Hemos entrado ya en el Sínodo, y quedan algunas cuestiones previas por dilucidar que, a la vista de muchos, podrían justificar la actitud creciente de enmienda a la totalidad, liderada en este momento por cinco cardenales: Walter Brandmüller (de Alemania), Raymond Leo Burke (de Estados Unidos), Juan Sandoval Iñiguez (de Méjico), Robert Sarah (de Guinea) y Joseph Zen Ze-Kiun (de China). Estos cinco cardenales de cuatro continentes presentaron conjuntamente unos “dubia” (plural de dubium-i, duda) sobre el enfoque del sínodo. Les llegó la respuesta a vuelta de correo; pero fue una respuesta prolija y capciosa, al estilo jesuítico que tanto terreno ha conquistado, en la que quedaba todo abierto: de manera que los cardenales decidieron reiterar las mismas preguntas pero en forma más simplificada y requiriendo para ellas respuestas claras e inequívocas. Parece que esta segunda respuesta está aún por llegar.
Al margen de cuáles sean las dudas de estos
cardenales, llama poderosamente la atención que, en la totalidad de la Iglesia,
y sobre todo en la totalidad de laicos, obispos y cardenales convocados al
Sínodo, haya tanta apatía, o tanto conformismo, o tanto servilismo, o tan poco
espíritu crítico. Algo totalmente paralelo a lo que está ocurriendo en el
mundo. Instigadas por quien sea, se están imponiendo unas ideas con las que se
pretende dar el vuelco a la moral, a la antropología y hasta a la biología
(todo ello, por cierto, de raíces cristianas). Son ideas que no sólo no se
tienen en pie, sino que están provocando daños profundos en la sociedad y en
las personas. Tal ocurre con el aborto, la eutanasia, la ideología de género,
la transexualidad y todo lo que lleva aparejado. Son Ideas que han desembocado
en prolijas legislaciones y en programas concretos de acción política, que se
impulsan desde los niveles elementales de la escuela hasta las universidades.
Todo ello fuera del sensus communis y
del sensus fidei del pueblo.
Parece legítimo preguntarse si no es exactamente este
mismo fenómeno el que ocurre en la Iglesia: un tremendo revolcón que deja la
sociedad patas arriba, sin que ni políticos, ni legisladores, ni jueces se den
por aludidos. Pues eso parece que está ocurriendo en la Iglesia. Resulta que se
convoca un Sínodo, supuestamente para dar respuesta al de los obispos alemanes,
el llamado muy intencionadamente “Camino Sinodal”, que pretende darle la vuelta
a la doctrina, a la moral y a la organización de la Iglesia (el equivalente a
su “régimen político”). Y, oh maravilla, de un colegio cardenalicio de 242
miembros y que se le supone cuerpo consultivo del Sumo Pontífice, que están ahí
para aconsejarle, resulta que sólo hay 5 cardenales que no lo ven todo tan
claro (o al menos tan asumible) como parece verlo el papa, a juzgar por sus
respuestas a los dubia. ¡Sólo 5
cardenales se atreven no a cuestionar o contradecir al papa, sino simplemente a
preguntarle y a pedirle que aclare hacia dónde van sus movimientos sinodales!
Y claro, viendo el desastre de esa actitud de
aceptación totalmente acrítica de cualquier doctrina y de cualquier desarrollo
legal de esa doctrina que procede del poder; viendo el horripilante desastre
que esa actitud de no salirse del guión impuesto por el poder ha producido en el
mundo, convirtiéndolo en un infierno; viendo cómo esa conducta de los que
debieran defender a la sociedad, la está destruyendo y corrompiendo; viendo
eso, se le ponen a uno los pelos como escarpias al vislumbrar el tremendo
parecido que hay entre las tácticas del mundo y las que se están siguiendo en
este inquietante sínodo.
Es lógico temer que igual conducta en la Iglesia acabe
destruyéndola. Un poder absoluto tanto de
jure como de facto, busca
afianzarse con el aval de los votos, introduciendo en la Iglesia el principio
funcional (funcional, no doctrinal) de que la verdad descansa finalmente en los
votos. Esa es, de hecho, la sinodalidad: traducción eclesiástica de la
democracia del mundo. Es la conversión de la Iglesia, la Mater et Magistra, a un nuevo poder que se aparta sin pudor de lo
que es, ha sido y hasta ahora sigue siendo la verdad; un poder que, a imagen y
semejanza del mundo, acaba atrincherándose en los votos.
Si ésta es la jugada, si lo que está operando el
Sínodo desde su misma estructura organizativa es un golpe de Estado, un cambio
de régimen, sin tocar para nada ni los textos bíblicos, ni la tradición, ni el
magisterio de la Iglesia, sino simplemente yendo a una “nueva lectura” más
creativa de los pilares de la fe y de la moral; si esto es así, que es como
suenan las novedades sinodales, nada tendría de extraño que la faz de la
Iglesia acabase pareciéndose totalmente a la del mundo: por más que se pretenda
negarlo.
En ese contexto, se entendería que el Santo Padre
considera quizá una jugada maestra incrementar el nivel de democratización de
la Iglesia hasta el elevadísimo hito de la incorporación de la mujer en la
organización de mando de la Iglesia; y el hito aún más excelso del sufragio
femenino, homenaje inexcusable al empoderamiento en que se ha embarcado el
mundo. Bien sabe el papa que el mundo le aplaudirá por tan encumbrada hazaña.
Como si la Iglesia hubiese esperado pacientemente siglos y siglos la llegada
del papa Francisco.
Claro, el papa se ha visto obligado a repetir varias
veces en su homilía inaugural que el Sínodo no es un parlamento polarizado en
que cada facción defiende sus posturas. Era necesario repetirlo porque esa es
la apariencia, especialmente intensificada por la forma de elección de los
asistentes y por su evidente decantación doctrinal. A última hora, el cardenal
Ladaria, viendo el percal, decidió quitarse de en medio.
Algo repetido también en ese discurso, obviamente para
desmentir lo que se empeñan en atestiguar las apariencias, es que el mundo le
esté dictando su Agenda (no tiene otra que la 2030) a la Iglesia. Era necesario
insistir en eso, porque quizás el mayor caballo de batalla del Sínodo, la
aceptación de la homosexualidad por la Iglesia, evidentemente no nace de la misma
Iglesia, sino que es puro seguidismo del mundo. Y en este ámbito, una vez más, el
papa insiste en su homilía que la Iglesia ha de estar “abierta a todos, a
todos, a todos”. Es la segunda vez en que se pone tan taxativamente insistente
en que la Iglesia ha de abrir sus puertas a los homosexuales. Sin tener en
cuenta que no entrarán en ella de uno en uno como pecadores suplicando
misericordia, sino como un grupo de presión, como un potentísimo y orgulloso lobby. Lo más parecido a lo que ocurre
en el mundo.
De todos modos, la afirmación que más me ha
sorprendido del discurso papal ha sido la de que la Iglesia, “necesita ser
reparada” (confiamos en que esas reparaciones no requieran remover los
cimientos, ¿no?), lo que nos obliga a ser humildes y caritativos. Y que en la
Iglesia todos somos PECADORES PERDONADOS. No que necesitemos ser perdonados,
sino que somos “pecadores perdonados”; algo que así a botepronto suena a la doctrina
luterana de la Justificación. Una fe que no necesita obras, puesto que es Dios
quien, prescindiendo de las obras del hombre, le da el perdón, la
justificación. Si al final es eso, claro que hay que abrir las puertas de la
Iglesia de par en par “a todos, a todos, a todos”, prescindiendo de cuál sea su
conducta. Aunque vengan en formación de lobby.
Y por supuesto que adonde no lleguen las rígidas
normas de la Iglesia (que, para evitar choques frontales, mantendrá el sínodo
tal como están), llegará la “caridad pastoral”, nueva figura sinodal que invoca
el papa Francisco en su respuesta a los dubia
de los cinco cardenales. En virtud de esta nueva figura, el sacerdote, sin
necesidad de contar con el obispo ni con nadie, podrá bendecir parejas
homosexuales y apañarles una ceremonia más vistosa, con la única condición de
que no tenga carácter sacramental. Pura caridad pastoral que pondrá la Iglesia
sinodal al alcance de cualquier sacerdote. Si el Novus Ordo ha dado lugar a una creatividad inagotable por parte de
un importante número de celebrantes, nos queda por ver qué niveles de
creatividad se desplegarán en las ceremonias de bendición de esas parejas. Por
imperativo de la Caridad Pastoral.
En fin, que el Sínodo ya ha echado a andar y se ha
lanzado a hacer camino. La antigua Iglesia Mater
et Magistra ha dejado paso a la Iglesia de la escucha y de la inclusión. Y
entretanto sólo 5 cardenales, algún obispo y un puñado de laicos han tenido
algunas dudas sobre esa profundísima movida. Los demás, silencio: ¿para no
poner en riesgo su subsistencia? ¿Silencio
reverencial? O, Dios no lo quera, ¿silencio sepulcral? ¿Han olvidado ya el
consejo papal de “hagan lío, hagan lío”
Virtelius Temerarius
Es muy clarificadora la carta del cardenal Zen a sus hermanos cardenales participantes en el Sínodo
Virtellius importa conocer la forma de actuar de Francisco. Primero disparata a lo bestia. La indisolubilidad matrimonial no es tal, hay que conocer qué piensan los hijos, la nueva mujer, el cura acompañante, el discernimiento. Si no es indisoluble, puede comulgar, porque no hay pecado. De hecho, declaró, si en tu parroquia tienes un sacerdote "rigurosa", vete a otra donde no te conozca. Tamaño disparate hay que envolverlo en celofán escriturístico, y ahí tenemos al jesuita Souza para salir al quite y afirmar que en tiempos de Cristo no había grabadoras y `por tanto desconocemos el texto real si lo hubo. Y dijo Francisco, hagamos a Souza padre sinodal.
ResponderEliminarComo Souza, Spadaro o James Martin, o el relator del Sínodo, a ver quién las dice más gorda. Jesuitas todos. Hagámoslos sinodales.
Hay que atacar a los cardenales díscolos. Y pronto, que no nos reprochen cada día las mentiras y disparates de Amoris Laetitia. Y habló el besucón prefecto del Dicasterio de la Fe. Y como su ignorancia teológica es proverbial, quiso recochinearse de los dubitantes dándoles una lección: "Vosotros que sois tan reacios contra el Sínodo, podéis hablar porque es propio del Sínodo y gracia del Pontífice que habléis". El disparate era tan basto, tan cretino, que hasta un alumno de eclesiología podría corregirle: "Mire Tucho no hablan como simples fieles --sacerdocio común del Sínodo-- sino como obispos en razón de la colegialidad. Pero qué sabrá Tucho de eclesiología...
Pero hay que apuntalar a Francisco, celar sus dislates irrefrenables. Y ahí a González Faus haciendo de maestrillo: No son dudas sino tesis. No se da cuenta el del fajín que de eso se trata, que contraponen tesis de la doctrina recibida con las ocurrencias de pata de banco y disparatadas de Francisco,
Como es maestrillo, da su lección a los "cardenales ignorantes". La homosexualidad es una determinación genética, afirma sin sinrojo. ¿Mande? La determinación sexual viene determinada por el cromosoma sexual? ¿Cuál es Kalikrates sapientísimo el cromosoma de la homosexualidad?
Claro, prosigue Faus. La culpa está en que se interpreta mal a san Pablo, pues el apóstol se refiere no tanto a la homosexualidad cuanto al desmadre de los ciudadanos de su tiempo.
Faus se lía además con lo de la materia parva del pecado de lujuria. Parece que no lo ha superado todavía desde que en Sant Cugat los jesuitas disputaban sobre el asunto y había uno, que luego sería fundador y director del Instituto de Bioética de Barcelona, que negaba la existencia de parvedad. Perro era jesuita. Y terminó defendiendo el aborto. Fue la única vez en que los obispos de Cataluña mostraron su rechazo.
Totalmente de acuerdo con el Sr. Valderas Gallardo.
EliminarMenos lo del jefe jesuita.
Es de Venezuela y se apellida SOSA, no SOUZA.
Ésto parece el prólogo de la abominación de la desolación en la Casa de Dios.
ResponderEliminarHay, cuántas epidemias y fenómenos adversos nos esperan por culpa de esos fariseos vestidos de purpura!!!
Yo quiero una Iglesia que me confirme en la FE, que me hable y animen sobre la salvación de mí Alma y pueda algún día poder ver a Dios cara a cara.
ResponderEliminarPara que me hablen de ecología o como romper la institución FAMILIAR, conmigo que no cuenten para nada.
Faltaría más.
Hoy hemos superado los 11.000.000 de visitas a la magnífica página.
ResponderEliminarFelicidades 🎊
¿Lo dice como un triunfo? ¿Sabe cuál es el pensamiento de los que visitan? Por mi parte lo leo para pedirle al Señor que perdone a los que siembran odio.
EliminarFelicidades por mi parte también. Curioso que en Catalunya Religió no tienen el contador de visitas, aquí en Germi si que lo hay.
EliminarSan Pablo VI avisó de que en el Vaticano había entrado el humo del infierno. Parece que ya asoman las llamas
ResponderEliminarYa existe el matrimonio civil para las parejas del mismo sexo. La Iglesia nunca. nunca, nunca, puede dar una bendición a un estado y conducta pecaminosa.
ResponderEliminarSan Pablo, 1 Corintios 6:9 ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones,
Mucho desparpajo en sínodos, en alocados disparates teológicos, en bendición de parejas humusesuales, y etc, pero que salga algún atrevido defensor de la autoridad inerrable del famoso libro llamado Biblia especialmente en capítulos primeros, nada de nada, lo más espectacular queda para las películas de Hollywood, para los obispos solo minucias de discursiones caseras.
ResponderEliminarSr. Garrell, ¿sólo ha estudiado los primeros capítulos de la Biblia? ¿A qué libros se refiere? Pentateuco?
EliminarSosa CÁUSTICA!!?
ResponderEliminar20/45, él mismo fue un ingenuo que colaboró para que entrase.
ResponderEliminarLas quejas al maestro armero....
En el interim, ayer en una ceremonia celebrada en la segunda o tercera ciudad catalana, se usó la siguiente fórmula para consagrar el vino:
ResponderEliminar"Preneu i beveu-ne tots, que aquest és el calze de la meva Sang, la Sang de l'aliança nova i eterna vessada per vosaltres i per molts en remissió dels pecats. Feu això, que és el meu manament"
¿Consagración válida o no?
A ver si le fallo la oida
EliminarYo creo que es válida.
EliminarDecir manament por memorial, no lleva ninguna herejía.
Vamos, creo yo.
No será ninguna herejía, pero los criterios para que una consagración sea válida son los siguientes:
Eliminar1.- Que el sacerdote esté válidamente ordenado.
2.- Que el sacerdote pronuncie la fórmula de la consagración tal como aparece en los libros litúrgicos aprobados por la Santa Sede y por la Conferencia Episcopal de cada país.
3.- Que el sacerdote celebrante tenga la intención de consagrar el pan y el vino, para que así se transformen en el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo.
4.- Que para la confección del sacramento se use la materia prescrita para el mismo: pan ácimo de trigo y vino de vid.
Me parece que el segundo falla, a no ser que el celebrante en cuestión tenga bula para cambiar la fórmula de la consagración. O estuviera pensando en las avutardas, que no sé que es peor.
Parece que la consagración sí fue válida porque las palabras esenciales para la validez serían "aquest és el calze de la meva Sang".
EliminarQueda por ver si esa consagración fue lícita o ilícita. Pero me parece que la Misa fue válida.
Da la sensación de que fue un lapsus, suele pasar cuando haces cosas que son habituales mientras estás pensando en otra cosa, no parece tan grave
EliminarOjalá Dios quiera,que el próximo Papá sea el magnífico Cardenal Raymond Leo Burke .
ResponderEliminarSería un buen muro de contención a la cantidad de 🗑️🪰🪰 que pulula alrededor y dentro de los muros leoninos.
Un año enterito por lo menos,le llevaría sacar la tremenda cantidad de satanoides que pululan por allí!
Gracias al Espiritu Santo usted no elige al futuro Papa
EliminarPor si acaso, guardemos en la memoria:
Eliminar10-XI-2015
«Jesús: Habrá dos papas en el Vaticano. No es Francisco y Benedicto. Es Francisco y otro que vendrá después, que no es Papa aunque lo pretendan. Francisco será prisionero en el propio Vaticano, hasta que atenten contra su vida y huya. Pobre Francisco, Orad por él, orad. El aviso se produce cuando ya se ha proclamado oficialmente el cisma. Cuando han declarado a Francisco "falso Papa". Y cuando le han quitado de en medio. Los liberales dejarán hacer esto a los tradicionales, para poner en medio y en el pedestal al verdadero Falso Papa, de apariencia de bondad y de tradicionalidad pero que dará cabida al Anticristo»
EL REINADO EUCARÍSTICO
Dictados de Jesús a Marga.
MT