimos que a cada mesa se le había asignado un tema, pues resulta que eso acabó quedando a años luz de lo que ha sido siempre un sínodo, o su homólogo un concilio.


Y teme fundadamente monseñor Gadecki, que todo eso sea una maniobra para que, en la sesión del sínodo del año próximo, acaben aceptándose las propuestas del Camino Sinodal Alemán, pero con otros ropajes para que no lo parezca. Por todo ello, concluye, “La clave es que el papa exprese su posición claramente, sin hacer guiños a derecha e izquierda”. Evidentemente, ésa es la clave: la actitud (nada clara) del papa ante la crisis que está acunando con el Sínodo vaticano, sin mover un dedo para frenar la deriva del sínodo alemán, al tiempo que frena con extrema dureza las críticas al cultivo de esa crisis.


Ahí tenemos también, entre los escasos críticos, al destituido obispo de Tyler (Texas), que con una diócesis de poco más de 100.000 habitantes, ha puesto en pie un seminario con 21 seminaristas de excelente nivel (resulta ruboroso compararlo, por ejemplo, con el de Barcelona), cuyo mayor delito parece ser el haber decidido no dejar sin la misa en latín a sus fieles amantes de la misma, en cumplimiento de la sumamente extraña Traditionis Custodes. Eso es lo que hay. Por sus obras los conoceréis.


Estamos ante una crisis devenida “oficial”. Tan oficial que pueden contarse con los dedos de la mano los altos miembros del sistema que se atreven a pronunciarse públicamente contra esa crisis promovida desde la más alta cúpula del poder eclesiástico. Y es entonces, cuando se hace pública la crítica a la crisis, cuando esas altas autoridades remueven Roma con Santiago para acallar esas voces que se oponen a la crítica sistemática y “oficial” del patrimonio doctrinal, sacramental y pastoral de la Iglesia, vigente desde hace tantos siglos.


¿Cuál es, pues, el criterio que ha de tener y mantener un católico respecto a la fe que le transmitieron sus padres? ¿Y cuál el criterio que se ha de formar sobre las novedosas doctrinas mundanas que pretenden suplantarla? Y sobre la actitud de ciega obediencia a ese derrumbe de todo el episcopado y cardenalato (con rarísimas excepciones), ¿cuál es el criterio que ha de mantener un católico? Porque sí, estará muy bien convertirse al más exquisito ecologismo y a la inclusión en la Iglesia de “todos, todos, todos” con sus respectivas doctrinas para evitar discriminarlos moralmente. Pero lo que no está bien es relegar a las golfas la doctrina, la moral y la liturgia tradicionales, para que quepan en la Iglesia con la máxima comodidad esas extrañísimas novedades.


Realmente, a una persona con criterio propio, se le hace muy difícil entender a la Iglesia de hoy y mantenerse fiel (¿a quién?, ¿a qué?) en medio de tan graves contradicciones. ¿O el objetivo final es que un católico carezca de criterio por el simple hecho de serlo?


Virtelius Temerarius

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23 comentarios

  1. El calamitoso pontificado de Francisco en lo doctrinal no sólo ha puesto a la Iglesia en permanente estado de crisis --cada día se está con el ay en el cuello por ver por dónde sale ahora--, sino que han empezado a aflorar comportamientos zarrapastrosos que comprometen su misión profética. Nos hemos enterado de que los documentos pontificios que firma el Papa son composiciones chapuceras sin membrete oficial, fotocopias de la firma pegada al texto para conformar una composición artificiosa. Desde el punto de vista canónica el problema no es menor: ¿es del Papa o no es del Papa? ¿Han fotocopiado la firma de otro documento y la han pegado a éste? ¿Que valor tiene ese corta, pega y fotocopia, que parece un trabajo de niño mal estudiante?
    Para postre, en esa falta de atención a la labor doctrinal, los textos aparecen sin remisión a los padres de la Iglesia, a los doctores de la Iglesia, al magisterio. Sólo son autorreferenciales. Sólo se cita a sí mismo, y rastreando, aparece que el texto escrito por Tucho, incluso hace años, se convierte en autoridad para el Pontífice. No es raro que aparezcan dubbias, citas incorrectas de santo Tomás (pues el Aquinate dice lo contrario), curiosas interpretaciones de la enseñanza recibida.
    Esa falta de seriedad, ese desaliño en lo formal es reflejo de la debilidad doctrinal, de la ambigüedad.
    Cuando alguien muestra el estropicio de Bergoglio, se le manda mudar, que dicen los argentinos. Se le quita la diócesis, porque yo lo mando.
    Virtellius son tiempos críticos, pero por zafios.

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    1. Totalmente de acuerdo con el Sr. Valderas Gallardo.

      Ya era hora, que denunciase los dislates del semoviente y sus acólitos.

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    2. De cuando le pegó a la mujer oriental, Señor Valderas, un servidor no tiene ningún AY en ningún sitio.

      Se quitó la careta de santito y demostró quien es de verdad.

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  2. Malos augurios de que la iglesia no funciona, ejemplos: Obispo Strickland defenestrado, obispo Reig Plá idem, padre Custodio idem, mientras que de los atrevidos alemanes no se tira a nadie por la ventana. La maquinaria actual evangélica es misteriosamente defectuosa requiere reparación urgente. Si se tiran por la ventana las mejores piezas es lógico que el Sistema disminuye en efectividad misionera. El primero que debería saltar por la ventana es el cardenal Marx y luego algunos más de Alemania, pero vemos al Jefe de Roma pegado los tiros en otra dirección diferente, ¡¡misterio!!.

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    1. Goyo
      Totalmente de acuerdo con Ud. Sr. Garrell. Si no hay un cambio rápido en el Vaticano, todo irá al fondo del mar. Roguemos al Espíritu de nuestro Señor Jesús que ilumine a los gobernantes fieles de nuestra querida IC.
      A esta triste situación, se nos une la no menos triste de la política. Lo estamos pasando muy mal y sufrimos las consecuencias aquellos que nada hemos hecho para llegar a estas situaciones. María Auxiliadora, auxílianos que se está hundiendo la barca.

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    2. Se deja usted Señor Garrell, la defenestración de todos los cargos máximos que tenía el Cardenal Raymond Leo Burke.

      Ha llovido mucho desde entonces.

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  3. Mandan al carajo a los buenos y enaltecen a todo género de psicópatas de tres al cuarto.

    Así las cosas.

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    1. Totalmente de acuerdo con Valderas, Garrell y el anónimo que les sigue.

      Por cierto, el cabreo debe ser descomunal en la cúpula Vaticana por el triunfo de Milei.

      Jojojo!!!

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    2. Y el Papa lo tachó de Payaso a Milei!!
      Eso es un Papa?
      S.C.

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  4. Virtelius, no puedo dejar de comparar esta situación de crisis en la Iglesia con la que vivimos actualmente en España.
    Todas las "novedades" deben ser aceptadas, lo que era blanco ahora es negro y viceversa, no contrariar ni discutir al "jefe" y si nos cargamos la tradición, la doctrina y todo lo que hemos conocido y vivido hasta ahora, aplaudir con más fuerza no vaya a ser que nos expulsen por criticar.
    Qué panorama!

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  5. Pues miren yo asisti este viernes y sábado al congrés inspira, y vi mucho trabajo apostólico, sacerdotes, obispos, laicos jóvenes y adultos, religiosos/as.
    Feria de movimientos eclesiales y apostólicos, ponencias, talleres, misa, adoración,… pero sobretodo ganas de vivir y anunciar el evangelio.
    Mucha invocación al Espirito Santo, a un nuevo Pentecostes en la Iglesia.
    Dios está y se le oyó en la Salle Bonanova, lugar de celebración del congrés inspira.
    Ojalá de muchos frutos apostólicos y renueve las parroquias como pide el papa Francisco.

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    1. Estimado anónimo de las 19:26: Las cifras del actual pontificado están ahí. Strickland, en una diócesis de 100 000 habitantes, tenía 21 seminaristas. Livieres fue un caso similar.

      Pero, en fin, de ilusión también se vive. Aunque no mucho tiempo.

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  6. Graves Herejías del Papa Francisco, por las que se le debería pedir su pública rectificación y en caso contrario, su renuncia, ya que al profesar una o varias herejías, habría perdido automáticamente su ministerio pretino.
    1) 2016 Publicación de “Amoris Laetitia”. Tal como dijo el filósofo Josef Seifer, este documento es una bomba atómica contra la moral católica. Entre las herejías más escandalosas está el punto 303 donde deja a entender que la voluntad de Dios puede ser llevar una vida de pecado y que los divorciados recasados pueden comulgar. 60 personalidades escribieron una “Correctio filialis de haeresibus propagatis”, señalando las herejías de este documento, pero nunca han recibido respuesta.
    2) 2017. V Centenario del Luteranismo. Es entronizada la estatua de Lutero en el Vaticano, y Francisco llama “testigo del Evangelio”, al heresiarca que rompió el cristianismo en Occidente.
    3) 2019 Sínodo de la Amazonia: Francisco preside en el Vaticano la adoración del ídolo Pachamama, ante el cual se arrodillan varias personas entre ellas religiosos.
    4) 2019 Francisco firma junto al Imán de al-Azhar, Ahmed el-Tayeb en Abu Dabi, un documento sobre la Fraternidad Humana, donde afirma la herejía de que “El pluralismo y la diversidad de religión, color, sexo, raza y lengua son expresión de una sabia voluntad divina”, equiparando la religión católica a las demás religiones, dando lugar a un relativismo religioso, y una propuesta de fraternidad universal más propia de masones que de católicos.

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  7. En la noticia:

    Strickland: El nuncio me dijo que dejara de centrarme en el depósito de la fe
    https://infovaticana.com/2023/11/20/strickland-el-nuncio-me-dijo-que-dejara-de-centrarme-en-el-deposito-de-la-fe/

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  8. No censuren. Mira que me gusta llevarles la contraria. Pero mire bien lo que dicen. Soy profesor en teologia dogmatica sistematica y cada dia se superan en sus posicionamentos. Les cogera algo. Calmense. Querido Fred no voy a entrar en discusiones sobre planfetos. No hay ningún documento pontificio que hable que no hay salvación fuera de la Iglesia. Ad Gentes ya habla de las semillas del Verbo y yo no habia nacido. Parece que ustedes estuvieron alli presentes, felicidades. Ya falta menos para su salvación

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    1. Sr. Profesor ¿le suena la frase "Extra Ecclesiam nulla salus" ? ¿no le parecen suficientes los siguientes documentos pontificios ?:

      Cuarto Concilio de Letrán (1215): "Hay solo una Iglesia Universal de los fieles, fuera de la cual nadie está a salvo."

      Eugenio IV. Concilio de Florencia. Bula Cantate Domino (1442): La Iglesia cree firmemente, confiesa y anuncia que ninguno de los que están fuera de la Iglesia católica, no solo los paganos, sino también los judíos o los herejes y cismáticos, pueden alcanzar la vida eterna, sino que irán al fuego eterno, preparados para el el diablo y sus ángeles (Mt 25:41), si antes de la muerte no se han reunido con ella; la unidad del cuerpo de la iglesia que es tan importante, que solo para aquellos que perseveran en ella, los sacramentos de la iglesia procurarán la salvación, y los ayunos, otras obras de piedad y los ejercicios de la milicia cristiana obtendrán la recompensa eterna: nadie, por más limosnas y obras de caridad que hiciere, aun cuando derramare su sangre por el nombre de Cristo, puede salvarse, si no permaneciere en el seno y unidad de la Iglesia católica

      Papa Pío X (1903-1914), Encíclica Jucunda Sane: "Es nuestro deber el recordar a los grandes y pequeños, tal como el Santo Pontífice Gregorio hizo hace años atrás, la absoluta necesidad nuestra de recurrir a la Iglesia para efectuar nuestra salvación eterna."

      Papa Benedicto XV (1914-1922), Encíclica Ad Beatissimi Apostolorum: "Tal es la naturaleza de la fe Católica que no admite más o menos, sino que debe ser sostenida como un todo, o rechazarse como un todo: Esta es la fe Católica, que a menos que un hombre crea con fe y firmemente, el no podrá ser salvado.

      Papa Pío XI (1922-1939), Encíclica Mortalium Animos: "Por si sola la Iglesia Católica mantiene la adoración verdadera. Esta es la fuente de verdad, esta es la casa de la fe, esta es el templo de Dios; Si cualquier hombre entra no aquí, o si cualquier hombre se aleja de ella, el será un extraño a la vida de fe y salvación. .

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    2. Profesor: con todo el respeto y caridad, revise su ortografía.
      MT

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    3. Querido Fred no dudava que pusiera estos documentos pontificios. Pero tambien los habia del limbo y nuestro querido Papa Benedicto XVI los anulo. Y dictamino la no existencia del limbo. Pues su existencia negaria la omnipotencia divina

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    4. Anónimo 14:55 Si no dudaba que pondría los documentos pontificios ¿por que escribe en su primer comentario que no existen?
      Benedicto XVI no anuló el Limbo. Solo autorizo a una Comisión Teológica lanzar la esperanza de que los bebés no bautizados pudieran salvarse.
      ¿De donde saca que la existencia del Limbo negaría la Omnipotencia divina?
      ¿Usted es profesor de Teología católica o budista?

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    5. Facil ,si Dios no puede salvar a los niños no natos o muertos antes del nacimiento, donde queda su infinita misericordia y omnipotencia

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    6. No me parece un razonamiento correcto. La misericordia y omnipotencia de Dios no es incompatible con que haya infierno y condenados. Ni que haya un Limbo donde gocen de felicidad natural los que murieron sin culpa pero tampoco sin meritos. Es lo que siempre ha creido la Iglesia.

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  9. Protestan algunos ignorantes y malvados medios, que hoy se " hacen Misas en homenaje a Franco y a José Antonio.

    Ni las Misas se hacen, ni las Misas de Sufragio es ningún homenaje.

    IGNORANTES MALVADOS!!!!!

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  10. Al señor anónimo de las 13:40.
    "No censuren". "Soy profesor de teología dogmática sistemática" ¿Es eso lo que le acredita para cubrir con su generoso y fidelísimo manto protector a nuestro Santo Padre, el mejor de toda la historia de los papas?
    Señor profesor, señor teólogo, seguro que al ser su asignatura "sistemática", lleva usted las preceptivas anteojeras para impedir que se ensanche excesivamente su campo de visión. Si es ésa su profesión y le va en ello el sustento, no tengo nada que objetar. Es éste un fenómeno muy natural y muy corriente. No me considero con derecho a criticarle por ello.

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