El 4 de julio de 2023, día de la independencia (de la libertad) de los Estados Unidos, se produjo un milagro: 2 millones de ciudadanos habían comprado sus entradas y vieron el increíble film en que se denuncia el secuestro de niños para someterlos a esclavización sexual y rematar el negocio con el tremendamente productivo de la venta de órganos (no olvidemos que éste es el negocio complementario del aborto más avanzado, es decir del infanticidio). Los productores del film marcaron como objetivo esa cantidad, porque es el número previsto de secuestro de niños para su explotación sexual durante el año 2023 (siguiendo en curva ascendente). Le han sacado delantera a Indiana Jones, de Disney. El fenómeno social es increíble: una productora modestísima que ha necesitado ocho años para producir la película, titulada Sound of freedom (Sonido de libertad), ha dejado atrás a la poderosísima factoría Walt Disney.
Y digo que se trata de un auténtico milagro, porque
la mayor audacia en el crimen se da cuando se acomete lo increíble: el
exterminio de judíos en el Tercer Reich fue algo tan increíble que la inmensa
mayoría de los que lo vieron o lo intuyeron, decidieron hacerse los ignorantes
al respecto. Porque siendo esas cosas tan increíbles, se consideraron algo así
como exentos de responsabilidad, porque nadie se atrevería a exigirles que
creyesen lo increíble. Y gracias a esa complicidad universal de silencio, les
fue posible a las más retorcidas mentes del nazismo diseñar y llevar a la
práctica el holocausto. El silencio de la sociedad que asistió a esa barbarie
disfrutando de la coartada de que nadie les podía exigir que creyesen lo que
veían unos e intuían muchísimos más, ese silencio fue pieza fundamental para
hacer posible ese holocausto. Sin la complicidad del silencio, hubiera sido
imposible ese crimen monstruoso. Por no hablar exclusivamente de cosas lejanas,
recordemos el imprescindible y colaboracionista silencio de los obispos
respecto a los abusos sexuales del clero, para que éstos se multiplicaran sin
ser molestados por nadie.
Pues bien, igual que el nazismo necesitó a todo el
pueblo alemán anestesiado y distraído e incrédulo para llevar adelante sus
planes criminales, las fuerzas económicas que han montado el espeluznante
negocio del secuestro de niños (ey, que estamos hablando de millones de niños
desaparecidos cada año; que la demanda es horrible) para su explotación sexual;
esa nueva casta de criminales que han conseguido superar a los nazis en sus
horrores, necesita de forma perentoria la complicidad de nuestro silencio. Y
por supuesto, tienen a su favor al carácter de absolutamente increíble del
horroroso crimen que se denuncia. Y como es increíble, pasa en el imaginario
oficial al capítulo de las paranoias y conspiranoias. Y puesto que a la gente
nos incomoda sobremanera que nos tilden de paranoicos y conspiranoicos, cuando
suenan esas cosas las despachamos como increíbles, y nos quedamos tan anchos. Y
entretanto, el horror avanza a sus anchas con nuestro consentimiento, tal como
ocurrió en los campos de exterminio nazis.
Hace años que voy siguiendo noticias de este género,
siempre con el temor de que me estén colando cosas gordísimas que he de
resistirme a creerlas en defensa de mi razón, justamente por ser tan gordas y a
fin de cuentas, tan irracionales. Pero hay un hecho que ahí está a la vista de
todos, cuya veracidad nadie pone en cuestión, y es el estratosférico negocio de
la pornografía infantil (por lo visto, indispensable para hacer que funcione la
modernidad moral); un negocio que no puede funcionar sin la explotación sexual
de los niños que aparecen en esa pornografía que circula por las redes a raudales.
El más elemental sentido común nos lleva a comprender que toda pornografía,
incluida la infantil, está al servicio de un negocio más potente aún, como es
la explotación sexual.
Existiendo pues, la evidencia innegable de la
pornografía infantil, evidentemente al servicio de la explotación sexual
infantil; y existiendo además la evidencia (constatable en las estadísticas
oficiales) del secuestro de millones de niños cada año en todo el mundo
(milagros de la globalización), cuesta poco entender que sería incomprensible
que no hubiera una conexión entre ambos hechos. Por eso, cuando aparecen esas
informaciones “conspiranoicas” sobre imponentes negocios de explotación sexual
de niños, no se me ocurre tildarlas de paranoicas y descartarlas, sino que pongo
la máxima atención, no vaya a ser que esté colaborando con mi indiferencia y mi
silencio para que esos crímenes sean posibles. Pero el estudio sociológico ya
está hecho: la inmensísima mayoría de la gente prefiere no hacerse eco de esas
cosas horribles. Es el subconsciente que les empuja con fuerza hacia esa
ignorancia que les libera de toda responsabilidad.
Volviendo a Sound
of Freedom, sonido de libertad, su título me sugiere precisamente eso, que
está ahí para hacer ruido en el peor atentado contra la libertad humana, que es
la explotación sexual de los niños (algo que tan penosamente caracteriza a
nuestro tiempo). Un atentado que se está llevando con tanto sigilo como se
llevó el exterminio nazi en el Tercer Reich. Esos niños desaparecidos en el
peor infierno que pudo inventar el hombre, necesitan ese Sonido de Libertad.
Necesitan escuchar ahí fuera de su triste cautiverio el sonido de la libertad
que puede alcanzarles a ellos.
No nos damos cuenta de que compramos nuestra
ilusoria libertad pagando como peaje la esclavización sexual de nuestros hijos
(¡o de los hijos del vecino!). Y por lo visto, lo que cobramos por vender la
libertad sexual y vital de nuestros hijos, es la inmensísima libertad sexual
que se nos ofrece, con decenas y decenas de géneros posibles. Todo en el mismo
paquete. No podemos negar la genialidad de los diseñadores del enorme invento
de corrupción (cuya estación de término es la corrupción infantil ¡al servicio
de nuestra propia corrupción!: bien que lo sufre la Iglesia en sus carnes ya tan
descarnadas). Frente a estos inventores de atrocidades, los nazis eran unos
pobres diablos reprimidos.
De momento, parece que las campanas repican a
redención y libertad. Escuchaba ayer a un pastor protestante proclamando que el
bien es el bien, aunque lo haga un católico, tan cargado de males según la
perspectiva protestante. Y Sound of
Freedom, decía el pastor, es una buena obra que va mucho más allá de los intereses
religiosos de tal o cual confesión religiosa. Una buenísima obra, aunque sean
católicos sus autores. Católicos de los que lavan la cara de una Iglesia tan
desfigurada, que tiene como objeto capital su lucha bisinodal por acrecentar al
máximo las libertades sexuales de sus clérigos (y de paso, las de sus fieles).
Una Iglesia que exhibe con orgullo su cara más esperpéntica.
Pues sí, encima resulta que el protagonista de Sound of Freedom es el que hizo el papel
de Jesús en la Pasión de Mel Gibson (Y otra curiosidad: la distribuidora se
llama Ángel). Porque al pobre Eduardo Verástegui, productor de este Sonido de
Libertad, le dieron calabazas hasta 20 actores de Hollywood a los que quiso
embarcar en su aventura. He ahí un silencio espeso, espesísimo en torno al
odioso escándalo de la explotación sexual de millones de niños cada año. Un
silencio forjado a fuego y hierro. Es que ése es un tema intocable,
especialmente en Hollywood.
En fin, los católicos por la parte que nos toca, y
el resto de personas de buena voluntad y de recta conciencia, estamos de
enhorabuena. Nos está ocurriendo algo realmente grandioso: David (cuatro
mejicanos económicamente insignificantes, casi pordioseros) contra el
omnipotente Goliat. A nosotros sólo se nos pide que entendamos ese sonido y lo
repliquemos en la medida de nuestras posibilidades. Que dejemos de pensar que
eso no va con nosotros. Que sí, que sí, que eso nos está ocurriendo también a
nosotros.
Virtelius
Temerarius
Un artículo precioso a la vez que oportuno.
ResponderEliminarGracias.
Cierto, y además, parece que fue primero propiedad de la Fox, luego de Disney, que la guardó, luego debieron de pagar a Disney para tener los derechos de exhibición y explotación, a Eduardo Verástegui, productor de este Sonido de Libertad, le dieron calabazas hasta 20 actores de Hollywood, y a Mel Gibson le recordaron su pasado, pero no hubiera pasado si hubiera sido un progre como Ezra Miller, que hizo hace poco Flash, pues en 2022 se le arrestó 2 veces en Hawái: la primera, en marzo por cargos de alteración del orden público y acoso; y la segunda, en abril, por arrojarle una silla a una mujer, provocándole un corte en la frente; pero como es progre, es decir, que
ResponderEliminar"Se identifica como una persona transgénero, queer y de género no binario. Se ha descrito así: «La forma que elegiría para definirme a mí no sería como gay. Me he sentido atraído mayoritariamente por "ellas", pero he estado con muchas personas y estoy abierto al amor donde quiera que se encuentre. He tenido muchos amigos maravillosos de distintos géneros y sexos. Estoy muy enamorado de nadie en particular» (Wikipedia).
O sea, en Hollywood hay dos varas de medir, una de un dedo de largo si eres Mel Gibson, y otra de 800 pasos si eres el progre Ezra Miller... pues que les den...
Mucho mayor genocidio es el comunista, millones de abortos ordenados por el partido en China, millones de pequeños seres humanos enviados a Siberia a -70 grados, en Rusia. Millones de infantes que mueren de hambre en Cuba, Corea del Norte, Venezuela, Nicaragua....... y aun el comunismo es legal y esta en el gobierno en España- ¿Cuántos que se dicen católicos los votan?
ResponderEliminarGoyo
EliminarHijo de Dios, como todos los bautizados. Estoy totalmente de acuerdo con su manifestación. Hay que abrir los ojos y reflexionar sobre el partido que votamos. No hay ninguno totalmente de acuerdo con los principios que creemos los católicos. Pero hemos de votar el que, por su programa, está más cerca de nuestros ideales. María Auxiliadora, ilumínanos para que acertemos en nuestra elección.
El “exterminio” de los judíos es algo más que increíble, es imposible. No salen las cuentas. Si usted las ha hecho, muéstrelas. Si repite consignas, reflexione.
ResponderEliminarNegacionismo del Holocausto. Ya es lo último que me faltaba ver aquí.
EliminarUn millón de muertos durante la guerra incivil española para nada!!!
ResponderEliminarHabrá que ver esta película, si no la censuran en Cataluña. De momento en vísperas de nuevas elecciones espero que se haga una buena limpieza el domingo.
ResponderEliminarSr. Garrell, tranquilo, la PEONZA ARCOIRIS hará todo lo posible para censurarla!
EliminarRecomendada la película por Mel Gipson https://rpp.pe/famosos/celebridades/sound-of-freedom-mel-gibson-recomienda-ver-la-pelicula-sobre-trafico-de-ninos-video-noticia-1494801
ResponderEliminarVaya repugnante Mundo nos toca vivir!!!
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