La gran obra pastoral del Rvdo. D. Luigi Giussani, Comunión y Liberación, se ha definido siempre como movimiento eclesial de educación en la fe. Él mismo abandonó una prometedora carrera eclesiástica, renunciando a sus clases en el Seminario de Venegono, para enterrarse como profesor de religión en el liceo Berchet de Milán durante muchísimos años. De esa experiencia como docente nació, a partir de sus alumnos, el movimiento Comunión y Liberación, extendido ahora en más de 47 países. Entre estos primeros alumnos del Liceo, germen de su movimiento, estaba Luigi Negri, luego obispo de Ferrara, llamado a ser el sucesor natural de D. Giussani, descartado sorprendentemente por una nueva dirección surgida a la muerte del fundador y defenestrada finalmente por el propio papa Francisco. He ahí pues un raro personaje, D. Giussani, que se vio mejor como profesor de religión que como formador de seminario, obispo y lo que viniere, dando unos frutos apostólicos que todavía muchos envidian.
Pero, ¿cuáles son los rasgos fundamentales de esa educación en la fe que propone D. Luigi a través de Comunión y Liberación? ¿Cuáles son los pasos esenciales del método pedagógico de Giussani?
Planteamiento del problema humano
El fenómeno humano, nuestra propia vida, por el mismo hecho de ser, plantea el problema del significado de la existencia. El hombre es, en efecto, el único punto de la naturaleza en el cual se plantea conscientemente, a veces como una pregunta desdibujada, el problema del sentido último de la existencia.
Para verificar cualquier propuesta, incluida la propuesta cristiana, el hombre debe partir de su propia experiencia auténtica en su totalidad y pureza, sin parcialidades ni ambigüedades. La experiencia auténtica se da cuando las cosas que sentimos o comprendemos se someten a juicio a través de una comparación con aquella serie de evidencias y exigencias últimas que “constituyen” el corazón del hombre, y que cualifican su sentido religioso: el deseo de felicidad, de verdad, de lo justo, de lo bello, del significado último y total. Es decir, el encuentro de estas exigencias y evidencias con las circunstancias de la vida activa en el hombre y en el dinamismo de la razón.
Pertenece a la naturaleza de la razón, por tanto, el estar abierta a la realidad, el ser un dinamismo que ante cada objeto reconoce que, incluso tras el más profundo análisis, sigue existiendo un quid misterioso que escapa a la comprensión. La razón fiel a su naturaleza, abriéndose a la realidad, preguntándose sobre su sentido y reconociendo el Misterio como horizonte último de todo, coincide con aquel sentido religioso que Pablo VI definió como la “síntesis del espíritu”.
El valor de la tradición y el método para acercarse a ella
Condición previa para una experiencia humana auténtica es el no censurar ninguno de los factores que la componen. Por lo tanto, para educar es necesario ante todo proponer la tradición, en cuanto suma de las experiencias y descubrimientos que determinan en gran parte el estado en el cual se encuentra el hombre y que, por ello, le ofrecen la primera hipótesis para la lectura del presente. Evitar, o peor, cerrarse a la relación con la tradición, impide la posibilidad de una experiencia humana auténtica.
Pero la tradición, cualquier tradición, sólo se puede proponer y, por lo tanto, encontrar en una vivencia presente. De otro modo, se reduce a algo que sólo interesa como objeto del pasado, útil quizás a los estudios especializados, pero inerte como influencia en la vida. El encuentro con una tradición puede darse sólo en el presente, a través de una experiencia que viva el contenido de aquella tradición hoy.
Así, también el encuentro con la tradición de dos mil años de cristianismo puede producirse sólo donde se viva su contenido y su mensaje en la actualidad.
Autoridad y sentido crítico
El ser humano, de hecho, se desarrolla en toda su dimensión siguiendo a una autoridad. Para el niño es la figura de sus padres. Para cada hombre, consciente o inconscientemente, es la figura –o las figuras- en la que inspira su modo de actuar y que determina los criterios que mueven su acción. Es la naturaleza lo que ha establecido como norma para un auténtico desarrollo el método de la autoridad. Su valor no consiste en que impone determinados criterios o modalidades para la vida y la acción, sino en que propone los términos del problema y sugiere la hipótesis adecuada para afrontarlo. La autoridad, en ese sentido, es instrumento para una crítica eficaz: educar, en realidad, significa educar en el sentido crítico, habituar a los jóvenes a ponerse ante la tradición, la vida y sus circunstancias como “problema”. Significa afrontar la vida con la hipótesis que los criterios contenidos en la naturaleza del corazón - el deseo de felicidad, de verdad, de lo justo, de lo bello, del significado último y total- estiman más adecuada. De esta forma, el sentido crítico no equivale a la duda, que acaba paralizando cualquier búsqueda, sino que es el resorte que impulsa continuamente a la aventura de lo real y hace abrazar la vida entera.
El cristianismo: el acontecimiento de un encuentro
Es característica de la razón la categoría de la posibilidad. El cristianismo es el anuncio de que se ha hecho realidad una extraordinaria e ineludible posibilidad: el Dios buscado y deseado por el hombre durante todos los tiempos y en todas las culturas, el Misterio hacia el cual el hombre ha tendido los puentes de la imaginación y de la oración, se ha hecho hombre. Se le ha podido encontrar en la historia “en un momento y en un tiempo determinados”. Por tanto, el cristianismo no es una “religión” entre otras: su naturaleza no es el ser una versión de la inagotable búsqueda de Dios y de la relación con el Misterio del cual todo proviene. El cristianismo sucede como acontecimiento. El problema religioso, con la Encarnación, ha pasado a ser un problema histórico: ¿es verdad o no que Jesús es Dios-con-nosotros?
Hoy, como hace dos mil años, el encuentro con una humanidad excepcional, y excepcional en cuanto corresponde de manera única -como sólo Dios lo puede- a las esperanzas y a los deseos del corazón, introduce al descubrimiento del Dios hecho hombre. Como para los apóstoles Juan y Andrés – “Maestro, dónde vives? Venid y lo veréis” (Juan 1,36-39)-, también hoy el camino del cristianismo es sencillo: se trata de seguir el atractivo despertado por un encuentro, de permanecer en esa Presencia, la del Dios hecho carne y sangre.
Pero, ¿dónde se encuentra Cristo hoy? ¿Dónde vive y cómo llega al hombre de hoy toda la inmensa tradición de santidad, de ternura y de caridad suscitada hace dos mil años por el acontecimiento de Cristo? ¿Dónde, en definitiva, permanece y sigue cambiando a los hombres aquel acontecimiento? En la Iglesia, en la compañía de aquellos que lo reconocen y entre los que ha elegido estar misteriosa pero realmente presente. En el pequeño grupo de amigos -en cualquier ambiente o circunstancia en que se halle- que funda la propia unidad en el reconocimiento de Cristo en la comunión de la Iglesia, se encuentra el terminal último, el gesto con el que Cristo alcanza al hombre y se hace experiencia para él.
La certeza y el compromiso de la libertad
“La fe es racional en cuanto florece en el límite extremo de la dinámica racional como una flor de gracia, a la que el hombre se adhiere con su libertad. Y, ¿cómo hace el hombre para adherirse con su libertad a esta flor incomprensible tanto en su origen como en su desarrollo? Para el hombre, adherirse con su libertad significa reconocer con sencillez lo que su razón percibe como excepcional. Reconocer con la misma certeza inmediata que se produce ante la evidencia irrefutable e indestructible de ciertos factores y momentos de la realidad, tal como entran en el horizonte de nuestra persona” afirmará Giussani. De hecho, del mismo modo que se considera razonable creer a quien nos desea el bien, incluso si el bien no es un objeto que se pueda medir, y del mismo modo que encontramos perfectamente razonable creer a quien atestigua un hecho cualquiera -a menos que no existan razones fundadas para sospechar de ello-, igualmente la fe en el hecho de Jesús muerto y resucitado, es fruto de la confianza depositada en una serie innumerable de testimonios, desde entonces hasta ahora.
Este tipo de certeza -certeza moral- es aquella que los primeros discípulos adquirieron sobre Él en el tiempo, estando con Él, leyendo los signos de su potencia y de su amor, verificando cómo sus gestos y sus palabras correspondían a las urgencias y evidencias de su corazón.
Factores determinantes en la adquisición de tal certeza de fe (como de cualquier certeza moral) son el tiempo y el compromiso de la libertad. Conceder tiempo y comprometer la propia libertad -también con actos y obras-, en la propuesta cristiana, es condición esencial para verificar su razonabilidad y adecuación para con la propia existencia.
Así, la fe no actúa en la vida personal y social simplemente como “motivo inspirador” o como prejuicio ideológico, al lado o frente a los demás motivos e ideologías, sino como memoria y propuesta constante de un acontecimiento: el encuentro con Cristo aquí y ahora.
De dónde nace la moralidad nueva
Por tanto, la auténtica moralidad para el cristiano se identifica con el acto cargado de afecto con el cual sigue a Cristo y compromete su libertad en esa relación. Seguir a Aquel que ha correspondido de manera imprevista y consumada a las esperanzas y evidencias del corazón. El cambio moral no nace del respeto debido a las reglas o a las leyes, sino de la adhesión de la libertad y del afecto. De aquella evidencia que hizo responder a San Pedro, el mismo hombre que le había traicionado tres veces: “Señor, tú sabes todo. Tú sabes que te amo” (Jn 21,15).
Ojalá el carisma de D. Giussani se conserve vivo e incontaminado en medio de las asechanzas de un mundo que busca homogeneizar toda religión, convirtiéndola así en una ONG insignificante, pero generosamente subvencionada por el poder.
Custodio Ballester Bielsa, Pbro.
Las partes que más me gustan:
ResponderEliminar- Estas demandas y evidencias incluyen el deseo de felicidad, la búsqueda de la verdad, la aspiración a la justicia, la apreciación de la belleza y la búsqueda de un significado último y completo en la vida [en línea con los 5 universales platónicos y aristotélicos: belleza, verdad, bondad, unidad, eternidad: un cuadro, una escultura, un libro, forman una unidad que serán eternas si son bellas, dicen la verdad y dan el bien].
- Para la educación, es fundamental presentar la tradición como la suma de experiencias y descubrimientos que influyen en el estado actual del ser humano, proporcionando así una base para comprender el presente [España y su historia es la más rica de todas las más de 200 naciones de la tierra, en descubrimientos, arte y ciencia, belleza de sus tierras, por eso la mitología de la leyenda negra, entre los nacionalistas y los otros extranjeros, es la única arma de mentira, robo y homicidio que tienen]
- ¿Dónde se encuentra Cristo en la actualidad?
¿Cómo llega al hombre la tradición de santidad, ternura y caridad que se originó hace dos mil años por el evento de Cristo?
La respuesta es que Cristo permanece y sigue transformando a las personas en la Iglesia, en la compañía de aquellos que lo reconocen y están realmente presentes en ella [ningún hombre sobre la tierra vivirá eternamente, morirá, por eso, si es malo, quiere imponer a imperioso sangre y fuego su utopía para verla ya y deprisa, pero él, y la misma muerte y el diablo, también "morirán" cuando sean arrojados al tártaro al final de los tiempos]
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Hay que añadir que no sólo existe sólo el Jesús de la Encarnación, muerto, resucitado y ascendido al cielo, sino que Jesús también tiene un aspecto escatológico, como resaltan muchos autores, Padres, Doctores, grandes teólogos antiguos y modernos: es "el que vuelve".
Desde el fin del Concilio Vaticano II en 1965 y la crisis creciente hasta el desastre absoluto del pontificado de Bergoglio de hoy, hizo reflexionar a San Juan Pablo II de que estamos ante "los umbrales de una nueva escatología". En efecto, en 1989 cae el Muro de Berlín, y en 1991 cae la URSS, pero el marxismo y el mal sigue viviendo y mutando hoy en día transformado en feminismos, nacionalismos, islamismos, odio político y social, guerracivilismo, favoritismo a golpistas y terroristas (Gobierno Zapatero 2004-2011, y Gobierno Sánchez con comunistas, terroristas y golpistas 2018-2023).
Por ello, el magisterio universal de la Iglesia reafirmó la profecía del apóstol de las gentes, San Pablo, sobre la conversión de Israel (Romanos 11) y la unidad religiosa del mundo:
--- "La Iglesia, juntamente con los profetas y el mismo Apóstol, espera el día, que sólo Dios conoce, en que todos los pueblos invocarán al Señor con una sola voz y le servirán como un solo hombre (Sofonías 3, 9; Isaías 66, 23; Salmo 65, 4; Romanos 11, 11-32), tal como dice Nostra aetate 4. En definitiva, al final de los tiempos, sólo habrá una sola religión, la Iglesia Católica, las demás habrán desaparecido porque no son verdaderas, y además, toda la humanidad será una sola unidad al servicio de Dios: todas las ideologías del odio (comunismo, socialismo, anarquismo, independentismo, terrorismo, idolatría al dinero, sectas, falsas creencias, falsas iglesias, filosofías erróneas, ateísmo) serán aniquiladas y arrasadas al infierno con el Anticristo, el falso profeta y las dos bestias, para que ardan eternamente.
"El que vuelve" es Jesús en su Reino con gloria y majestad, y nada menos que la Liturgia Católica le da a la segunda Venida de Nuestro Señor, el aspecto escatológico, una reseña especial, particularmente en el período de noviembre hasta el día 6 de enero, unas 9 semanas, el ADVIENTO – NAVIDAD – EPIFANÍA o la visita de los Reyes Magos, el 6 de enero, la epiphaneia o manifestación, donde Jesús viene como Salvador escatológico tanto de Israel como de toda la Humanidad. La visita de los Reyes Magos, que eran persas, simboliza la universalidad del mensaje de Jesús y su misión de salvar a todos los pueblos y naciones, sin importar su raza, condición social, cultura... El oro representaba la realeza, el incienso simbolizaba la divinidad y la mirra era un ungüento utilizado para el embalsamamiento, anticipando así la muerte sacrificial de Jesús, y su posterior resurrección y ascensión a los cielos, donde ha de venir a juzgar a Vivos y Muertos (Rey-Juez y Ejecutor).
ResponderEliminarPero la Venida de Jesús se prolonga realmente durante el mes de los difuntos, noviembre, y en especial, empieza en el Triduo y Octavario de oración por los difuntos (1-8 de noviembre, más las vísperas, que son satanizadas), por los cuales se hacen oraciones, misas e indulgencias, que tiene tres fechas destacadas, y que son el origen del Halloween inglés.
Se expone la liturgia católica inglesa antes del cisma de Enrique VIII:
1. Víspera de Todos los Santos (31 de octubre), All Hallows' Eve, luego Halloween, día de ayuno y abstinencia como preparación penitencial para los siguientes días. No forma parte ni del Triduo ni Octavario, y degeneró en la fiesta demoníaca de Halloween.
2. Día de Todos los Santos (1 de noviembre), All Hallows, en la noche se oscurece la casa, se enciende una vela bendecida en la Candelaria (Fiesta de la Purificación de Nuestra Señora, 2 de febrero), se reza el Rosario por el descanso de las almas de los difuntos, el Salmo 129 (De Profundis) o la Letanía de los Santos. Primer día del Triduo y Octavario.
3. Día de Todos los fieles difuntos (2 de noviembre), All Souls, día de penitencia, sacrificial y de intercesión por las almas del purgatorio o la tercera Iglesia, la Iglesia Purgante. El Día de los Difuntos es más una pausa votiva para recordar a los que sufren en el Purgatorio, un recordatorio sobre todos aquellos que aún esperan las alegrías celestiales, la Iglesia Purgante, de las que estamos escuchando durante este tiempo del año litúrgico.
- Sobre el octavario de los difuntos: "La fe nos recuerda que no hay que tener miedo a la muerte del cuerpo, porque sea que vivamos, sea que muramos, somos del Señor. Y con san Pablo sabemos que, también liberados del cuerpo, estamos con Cristo, cuyo cuerpo resucitado, que recibimos en la Eucaristía, es nuestra morada eterna e indestructible. La verdadera muerte, a la que hay que temer, es la del alma, que el Apocalipsis llama "muerte segunda" (Ap 20, 14-15; 21, 8). En efecto, quien muere en pecado mortal, sin arrepentimiento, encerrado en el rechazo orgulloso del amor de Dios, se excluye a sí mismo del reino de la vida" (Benedicto XVI)
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De hecho, "El que vuelve", Jesús, es recordado por la Iglesia de Adviento hasta Pascua y Ascensión: en efecto, podemos incluir que la escatología va de noviembre hasta la Ascensión del Señor (unos 40 días después de Pascua, por mayo), unos 7 meses, pues ascendió a los cielos y vendrá con gloria a juzgar a vivos y muertos y su reino no tendrá fin (Verdad divinamente revelada en el artículo del Credo).
Como dice el P. Custodio, Jesús es el eterno viviente que nos acompaña ayer (historia) y hoy (presente) de manera incansable, con grandes milagros sobre la Humanidad y la Naturaleza, con derroche de dones, gracias y carismas a través del Espíritu Santo, sino que además es el que vuelve (futuro escatológico) para implantar su Gran Reino, perfecto, eterno, único, fundiendo las tres Iglesias (viadores, purgantes y santos) en una sola, la de los santos, perfectos y justos...
Por respeto al articulo resuma- No debe ser mas largo el comentario que el artículo. Sea educado con el articulista.
EliminarApreciado anónimo de las 11:21 del 15/9:
EliminarUsted es un poco mandón ¿no?
Hablando de "Tradición" se suprimen como no importantes los escritos bíblicos del Antiguo T., y sólo se considera El Evangelio. Grave error y es que los católicos quedamos muy mal con los judíos que se basan en el Antiguo T. -----El Copipasteano Largo "deu n'hi do" lo que sea ha pasado esta vez, triplica con su texto el artículo de Padre Custodio, un autentico suplantador de identidad literaria este Copipasteano Largo.
ResponderEliminarDon Silverio, eso de quedar mal con los Judíos es una sandez por su parte.
EliminarTambién se puede decir que ellos quedan mal con los Cristianos por no aceptar a N.S.Jesucristo como el Ungido de Dios.
Por Dios!!!
Tengo la impresión de que el judaísmo actual se basa más en el Talmud que en la Torá, y que el judaísmo del Antiguo Testamento acabó en el año 70 cuando Tito destruyó el Templo.
EliminarAl que vuelve. ¿No le ha quedado algo más para escribir? ¿Ha quedado satisfecho después de haber escrito 106 líneas con su saber? Un blog no es una muestra de literatura, especialment si está llena de crítica sin base.
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