PRUEBA TÉCNICA SOBRE LO ALTO DE UN MONTE
Por un instante parece como si tirase su camuflaje de hombre. Ha cogido a tres: no los más santos, no los más loables y mucho menos los más mansos. Tres y no doce: ciertos cálculos del corazón permanecerán como elementos indescifrables hasta el final. Los coge y los conduce allá arriba, quizás era el monte Hermón, majestuoso y de belleza impresionante. Quizás el más humilde Tabor, de cresta más suave. Poco importa: sobre lo alto de un monte ellos, hombres de mar y llanura, cual sorpresa inesperada del Amigo. Quién sabe si los vio titubeantes en el umbral de aquella casa de Betania, quizás astuto descubrió en ellos aquel tono de incredulidad que les empañaba el corazón. Quizás aquel día Él se despertó y sintió la humana exigencia de mostrarse tal cual era de verdad: el Dios de las sorpresas, el Hombre de la Luz, el Sol de la Historia.
Fue una especie de ensayo técnico para los días venideros, aquellos tempestuosos y desconcertantes de la Pasión que serán anticipación y preludio de los amables y confidenciales de la Resurrección.
Fue una especie de ensayo técnico para los días venideros, aquellos tempestuosos y desconcertantes de la Pasión que serán anticipación y preludio de los amables y confidenciales de la Resurrección.
La Transfiguración es el ensayo técnico de la Resurrección: el deseo loco de Dios -que aquí aparece en toda su ordinaria cotidianidad- a ver si caída la “máscara” de hombre, aquella amistad resistirá. Si aquellos hombres acostumbrados a verle haciendo milagros y pasar los días, sabrán conservar la amistad también después, también en otro lugar, incluso en la Eternidad. En resumen: también Cristo advirtió la necesidad de ensayar la fiabilidad de su historia de amor con ellos. ¿Me amarán de verdad? ¿También como Dios? ¿Aguantarán? Pensamientos casi pueriles de un espíritu juvenil como siempre conservó el Nazareno. De esta manera en un abrir y cerrar de ojos, mientras se adormecían “su rostro brilló como el sol y sus vestidos se volvieron resplandecientes y blancos como la luz”. De tal manera que al volver a abrir los ojos se parecían a aquellos jóvenes que los domingos se levantan cuando el sol despunta por el tejado de casa. Tarde, pillados y acogidos por la luz, a mediodía.
Para Él fue un ensayo técnico, para ellos un flash. La foto que les recordará aquel mismo instante en el que contemplaron al Amigo con una profundidad inesperada, como si el ojo hubiera conseguido posar sobre la intimidad de aquel Hombre. Resisten: mañana trabajarán, pasado mañana huirán, pero esta mañana aguantan. La amistad resiste: por la alegría de Él, por la alegría de ellos. Que es alegría desmedida. Se aguantan de tal manera que en su corazón hay un solo deseo: el de quedarse allí para siempre. ¡Y a quién le importan los demás! Y sin embargo no puede ser ese un privilegio para los privilegiados. “¡Levantad, vamos!”Exhortación a modo de garantía. Y mutis hasta la Resurrección. Todo amor guarda celoso un secreto que se revela sólo entre amantes y una foto en el bolsillo: la Suya, bellísimo, luminoso, cegador. Y más aún: digno de confianza. Una foto que dentro de poco habrá que desempolvar: en el momento de Judas, en el Huerto de los Olivos, al pie del Gólgota, bajo la Cruz, en el silencio ensordecedor del Sábado Santo. Aquella foto: para no olvidar, para no sucumbir, para no echar a perder todo lo vivido con Él.
Si se hubieran quedado en lo alto del monte hubiera sido como hacer el juego al Enemigo: la tentación siempre es la de quedarse en los momentos felices, de ser desmemoriados en los lugares donde se alberga la tristeza. Él les impedirá quedarse allí arriba: hubiera acabado siendo como un privilegio de pocos. Injusto, derrochado, demasiado humano en los cálculos, los arrastró hasta la llanura - Él con ellos- entre tribulaciones y sufrimientos, entre cotidianidad y polvo, en los cruces de caminos. Allí donde les había encontrado para conducirlos hacia arriba. Todo como antes, excepto aquella confidencia impresa en sus corazones que les había procurado la certeza de que Dios no va de farol: es lo que dice. Luz, resplandor, sorpresa: Presencia digna de crédito. El ensayo técnico de Dios. La foto de los tres. La Transfiguración: Dios no miente.
Mn. Francesc M. Espinar Comas
Párroco del Fondo de Santa Coloma de Gramenet
Párroco del Fondo de Santa Coloma de Gramenet
Como usted bien dice, aquello fue como un ensayo. Un ensayo con el que se encontraron tan a gusto que no querían volver.
ResponderEliminarQuizá ninguno de los tres, en aquel momento, comprendiera lo que estaba ocurriendo; simplemente estaban muy a gusto viviendo como testigos la transfiguración del Señor.
Sin duda les habría de ser muy útil cuando fueran testigos igualmente de la dureza de lo que se avecinaba. Hará falta la llegada del Espíritu Santo para que lleguen a comprender toda su inmensidad.
Ojalá este mismo Espíritu Santo nos ilumine a cada uno de nosotros.
Gracias, Mossén Francesc.
Un aspecto del evangelio de Mateo me ha llamado siempre la atención: el texto claro sobre la filiación divina que nos explicita el misterio de la Trinidad. A diferencia de Moisés y Elías, que aparecen en la visión de los apóstoles, El es el Hijo amado, en el que tiene sus complacencias. Los apóstoles no parecen distinguir muy bien entre el Maestro y los otros dos prohombres de la Antigua Alianza. Pero la voz del Padre es taxativa. Tomarán buen cuenta cuando reciban el Espiritu. El Padre se nos revela a través del reconocimiento del Hijo. Los grandes místicos del siglo XX fueron místicos trinitarios.
ResponderEliminarMe pregunto: ¿ es qué allí arriba en el monte no era también el mismo mundo que abajo?... o es qué arriba estaban en Marte o en la Luna fuera de órbita?. Creo que siempre se ha manipulado este pasaje para polemizar sobre la actitud de los distintos caminos o formas de apostolado. Creo también que hay hombres qué estando "aquí abajo pisando el polvo de los caminos y entre la gente" están como, como si no estuvieran, son los que no son ni fríos ni calientes, son la sal que se ha vuelto sosa. Resumiendo: arriba del monte o bajo en la llanura lo que debe importarnos es el espíritu de la transfiguración,creo que debemos ser hombres y mujeres TRANSFORMADOS para así alumbrar como faros, aún estando encima de los montes como lámpara que alumbra.Esto es el espíritu de la transformación que Dios nos quiso revelar sin más polémicas.(a mi pobre entender)
ResponderEliminarLógicamente en mi comentario anterior he querido decir Transfiguración.Creo que he escrito transformación.Mis dispensas.
ResponderEliminarSenyor, Tu ho pots tot, però potser et costarà un xic que en Valderas es transfiguri, que deixi el seu orgull i agafi la senzillesa i humilitat, que deixi d´insultar i mostrar-se més senzill, que no vulgui tenir sempre la raó i que sàpiga apreciar les qualitats dels altres...
ResponderEliminarAy, hija mía, que cosas pides..! Mejor sería que dejáseis de leer sus comentarios y así evitaríais caer en la tentación del entretenimiento, que por muy culto, es puramente mundano.
EliminarYa les gustaría a ustedes tener la TALLA TEOLOGICA Y MORAL del Señor Valderas.
ResponderEliminarPor lo menos demuestra que es un Católico de verdad,no como algunos que solo creen en banderitas e himnos fracasados.