La reflexión teológica de Luigi Giussani, el sacerdote milanés fundador de Comunión y Liberación, ¿es un pensamiento original, capaz de dar razón sistemática y crítica de la experiencia elemental de lo humano, tal como vive en plenitud en la fe en Jesucristo.
Uno de los temas fundamentales de la articulación de su
pensamiento es la preocupación sobre la verdadera naturaleza del hecho religioso. Giussani hace teología como
autoconciencia sistemática y crítica de una experiencia de fe actuante, de un
compromiso con el misterio de Cristo y de su Iglesia, de una pasión por la
salvación del mundo. Se muestra como un educador que tiene un agudo sentido de
lo vivencial en su dimensión ideal, que continuamente compara con el dato
histórico y social. Su mirada sobre la realidad la sintetiza el método cristiano que él expone. Tiene
este método dos ejes:
1. Los contenidos de la
fe necesitan ser asumidos razonablemente. Debe exponerse su capacidad de
mejorar, exaltar e iluminar los auténticos valores humanos.
2. Esa presentación debe
verificarse comparándola en la acción. La evidencia racional sólo puede
iluminarse hasta convertirse en convicción cuando se afrontan las necesidades
humanas desde dentro de la participación en el hecho cristiano, implicándose en
la realidad cristiana como un hecho esencialmente social o comunional.
La experiencia cristiana, críticamente pensada y
reconocida, constituye un precioso recurso para el hombre y para la comunidad.
El cristianismo es un acontecimiento
de gracia porque tanto
amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que cree en él no
se pierda, sino que tenga vida eterna (Juan 3,16). Y la Iglesia signo –sacramento- del acontecimiento
cristiano que se prolonga en el tiempo: Tú
eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno
no la derrotará (Mateo 16,13). D. Luigi muestra una extraordinaria eficacia
pedagógica dirigida a devolver sustancia a la fe para renovar así el cuerpo de
la Iglesia. Según Giussani, el sentido
religioso coincide con la búsqueda del destino. La realidad –historia y
cultura- y el conocimiento –razón y fe- constituyen la experiencia del hombre
abierto a la verdad y con el deseo de comunicarla.
Giussani expresa siempre una profunda preocupación por la
modernidad cuando afirma que “los
cristianos se van autoeliminando educadamente de la vida pública, de la
cultura, de las realidades populares, entre los acalorados aplausos y el
cordial consenso de las fuerzas políticas y culturales que apuntan a
sustituirles del escenario”. Un juicio profético ciertamente, que surge de
percibir la masiva presencia cristiana en alguna época como inercia de la
herencia recibida del pasado y que no se ha sabido conservar.
A causa de la concepción dualista de la relación Iglesia
/mundo, relacionada con el dualismo hombre/cristiano, natural/sobrenatural,
fe/razón, libertad/gracia, el
cristianismo tiene una incidencia mínima en el mundo de la escuela (excepto
como agencia de colocación), la universidad pública (en la privada casi
imperceptible) y el ambiente laboral. Giussani pone al descubierto la
responsabilidad de los cristianos, incluida la del alto y bajo clero en esta
situación. Hablará de la “protestantización del cristianismo” que tiene las
siguientes consecuencias:
1. El subjetivismo (lo que a cada uno le parece; el jesuítico discernimiento) frente al destino, como
concepción y como praxis.
2. El debilitamiento de la unidad viva del pueblo de Dios
con su Tradición (tal como la ha entendido la Iglesia a lo largo de los
siglos).
D. Giussani identifica como elementos de la conciencia
religiosa del hombre contemporáneo, una rápida serie de reducciones: Dios sin Cristo, Cristo sin Iglesia,
Iglesia sin mundo, mundo sin yo y yo sin Dios.
Para que la comunicación de una experiencia –personal y
comunitaria- sea convincente, mostrando a la libertad del interlocutor las
razones de su conveniencia, es necesario que la situación histórico-cultural
sea examinada críticamente. Lo cual hoy en día es ya pedir demasiado.
El hecho cristiano es un acontecimiento presente y
totalizante, y la fe debe hacerse cultura. Debemos mirar, pues, el hecho
cristiano, considerándolo en su unidad e integridad, tal como se expresa en la
experiencia de la vida eclesial en acción (los santos y los mártires), en el
aquí y ahora de la historia. La hipótesis explicativa que Cristo ha traído al
mundo es la más comprensiva, la más convincente y la más fascinante, si tenemos
la valentía de proponerla.
Para Giussani el hecho cristiano es el acontecimiento de Jesucristo muerto y resucitado, el hijo encarnado del Padre que,
por obra del Espíritu Santo, se hace
presente –en la Iglesia y a través de la Iglesia- en el hoy de la historia,
comunicándose gratuitamente a los hombres de toda raza y cultura. El hecho
cristiano, por tanto, me sucede a mí, viene a mi encuentro y vive en el
acontecimiento de la Iglesia. La gracia del acontecimiento de Jesucristo
reafirma y responde al sentido religioso del hombre, pero un acontecimiento se
manifiesta a quien participa en la experiencia de él.
Se trata, pues, de un hecho acontecido en la historia, la
irrupción en el tiempo y en el espacio de una Presencia humana excepcional: la
presencia de Cristo. Su excepcionalidad incomparable permitía reconocerle.
“Excepcional” porque corresponde adecuadamente a las expectativas originales
del corazón humano. Un acontecimiento humano que sucede, el encuentro con el
hecho de una presencia excepcional. El cristianismo es este acontecimiento:
algo que antes no existía y que en un momento dado surgió.
El cristianismo no es simplemente una doctrina religiosa,
una lista de leyes morales, un conjunto de ritos, sino un hecho, un acontecimiento. Todo el resto es
consecuencia. Dios ha entrado en relación con nosotros para salvarnos a través
de un acontecimiento, no de un pensamiento o de un sentimiento religioso.
Acontecimiento que es, por propia naturaleza, una novedad. Algo nuevo que entra
en nuestra vida, algo no previsto, no definido de antemano. El cristianismo se
muestra como un acontecimiento que ha sucedido, que llega hasta aquí, hasta el
día que yo vivo.
Por ello, el misterio de la Encarnación es un Acontecimiento que, siendo
imprevisible, inimaginable para el hombre, se revela como algo sumamente “conveniente” para él, algo que
corresponde a las exigencias más características de su naturaleza.
Acontecimiento es, por tanto, un
hecho que surge en la experiencia revelando el Misterio que lo constituye.
El hecho cristiano consiste en la misma Iglesia como evento de Jesucristo que
se propone a la libertad de los hombres en el hoy de la historia. Cristo es el
centro de la historia del mundo, el cumplimiento de toda espera, consciente o
no, de los hombres de todos los tiempos y latitudes.
Que el ser humano se sienta “salvado” significa que
reconoce quién es, que reconoce su destino y sabe cómo dirigir sus pasos hacia
él. Dios en Jesucristo se ha convertido en un acontecimiento dentro de nuestra
existencia cotidiana, para que nuestro yo reconozca con claridad sus propios
factores originales (el deseo de verdad, de amor, de belleza y de eternidad) y
alcanzando su destino eterno: su salvación.
Para ello, claro está, hay que predicar a Jesucristo como
el Camino (el único), la Verdad (incuestionable) y la Vida (verdadera). ¿Estamos
realmente dispuestos a hacerlo?
Custodio
Ballester Bielsa, Pbro.
Espledido como siempre Mossen Custodio . Cuanta razón tiene Don Luigi, si no predicamos a Cristo en cualquier lugar este desaparecerá, como muchos obispillos les da repluz predicar LA VERDAD VERDADERA dicen lo que los que con nuestro dinero les dan dádivas quieren oír. Cuanto obispillos condenan la teologia de la barageta o sea de género. Ninguno está es la forma rapida de olvidar a Jesús
ResponderEliminarObis-pillos, jeje!!!
EliminarMe gusta esta nueva serie del P. Custodio, y me gusta la época, y me gusta el contenido teológico.
ResponderEliminarSi se observa, con Bergoglio, ha desaparecido casi completamente toda la tradición católica: la misma Sagrada Escritura, la Sagrada Tradición, el Magisterio de Pedro hasta Benedicto XVI, los Padres y Doctores de la Iglesia y los grandes teólogos (¿en el Vaticano los conocen?), los místicos (poetas teológicos), los santos (¿existieron alguna vez?), las apariciones y revelaciones privadas marianas y crísticas, las devociones del pueblo...
Todo se ha quedado reducido a política y una pastoral que lucha a brazo partido contra la doctrina, el magisterio y la verdad de Fé y moral. Un enorme empobrecimiento, una aridez de pontificado, como Bergoglio, sólo preocupado por la política. Será una era pontifical olvidable, irrelevante, pobre, mediocre, una fatuidad decadente, catastrófica. Pero seguimos, y resistimos.
Demasiado intelectual, solo para teólogos académicos no para el vulgo y la plebe. Ni la misma Biblia llega esta complejidad literaria, en la Biblia queda muy claro: Dios castiga con el Diluvio y la Pentápolis y premia la Fe con grandes milagros. El gran defecto del Cristianismo es que ha llenado la Historia de libros sólo para gentes de letras, no para lecturas caseras. He observado en algunos pueblos que muchas familias van alegres con sus hijos pequeños a bendecir las palmas en Domingo de Ramos, pero a la hora de asistir a misa regularmente no llegan a esta convicción de responsabilidad comunitaria, sólo les mueve a que el sacerdote les tire el agua bendita gratis. Conviene resucitar el Catolicismo de 100 años atrás en donde los curas predicaban de "mortal" no cumplir la Misa cada domingo proponiendo la obligación antes que la devoción. En esto de la obligación antes que la devoción incluso los protestantes nos llevan ventaja. Si queremos formar una comunidad se requiere responsabilidad a sus miembros no que vengan a las reuniones cuando sienten "devoción" sensible.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con el Sr. Silver Garrell.
ResponderEliminar¡Que llueva, que llueva!
EliminarEn la foto de portada, quién es el prelado que acompaña al sacerdote?
ResponderEliminarGiovanni Battista Montini (San Pablo VI) cuando era Arzobispo de Milán
EliminarRecuerde Don Silver, el paso del mar rojo con Moisés al frente.
ResponderEliminar13/45 , gracias por su información.
EliminarMosén Guiussani era tradicionalista ?, o aceptó de pleno Concilio.
ResponderEliminarAceptar el Concilio como si fuera más que Dios, es decir, que era un instrumento que salvaría a toda la Iglesia por no se sabe bien por qué (el Espíritu, decían), era un trastorno juvenil de los adolescentes padres conciliares del 1962 al 1965, incluyendo a Juan XXIII y Pablo VI... no hay que tenerlo mucho en cuenta... pensaban que sería más grande que el beneficioso Concilio de Trento, que necesito siglos de implementación... pero ellos lo harían en años pocos, sino meses... en fin...
EliminarA don Silveri Garrell: "Demasiado intelectual, sólo para teólogos académicos, no para el vulgo y la plebe". Tiene usted razón, don Silverio. Pero me da la impresión de que este blog no está pensado para el vulgo y la plebe; y que no son justamente éstos los lectores que mayormente lo frecuentan. Más bien creo que debe ser considerable el número de sacerdotes que se asoman a Gérminans, con lo que no estaría nada mal que algunos se sintieran concernidos por estas reflexiones del gran Giussani, comentadas por el padre Custodio. No, no tiene que darnos pereza ni incomodarnos un cierto nivel de vez en cuando. Esta serie de artículos realmente me están sorprendiendo. Excelente evangelizador (y desde la base, desde la catequesis) este tal Giussani. Muchas gracias a mosén Custodio por atreverse con un tema tan difícil.
ResponderEliminarEs que normalmente este intelectualismo luego se predica en el púlpito y la plebe ni se entera de nada. Para hacer intelectualismo en el catolicismo existe una parcela super-interesante llamada Creacionismo que en Roma tienen censurada y que actualmente la parcela esta desierta en la Iglesia y consiste en plantar cara con argumentos y evidencias contra el Evolucionismo y los millones de años. Lástima que en el Catolicismo se entretengan los intelectuales complicando con filosofías el mensaje básico cristiano cuando existe este otro mar infinito de pensamientos y demostraciones para derribar al Dios Ciencia. Un santo no recuerdo su nombre regalaba lentes a sus amigos y les preguntaba si todavía con las lentes veian bien el camino cristiano, algo similar se podria hacer con ciertos teólogos: regalarles lentes para su vista. Mucha teología, pero los millones de años no se tocan ni se discuten: Prohibido.
EliminarNo creo que el Papa estuviese muy de acuerdo con Mn. Guiussani.
ResponderEliminarEra bastante preconciliar.
Prefiero mil veces la enseñanza de Don Silverio, que todas las sandeces promulgadas desde el 1965.
ResponderEliminarSalvando contadísimas excepciones de San Juan Pablo y Benedicto.