Hemos ido acumulando demasiados complejos, y eso ha hecho que nos recluyéramos en los templos e incluso en las sacristías. Hemos llegado a la situación de que se acepten en la calle con toda naturalidad el rabino judío o el imán musulmán con los atuendos que les distinguen, mientras miramos con sorpresa al cura, al fraile o a la monja luciendo el hábito que les corresponde, porque consideramos un atrevimiento que los católicos osen exhibirse en nuestras calles y plazas como tales.
Salir a la calle es señal de normalidad, o más propiamente de implantación y aceptación general, sobre todo en España, que ha vivido durante siglos en una atmósfera católica, con muy pocos elementos perturbadores de esa atmósfera universal y, por tanto, la única “normal”. Por eso, el primer paso que han dado los enemigos de la Iglesia para acabar con ella ha sido silenciarla y recluirla en los templos y si puede ser, en las sacristías. Con lo que hemos pasado de ser un país en el que la Iglesia, presidida por sus clérigos, tenía su presencia en la calle con toda normalidad, a una Iglesia en la que los clérigos se han recluido en sus recintos de seguridad, quedando los actos religiosos externos, bajo la dirección y responsabilidad de laicos: así la inmensa mayoría de las procesiones de Semana Santa, así los “rosarios de hombres” que se están abriendo camino hoy en toda la cristiandad.
Bástenos recordar los tiempos en que un entierro era un acto religioso que transitaba por la ciudad con su cortejo, presidido por el sacerdote; un ritual que ha cedido el lugar a los modernos entierros, que parecen más bien un servicio de transporte especial, sin el menor signo religioso, confundido con el resto de la circulación urbana.
Hace ya demasiadas décadas que los actos religiosos en la calle han quedado totalmente en manos de los laicos. Las antiguas procesiones patronales en todas las localidades, fueron presididas siempre por el sacerdote. Hoy, las pocas que quedan, son organizadas por los laicos y presididas, en algún caso, por la misma alcaldesa de la localidad. Y algunas procesiones que se celebran en Barcelona, por lo menos una de san José en marzo y otra de la Virgen en mayo, son organizadas sólo por laicos. Y atraen a miles de fieles.
A lo largo de esas mismas décadas, las procesiones “oficiales” organizadas por el cura, fueron languideciendo hasta desaparecer. Fueron tiempos en que los curas decidieron que no era bueno fomentar en los fieles esos actos de piedad extralitúrgicos. Esos curas entendieron que lo mejor era no hacerse tan visibles: se encerraron pues en los templos; y cuando salían a la calle, procuraban no ser identificados como curas. Y lo que vino a resultar es que los curas, antes tan visibles, optaron por sacarse de la vista, prefirieron esconderse.
Y así, sin saber ni cómo ni por qué, procesiones como la del Corpus (esa sí, con cura), que habían tenido una presencia ostentosa en nuestra sociedad, fueron desapareciendo. Y una vez más, nos encontramos con que los fieles se empeñaron en salir a la calle a pesar de que el cura se había encerrado en la iglesia. Es así como se ha mantenido la Patúm de Berga, que no es más que la parte folklórica de la procesión del Corpus, por obra y gracia de clérigos muchos más folkloristas que religiosos. Así es como se han seguido creando preciosas alfombras de flores en algunas ciudades y pueblos, aunque sea seguro que la mayoría de esas alfombras no serán pisadas por el sacerdote con el Santísimo bajo palio.
Y entretanto se produjo el tremendo descrédito de los curas, debido no sólo a los abusos de algunos de éstos, sino también a las campañas calumniosas sabiamente organizadas por los enemigos de la Iglesia. Hasta llegar al punto en que convirtieron en sinónimos cura y pederasta. ¡Cualquiera sale a la calle en estas condiciones identificado como cura! Pues sí, en tiempos así de turbulentos procuré mantenerme también en la calle identificado como cura, en las manifestaciones por la vida, cumpliendo mi ministerio y dando testimonio de mi fe. Decenas de veces me lanzaron a la cara, a voz en grito, la acusación de pederasta. Pero era justo y necesario resistir. Y con la gracia de Dios, resistí. Y no fui el único, gracias a Dios.
También esa presencia de la Iglesia en la calle se terminó, siendo el sentir común que, si bien coincidió ese final con las restricciones de la pandemia, la alta clerecía llevaba ya tiempo maniobrando por terminar con esa manifestación contra el aborto, iniciada siempre en el Hospital de San Pablo, en el que se practicaban también abortos -y esterilizaciones, la píldora del día después - pese a ser cotitular de ese hospital el Obispado de Barcelona.
Pero parece que el viento del Espíritu sopla con fuerza, y que la Iglesia se ha armado de coraje para volver a salir a la calle. En este momento está tomando impulso la iniciativa polaca del “rosario de hombres”. Hasta el momento, en España se han lanzado a esta experiencia las ciudades de Madrid, Sevilla, Toledo y Barcelona. El rosario de Barcelona, en la plaza san Jaime, fue dirigido por un fraile dominico, vestido con el hábito de la orden. Los participantes fueron varios centenares. La cosa empezó muy dignamente y con entusiasmo, augurando una buena continuidad. Dios lo quiera. Fuimos varios los sacerdotes que acudimos a la llamada.
Pero no es ésta la única señal de revitalización de la Iglesia en un momento en que lo más llamativo es la aparente decadencia y los problemas que la acompañan. Este año, el Corpus en Barcelona ha experimentado un especial resurgimiento, capitaneado, gracias a Dios, por la procesión de la Catedral, presidida por el cardenal Omella. Era evidente que los fieles tenían ansias de procesión. Era esperanzador ver el ánimo y la seguridad con que el clero de la Catedral salía a la calle a celebrar el misterio central del cristianismo.
Pero no fue sólo la procesión: esta gran celebración la inició el cardenal Omella en la basílica de la Sagrada Familia, con la vigilia a la que siguió la Adoración Nocturna. Se dieron cita esa noche todas las adoraciones perpetuas de la diócesis, juntándose más de 500 personas.
Evidentemente, algo está cambiando, está resurgiendo la presencia en las calles de la piedad popular. Este año hubo más procesiones del Corpus que antes de la pandemia, y todas ellas mucho más concurridas. Además de la procesión de la catedral, tuvo una especial relevancia la de la parroquia de san Gregorio Taumaturgo. Concurridísima, con una notable afluencia de gente joven y familias.
De singular mención es la procesión del Corpus en el barrio de Gracia, de donde llevaba ausente varias décadas. Aparte de la nutrida asistencia de fieles, la tónica general fue la actitud reverencial de la gente que la contemplaba. Quedó demostrado que la Iglesia puede salir a la calle sin que ello provoque escándalo. La tolerancia pues le alcanza también a la Iglesia, que se hace visible en aquellos bautizados que, como piedras vivas, con sus palabras y obras, edifican un templo consagrado a Dios, como ciudad puesta en lo alto del monte y luz sobre el candelero que alumbrará a todos: a los de dentro y, sobre todo, también a los de afuera.
Custodio Ballester Bielsa, Pbro.
www.sacerdotesporlavida.info
Si nos ponemos a montar procesiones del Corpus al estilo de la ciudad más moderna del mundo, Manhattan, ya lo tenemos solucionado. Puede encontrarse en video clicando a Google "Corpus procesión Manhattan".
ResponderEliminarGoyo
ResponderEliminarMn. Custodio, como de costumbre, ha estado Vd. bordado. Se puede manifestar su opinión, que comparto en su totalidad, más fuerte pero no más clara. Son los clérigos y sus superiores, los que deben dar un testimonio auténtico de su fe y manifestarse siempre y en todo lugar como tales. De esta manera los laicos les seguiremos y demostraremos que no estamos de acuerdo con la triste situación que vive nuestra querida IC. Si todos fueran tan valientes como Vd. y muchos otros, la situación sería otra muy distinta. No nos dejemos llevar por el mundo y el populismo. Seamos conscientes de que nuestra Fe es lo más importante que tenemos y la única que nos puede hacer felices y darnos la Paz que necesitamos. Que el Espíritu de nuestro Señor los ilumine y les dé la fuerza necesaria. También a nosotros que deseamos ser fieles seguidores del Evangelio.
s
Totalmente de acuerdo con el magnífico artículo del Mosén .
ResponderEliminarTenemos que aprovechar la debacle filocomunistoide del gobierno e ir a por todas
León XIII público en 1892 una epístola llamada Los Guardianes de la Fé, donde mencionaba la acción de la masonería política y del ambiente cultural y social de la época actuando en contra de la Iglesia Católica.
ResponderEliminarvatican.va/content/leo-xiii/it/encyclicals/documents/hf_l-xiii_enc_08121892_custodi-di-quella-fede.html
La situación de 1892 en Italia se puede trasladar actualmente a nuestros días de hoy y en nuestro lugar, tal como se resuelve en el artículo de Mn. Custodio, en lo referente a la desaparición de las procesiones católicas en las vías públicas, pero ahora por acción no de los masones sino de los mismos obispos y presbíteros de la Iglesia Católica.
Esta epístola debe ser puesta en contacto con los mensajes marianos de la Virgen de Fátima cuando dijo en 1917 aquello de los pecados que ofenden a Dios y le mueven al castigo si no hay conversión:
- Visteis el infierno a donde van las almas de los pobres pecadores; para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si se hace lo que os voy a decir, se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra pronto terminará. Pero si no dejaren de ofender a Dios, en el pontificado de Pío XI comenzará otra peor...
En este mensaje mariano están las ideas de pecado –blasfemias, ofensas–, de pena –guerra, enfermedad, hambre, infierno, persecuciones, martirio de los buenos, aniquilamiento de naciones– y de la sanción premial: la curación, el fin de la guerra… El reatus pœnæ se superara sólo si lo hace el reatus culpæ, porque la pena es el pretium de la culpa, como afirmó el Papa Pío XII, la recomposición metafísica del orden violado, el precio del desprecio.
...
Aquí hay unos párrafos donde se puede ver el paralelismo de 1892 con el 2022 en Cataluña:
De las ruinas religiosas a las sociales el camino es muy corto. No elevado ya a las esperanzas y a los amores celestiales, el corazón del hombre, capaz y necesitado de lo infinito, se lanza con ardor insaciable sobre los bienes de la tierra: y he aquí, necesaria, inevitablemente, una lucha perpetua de pasiones ávidas de gozar, de enriquecer, de surgir, y por lo tanto una gran e inagotable fuente de rencores, de desavenencias, de corrupción, de crímenes. En nuestra Italia ciertamente no faltaba la inquietud moral y social incluso antes de los acontecimientos actuales; pero qué doloroso espectáculo no nos ofrece nuestros días. En las familias, ese respeto amoroso que forma las armonías domésticas se ve muy afectado; la autoridad paterna es demasiado a menudo desconocida por los niños y los padres; las peleas son frecuentes, los divorcios no son raros. En las ciudades la discordia civil crece cada día, la cólera enconada entre los diversos órdenes de ciudadanía, el desenfreno de las nuevas generaciones que crecieron en el aura de la libertad incomprendida que ya no respetan nada ni arriba ni abajo, las incitaciones al vicio, los crímenes tempranos, los escándalos públicos. Finalmente, el orden social es generalmente socavado en sus fundamentos. En lugar de contentarse con el alto y nobilísimo oficio de reconocer, proteger, ayudar en su armoniosa universalidad los derechos divinos y humanos, casi se cree árbitro de ellos, y los desautoriza o los restringe a su antojo.
Libros y periódicos, escuelas y cátedras, clubes y teatros, monumentos y discursos políticos, fotografías y bellas artes, todo conspira para pervertir las mentes y corromper los corazones. Mientras tanto tiemblan los pueblos oprimidos y humillados; las sectas anarquistas están agitadas; las clases trabajadoras levantan la cabeza y se suman a las filas del socialismo, de la anarquía; los caracteres se debilitan, y muchas almas que ya no saben ni dignas de sufrir, ni viriles para redimirse de los sufrimientos, abandonan cobardemente su vida por el suicidio.
ResponderEliminarY para oponerse a la religión católica, ¡cuántas parcialidades y contradicciones! Monasterios y conventos cerrados; y se permite que las logias masónicas y las guaridas sectarias se multipliquen hasta su grado. Se proclamó el derecho de asociación: y se niega a las asociaciones religiosas la personalidad jurídica, de la que hacen uso y abuso las asociaciones de todos los colores. La libertad de cultos fue prohibida y mientras tanto las odiosas intolerancias y el hostigamiento están reservados precisamente a lo que es la religión de los italianos, ya los que por lo tanto se les debe asegurar el respeto y el patrocinio social. Para proteger la dignidad e independencia del Papa se hicieron grandes protestas y promesas; y veis de qué insultos se hace señal cada día Nuestra persona. Cualquier tipo de manifestación pública encuentra el campo libre; recién ahora a la una otras manifestaciones católicas están prohibidas o perturbadas. Se fomentan en el seno de la Iglesia cismas, apostasías, rebeliones contra los legítimos superiores; los votos religiosos y en particular la obediencia religiosa son reprochados como cosas contrarias a la libertad y la dignidad humana: y mientras tanto viven impunes congregaciones impías, que atan a sus seguidores con nefastos juramentos, y exigen también obediencia ciega y absoluta en el delito.
Grandes males en tan breve lapso de tiempo vio y padeció nuestra patria. La religión de nuestros padres se hizo signo de persecuciones de todo tipo, con el intento satánico de sustituir el cristianismo por el naturalismo, el culto de la fe por el culto a la razón, la moral llamada independiente de la moral católica, el progreso del espíritu que de la materia. A las santas máximas y leyes del Evangelio nos atrevimos a oponer leyes y máximas que pueden llamarse el código de la revolución, y una enseñanza atea y un realismo abyecto a la escuela, a la ciencia, a las artes cristianas. Habiendo invadido el templo del Señor, la mayor parte del patrimonio necesario para los santos ministerios se disipó con la desamortización de los bienes eclesiásticos, el número de ministros sagrados se redujo con el reclutamiento de clérigos más allá de los límites de la extrema necesidad. Sin embargo, si no se puede impedir la administración de los sacramentos, se hace todo lo posible para introducir y promover las bodas civiles y los funerales. Si la educación de los jóvenes y el gobierno de las instituciones de caridad aún no se han gestionado del todo de manos de la Iglesia, los esfuerzos perseverantes van siempre encaminados a asegurarlo todo, lo que equivale a borrar de todo la impronta cristiana. Si no se pudo sofocar la voz de la prensa católica, se hizo todo lo posible para desacreditarla y degradarla.
Sr. Garrell, tiene usted toda la razón. He visto el video que recomienda. Me ha impresionado, me ha emocionado. Ni siquiera han necesitado la colaboración de la policía para habilitarles la calle. Por la acera, con todos los impedimentos que esta ofrece: una muestra preciosa de humildad sin perder ni un ápice de dignidad. Tiene usted razón: "si nos ponemos a montar procesiones del Corpus al estilo de la ciudad más moderna del mundo, Manhattan, lo tenemos todo solucionado". Sí señor, todo muy bien solucionado.
ResponderEliminarSiguiendo ese estilo, no tenía que haber faltado la procesión del Corpus en ninguna parroquia de nuestra diócesis. Ni siquiera han necesitado exhibir una multitudinaria asistencia de fieles. Con los que eran, ya bastaba. Y la parada en un portal, con la bendición en plena calle, y las mujeres tirando pétalos al paso del Santísimo, y algún que otro coche parándose. ¡Qué preciosidad!
Está bien insistir, tanto como sea posible, por todos los medios posibles, que el aborto es un crimen de lesa Humanidad al asesinar sin motivo alguno a un ser humano portador y titular de derechos humanos, la persona gestacional, que es el mas necesitado, indefenso y vulnerable. Una civilización sólo es tal cuando se hace cargo de los más débiles la opción fundamental por el más desvalido, débil y necesitado de más amor y recursos del Estado. Es recordar a los corruptos partidos, intelectuales, periodistas y catolicos falsos su crimen de lesa Humanidad, decidiendo con iniquidad sobre la vida del diferente, del desigual y del más inferior.
ResponderEliminarEs recordar a los perversos poderosos que cometen un crimen de lesa Humanidad, que son responsables, imputables, culpables y además, moralmente ante la Historia, caerán en el oprobio vitalicio y universal más allá de su deceso: serán vistos con horror.
Mosén Custodio habla con conocimiento de causa, con experiencia personal que ha resistido la incomprensión de su mismo obispo. Es un ejemplo de no doblegarse, de entender en su radicalidad el "vosotros sois mis testigos", contra viento y marea. Porque emanan del corazón tienen tanta fuerza sus palabras. ¿Quién no se ha sentido interpelado por su ejemplo?
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