Sistach: secretismo, a pesar de twitter
Algunos comentaristas han dejado caer, ante mi artículo de la semana pasada, que el cardenal Martínez Sistach no estuvo enfermo de coronavirus, aunque fuese cierto que había estado ingresado en el Hospital Clínico casi dos semanas. La fuente de la noticia me llegó de la propia Residencia Sant Josep Oriol, justo cuando el arzobispo emérito fue trasladado al centro sanitario. No quise desvelarla hasta ver cómo evolucionaban los acontecimientos. Es cierto que desde el obispado se manifestaba que el cardenal no se hallaba afectado por la pandemia, pero en ningún momento se informaba sobre el motivo del ingreso hospitalario. Todo ello con la boca muy pequeña y sin jamás pedir oraciones por su pronto restablecimiento. Cuando fui informado de que había vuelto al centro de la calle Joan Güell y me confirmaron mis fuentes que sí había sido ingresado por la pandemia, pero que felizmente había dado negativo, me decidí a publicar el artículo. Fuimos los primeros en informar que había superado felizmente el coronavirus.
Esta confusión se podía haber evitado si desde el arzobispado se hubiese informado del verdadero alcance de la hospitalización del cardenal Martínez Sistach. Es evidente que, en estos tiempos en que los centros sanitarios se hallan dedicados casi en exclusiva al Covid-19, no se trataba de una operación de cataratas, sino de algo urgente. En Joan Güell hablaban de la pandemia y en el arzobispado hacían mutis por el foro. Además, cuando Sistach regresó a su actual residencia quedó encerrado en su habitación. Si había miedo al contagio, no debía venir de una operación de apendicitis.
En estos tiempos el secretismo no es sólo inútil sino contraproducente. Todo se acaba sabiendo y los tapabocas se han reducido a nuestras ya familiares mascarillas. Pero esos tapabocas son para prevenir infecciones, no para callar información. Además, está el twitter.
Nuestros obispos suelen tener cuenta de twitter, donde deponen de forma más o menos regular sus cerca de 280 caracteres. No tomen deposición por un término escatológico, pues como tal se denominan en el foro las intervenciones testificales, no en vano al testigo se le llama también deponente. El cardenal Martínez Sistach fue uno de los pioneros en entrar en esa red social y ha seguido participando en ella, una vez retirado. El problema es que las deposiciones dejan rastro y la cuenta del emérito nos deja rastro de su ausencia por motivos hospitalarios. No directamente de la enfermedad, pero sí de los días en que estuvo activo. Y su cuenta no lleva a engaño: estuvo inactiva desde el día 6 al 22 de abril. Más o menos los días en que estuvo hospitalizado por su misteriosa enfermedad.
El día 22 de abril volvió a efectuar un trino, pero ese trino quedó a medias: “Avui di”, nos decía el cardenal, según se puede ver en la captura que encabeza el artículo. Avui di, no decía nada. Lo más probable es que se quisiese decir Avui diada de Sant Jordi, aunque Sant Jordi fuese el día siguiente. Es lo más plausible. Pero el tweet se interrumpió allí. Se desconoce si porque el cardenal se equivocó de día o porque le dio un vahído mientras tuiteaba. Lo cierto es que, a la hora de escribir este artículo, esa es la última deposición tuitera del cardenal Sistach. Ni la pudo eliminar ni ha escrito ulteriores trinos.
Como dice mi gran amigo PacoPepe, verdadero crack de la información eclesial, hecha sin necesidad de deber ni una subvención ni un destino eclesial, toda esta confusión se habría evitado si las diócesis informasen del estado de salud de sus obispos, sean residenciales, eméritos o auxiliares. Especialmente, por la posibilidad de que sus diocesanos encomienden a Dios el pronto restablecimiento de su salud. Pero parece que, en estos tiempos de iglesias cerradas y órdenes y contraórdenes, las oraciones han pasado de moda, incluso para los profesionales del rezo. Se prefiere el twitter, pero el twitter deja rastro; para colmo alguno es prueba palmaria de una salud que no rige bien. De ahí el trinus interruptus. Bienvenidas las nuevas tecnologías que tanto nos ayudan en estos tiempos de reclusión mayor, pero no olvidemos las oraciones y no practiquemos un oscurantismo que solo lleva a la confusión.
Oriolt
Es como Kim Jong-Il:
ResponderEliminarAvui di, según los kimólogos, es un mensaje críptico enviado por el Sublime Báculo emérito a uno de estos dos verbos:
- Imperativo del verbo DECIR, o bien Pretérito Perfecto Simple de la primera persona del singular del verbo DAR.
En ambos casos, queda claro que "di" va sin acento. Los kimólogos se han decantado por una orden del nunca suficientemente amado Líder Supremo al momento presente: instante actual, o sea, hoy, debes de decir cuál es tu espíritu de los tiempos.
Esto es lo más lógico y natural: el Líder Supremo da órdenes al cosmos, y éste le obedece. Pronto esclareceremos cuáles son los signos de los tiempos.
"Pero parece que, en estos tiempos de iglesias cerradas y órdenes y contraórdenes, las oraciones han pasado de moda, incluso para los profesionales del rezo."
ResponderEliminar"Omella pide al Gobierno que vuelvan las misas públicas"
infovaticana.com/2020/04/27/omella-ha-pedido-al-gobierno-que-vuelvan-las-misas-publicas/
En la noticia, se dice que Mons. Omella dijo que “Estamos deseando volver a los templos y rezar juntos, escuchar juntos la Palabra de Dios y alabar juntos al Señor”, afirmó el purpurado en una descripción de la misa que encajaría mejor con las celebraciones protestantes. “Ojalá sea pronto”, confesó, “es vuestro deseo y el mío”. “Como obispo de esta diócesis y como presidente de la Conferencia Episcopal Española he hecho ya esta petición al Gobierno”.
Las misas públicas pueden hacerse desde el día 14 de marzo, y si no se hacen, es por única y exclusiva responsabilidad de los obispos, o sea, de Mons. Omella, y en el caso de la Semana Santa, del Papa Francisco. No hay más.
Existe el Real Decreto 463/2020, de 14 de marzo, por el que se declara el estado de alarma para la gestión de la situación de crisis sanitaria ocasionada por el COVID-19. Su artículo 11 es claro: las misas públicas sólo se limitan a la existencia de distanciamiento.
O sea, en un estado de alarma y excepción, sólo se pueden limitar, nunca suspender, estos derechos humanos:
1. La libertad de circulación del art. 19 Constitución española (CE), para ir de casa a a la iglesia y regresar, sólo o acompañado de asistente o familiar si eres anciano o discapacitado
2. La libertad de culto del art. 16 CE para:
a) tener abierta la iglesia
b) acceder a ella
c) permanecer en ella
d) poder asistir a misa
...
Mons. Omella dice que a pesar de que el art. 11 del Decreto 463/2020 de alarma, expresamente sí permite tanto la libertad de circulación para ir de casa a la iglesia (art. 19 CE) y el ejercicio de la libertad de culto (art. 16 CE) en su doble modalidad de asistencia a los lugares de culto (entrar en la iglesia abierta), como para asistir a las ceremonias religiosas (oír la misa pública), con la sola condición del distanciamento, afirma que el art. 7 del Decreto no menciona expresamente la libertad de circulación para ir de casa a la iglesia y regresar. Pero los apartados g) y h) del art. 7 sí lo permiten por analogía: se puede ir por causa de fuerza mayor, situación de necesidad o cualquier otra actividad de análoga naturaleza.
Además, el derecho de circulación (de casa a la iglesia) y a entrar en la iglesia para oír misa, lo ratifica la Ley Orgánica 4/1981, de 1 de junio, de los estados de alarma, excepción y sitio.
Así, el derecho a la libre circulación para ir a la iglesia (art. 19 CE) sólo puede ser limitado, nunca suspendido (LO 4/1981, art. 11, a), y 13, 2, a).
Por su parte, la libertad de culto para entrar en una iglesia abierta y oir misa (art. 16 CE) no puede ser suspendida ni por el estado de alarma o excepción (LO 4/1981, art. 13, 2 a, en relación con art. 55,1 CE): el estado de sitio es el único que podría suspender tanto la libertad de circulación (art. 19 CE) para ir de casa a la iglesia, como la libertad de culto (art. 16 CE) para ir a una iglesia abierta y oir misa (LO 4/1981, art. 32).
En consecuencia, Mons. Omella, usted ha dejado en manos de los párrocos si quieren o no abrir las iglesias, y de otro lado, ha ordenado que los fieles no participen en las misas públicas, violando así los derechos humanos de la libertad de culto del art. 16 CE: entrar en iglesias abiertas y oír misa.
Mons. Omella, la autoridad civil, en este caso el presidente Sánchez, está totalmente claro que sí permite la libre circulación de las personas para ir de casa a la iglesia y viceversa, pero usted es responsable tanto del cierre o limitación horarias de los templos, como de la suspensión de las misas públicas, juntamente con la participación jurídica emisiva y omisiva de Francisco:
ResponderEliminar1. Su Comunicado del 14 de marzo del 2020, suspende universalmente todas las misas fuera del período de Pascua: "Apartado 2. A causa de la situación totalmente excepcional que estamos viviendo, desde el día de hoy quedan SUSPENDIDAS todas las celebraciones públicas de la Eucaristía CON PARTICIPACIÓN DE FIELES, TAMBIÉN LA DOMINICAL."
2. Su Comunicado del 14 de marzo, deja el cierre o apertura, con horario normal o no, de las iglesias, al libre criterio de los párrocos:
"Apartado 5. ESTARÁ BIEN mantener las Iglesias abiertas en la medida de lo posible..."
3. Su Comunicado del 28 de marzo del 2020, Apéndice A, suspende por orden de Francisco todas las misas de Pascua:
"Parte Dispositiva, Siguiendo las indicaciones del decreto publicado por la Congregación para el Culto Divino... del día 25 de marzo... DISPONEMOS que en las celebraciones, que se realizarán SIN LA PARTICIPACIÓN DE FIELES..."
...
Además, en mi parecer, estos dos comunicados los promulgó ilegalmente, tanto de manera formal como material, pues no adoptó la forma de Decreto general ejecutorio del canon 31 CDC, en ejecución de los cánones 87.1 (dispensa de oír misa que redunde en bien espiritual de los fieles), 90 (dispensa con justa causa y razonable) y 1248.2 (imposibilidad de celebrar misas públicas), que son los que configuran el estado de excepcionalidad de la Iglesia en tiempos de crisis, y que forman parte de la Constitución o Lex Ecclesiae Fundamentalis de los fieles y consagrados.
Al no hacer el Decreto en debida forma, y de otro lado, al no cumplir materialmente con la ley, los dos comunicados no tienen efectos ejecutivos, ni compulsivos, ni obligatorios, y no son coercitivos.
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Ustedes los obispos y el Papa, tienen un grave problema, pues confunden obediencia jerárquica con obediencia legal, y no es lo mismo en absoluto. Los mandatos jurídicos de la Jerarquía son directamente desobedecibles y nulos de pleno derecho si no obedecen a la ley, es decir, a la Ley de Dios (Palabra, Tradición, Magisterio) y a la ley civil, y ésta a su vez sólo si no afecta a la Ley de Dios en una materia grave (aborto, eutanasia) que causa un grave perjuicio (matar al niño, enfermo o anciano inocentes).
La obediencia debida tiene el limite de la obediencia a la ley, y si un obispo pide, por ejemplo, hacer una misa en un rito inventado bajo pena de excomunión, no se obedece en absoluto y se denuncia. Así de fácil.
Y es que desde el mismo día 14 de marzo, fecha del estado de alarma, debía de haber hecho, como mínimo, a mi juicio, un equipo de curas voluntarios para oficiar misa en parroquias de referencia, sólo limitando la celebración a lo que ordena el art. 11 del Decreto: distanciamiento. Y en su caso, sólo suspender las misas públicas en las parroquias cuya jurisdicción territorial esté bajo confinamiento legal (Igualada), o bien existan altos índices de contagios.
Pero usted ha optado por la vía facilona, que es:
a) suspender universalmente todas las misas en las más de 200 parroquias diocesanas (Comunicado 14 marzo, apartado 2), por lo que ha suspendido ilegítimamente los derechos eucarísticos de los fieles, y
b) dejar a los párrocos libertad de decisión tanto sobre la apertura de iglesias, para que se abrieran en horario normal, extraordinario o restringido, como para que se cerraran definitiva o temporalmente (apartado 5), haciéndoles recaer sobre ellos, los párrocos, la imputabilidad de la responsabilidad de dicho cierre.
...
Lo que se debería de hacer, Mons. Omella, es levantar la suspensión de la participación de los fieles en las misas públicas.
Fino olfato el de Oriolt; no se le escapa una: ni siquiera esa sutilísima de "Avui di", el trino ahogado que nos manda la señal críptica de un cardenal que se nos pierde. Lo más cristiano es pedir oraciones por él, que las necesita.
ResponderEliminarayer pude hablar con el cardenal Sistach y estaba perfectamente, es cierto que esta confinado en su habitación y le suben la cominda, pero insisto en que no ha padecido coronavirus
ResponderEliminarEntre las reflexiones que despierta su texto, Oriolt, una es la relación entre el obispo y los fieles. Se llame Sistach o se llame Omella. Entre viajes a Roma, viajes a Madrid, comisión y comisión, presidencia de actos y firmas de gestión administrativa, la relación suele limitarse a una visita de cada parroquia una vez en la vida. Pienso a menudo que otro gallo cantaría a la Iglesia en Cataluña si los prelados hablaran más con fieles de toda condición y pensamiento. Se sorprendería de las oportunidades perdidas por dejarse orientar por una camarilla que, por lo común, le ha venido dada y que no osa cambiar. No se trata de sustituir, sino de integrar, de oír. Resulta torpe e insensato, en estos tiempos y en Cataluña, no escuchar opiniones relativas a la participación de la Iglesia en la pandemia,que no ha sido en las altas esferas sumamente modélica: desde la eutanasia activa aplaudida por Planellas con sus famosos criteris étics (impuestos por la Generalidad) hasta el abandono espiritual de los fieles o el menguado apoyo ofrecido por las instituciones dependientes de la Iglesia. La carta de la Tarraconense produce el mismo efecto que la recomendación final de la misa emitida por TV2 y Trece: la petición de dinero. La Tarraconense, los dineros de los colegios concertados. ¿Era eso lo más importante estos días, se preguntaban muchos fieles en las redes?
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con el Sr. Valderas Gallardo.
EliminarVaya especimen de PRIMAT tenemos. Recordemos también las BARBARIDADES que tenemos por LA IMPERIAL TARRACO,que lo envuelven como las sanguijuelad para VIVIR A CUERPO DE REY. Desgraciadamente, esta crisis sanitaria servirá para verles el plumero a estos vividores que de Católicos tienen lo que YO de astronauta. Que los mantenga TORRA AND COMPANY,YO NO.
Sr. OriolT, su escrito carece de rigor. Pensó que buscando una fuente de información tenía ya el conocimiento que le permitía escribir.
ResponderEliminar¿Sabe Ud que hay que hacer antes de escribir como lo hizo? Buscar diversas fuentes de información, a ser posible contradictorias, valorar el fundamento en que se basan...y muy finalmente publicar.
Así andamos.
No entiendo la repentina "preocupación" de GG por la salud de Sistach. Durante años le habeis denostado, burlado, criticado de manera inmisericorde todo lo que hacía, escribía o decía... Deseábais que estuviese jubilado, retirado y callado. Recuerdo un escrito burlesco de Prudentius, en que decíais que le llevaríais galletas Birba cuando estuviese jubilado... Esta hipocresía... ¿esta es vuestra moral?
ResponderEliminarSí, estimat, sí. Galetes Birba i una manteta. I bé que disfrutava tothom. D' arreu de totes les comarques del Principat i de la pèrfida Espanya.
EliminarEl Sr. Cardenal Lluís esta en su legitimo derecho de no comunicar su enfermedad. El derecho a la confidencialidad en la enfermedad. Y este debe ser respetado por el Hospital y por MCS del Arzobispado.
ResponderEliminarDentro de los Derechos y Deberes del paciente:
https://catsalut.gencat.cat/web/.content/minisite/catsalut/ciutadania/drets-deures/carta-drets-deures.pdf
Además de las Ley de la UE y la española de Protección de Datos.
Aquí quién ha fallado ha sido el "chismoso" de la Residència con personas externas a ella.
Mis oraciones para la pronta recuperación del Sr. Cardenal Lluís.
Quizás el cardenal Sistach ha tenido suerte y le han diagnosticado “positivo no concluyente”, como a la vicepresidenta Calvo con la que se fotografía Pietro Parolin para manifestar urbi et orbi su apoyo a este perverso gobierno. Con ese singular “positivo no concluyente” la cofotografiada con Parolin se fue al día siguiente a casa, y se libró, seguramente como Sistach, que le aplicaran los nuevos protocolos anti médicos, que dan ventilación forzada contraindicada, lo que provoca en muchos casos la letal tormenta de citoquinas, y los más de veinte medicamentos para otras enfermedades que “no recomienda” la Agencia del Medicamento pero aplican a los incautos pacientes, impidiendo a sus familiares que les vean y se preocupen y ocupen de ellos, en muchos casos con efectos contraindicados, como el Interferon, el exceso de hidroxicloroquina, etc, como ya confiesan.
ResponderEliminar“Positivo no concluyente” para todos -si quieren los de los nuevos protocolos que se apliquen exclusivamente para ellos lo de “síntomas compatibles con el coronavirus”. “Positivo no concluyente” para que a todos se les deje de aplicar contraindicadamente la ventilación forzada y los más de veinte medicamentos de otras enfermedades.
Que vuelva ya la medicina de siempre, con los médicos internistas de siempre, para los habituales síntomas de fiebre y tos. Que es la que cura. Los nuevos protocolos a la basura.
Que abran ya los hospitales para que los familiares de los pacientes ingresados puedan comprobar si les están aplicando ventilación forzada contraindicada y medicamentos para otras enfermedades, también contraindicados. Y, si quieren, salgan del hospital para ir a tratarse con su médico internista habitual para que les aplique la medicina habitual en casos de fiebre y tos, que es la que cura.
ResponderEliminarPero, si el cardenal tiene el coronavirus, ¿por qué ocultarlo?
ResponderEliminarAl contrario; precisamente por su doble condición de persona famosa y de cardenal su obligación es decirlo.
Es una manera de recordarnos que el riesgo mortal es cierto y que todos podemos sufrirlo.
Todos dependemos de la Providencia de Dios; también los cardenales y los Arzobispos.
Parece que el hombre se ha recuperado.
Pues enhorabuena y a dar gracias a Dios, porque no todos han salido bien de esta prueba.
Una de las razones por las cuales no tenemos conciencia del riesgo de está enfermedad y por las que no vamos a sacar las decisiones que deberíamos es porque, gracias a la censura interesada de Pedro Sánchez, aquí no muere nadie (son "estadísticas", como diría Stalin).
Al contrario de lo que ha hecho el Gobierno italiano, que sí que ha publicado toda la información.
Pues sí; todos, incluidos Sistach y Pedro Sánchez, podemos enfermar, morir y ser juzgados en el Tribunal de Dios por nuestras acciones y omisiones.
¡Qué sea el caso de Sistach el ejemplo y la oportunidad para ser agradecidos y rectificar de vida!