La religiosidad empieza en los difuntos

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Una lágrima se evapora, una flor sobre mi tumba se marchita, 
más una oración por mi alma la recoge Dios (San Agustín).

El problema que nos azota hoy con fuerza, no es la persecución directa del cristianismo, que también; sino la persecución de cualquier muestra de religiosidad. Y eso a pesar de que la historia nos ha mostrado hasta la saciedad, que las peores crisis se han padecido cuando las sociedades han renegado de lo sagrado y han atropellado sin miramientos la memoria de los difuntos. Recuerdo todavía el tiempo en que, entre los gitanos, el santo y seña para entrar en pelea encarnizada era el ¡me cago en tus muertos! Era el insulto más grave que se podía proferir en esa sociedad. Los muertos eran -y deberían ser- sagrados. Cuando uno decidía entrar en pelea, no tenía más que profanar la memoria de los muertos del rival. 

Pero esto ha cambiado incluso en esa sociedad tan conservadora. Hoy ha decaído de forma muy ostensible el culto a los muertos. Ni los velatorios, ni los entierros, ni los funerales, ni mucho menos los duelos, son ni sombra de lo que fueron. Y no digamos ya la asistencia religiosa al moribundo. En los hospitales está poco menos que prohibida. Es que se han hecho grandes esfuerzos por hacer la muerte lo más invisible posible. Y sí, efectivamente se le ha quitado la mayor parte de la visibilidad y el esplendor que tuvo. Es lo que tiene haber pasado de la vida, de la enfermedad y de la muerte en casa, a la institucionalización/industrialización de esas vicisitudes. Recursos técnicos, los que queramos; pero la calidad y la calidez humana, tremendamente mermadas.

Y es preocupante asistir a la decadencia de los ritos funerarios y de todo lo que se asocia a la conservación de la memoria de los muertos (ahora vamos servidos con un minutillo de silencio); porque es un síntoma evidente de la pérdida de religiosidad, sin importar de qué religión se trate. Es que como molesta tanto la muerte sobrevenida (la provocada es otra cosa, es un triunfo ideológico), lo que hacemos es ocultar también el muerto (en los tanatorios, es decir los hoteles para muertos, por sacarlos de casa lo antes posible). No hay nada que se parezca a los antiguos velatorios. Y ya para rematar, la incineración, tan lejos del original sentido religioso cristiano. Son razones meramente utilitarias -precio y comodidad-, las que han acabado generalizándola.


Hemos olvidado que el culto a los difuntos tiene todo que ver con la pretensión y la esperanza, ¡tan humanas!, de la inmortalidad. En la celebración de la inmortalidad de nuestros difuntos, afianzamos la nuestra. Por eso es tan importante mantener los ritos fúnebres, porque en ellos se celebra la inmortalidad a pesar de la muerte. Y esto no es exclusivo del cristianismo, que lo heredó a su vez del judaísmo, sino que es obsesión de toda la humanidad desde hace milenios: una creencia totalmente ligada a la aparición de los enterramientos. Éstos son inseparables de la esperanza en la inmortalidad, sin que ésta disminuya el duelo ni un ápice. Es la esperanza en la inmortalidad la que sostiene los ritos funerarios de todas las culturas y religiones. Por eso, cuando decae la esperanza en la vida del más allá, decae el culto a los difuntos: el más antiguo y universal de la humanidad.

El culto a los difuntos es un inmenso tesoro de la humanidad y de la civilización, tenga el formato que tenga. ¿Que se ha materializado y banalizado tremendamente con las celebraciones del Halloween o con cualesquiera otras? No deja de ser un mal menor. Lo importante es que se mantenga el culto a los difuntos incluso al margen de motivaciones religiosas. Y entretanto, a esperar la vuelta de esos tiempos en que Todos los Santos y el Día de Difuntos era una fecha importante en el calendario, porque en esos días se rendía tributo y recuerdo a los difuntos de la familia. Y se hacía con notable solemnidad religiosa. El eje de esa solemnidad eran los sufragios por sus almas y la ornamentación de sus sepulturas.

No podemos despilfarrar ese tesoro profanando las tumbas y la memoria de nuestros difuntos. Bien sabemos que cuando por la construcción de un pantano había que inundar un pueblo, lo primero que se construía en el nuevo emplazamiento era el cementerio, al que se trasladaban solemnemente los restos de los difuntos. Era el cimiento de la nueva edificación. Y por supuesto, bajo la custodia de la Iglesia. Y digo “bajo la custodia” y no “bajo la autoridad” de la Iglesia; porque el “derecho funerario” (llamémoslo así) no ha venido de la mano de la democracia, porque no es una institución civil, ni de la mano de la Iglesia, porque es muy anterior a ésta; sino que viene íntimamente ligado a la misma humanidad. La mayoría de antropólogos e historiadores están de acuerdo en que fue el culto a los muertos lo que construyó definitivamente la hominización. 

Hoy, en esta lamentable ola de descreimiento, hemos visto de todo; incluso cómo la Iglesia (el cura de la localidad) le ha vendido el solar ya muy valioso del cementerio al Ayuntamiento, con un traslado chapucero y sin ceremonia religiosa alguna, al nuevo emplazamiento propiedad también del Ayuntamiento para más inri. Sí, sí, igual que se han vendido valiosísimas obras de arte, se han vendido los solares valiosísimos de los cementerios antiguos. Por eso nadie mueve un dedo cuando los poderes políticos y económicos deciden trasladar cadáveres pasando por alto la sensibilidad y los derechos religiosos de la familia: infinitamente anteriores a la aparición de los Estados y de las leyes. Por desgracia, se está llevando mucho esta forma de hacer.

Y ya, por si le faltaba algo a la guinda, la propia Iglesia ha descuidado de tal manera los servicios religiosos funerarios, que con harta frecuencia están encomendados a diáconos e incluso a monjas. Olvidando la importantísima pastoral de la esperanza en la vida eterna, cuyos destinatarios son los familiares del difunto en el acto religioso que se le dedica antes de sepultarlo. No es poco que la Iglesia aproveche los entierros y la fiesta de los difuntos para reanimar la fe en la vida eterna como la mejor brújula de nuestra vida. Así lo creyeron nuestros más remotos antepasados (los auténticos fundadores de la civilización) hace bastantes miles de años.  Dales, señor el descanso eterno. Brille para ellos la luz perpetua. Que las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descanse en paz.   

Custodio Ballester Bielsa, pbro.
www.sacerdotesporlavida.info       

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15 comentarios

  1. La Iglesia católica ha decidido suicidarse y lo está haciendo a conciencia.

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    1. Sí, pero con la esperanza de la Resurrección, a ver si Resurge la Verdadera Iglesia de Cristo!!

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  2. Siempre me emocionó la concentración del sacerdote que, al pasar por la puerta del cementerio, cortaba la conversación y rezaba: De profundis clamavi ad te, Domine; Domine, exaudi vocem meam. A mí me impresionaba cuando llegaba al versículo Si iniquitates observaveris, Domine, Domine quis sustinebit? Es el memento mori. Una verdad como un templo que el vulgo traduce por el miedo guarda la viña. A menudo olvidamos la justicia de Dios entre tanta misericordia de baratillo.

    Los cementerios, padre Custodio, se están quedando pequeños. No ceden suelo para inhumaciones en las ciudades.La cremación parece inevitable en esas circunstancias. Una solución que me parece digna es la instalación de columbarios en las iglesias. Es un lugar óptimo para rezar por los difuntos.

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  3. Excelente pieza de pensamiento del P. Custodio Ballester Bielsa.

    Esta falta de preocupación por las exequias, los difuntos y los sepelios, los sepulturas y cementerios, no es más que el viejo retorno del materialismo y la picaresca del Siglo de Oro entre los curas, muertos de hambre haciendo el "ridícul" , y que el bisabuelo ya lo decía:

    - El muerto al hoyo y el vivo al bollo

    - El mort al clot, el viu a rebost

    También demuestra la herejía del descreimiento en la Iglesia Purgante y el Infierno.

    En cambio, qué gran deseo de remover fosas interesadamente seleccionadas por el ateo Sánchez del PSOE.

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    1. Sanchez no es ATEO, es SATÁNICO- MASÓNICO - PROFANADOR DE CADAVERES no confundamos!

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  4. Es una cuestión de Fe. Si no se cree en la trascendencia, toda manifestación que tenga que ver con ella es cosa vana.
    Estamos viviendo el otoño de nuestra civilización y usted acaba de constatar un ejemplo más. Casos tenemos a la vista. Dios quiera que el invierno no nos coja desprevenidos.
    Gracias, Mosén Francesc, por reflexionar sobre un tema tan importante.

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    1. Perdóneme la " intromisión " Sr-a ACM, es Mosén Custodio , no mosén Francesc.

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    2. Gracias, Mosén Custodio,......
      El automatismo me ha introducido el error.

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  5. Todavía recuerdo a un Vicario Episcopal proclamarlo: “No enseñaremos el Credo, vamos a curar heridas”, la inmanente “civilización del amor”, el cielo en la tierra. Liberación feminista y ecofeminista porque la tierra o Pachamama, es la mujer madre. Crecimiento negativo (negative growth), de ahí lo ecológico y por ello la agenda 21, manifiesto comunista. Francisco llama a “no ser extractivistas”, y los Cardenales de Madrid y Barcelona también. Como todas las revoluciones, dos pasitos adelante, uno para atrás. La ideología de la internacional socialista destilada por la ONU ha infiltrado el mismo templo de Dios, el “rostro amazónico “. Su pecado original fue pensar en términos de yo y mio. Ese pecado se llama propiedad, por ello destrucción de la familia, LGTBI, ideología género, dictadura feminista, reducción paulatina de la propiedad privada. Las oligarquías cada vez serán más ricas y poderosas. En esta inmanencia, el culto a los muertos ya no interesa porque llama a una trascendencia. Pero el poder siguiendo directrices, usan a los muertos, para reafirmar una “memoria histórica”, o sea las razones comunistas o anticristianas. Y la Iglesia acompañando en ese camino de inmanencia, pero despistando, dos pasitos palante, uno patrás.

    Para mí es una crítica muy dolorosa. ¡Que el Señor nos ayude a caminar por la senda de la santidad de la que nadie está inmunizado!

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    1. Ser "ecológicos" es una necesidad, no un capricho. La Tierra no tiene recursos ilimitados. Si queremos preservar la vida en el planeta --incluida la humana, somos provida, no?-- tenemos que ponernos las pilas en ese tema.

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    2. Es una falsa ecología cuyos promotores buscan controlar a la sociedad con el pretexto de salvar el medio ambiente. Fuera ideología. Hay mucha información científica al respecto.

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    3. Disculpe, sra. Laura, yo me refiero a la ecología sin más, sin ninguna ideología. Creo que por ejemplo es de sentido común que no podemos seguir echando basura al mar...

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  6. I ara hi ha el rumor de que les exèquies les celebraran laics. Espero que sa Eminència no caigui en un error tan garrafal...

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    1. Lo que usted dice es imposible, no doy ninguna credibilidad a esos rumores. El Plan Pastoral vigente habla expresamente de la celebración de las exequias como "oportunidad para anunciar el Evangelio de la esperanza cristiana". Sería absurdo prescindir en las exequias de los ministros ordenados. Esa es la parte del Plan Pastoral más acertada, al menos bastante más acertada que la que, refiriéndose a la cohesión social "ante la delicada situación sociopolítica que estamos viviendo" dice que hay que tener en cuenta las iniciativas que impulse Justicia Y Paz; Justicia y Paz se ha adherido al rechazo a la sentencia del proceso, colaborando así al parecer, en la cohesión social y la concordia, manda huevos...Tal vez quien metió en el Plan Pastoral ese inciso expreso sobre Justicia y Paz fue el mismo estúpido al que se le puede haber ocurrido la peregrina idea de confiar las exequias a los laicos.

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  7. Sra. Laura, le ruego encarecidamente que diga el nombre de semejante heresiarca, no por cotilleo, solo para saber de quién nos podemos fiar.

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