La Glosa Dominical de Gérminans LE LLAMABAN TRINIDAD

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En la cocina, una joven madre estaba preparando la comida con la mente totalmente concentrada en lo que estaba haciendo: preparar patatas fritas. Estaba trabajando para cocinar un plato que a los niños les iba a gustar mucho: las patatas fritas eran su plato preferido. El niño más pequeño, cuatro años, había tenido una intensa jornada en el parvulario (escuela de educación infantil lo llaman ahora) y quería contar a la madre todo lo que había visto y hecho. La madre le respondía con monosílabos y balbuceos. El niño no paraba de asirse a la falda y tirar de ella diciendo
“Mamá”. Pero ella continuaba impertérrita pelando las patatas. Hasta que el niño agarró con fuerza la falda tirando con todas sus fuerzas. La mujer tuvo que inclinarse hacia su hijo. Él la cogió por la cabeza, la obligó a mirarle a los ojos y le dijo: ¡Mamá, escúchame con los ojos! Y es que todas las cosas importantes pasan a través de la mirada. Escuchar a alguien con los ojos significa decirle: “Tú eres importante para mí”.

Si la Ascensión es la presentación hecha por Jesús al Padre de su Esposa, la humanidad redimida, si Pentecostés es el regalo de bodas firmado por el Padre a su Esposa, la Iglesia naciente, la fiesta de la Santísima Trinidad es este juego de miradas entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Como decir: estudiemos la táctica para dar continuidad a este Amor. La razón profunda por la que hemos de vivir en la unidad no es para cuadrar mejor el balance siendo solidarios. No es una necesidad táctica, una razón de cálculo o conveniencia: la comunión en la Iglesia no puede ser reducida a una elección inteligente derivada de la consideración de que estar juntos, trabajar juntos, caminar juntos es más rentable desde el punto de vista práctico. La razón profunda es que la Iglesia es la imagen de la Santísima Trinidad. Aún más: es la extensión de aquella esencial comunidad divina que se prolonga en la partitura musical de la historia y en la crónica cotidiana. Es fantástico pensar que la Iglesia nace de lo alto, que ahonda sus raíces en la Trinidad.


Por esa razón el misterio principal de nuestra fe nos ha sido revelado por Jesucristo y no es fruto de nuestras disquisiciones ni tiene como meta  nuestras contemplaciones abstractas. Nos es regalado para concretarlo en la vida de cada día y en los senderos de la fatigosa cotidianidad.

La Trinidad es/son personas. No cifras. No códigos fiscales. No números de matrícula en nuestros monos de trabajo. Somos personas, no guijarros abandonados por Dios en la tierra y condenados a rodar sin destino. Son personas iguales. ¿Comprendemos de dónde brota la insistencia de la Iglesia cuando anuncia la igualdad? ¡Somos todos iguales! No hay hombres de primera y segunda clase. El misterio trinitario nos interpela cada vez que descubrimos señales de injustica en la crónica cotidiana. El misterio de la Trinidad imprime en cada hombre el sello de la igualdad con Dios. Son personas iguales y distintas. Cada hombre tiene su rostro y su historia, sus sueños y sus fatigas, sus aspiraciones y sus miedos. Es una identidad intransferible. Dios nos conoce por nuestro nombre, no por nuestras siglas. Nos llama a cada cual por nuestro nombre. Él no coloca nuestros rostros en los archivos, sino que los sustrae de la usura de las estaciones iluminándolos con su luz. Él no sepulta nuestros nombres en el Parque de la Memoria, sino que los evoca uno a uno en medio de la nada indistinta de las nebulosas y, pronunciándolos con la pasión del enamorado, los esculpe en las rocas de los collados eternos.

Cristo nos invita a anunciar el evangelio a todas las naciones bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Es un mandato para instruir en el Amor al mundo. Este es el rostro encantador de la Trinidad: un Padre que envía a su propio Hijo para salvar al mundo con su Amor, el Espíritu Santo. Reservándose el derecho a pedir ayuda a María, a Pedro,  a Pablo de Tarso, a Silas y a Bernabé, a ti y a mí. Porque la historia se convierte en interesante cuando mil rostros se cruzan entre ellos. Millones de rostros pero un único director: la Trinidad. En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. La Trinidad siempre presente en nuestras vidas. 

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8 comentarios

  1. Gracias


    En la Biblia está claramente identificada la Trinidad Divina y está concretamente en los Evangelios.

    El Padre Toro que tiene un gran amor por la Sagrada Escritura, encontró el pasaje debatiendo con un hermano protestante en la Primera Carta del Apóstol San Juan, capítulo 5, biblia reinavalera


    Es impresionante:
    Como puede haber tantas sectas cristianas que no vea N el misterio de la Santísima Trinidad?

    Juan 5:7
    Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno.


    Y luego remata con tres testigos en la tierra

    Tres son los que dan testimonio en la tierra; el Espíritu, el agua, y la sangre; y estos tres concuerdan en uno.
    Estos tres me recuerda la imagen de Cristo Misericordioso



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    1. Perdón , preciso este pasaje de las Sagradas Escritura que cita la Santísima Trinidad que es uno , esta en la primera carta del Apóstol San Juan , capítulo cinco , versículo siete

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  2. Benedicto XVI tiene una buena defensa de la humanidad, basándose en la relación de personas, esto lo denomina "relacionalidad".

    Pero Benedicto lo expone en sentido positivo así en su Encíclica Social y filosófica y teológica Cáritas I. veritatis , que se adelanta a la Agenda 2030, agenda que habla de Cáritas pero contra la Veritatis

    54. El tema del desarrollo coincide con el de la inclusión relacional de todas las personas y de todos los pueblos en la única comunidad de la familia humana, que se construye en la solidaridad sobre la base de los valores fundamentales de la justicia y la paz.


    Esta perspectiva se ve iluminada de manera decisiva por la relación entre las Personas de la Trinidad en la única Sustancia divina. "

    Las personas son relación, y si no se donan no pueden volver a recibir la libertad.


    Lo más grande que dice es que el globalismo nos puede poner en riesgo de negar esa relación verdadera para llevar aa humanidad por un sendero injusto.

    Ya que el ve la relación de la Santísima Trinidad como modelo de el matrimonio, la familia, las comunidades intermedias , las naciones.

    La relación de la Santísima Trinidad es de Amor y de Verdad, es transparente y les lleva a la Unidad. Es el modelo de relacion humana..somos hechos a su imagen y semejanza !

    Transcribo más adelante ese numeral 54 de de la Encíclica , porque es el New Age lo que inspira la agenda de despoblación o esclavitud en el sentido de negar la relación de las personas como criaturas que tienden a la unidad por la vía de la caridad y de la verdad,.El New Age engaña con doctrinas que niegan la relación de otro o con otro, alteridad, sino que nos dice que somos una sola cosa divina, panteísta, esto es como una religión induista se vuelve una ideología tiralitarista injusta y violenta al negar la verdad u el amor , consecuentemente, dignidad humana anteponiendo la del todo, del bio-planeta y este atropello nos lleva a perder nuestro señorío respecto a la Creación y nuestra distancia respecto al orden del Creador.




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  3. Se transcribe el numeral 54 Cáritas in Veritate, quizás veamos lo divino de la Santa Unidad de la Iglesia que viene a cuento porque desciende la Unidad de la Santísima Trinidad..

    54. El tema del desarrollo coincide con el de la inclusión relacional de todas las personas y de todos los pueblos en la única comunidad de la familia humana, que se construye en la solidaridad sobre la base de los valores fundamentales de la justicia y la paz.



    Esta perspectiva se ve iluminada de manera decisiva por la relación entre las Personas de la Trinidad en la única Sustancia divina.


    La Trinidad es absoluta unidad, en cuanto las tres Personas divinas son relacionalidad pura.


    La transparencia recíproca entre las Personas divinas es plena y el vínculo de una con otra total, porque constituyen una absoluta unidad y unicidad.


    Dios nos quiere también asociar a esa realidad de comunión: «para que sean uno, como nosotros somos uno» (Jn 17,22).


    La Iglesia es signo e instrumento de esta unidad[131].


    También las relaciones entre los hombres a lo largo de la historia se han beneficiado de la referencia a este Modelo divino. En particular, a la luz del misterio revelado de la Trinidad, se comprende que la verdadera apertura no significa dispersión centrífuga, sino compenetración profunda.


    Esto se manifiesta también en las experiencias humanas comunes del amor y de la verdad.


    Como el amor sacramental une a los esposos espiritualmente en «una sola carne» (Gn 2,24; Mt 19,5; Ef 5,31),

    y de dos que eran hace de ellos una unidad relacional y real, de manera análoga la verdad une los espíritus entre sí y los hace pensar al unísono, atrayéndolos y uniéndolos en ella.

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  4. BENEDICTO XVI

    ÁNGELUS

    Solemnidad de la Santísima Trinidad
    Domingo 7 de junio de 2009

     

    Queridos hermanos y hermanas:

    Después del tiempo pascual, que culmina en la fiesta de Pentecostés, la liturgia prevé estas tres solemnidades del Señor: hoy, la Santísima Trinidad; el jueves próximo, el Corpus Christi, que en muchos países, entre ellos Italia, se celebrará el domingo próximo; y, por último, el viernes sucesivo, la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. Cada una de estas celebraciones litúrgicas subraya una perspectiva desde la que se abarca todo el misterio de la fe cristiana; es decir, respectivamente, la realidad de Dios uno y trino, el sacramento de la Eucaristía y el centro divino-humano de la Persona de Cristo. En verdad, son aspectos del único misterio de salvación, que en cierto sentido resumen todo el itinerario de la revelación de Jesús, desde la encarnación, la muerte y la resurrección hasta la ascensión y el don del Espíritu Santo.

    Hoy contemplamos la Santísima Trinidad tal como nos la dio a conocer Jesús. Él nos reveló que Dios es amor "no en la unidad de una sola persona, sino en la trinidad de una sola sustancia" (Prefacio): es Creador y Padre misericordioso; es Hijo unigénito, eterna Sabiduría encarnada, muerto y resucitado por nosotros; y, por último, es Espíritu Santo, que lo mueve todo, el cosmos y la historia, hacia la plena recapitulación final. Tres Personas que son un solo Dios, porque el Padre es amor, el Hijo es amor y el Espíritu es amor. Dios es todo amor y sólo amor, amor purísimo, infinito y eterno. No vive en una espléndida soledad, sino que más bien es fuente inagotable de vida que se entrega y comunica incesantemente.

    Lo podemos intuir, en cierto modo, observando tanto el macro-universo —nuestra tierra, los planetas, las estrellas, las galaxias— como el micro-universo —las células, los átomos, las partículas elementales—.


    En todo lo que existe está grabado, en cierto sentido, el "nombre" de la Santísima Trinidad, porque todo el ser, hasta sus últimas partículas, es ser en relación, y así se trasluce el Dios-relación, se trasluce en última instancia el Amor creador.

    Todo proviene del amor, tiende al amor y se mueve impulsado por el amor, naturalmente con grados diversos de conciencia y libertad.

    "¡Señor, Dios nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra!" (Sal 8, 2), exclama el salmista.

    Hablando del "nombre", la Biblia indica a Dios mismo, su identidad más verdadera, identidad que resplandece en toda la creación, donde cada ser, por el mismo hecho de existir y por el "tejido" del que está hecho, hace referencia a un Principio trascendente, a la Vida eterna e infinita que se entrega; en una palabra, al Amor.

    "En él —dijo san Pablo en el Areópago de Atenas— vivimos, nos movemos y existimos" (Hch 17, 28).

    La prueba más fuerte de que hemos sido creados a imagen de la Trinidad es esta:

    sólo el amor nos hace felices, porque vivimos en relación, y vivimos para amar y ser amados.

    Utilizando una analogía sugerida por la biología, diríamos que el ser humano lleva en su "genoma" la huella profunda de la Trinidad, de Dios-Amor.

    La Virgen María, con su dócil humildad, se convirtió en esclava del Amor divino:

    aceptó la voluntad del Padre y concibió al Hijo por obra del Espíritu Santo.


    En ella el Omnipotente se construyó un templo digno de él, e hizo de ella el modelo y la imagen de la Iglesia, misterio y casa de comunión para todos los hombres.

    Que María, espejo de la Santísima Trinidad, nos ayude a crecer en la fe en el misterio trinitario.

    * * *

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  5. Salga de casa le ira bien solo vive para comentarios mas largos que la noticia

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    Respuestas
    1. A las 8.15 am estaba en casa unida a la Iglesia de Cristo
      A las 9.40 salía de casa a Misa con la Iglesia de Cristo celebrando la Santísima Trinidad

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  6. Dios es Amor

    Deus Caritas est

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