El pobre Omella, gran personaje él, con toda la púrpura cardenalicia y episcopal-estatal encima, parece que va a tener muy difícil zafarse de la responsabilidad en la prohibición del culto abierto a los fieles, en cuyo auxilio acudieron las fuerzas del orden entrando en los templos manu militari y disolviendo la celebración de las misas como si se tratase de vulgares manifestaciones contra los decretos confinatorios del gobierno. Está claro que para Omella la preocupación por la salud pasa tan por encima del derecho constitucional a la libertad religiosa, que ni siquiera se tomó la molestia de estudiar la conciliación de ambos derechos-necesidades, como se ha hecho en los demás ámbitos de la vida. Ante el imperativo de la salud, el cardenal optó por el riesgo cero. No pudo hacer lo mismo el gobierno con otras necesidades y derechos de los ciudadanos. Es la división de poderes, que a pesar de todo funciona bastante bien en España. En las iglesias, manda la Iglesia, y lo hizo Omella ante el decreto de confinamiento, con la determinación que caracteriza a nuestro cardenal que, como el gobierno, primero decide y luego consulta: o se limita a informar de lo decidido, para obtener por esa vía el consenso.
Es el caso que en la cristiandad han sentado fatal dos cosas: la prohibición de las misas con la asistencia de los fieles, y el recurso a las fuerzas del orden, que han irrumpido en los templos con sus armas, para hacer cumplir esa prohibición. Son hechos innegables, constitutivos de delito contra el derecho constitucional de libertad religiosa. Anecdótico, sentencia Omella cuando se le pregunta al respecto. Tan anecdótico como cada uno de los crímenes del carácter que sean (violaciones, asesinatos, robos…), hasta convertirse en costumbre y finalmente en derecho (en este caso, derecho del gobierno a prohibir el culto, un derecho graciosamente concedido por el cardenal Presidente de la Conferencia Episcopal Española), si esos hechos anecdóticos quedan impunes, en especial cuando se renuncia expresamente a perseguirlos: como nos está ocurriendo tanto en el ámbito eclesiástico como en el civil.
Obviamente, el delito más grave es el del recurso a las fuerzas del orden para forzar el cumplimiento de la prohibición de la misa con asistencia de fieles durante el estado de confinamiento. Un delito contra la libertad religiosa que a muchos les ha puesto ante el recuerdo de la cruel persecución que sufrió la Iglesia en España durante la revolución marxista que incendió España hasta empujarla a la guerra civil. Desde entonces hasta el momento presente, no se habían vuelto a ver armados en las iglesias. Ni menos, claro está, para interrumpir el culto. Comparado con esto, lo de Rita Maestre fue un acto de piedad. A más de uno se le han puesto los pelos como escarpias: de ahí el recurso a los tribunales, necesario de toda necesidad, contra los autores de esos delitos.
Es genial la línea argumental de Abogados Cristianos. El delito objetivo, incuestionable porque ahí están las imágenes que han dado la vuelta al mundo, son las “interrupciones ilícitas de ceremonias religiosas que han tenido lugar durante la pandemia”. Por eso la acción judicial se dirigió en un principio contra Marlasca, ministro responsable de las fuerzas que irrumpieron en los templos. Pero he aquí que, sustentándose en el decreto de desconfinamiento, Abogados Cristianos ha ampliado esa misma acción judicial contra el presidente del Gobierno basándose en que “el anuncio realizado por el presidente del gobierno el pasado 28 de abril de que, a partir de la Fase 1 de desescalada, los lugares de culto podrán abrir limitando su aforo a un tercio, supone reconocer implícitamente que antes no podían abrir, algo que va en contra de la ley”. Y para afianzar la relación entre el delito técnicamente probado y la prohibición nunca explicitada por el gobierno, “es obvio -argumentan- que dicha afirmación (la del levantamiento de la prohibición) no obedece a un error involuntario, sino que con ello se trata de amparar las interrupciones ilícitas de ceremonias religiosas que han tenido lugar durante la pandemia, a sabiendas de que dichas celebraciones cumplían con las condiciones establecidas en el artículo 11 del Real Decreto por el que se declaraba el estado de alarma y, por tanto, ya se encontraban permitidas”. Y por supuesto que incorporarán al pliego de cargos, la nueva vulneración de la libertad religiosa en el decreto de ampliación del confinamiento, en cuyo artículo 9 prohíben expresamente el culto fuera de la iglesia.
Es decir que la clave para acusar al presidente del Gobierno está en que si no hubiese tenido intención de prohibir (tácitamente, porque explícitamente no se atrevió a hacerlo) el culto con asistencia de fieles, no se le hubiese ocurrido “levantar esa prohibición” en el decreto de desconfinamiento. Con eso quedan vinculados ambos delitos, de manera que hubiese sido imposible el segundo (la entrada de gente armada en la iglesia para impedir la celebración del culto) sin el primero: sin la prohibición de ese culto (violenta de facto, aunque sin sustentación explícita de jure). Porque sin esa prohibición previa, quien queda colgadísimo de la brocha, es el ministro del interior.
Pero claro, ahora viene cuando lo matan. Por todo resultar, resulta que las fuerzas del orden argumentan su actuación delictiva (y lo hicieron por escrito) basándose no en una prohibición del culto público en el Real Decreto del estado de alarma (prohibición que no existe), sino en la prohibición de ese culto público por el cardenal Omella, secundada por la mayoría de los obispos (no la totalidad), dada su ambigüedad (pero taxativa para su archidiócesis).
La prueba más fehaciente de que tal prohibición gubernamental no existe, es el gran funeral por las víctimas de la pandemia que celebró y retransmitió el obispo de Alcalá: con asistencia de fieles, obviamente, cumpliendo con exquisito rigor las medidas de seguridad sanitaria. El obispo Reig Pla tuvo la prudencia de no mostrar las imágenes de los fieles cuya voz muy nutrida se oye perfectamente en la transmisión; ni mostró las imágenes de la comunión, durante la cual los espectadores escuchamos música sacra mientras veíamos una estampa fija. Es obvio que el obispo (o su secretario, tanto da) advirtió y previno a las fuerzas del orden y del gobierno sobre la celebración de la misa en esas condiciones. Y se celebró, y no precisamente en secreto, porque fue precedida de profusa publicitación. Por supuesto que se celebró sin la menor intervención de las fuerzas del orden, porque no había ningún poder que legalmente pudiera prohibirla.
Pero muchos otros obispos, con el cardenal arzobispo Omella a la cabeza, prohibieron en sus respectivas jurisdicciones las misas con asistencia de fieles. Y como el obispo de Alcalá, hubo sacerdotes que supieron enfrentarse a esa prohibición eclesiástica (de muy dudosa juridicidad canónica) y previniendo a las policías locales con la ley en la mano, pudieron celebrar la misa con fieles durante todo el tiempo del confinamiento sin ser molestados por las fuerzas del orden ¡ni por su asustadizo obispo!
Es más que evidente que los abogados del Estado que defenderán al tándem Marlasca Sánchez, harán todo lo posible por revertir ese juicio, desviándolo contra el cardenal de Barcelona Presidente de la Conferencia Episcopal Española. En esa dirección apuntarán sus armas jurídicas. Se sustentarán, como ya lo hizo la policía, en la prohibición expresa del culto con fieles, emitida inequívocamente por el cardenal Omella. Hasta el punto de que por momentos, más parecerá que se está juzgando al cardenal (y, ¡oh bochorno!, a la propia Iglesia por atentar contra la libertad religiosa), que al presidente del Gobierno de España y a su ministro del Interior. Y claro, para que no se les escape el asunto de las manos, es imprescindible hacer gran exhibición de la complicidad (nunca mejor dicho) entre el poder civil y el eclesiástico. Arderán los teléfonos.
Y si en Italia existiese una organización análoga a nuestros “Abogados Cristianos” que persiguiese los abusos cometidos por el gobierno y por las fuerzas del orden contra la libertad religiosa, podría darse la paradoja de que los tribunales italianos sentenciasen que en todo caso el gobierno y las fuerzas del orden sustentaron su actuación contra la libertad religiosa, en el seguimiento de los criterios y de la actuación del papa, de la que es calco perfecto la de Omella. Quizá no pudieran acabar condenándole, por eso de no entrar en la jurisdicción de otro Estado (en este caso, del Estado Vaticano); pero sería de campanillas, y de una tremenda fuerza moral (desmoralizadora), la sentencia que hiciese recaer en el papa la responsabilidad de ese delito del gobierno italiano.
Por eso es bastante previsible que viendo el Estado Vaticano el incendio provocado en el Estado español nada menos que por el cardenal Omella, para más inri, presidente de la Conferencia Episcopal Española (la máxima autoridad del episcopado español y por tanto de la Iglesia en España, con el carácter oficioso de vicepapa); lo más probable es que el Vaticano haga los mayores esfuerzos por apagar ese incendio en España para evitar que le alcance al papa el fuego del infierno con el que recientemente bromeaba.
Virtelius Temerarius
¿Dónde se puede encontrar que la policía adujera orden de Omella para prohibir la misa?
ResponderEliminarQue yo sepa, el Papa en su diócesis de Roma no prohibió las misas. Ni conozco que la policía italiana lo impidiera.
En Roma firma el Cardenal Vicario en nombre del Papa, decreto de 8 de marzo.
EliminarEl cardenal Angelo de Donatis cerró las iglesias en Roma, parece que por su cuenta. Al día siguiente el Papa le obligó a rectificar.
EliminarLettera del cardinale De Donatis ai fedeli della diocesi di Roma
13 marzo 2020
http://www.diocesidiroma.it/lettera-del-cardinale-de-donatis-ai-fedeli-della-diocesi-di-roma/
Ya podía este cardenal, licenciado en teológía por la universidad de los jesuitas, aplicarse a sí mismo el confinamiento indefinido y retirarse a un monasterio, donde tendrá mucho sobre lo que reflexionar.
El 30 de marzo dijo que tenía el virus e ingresó en el Policlínico Gemelli. Como en ese hospital parece que han aplicado la medicina de siempre y no los nuevos protocolos anticientífcos -se puede ver en su web que contraponen a las barbaridades hechas en Lombardía- el día 11 de mayo salió curado. Como se sabe, hay virus y virus, algunos son más afortunados que otros.
"Con una decisione senza precedenti, consultato il nostro Vescovo Papa Francesco, abbiamo pubblicato ieri, 12 marzo, il decreto che fissa la chiusura per tre settimane delle nostre chiese.
EliminarNon ci ha spinto una paura irrazionale o, peggio, un pragmatismo privo di speranza evangelica, ma l’obbedienza alla volontà di Dio. Questa volontà si è manifestata attraverso la realtà del momento storico che stiamo vivendo. È l’obbedienza alla vita che è forse il modo più esigente con cui il Signore ci chiede di obbedirgli."
Pues no veo ninguna rectificación, ni que el Papa cambie nada.
La Policía no puede escudarse en la orden de Omella puesto que la Policía no depende de los Obispos, sino del Gobierno. No obedece a los Obispos, sino al Gobierno.
ResponderEliminarEl 16 de abril de 2020, el Sindicato Unificado de la Policía (SUP) emitió un comunicado defendiendo la interrupción de la Misa en una parroquia de Cádiz por parte de las fuerzas policiales durante el estado de alarma. Dice textualmente en el párrafo 3º: "Todos, cristianos, ateos, el resto de dogma y
Eliminarpensamientos, deberíamos tomar buena nota de lo que dijo el
Sr. Presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE),
el Cardenal Arzobispo de Barcelona D. Juan José OMELLA, el
cual ha recomendado que ante el aumento de la incidencia de
la crisis del coronavirus, se sigan las misas por
televisión o por radio, evitando las aglomeraciones por el
peligro de contagio."
Ahí está, amigo. Es el gran Omella el que da los argumentos a la Policía para violar los espacios sagrados...
Si des del Gobierno dicen que no se abran los lugares de pública concurréncia, aunque sea el lugar más sagrado del mundo no se debe acceder. Si el presidente de la Conferencia Episcopal Española notifica que de acuerdo a la ley y por prevención no se deben celebrar misas con presencia de gente pues las iglesias deben seguir cerradas hasta que haya nueva notificación. No pongan en boca de Omella cosas que no ha dicho. Os gusta meter el dedo en la llaga. Fariseos e hipócritas. Y ahora a ver si lo publicáis. Y vosotros os creéis cristianos? Hoy día sois como los mercaderes del templo, pero Jesús os sacaría de nuevo con el látigo de cuerdas.
EliminarHa sido una actuación vergonzosa de los obispos, verdaderas esterillas del gobierno Sánchez-Iglesias, sumisos, esclavos y sometidos, renunciando ilegítimamente a los sagrados derechos y libertades de la Iglesia y de los fieles, amparados por la libertad de culto sin coacción (art. 16 CE y art. 2.1.b LO 7/1980). Debían de haber solicitado amparo judicial, y proteger los derechos humanos de los fieles. De nuevo, otro conchabeo gobierno-obispos, en perjuicio de los derechos y libertades humanas.
ResponderEliminarEn mi opinión, la entrada de la policía en un templo, implica un rosario de delitos, que comprende a los policías de patrulla, su jefe policial y el delegado de gobierno hasta el ministro, si hubiere:
1. Delito de prevaricación, artículo 404 del Código Penal
2. Delito contra los sentimientos religiosos:
a) prohibición de culto (art. 522 CP)
b) interrupción de culto (art. 523 CP)
3. Delito de allanamiento morada (sin mandamiento judicial para entrar en el templo, art. 534 CP)
4. Delito de coacciones, impedir con coacciones la libertad de culto (art. 172)
5. Delito de odio contra la Iglesia Católica, si se pudieran demostrar una persecución sistemática (art. 510)
SIMONÍA
ResponderEliminarOiga, ¿no llamaban "simonía" a eso de traficar con bienes espirituales y en general con bienes de la Iglesia? La entrega nada simbólica de las llaves de la Iglesia al poder temporal (obviamente en un interesadísimo toma y daca), poniendo en sus manos (las del poder temporal) el derecho al culto religioso mediante arduas negociaciones de las que presume el interfector, no es asunto de menor cuantía. ¿Estamos volviendo a la Edad Media? Para lo malo, creo que sí.
El documentado artículo de hoy de Virtelius Temerarius pone los pelos de punta. La secularización avanza a marchas forzadas y la Iglesia, en lugar de actuar como muro de contención, contribuye a ello con su actuación desnortada. ¿Hay derecho a cerrar las iglesias y prohibir el culto público durante más de dos meses? Está claro que no, el poder civil no lo ha hecho pero sí, en el caso de España, la máxima jerarquía eclesiástica, el cardenal Omella a quien, según parece, lo único que le interesa es la salud física de los fieles. Está muy bien, pero ¿se preocupa igualmente de la salud espiritual, que es lo que a él le compete? De la salud física hay otras instancias que se preocupan y dictan las normas que hay que observar. ¿Es consciente de que hay fieles que llevan más de dos meses sin sacramentos? ¿Y el cumplimiento del precepto pascual? Mi párroco no se cansa de recordarlo pero ¿el cardenal lo ha recordado alguna vez? ¡Qué gran responsabilidad la de los mitrados que con su voto hicieron esta nefasta elección! ¡Que Dios los perdone! A mi, desde luego, no se me olvida.
ResponderEliminarRecuerdo, Virtellius, los años finales del decenio de los sesenta. Hubo muchos excesos clericales, sobre todo en Barcelona, como la famosa manifestación de las sotanas Vía Layetana abajo. La excusa era protestar contra la encarcelación del dirigente del PSUC Joaquim Boix. Recuerdo que en los años de plomo los sacerdotes vascongados escondían la smoking gun, la 9 milímetros parabellum con el percutor todavía caliente del crimen cometido, en sagrado. Recuerdo que en aquellos años adolescentes andaba un tanto desorientado. Por una parte, me sonaba vigorosa y valiente la voz de un obispo que defendía a sus sacerdotes más o menos exacerbados en su compromiso social y, por otra, la voz traicionera del prelado vasco que equiparaba la sangre derramada de los inocentes con la labor policial, la frase tremenda y canalla de la violencia venga de donde venga. En el primer caso, el obispo repetía la frase del salmo 105: no toquéis a mis ungidos, no hagáis mal a mis profetas. A la vieja usanza, tronaba con la Vulgata: Nolite tangere christos meos et in prophetis meis nolite malignari. Errado o no, me parecía encomiable esa postura de monseñor, porque indicaba que lo primero para él era el reino de Dios y sus ministros. De sus desvaríos ya se ocuparía él.
ResponderEliminarEn el segundo caso, el prelado rendía culto al pagano Aitor.
Por lo visto, a algunos les sigue temblando las piernas cuando se trata de defender el honor de Dios y claman exultantes ante ídolos de barro.
Totalmente de acuerdo con el Sr. Valderas Gallardo.
EliminarLo de los curatos vascos eran crimenes de Lesa humanidad.
Anónimos 4:17 y 4:49. ¿Han agotado todos los incumplimientos, los delitos?
ResponderEliminarSi Jesús hubiese usado la mismaa apología que Udes. ¿creen que existiría la Iglesia?
Existe el Estado de derecho, y que si hay un delito, éste debe de denunciarse, tal como dice la ley:
EliminarTienen obligación de denunciar, con posible sanción si no se hace:
- Todo aquel que presencie un delito público.
- Todos aquellos que por razón de su cargo, tuvieran noticias de un delito público.
- Los miembros de la policía judicial.
Tienen deber de denunciar los que, no estando comprendidos entre los anteriores, tuvieran conocimiento, por cualquier medio, de la perpetración de un delito. Únicamente con tener noticia es suficiente, no estando obligado a probar los hechos denunciados.
Cualquier persona tiene derecho y obligación a cursar una denuncia, aquí se incluyen a los menores de edad, aunque no estén obligados sí que tienen derecho a formularla (posteriormente se validará por el órgano correspondiente).
...
Los obispos españoles, además de prohibir las misas públicas, han prevaricado al no denunciar las interrupciones policiales de las misas.
Los obispos van a tener que responder de sus responsabilidades, y otra vez tenemos a los obispos como Rasputines y lacayos del poder político vigente.
La misa pública es lo supremo de la Iglesia, está presente Jesús-Eucaristía, y es un derecho humano básico y fundamental.
Los obispos españoles y catalanes, en su mayoría, nos han desprotegido a nosotros, los fieles, prohibiendo las misas públicas y no denunciando las arbitrariedades de la policía, y por ello, tienen plena culpabilidad, imputabilidad y responsabilidad.
Los obispos, como los malos pastores del evangelio, nos han abandonado.
Obispos malos.
Anónimo de las 10:40, Y para que nos sirven las Iglesias y Templos CERRADOS,a Usted quizas le da igual pero a mi NO, quiero y necesito cumplir mis OBLIGACIONES Y DEVOCIONES EN LAS IGLESIAS ABIERTAS,(naturalmente con las debidas medidas de seguridad y sanidad) y para su información estoy afiliado y cotizo con AOBOGADOS CRISTIANOS, Y LE SIGO INFORMANDO QUE SI PUDIERA ARIA LO MISMO CON EL CARDENAL OMELLA.
EliminarEn esto le doy la razón. No me gustan demandas y querellas. Pero tampoco existiría la Iglesia si Jesús hubiera huido despavarorido, como sus indignos sucesores de ahora, ante una Cruz que se le presentó, especialmente durante su Oración en el Huerto, mucho peor que la probabilidad y la mera hipótesis de morir de coronavirus.
EliminarCierto, salvador...
Eliminar"ARIA" aquí no es una "aria" musical, sino HARÍA del verbo HACER!
EliminarQue no hay corrector en este blog???
21/42: No deja usted pasar NI UNA,EH???
EliminarGoyo
ResponderEliminarRealmente es vergonzoso que en pleno siglo XXI se pueda prohibir, tanto por parte de los obispos como por el poder gubernamental, que un ciudadano no pueda practicar con libertad su Fe, siempre con el debido respeto hacia los no creyentes y manteniendo las normas dictadas por los distintos gobiernos. Cardenal Omella, cuide sus pastores que se mantienen fieles a la Buena Noticia. Mímelos, le van quedando muy pocos. A todos aquellos que se creen salvadores e inspirados, llámeles la atención, y si no cambian, enséñeles el camino a la puerta. Esta es la verdadera Misericordia hacia los implicados y hacia los feligreses que sufren la presente situación de desmadre. Sr. Cardenal le deseo que San Juan de Avila, patrono principal del clero secular español, le ilumine desde el Cielo a fin de que realice los cambios más adecuados y a tener una verdadera dedicación a las parroquias que le han sido encomendadas. Es lo que deseamos los no partidarios de los curas progres. Una diócesis que viva con intensidad y compromiso el Santo Evangelio. !Aleluya, Jesucristo está entre nosotros!.
En Polonia donde SI hay muchos Obispos, se duplicaron o triplicaron el numero diario de Misas como forma de reducir el aforo de las mismas, Aquí como solo hay Cardenalicos sonrientes y obispillos pues Iglesia cerradas y los fieles que VEAN la tele, que nosotros a dormir y pedir dinero para las Iglesias cerradas, pues gastan mucha electricidad y refrigeracion, verdad?
ResponderEliminarNingún cristiano puede poner la X en su IRPF para mantener a estos durmientes. Que dormir es gratis y no hace falta electricidad.
Esto si demos todo la ayuda monetaria, moral y de ORACIÓN a los verdaderos SACERDOTES que olvidados y ninguneados por sus jefes si han asistido física y ESPIRITUALMENTE a los fallecidos asisten a los moribundos, enfermos y familiares de los infectados como siempre había realizado la Iglesia cuando vivía de la Palabra de Cristo, no de la sopaboba del poder político.
No se puede dejar pasar ni una, porque nuestra historia nos demuestra desde 1808 que todo es una vuelta de tuerca hasta la solución final.
ResponderEliminarAmparado en el "laicismo", el "progresismo" o con cualquier cosa que nadie entienda están aprovechando cualquier excusa para descatolizar la sociedad.
Son supremacistas enfermos mentales con una fijación.
No es que haya gente que, por la razón que sea, piense que su religión laica nos conviene mejor (o, sería más exacto decir: "les conviene a ellos mejor") y la prediquen y misionen...
Y luego cada cual es libre de ver, comparar y si no encuentra otra mejor, compre.
Es que hay gente que, en cuanto llegan al poder, se empeñan en robarnos nuestra religión; con nuestra policía y con nuestros impuestos, a pesar de que sigue siendo la religión de la mayoría y de que la legitimidad electoral que tienen no es real (les han votado una minoría y ni siquiera la descatolizacion figura en su programa electoral)
Esta historia del coronavirus es una prueba y de aquí saldrán comportamientos, medidas y políticas del futuro.
De un futuro no muy lejano. Ya están hablando los científicos que en septiembre repetimos...
De modo que hay que dejar de hacer el canelo, como siempre; y exigir las responsabilidades penales, civiles y administrativas a que haya lugar. Caiga quien caiga.
Esta vez ha sido esto y mañana será algo peor.
La política y los impuestos son para otra cosa: que nosotros vivamos mejor; no para que nos persigan con nuestros mismos votos y nuestros mismos impuestos. La democracia es otra cosa.
La tolerancia, también para los católicos, nos beneficia a todos (también a los ateos, a los musulmanes, a los judíos, a los protestantes y a los masones). Y la tolerancia, especialmente la tolerancia de todos, se defiende y protege con la Ley de todos.
Olvida usted una cosa:
EliminarLos politicos, desde "1808", están persiguiendo la religión de la mayoría de la nacion; pero no sólo por puro odio supremacísta o para sacar tajada ("desamortizaciones", subvenciones): nos meten, con la escusa del laicismo, su religión laica por las narices y pagado por nosotros con nuestros impuestos:
En el siglo XIX era la religión masonica ("liberales") en el siglo XX era la religión marxista (socialista o comunista) y en el siglo XXI la religión "progresista"...
¡Cada vez peor!
¿Por qué los ilustrados y los corruptos politicos, que no nos representan, nos toman por idiotas?
Esta tomadura de pelo hay que pararla antes de que los supremacistas resentidos terminen con nosotros.
Aplicando la Ley de todos.
Estas cosas no pasan en Europa.