BED & BREAKFAST DE ZAQUEO: CRISTO YA HA RESERVADO
Seguramente se lo había dicho más de uno: “¡Zaqueo, cálmate un poco y corta el rollo!”Se lo habían cantado sus amigos, pocos y más interesados en su dinero que en su comportamiento. Si continúas así, antes o después, alguien de aquellos a los que estrangulas perderá la cabeza y te las hará pagar. Se lo habrían reprochado sus víctimas, tantas y tan exasperadas. ¡Nos quieres hundir, pero estate atento: antes te arruinamos nosotros y que después pase lo que tenga que pasar! A él, esta vez, se le ha metido entre ceja y ceja el ver a Jesús. Pone toda su buena voluntad: no se deja desanimar por los obstáculos y no se vendrá abajo hasta que concluya la empresa. Él, el recalcitrante tramposo de Jericó, esta vez desafía al ridículo con tal que pueda ver quién es ese Jesús. Como alguien que debe hacer la mudanza, se ha quitado el manto y lo cuelga al salir de casa. Zaqueo se despoja de la propia respetabilidad y la cuelga en las narices de la gente. Lo ha decidido: pasará de las bromas y de los chistes que harán sobre él. Todo por verle. Cara a cara: lástima que no se imagine el resto. Aquel hombre pasa y lo desenmascara, lo atrapa como hacen los sabuesos con la presa, lo saca fuera de la muchedumbre: ¡Baja de prisa! Lo saca del nido como un pájaro entre el ramaje: ¡Baja de prisa! ¿Deseas conocerlo? ¡Qué va! Esta vez aquel Caminante taciturno quiere más: “¡Hoy debo hospedarme en tu casa! Lo nunca visto antes: la urgencia de las cosas que hay que hacer lo antes posible. “Zaqueo, conviene que entre pronto en tu casa”. Te conviene a ti: Dios te está buscando. Dios te ha atrapado. No te lo pierdas; si no, estarás perdido. “Veloz, ábreme la puerta: conviene que yo entre en esa casa desordenada” Esta vez Cristo tiene prisa: también Dios tiene prisa. Sin embargo nos han enseñado que Dios es paciente: puede esperar años y años, incluso milenios. Por otra parte su calendario no coincide con el nuestro. Pero cuando ve que la salvación está madura, entonces tiene una prisa terrible, casi incómoda para el destinatario de aquella orden de busca y captura de parte del Cielo. Imposible esconderse más allá de un abrir y cerrar de ojos. Entonces baja; bueno, más bien se precipita desde el árbol.
Los dos marchan, entre el escándalo general de la muchedumbre: de vez en cuando Dios debería calmarse, sus provocaciones parecen ocasionar un disgusto generalizado. Por otra parte Zaqueo está estupefacto por lo que le está sucediendo: desde siempre la Escritura atestigua que podemos saber dónde hemos encontrado a Cristo, podemos incluso recordar la hora -las cuatro de la tarde de Juan y Andrés-; pero después del encuentro no se sabe bien dónde vamos a parar. La gente no comprende: tampoco esta vez la multitud de corazón endurecido y de fatigada imaginación entiende. Se escandaliza. Cuando no comprende, gritos de escándalo, también respecto a Cristo: “Todos murmuraban entre ellos y decían: se ha ido a alojar con un pecador”. Tienen razón: malditos tramposos, junto al daño el escarnio. Parece claro. Si se hubiese hospedado en mi casa hubiera sido mejor: una casa honrada, digna de acogerlo. Nos queda el hecho extraño y molesto: en casa de Zaqueo “ha venido la salvación”. La casa del jefe de agenciados de la aduana, probablemente un ladrón, se ha convertido en una iglesia. Y nosotros murmuramos en el exterior. En vez de quitarnos el sombrero y arrodillarnos.
“Y lo recibió lleno de alegría” |
Mn. Francesc M. Espinar i Comas
Párroco del Fondo de Santa Coloma de Gramenet
Mire Mn Francesc,yo cuando ud. habla de otras cosas, me quedo igual o incluso estoy en completo desacuerdo con su punto de vista. Pero cuando ud. comenta el Evangelio, siempre acabo llorando, me abre el corazón, me ensancha el alma y de repente me veo transportada al lugar de los hechos, como si estuviese pasando ahora.. Y sí, no hay tiempo para el Señor, el Espíritu actúa ahora. Gracias Mn. Francesc.
ResponderEliminarCuando cantamos Me has seducido Señor suelo pensar en esta pasaje evangélico. Seducido con tu mirada. Porque hubo sin duda mirada amorosa del Señor y mirada curiosa y asombrada de Zaqueo. Tras ese cruce de miradas, Zaqueo entendió perfectamente la llamada. La autoinvitación del Señor. Voy a tu casa. Porque siempre es el Señor el que viene. Me has hablado con tu mirada. Es imposible mirarte y no amarte.
ResponderEliminar¡Afortunado Zaqueo! Todos estamos como él antes de subirse al árbol: todos hemos oído hablar y nadie lo ha visto. En este sentido, estamos mucho peor que él, puesto que pudo verlo y nosotros necesitamos los ojos de la Fe. Sin embargo, la llamada y lo demás, son parecidos.
ResponderEliminarOjalá también lo sean los resultados.
Gracias, Mosén Francesc.