Mn. Josep Hortet Gausachs
Cuando en los antiguos tranvías – y luego en los autobuses- existía la figura del cobrador, era normal que, en los últimos viajes de la noche, este vocease con un ¡a retiro! mientras subían los pasajeros; lo cual no venía a significar otra cosa que el vehículo hacía el último servicio y podía ahorrarse alguna parada final del trayecto. Uno que era usuario de la línea 7 sabía que, al escuchar la voz de marras, tendría que apearse al otro lado de la Gran Vía, porque el autobús se iba directo a cochera, saltándose las dos últimas paradas. La expresión tuvo tanta fortuna que incluso se utilizaba como la típica entradilla en una conversación de ascensor. El a retiro del ascensor significaba que uno ya no salía más esa noche. Cenita y a la cama.
En el mundo sacerdotal, especialmente cuando se ostentan responsabilidades de párroco, uno tiene que irse a cochera a los 75 años. En pocos casos sucede actualmente. La falta de relevo vocacional demora el retiro hasta límites que van más allá de la octogésima. Cierto es también, al menos en esta diócesis barcelonesa, que una buena parroquia, con óptimas instalaciones, frena la tentación del retiro y le quita una complicación al obispo. Un cura que desea hacer uso de su derecho de jubilación, a la edad reglamentaria, supone un engorro para la curia. Una plaza por cubrir, un puzzle de designaciones, un rector que tendrá que llevar dos parroquias o más, otro número en la lista de espera en la residencia sacerdotal. Eso los que están bien de salud, porque, a esas edades, el que no tiene una diabetes padece del corazón, el que no puede con sus rodillas espera una prótesis de cadera y aquel otro se duerme mientras celebra.
Mn. Cales Sauró Calzada, párroco de la Bonanova
Barcelona cuenta actualmente con 26 párrocos con la edad de jubilación superada. De esos 26 párrocos hay 9 que nacieron en la década de 1930. El más veterano es Mn. Valentí Balaguer (1931) de la parroquia de los Desamparados de la Torrassa, sobre el que reprodujimos un artículo la semana pasada. Luego viene el claretiano Josep Sendra Ferré (1932) de la parroquia de Vallvidrera, Carles Sauró (1935) de la Bonanova, el salesiano Francesc Riu (1935) de la Basílica del Tibidabo y el comunista Catà Mitjans (1936) que sigue como rector in solidum de las parroquias de Pueblo Seco, bajo el manto del todopoderoso Cabot.
Después de ellos vendría Mn. Josep Hortet Gausachs, nacido en 1937, rector, desde hace más de 30 años, de las parroquias de Ntra. Sra. del Port y Sant Bartomeu del final de la Zona Franca y el barrio del Polvorín y sempiterno arcipreste del barrio de Sants. Barcelonés de la Sagrera, ordenado con dispensa antes de los 24 años, estudiante en Roma, párroco de Santa Engracia, consiliario diocesano de Acción Católica Obrera en los 70, de la JOBAC en los 80, vicario episcopal con Jubany, formador en el Seminario de los años 70 de la última generación de sacerdotes nacional-progresistas, conspirador contra el cardenal Carles y compañero de promoción y estudios en Roma con el cardenal Martínez Sistach. 60 años cumplidos de sacerdocio. Parecía que el retiro no le iba a llegar nunca y este año, con 85 cumplidos, viene anunciando su jubilación, como aquellos toreros que se retiran y deben ir despidiéndose de cada plaza. Se acabará una época y esperemos que se inicie otra más fructífera. Su última etapa ha visto languidecer la actividad pastoral de sus comunidades. Se necesita fermento nuevo, rector con ganas que aporte entusiasmo e ilusión.
P. Francesc Riu SDB, de la basílica del Tibidabo
Ignoro que pasará con los otros párrocos que aún superan en edad a Hortet. Me dicen que podría jubilarse también Mn. Balaguer, cerca de cumplir los 91. Del que me aseguran que no se halla previsto el retiro es de Mn. Sauró, pese a sus 87 años y más de una operación quirúrgica complicada en motor y carrocería. La parroquia (y el barrio) de la Bonanova suponen un aliciente más apetitoso que el geriátrico sacerdotal. Sauró lleva mejor los vaivenes del tiempo con el perfume de los barrios altos que con el hedor de lo vetusto. Suerte tiene. Del claretiano de Vallvidrera no sé nada. Del salesiano Riu en el Tibidabo solo hay que decir que se cargó la Adoración Perpetua que venía llevándose a cabo en el templo expiatorio desde el año 1966. Tamaña cacicada debería suponer su rápido envío al geriátrico salesiano de Martí Codolar, que goza de buenos jardines y es mucho más acogedor que la residencia de San José Oriol. Y en cuanto al ex comunista Catà, está en el pisito de Sant Salvador d’Horta, que ocupó durante muchos años el bueno de Mn. Foraster y no tiene intención de ir a cochera. Para lo poco que hace tampoco se cansa. Solo ir de una parroquia a otra de Pueblo Seco, según el cuadrante de Cabot. Y no equivocarse.
Oriolt
En mi diócesis, que no está precisamente sobrada de clero, se observa escrupulosamente la jubilación de los párrocos al cumplir los 75 años.
ResponderEliminarNo hay mucho deseo de ir al geriátrico diocesano pues no hay muy buen ambiente. El que puede, se va a su torre, masía, casa i hortet o su piso con los suyos. Además, estando en activo y gozando de casa parroquial, la libertad no tiene precio, cosa que se pierde en el geriátrico: es retroceder a párvulos. Tampoco no es que sea muy diver ver un lugar donde tus compañeros y tú váis a menos, ni es muy guay ver a nuestro n.s.b.a. Emeritvs Maximvs...
EliminarAl menos en Barcelona ciudad, con 100 años aún se es joven y libre, el horario ya está adaptado a la edad, el obispo te lo agradece, haces lo minimo, cura misaire, ves como pasan papas y obispos como palomas, hoy son y mañana no, y vas a su bola, por lo que el consejo es ajo y agua mientras todavía se pueda... Sólo se es viejo a los 120...
¿A qué diócesis pertenece el Sr. Hermenegildo?
EliminarEl trabajo de parroquia pesado deben hacerlo los laicos, el párroco por muy viejo que sea solo es imprescindible para presidir las misas, y si está muy atrotinado que no puede ni levantar los brazos para consagrar ahí estan los monaguillos para sostenerle los brazos estilo Moisés. Incluso para llevar la Comunión a los domicilios de los enfermos es un trabajo laical no hacen falta curas. Para pasar cuentas de los dineros de la parroquia estan los trabajadores de los bancos que van a misa y saben hacer esta faena de voluntarios. Nos tiene acostumbrados la Santa Iglesia en que todo lo hace el sacerdote, es el "mayordomo" de cada uno de los fieles y así no se construye una comunidad, para que sea COMUNIDAD hay que encargar a cada cristiano un trabajo específico.
ResponderEliminarY Ud., Sr.Silveri, su trabajo específico de criticón permanente. Su "mayordomía: decir medias verdades, que son las peores mentiras.
EliminarTienen gracia las "castellanizaciones" del autor. Lo de Pueblo Seco es tremendo.
ResponderEliminarEso es lo único que le interesa del artículo, la castellanización de un nombre????? Algo por otra parte muy habitual......los hay verdaderamente enfermos
Eliminar18/17, a mi em sembla que la malaltia rau en voler espanyolitzar-ho tot...
Eliminar¿Tremendo? Es lo más normal del mundo, ni siquiera es "castellanización", sino uso habitual. Más bien diría que quien tal cree tiene el cerebro muy tristemente lavado por el nacionalismo.
Eliminar¿Qué nacionalismo? ¿El castellanismo? La cultura de la diversidad, el mosaico variado, en la variedad esá el gusto, debería ser lo primario. No divaguemos en el pensamiento único.
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