Como colofón de los artículos dedicados en estas últimas semanas a las cuestiones que tienen que ver con el desarrollo del ministerio sacerdotal exequial, especialmente en los Tanatorios, quisiera dedicar este último artículo a los más recientes signos de secularización. Los sacerdotes que atendemos este ministerio lo tenemos muy difícil para capear esas tendencias de secularización de los ritos funerarios y encajar en ellas nuestro apostolado. Son cada vez más los casos en los que el sacerdote se siente fuera de lugar en esos escenarios tan alejados de los ritos exequiales de la Iglesia. Mi examen parte obviamente de un particularismo muy concreto: la experiencia vivida durante 23 años en el Tanatorio de Santa Coloma de Gramenet, de propiedad municipal y concesión administrativa a empresa privada. Pero intuyo que estas tendencias son comunes a muchos otros tanatorios y lugares de España. Aunque quizás no a todos. Realmente lo ignoro.
La primera cuestión es aquella que tiene que ver con el aumento de las incineraciones en detrimento de las inhumaciones. Al parecer y según he oído comentar, existe en muchos lugares una voluntad de las administraciones públicas de no conceder licencia de obras para ampliaciones de los recintos de nichos y tumbas en los cementerios. No es el caso del Cementerio de Santa Coloma de Gramenet donde hubo una gran ampliación en 2008, la llamada Corona Superior, acompañada de una significativa novedad: la colocación de placas solares para el fomento del uso de energías renovables encima de los bloques de nichos. Desconozco pues la situación en otros municipios de Cataluña y de España. Sin embargo hemos de constatar el significativo aumento y generalización de las incineraciones. En el desarrollo de nuestro ministerio, los sacerdotes por una parte nos vemos obligados, a tenor del Código de Derecho Canónico de 1983, a declarar cuando se nos pregunta que la Iglesia actualmente no prohíbe la incineración de los restos mortales; y por otra parte a aconsejar, siguiendo la tradición más que multisecular de la Iglesia, que la inhumación es el modo más piadoso y correcto de dar reposo a los restos mortales de los fieles. Pero como son los familiares los que determinan su voluntad al contratar el servicio funerario, al final no podemos influir en una decisión ya tomada. Y eso a pesar de predicarlo desde el altar, cosa que por supuesto hago de vez en cuando. Una vez nos encontramos con cada servicio con incineración, lo único que nos queda es aconsejar un piadoso y cristiano trato a las urnas con las cenizas, reprobando con un cierto énfasis la costumbre de conservarlas en casa, o de esparcirlas en bosques, mares u otros lugares no apropiados. La construcción de columbarios y cinerarios en los cementerios, como en el de mi ciudad, y un espacio ajardinado en el interior del camposanto para ese uso particular, atenúa la reprobable costumbre anterior. Pero parece ésta, una batalla perdida.
La segunda cuestión con la que hay que lidiar es la progresiva introducción de un servicio de músicos (tercetos y cuartetos) para las celebraciones. Es un servicio muchas veces incluido en las pólizas de seguros u ofrecido en el momento de la contratación del servicio. No habría nada que objetar en principio si no fuese porque las piezas musicales ofrecidas son profanas en su inmensa mayoría. A excepción de las muy presentes “Avemarias” de Schubert o Gounod, todas las demás piezas son profanas: Concierto de Aranjuez, Imagine de los Beatles, Canon de Pachelbel, pasando por himnos del Barça, del Madrid o del Betis o por el tan manido Cant dels Ocells (el canto de los pajarillos), que en pocas décadas ha pasado de ser uno de los más tiernos villancicos navideños catalanes, a la composición fúnebre por excelencia y extensión. De tal manera que los sacerdotes hemos de celebrar el servicio religioso en medio de estas composiciones musicales (casi habitualmente 3 en cada servicio). De nada ha servido dar consejos sobre otras piezas alternativas de carácter cristiano (Kyrie de Fauré, algún fragmento del Réquiem de Verdi o Mozart, cualquiera de los maravillosos Stabat Mater que poseemos, etc…) No hay nada que hacer. El hecho de preguntar de antemano a los familiares qué piezas preferirían, anula toda posible corrección del tiro. La falta de formación y gusto musical de la inmensa mayoría de usuarios y de las funerarias que van a simplificarse la vida, hacen de esta cuestión otra batalla perdida. En resumidas cuentas: aunque un servicio musical en principio representaría un gran aporte a la calidad de las ceremonias (ésta es al menos la perspectiva de un ferviente amante de la música); sin embargo, siendo la situación la que es, rezo a todos los ángeles del cielo para que me eviten la presencia de músicos en las celebraciones. Prefiero poner el Réquiem de la misa gregoriana pro defunctis, el “Absolve” y cantar yo mismo el In Paradisum, que tener profesionales de la música en la ceremonia. Sic et simpliciter. Dejando claro que lo he intentado todo: repartir hojitas con cantos religiosos para funerales, cantar los más comunes de memoria y un largo etcétera de alternativas.
Y con ello enlazo la cuestión que refleja la mengua galopante no sólo en la formación religiosa integral, sino en el conocimiento básico no digo de la liturgia católica, sino de las oraciones fundamentales de la práctica cristiana. Si hace 20 años, mayoritariamente los asistentes participaban en el rezo del Padrenuestro y del Avemaría, y respondían “Y con tu espíritu” a la invocación El Señor esté con vosotros del celebrante, hoy en día son la mínima parte los que lo hacen. Tan exigua, tan reducida que a veces incluso le desmotiva a uno y le hace interrogarse sobre el sentido de esas ceremonias: sobre la razón de que a pesar de tantos pesares sigan solicitándolas. Sólo te estimula la exhortación del Señor: “no quebrar la caña cascada y el pabilo humeante” (en este caso de los fieles que aún prefieren estos servicios) que resulta consolador y un aliciente para seguir estando presente. ¡Qué importante es el “permanecer”! Como los curas rurales que ahí están, o los médicos y veterinarios de nuestros pueblos.
Además como yo soy de aquellos que en catalán llamamos del “morro fort” (cabezones donde los haya) sigo haciendo las cosas como el primer día. En tanto en cuanto pueda y me dejen. Algo bien debo estar haciendo cuando en La Vanguardia del 1 de noviembre de 2001 en un artículo a la sazón, en la recurrencia de la fiesta de Todos los Santos, se publicó una referencia a mi ministerio exequial en Santa Coloma. Os enlazo el PDF para conservar el recuerdo de tal cual era yo hace 18 años y que aún sigo siendo. A mí ese recuerdo me enorgullece y me sigue estimulando.
Y acabo con la misma oración que aprendí hace muchísimos años y que recito a ritmo poético ante los asistentes sentados y en silencio, tras unos segundos de pausa después de concluir la homilía, con el mismo fervor en estos 23 años: “Oh Señor, ayúdanos durante el transcurso del día, durante el trayecto de nuestra vida, hasta que la sombra de nuestra existencia se alargue como al atardecer se alarga la sombra de los cipreses. Y cuando el fragor de nuestra vida se calme y la fiebre de la existencia se apague, danos, Señor, un abrigo seguro junto a Ti y un sagrado y merecido descanso. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén”
Mn. Francesc M. Espinar Comas
Párroco del Fondo de Santa Coloma de Gramenet
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Salvo en los pueblos, mosén, la falta de espacio hace cada día más difícil la inhumación en nicho, no digamos en el suelo. En Exeter, condado de Davon, del domicilio familiar a la iglesia católica del Santísimo Sacramento puedo tomar diversos trayectos. Prefiero pasar por el cementerio. Un cementerio enorme con paseos, con un espacio para los jóvenes aviadores alemanes abatidos en sus raids. Es fácil identificarlo por los nombres: Reinhard, Rudolf, Albrecht, Heinrich... Limpia y pulida, ajardinada, esa zona como el resto. Qué lección de igualdad en la muerte. Exeter fue duramente castigada por la aviación nazi. No hay nichos, sino tumbas indicadas por una cruz o la estrella de David. Bancos para descansar, leer o reflexionar comprados por familias en homenaje a sus muertos. Los muertos forman así parte del mundo de los vivos.
ResponderEliminar¿Qué hacer con nuestros difuntos? ¿Qué desear para nosotros? A menudo lo hemos debatido en casa. Mis padres esperan la Resurrección en un
en un nicho de un cementerio que no puede crecer más. Cuando no quede nadie que lo cuide, echarán sus restos a la osera, hechos polvo, en el mejor de los casos. Pulvis eris et in pulverem reverteris. El sino parece inevitable. Hubo un famoso catedrático de ecología que explicaba la vuelta al ciclo de los elementos de los restos humanos como una ley de la naturaleza. Y no andaba escaso de razón.
A mí me gustaría, que mis cenizas descansaran en un columbario de un santuario que encierra especial significado para mi familia. Cerca de la imagen protectora de la Virgen. Tarde o temprano mis huesos se pulverizarán. Puesto que parece inevitable, ¿por qué no potenciar la sacralidad de las cenizas y arbitrar espacios para los que desean, como se hacía siglos atrás, estar lo más cerca posible del templo, ya que no dentro? Junto a la Virgen, Sub tuum praesidium?
No hay belleza superior al Miserere mei Domine, al De Profundis, al In paradisum. Enhorabuena, mosén. ¿Puedo emplazarle para el día en que la parca se fije en mí?
http://coralmemorial.com/ca/
EliminarPues un ilustre jurista y viajero de mi pueblo sugería que con sus cenizas, donde predomina el calcio, encalaran las paredes interiores de la iglesia del pueblo; para así permanecer entre los fieles y las preces...
EliminarDios le bendiga, Mosen Francesc, por su labor, y la manera cómo la hace. Y por su, muy profunda, reflexión de hoy.
ResponderEliminarTambién me parecen encomiables las palabras del sr. ó sra. JMVG. Son un pensamiento hermoso y certero, a la vez.
Cuando entro en esta página a veces, da gusto encontrarr textos de este tipo.
Hombre, si el Canon de Pachelbel lo consideramos profano, tampoco podríamos utilizar piezas de Bach al órgano por ejemplo..
ResponderEliminarSr. Falsario, le advierto de buenas maneras que las iniciales JMVG corresponden a Don José María Valderas Gallardo. Nada mas.
ResponderEliminarRuego me disculpen, en especial el Sr. José María, hace poco que leo este blog y no sabía su nombre. Aprovecho para decirle al sr. Anónimo que yo me llamo Farsalio, no Falsario. Ya sé que es un poco raro, y he tenido que soportar muchos chistes, pero es que mi padre, era una persona muy singular (era agnóstico, anarquista y catedrático de instituto de latín y griego, le encantaba la historia de Roma, si busca Farsalia lo encontrará). Uno de mis hermanos se llama Circuncisión, con eso se lo digo todo, él como yo también ha soportado muchas bromas en su vida.
EliminarPues yo no me creo que su padre fuese anarquista, porqué a su hermano le hubiese puesto por ejemplo : Bakunín o cosas por el estilo, en ningún caso CIRCUNCISIÓN.
EliminarSr. Valderas, y dale con que no ceden espacio para hacer cementerios, pues que les obliguen POR LEY a cederlos. Porque usted quiera ser incinerado, no tienen los demás que hacer lo mismo. Ademas, un Católico como Dios manda no se vende al MODERNISMO con cualquier excusa.
ResponderEliminarEs posible que, como no está en nuestra cultura la incineración, como si lo está en la budista, por ejemplo, de alguna manera los restos mortales del familiar incinerado, ya "no están"; la mujer no desea ya descansar hasta la eternidad con su difunto marido. No hay restos mortales.
ResponderEliminarLas cenizas, son cenizas.
Menos todavía cuando las cenizas del difunto se esparcen por el mar o por un bosque: ya no está.
Es casi como reconocer que el difunto se ha desvanecido en el éter demostrando con hechos que después de la muerte no hay nada.
Curiosamente en el Islam y en el judaísmo está terminantemente prohibido incinerar: hay que enterrar.
Y eso que para los judíos un cadáver es algo impuro (y por tanto Los cementerios) y no creen en la vida eterna.
Aún así, han conservado un ritual sagrado, en una lengua sagrada, con una participación comunitaria...
Justamente lo contrario a lo que ha sucedido en las sociedades cristianas. Me pregunto si eso influye.
Conozco a una chica cuya familia es de un pueblecito de la Sierra de Gredos que me ha dicho que allí, en la Iglesia, detrás del altar mayor está la osera.
ResponderEliminar(es decir, la típica Iglesia con ábside con un retablo que separa físicamente el ábside de la nave, como sucedió en España con el Renacimiento. En ese espacio echan los huesos; y los echan desde una ventanita en el mismo retablo)
Entonces yo pensé que la gente de esa aldea, de alguna manera recogía lo que quedaba de sus antepasados y los alojaban en un lugar sagrado (y preferente)
¿No podría tener cada parroquia algo parecido? (por razones prácticas no puede ser en la Iglesia del pueblo)
No para las cenizas, sino para cuando haya que sacar por el paso del tiempo los restos de las tumbas.
Los cementerios ya no son campos santos (no son católicos, gracias a los masones), pero hay cementerios musulmanes y judíos.
Veo que de alguna manera alguien está intentando hacernos creer que la muerte no existe y que, por lo tanto, sólo existe la vida material, consumir y consumir con el dinero de los demás.
El cristianismo, tan peligroso y tan odiado por muchos, sobra.
Parece que van ganando.
Por culpa de los obispos, y lo recalco bien, por responsabilidad de los obispos, tanto catalanes como españoles, el nivel religioso, espiritual y teológico de los menores de como mínimo 40 años, es totalmente inexistente. Y el de los mayores de 45, mediocre bajísimo.
ResponderEliminarLa imputación, pues, se hace sobre estos obispos del Concilio:han abandonado a sus ovejas.
A ello, sobre esta generación menor de 40 años, se suman los casi nulos estudios de latín, griego, filosofía, ideología, literatura, oratoria, música, artes en general, arquitectura, urbanismo, geografía (incluye mares y atmósfera), ecología, astronomía, historia-prehistoria, religión (incluido mitología para entender el primer monumento literario mundial, la Ilíada y Odisea, y el catolicismo, para comprender el 2° y el 3er. monumentos, la Divina Comedia y El Quijote), esoterismo (historia del irracionalismo: alquimia, hechicería, mancias, astrología) masonería), psicología, sociología, etnología y antropología, es decir, las Humanidades.
No saben nada de Dios y el hombre.
Quemar un cadáver no es ecológico, necesita mucho combustible y contamina.
ResponderEliminarAdemás, no es higiénico echar las cenizas a un lago, como mucha gente hace.
Los musulmanes entierran a sus muertos en un simple sudario (una sábana), sin caja (la muerte iguala al rico y al pobre; al rey y al súbdito)
Los cartujos entierran a sus hermitaños sin caja, sólo vestidos en su hábito, con la capucha echada sobre la cara y cosida al hábito.
En ambos casos el cementerio es un lugar sagrado (de hecho está prohibido desenterrar a un musulmán)
En fin; creo que los católicos lo están haciendo de pena y recogen lo que siembran.
Parece que han decidido desaparecer de la faz de la tierra.
¡A ver si con la Pachamama mejoramos algo!
Con Cristo, Mahoma, la Pachamama, Buda y Visnú, se piensa hacer una religión globalista, donde todos aporten lo mejor de sus respectivas religiones. Cuando ello suceda, a salir corriendo...
Eliminar13 / 38 , que pongan también a la Pasionaria , al Duque de Paracuellos y al Señor Lister.
EliminarEl señor Evo se ha fugado de Bolivia y busca asilo desesperadamente.
ResponderEliminarNo me extrañaría que a estas horas esté vagando por algún Palacio Romano, jeje. Ya saben , donde está a buen recaudo aquel artefacto de la HOZ Y EL MARTILLO con forma DE CRUZ....
Que SU PACHAMAMA o PACHAPAPA le ayude , sí puede !
¡¡¡Gracias a los lectores de GG!!!
ResponderEliminarY también gracias a los millones de orantes anónimos de la Iglesia Militante en España, que han suplicado a Jesús que nos libre de un resultado electoral donde el comunismo y sus aliados, el separatismo y sus aliados, ganaran de manera evidente.
Pero hay que seguir abusando del poder de Jesús, a cuyo Sagrado Corazón está consagrado España, y con ella, Cataluña.
Faltan más elecciones, están las iniquidades del día a día de todos los gobiernos, el mal rabia y no descansa en su furor al ver que el poder no lo tiene, la Iglesia sigue luchando contra sus enemigos...
Continuemos rezando, pues dijo Jesús que sin Él nada podemos, y que pidieramos y se nos dará.
Pues, se ve que Jesús, también ha escuchado las oraciones de los independentistas, han ganado en Cataluña. La manía que tenemos todos de pedir al Señor que apoye nuestros planes,en vez de pedir que se haga su Voluntad, que nosotros no sabemos que es lo que nos conviene. Nuestra arrogancia nos mantiene separados de Dios y de nuestros hermanos. Que el Señor nos perdone a todos.
EliminarTotalmente de acuerdo con el Sr. Anónimo 14:08, continuemos rezando para que la mala hierba y la cizaña desaparezca de las entrañas mismas de la Iglesia . Son los que mas daño hacen a los Católicos de verdad. Los PROGRES, que se monten SU iglesia y a nosotros que nos dejen tranquílos,si es que pueden.
ResponderEliminarViva Cristo Rey !
Mosén Espinar, muchas gracias por sus aportaciones, que siempre leo con sumo interés. Pero: 1) Voy a explicarle por qué he dejado dicho que deben incinerarme: no estoy dispuesto a que, en el momento menos pensado,cualquier resentido vandálico decida arrastrar mis huesos por las calles y patear mis despojos, en aplicación de un atávico deporte nacional (recuérdese, por ejemplo,la Vía Láctea de Buñuel). Tampoco le daré gusto a ningún arqueólogo pedante para que me traslade, porque sí, a la vitrina de un museo. Por eso hemos contamos en el jardín de una casa rústica con un pequeño templete, similar a un larario, donde cineres requiescunt de varios deudos, que se incrementarán a medida que fallezcamos otros familiares. Estaría bien que un oficiante bendijera este armazón, que posee varias imágenes cristianas, pero recelo que si lo solicito por la vía ordinaria puedan misericordiarme desde Roma. 2) Me reconfortaría mucho saber que alguien celebrará en mis exequias la vieja misa latina de difuntos, con todos sus elementos cantados, entonando al final en torno al féretro o al túmulo el Libera me, domine, de morte aeterna etc. Eso terminó ya, lamentablemente, y cuando hace treinta años falleció mi padre no pude conseguir ese pequeño deseo, como si el sacerdote (un simpático benedictino, prior por más señas) temiese que algún soplón fuese con el cuento al obispado y le cayese una serie reprimenda. Se le veía muy atemoizado solamente por haber tratado el tema conmigo. Es la propia Iglesia, siento decirlo, la que ha fulminado la música sacra. Los fieles hacen, por tanto, lo que pueden y saben. No les echemos en cara que, llegado el caso, apelen a cualquier melodía, por absurda que a nosotros nos parezca.
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