Yo que pensaba que San Valentín era una especie de Día
del Orgullo de las parejas de toda la vida, pues
resulta que no, que después del día o de la semana del Orgullo Gay, se han propuesto hacerse supervisibles y se están
alzando también con San Valentín. Es un día en el que a los del resto de
sexualidades, les encanta lucir su amor. Les gusta que se les vea. Creo que se
lo exigen mutuamente, como una especial muestra de amor.
Es que tanta exhibición mosquea un rato. Al final vas a
parar al “dime de qué presumes, y te diré de qué careces”. ¿Presumir de “normalidad”? ¿Y cómo hace uno para “lucir” su normalidad? ¿Llamando
la atención? Pues debe ser eso. Comparemos simplemente cómo ‘se manifiesta’ y
cómo se celebra el día de la pareja de toda la vida (San Valentín
o San Jordi), y cómo se ostenta, se exhibe y se celebra el día de las parejas
homosexuales y de las demás sexualidades sobrevenidas. Uno ve y compara, y lo
único que puede decir es que aquí pasa algo: cualquier cosa menos la normalidad
que se intenta vender. En esa celebración hay algo de patológico, mucho de
histérico y bastante de histriónico. Un esfuerzo totalmente desmesurado y
anormal por lucir normalidad y presumir de igualdad social y sociológica con la
pareja de siempre. Lo grave es que si comparamos la actuación pública con la
política aplicada, estamos exactamente en lo mismo: en un esfuerzo tremendo por
apabullar a la opción más “normal” (la del tropecientos por ciento), por
imponerse sin contemplaciones, por ejercer contra esa desventurada opción, toda
la presión que se pueda.
No sólo eso, observen el libro de estilo de los
medios. Lo único que muestran éstos con enorme fruición respecto a la pareja estadísticamente normal, es su
crítica, son sus patologías, son sus anomalías, son sus crímenes: como si
fuesen exclusivos de la forma de relación “anticuada”.
Está
bien claro que las manifestaciones no son iguales. Ni
las manifestaciones ni desde luego las políticas. La “manifestación” de las
parejas mayoritarias es alegre, tranquila, sin estridencias. Ni San Valentín ni
San Jordi son manifestaciones estentóreas (o como decía Gil y Gil,
“ostentóreas”). Lo único (que tampoco está mal) es su bien calculada
comercialización. En cambio, tanto las manifestaciones como las políticas en
pro de las formas de sexualidad “diferente” son estridentes a más no poder:
esas minorías manifiestan un empeño muy sospechoso por alzarse con lo que
corresponde a la mayoría; por imponerle a la mayoría, sobre todo a través de la
educación, lo que son formas de ser o de actuar propias de ínfimas minorías.
¿Por qué no se celebran el día del orgullo de ser hombre
o de ser
mujer,
de ser padre o de ser madre, o de ser mecánico o abogado, y sin embargo hay que
imponerle a toda la sociedad el día del orgullo de ser gay? Sí, ya
sé cuál es la respuesta: es que estaban en el armario y se han destapado. Pero
sigo con la pregunta: eso que exhiben con el “orgullo” es lo que tenían
escondido y tanto necesitaban destapar? ¿Era eso? A los del otro bando nunca se
les ocurrió que para sentirse bien consigo mismos necesitasen hacer una gran
exhibición de carácter marcadamente pornográfico. Esos extremos, que siempre
han existido, los tenían preservados en ambientes más o menos reservados. No
sentían la necesidad de exhibirlos en plena calle. Por eso es normal que todo
el que no es de ese “tarannà” que
dicen en catalán, mire esas exhibiciones, esos aspavientos y esos nuevos
“derechos” tan especiales, tan exclusivos y que incluyen además de la
exhibición de lo que todo el mundo entiende como pornografía, el derecho de pernada sobre los que no son
de la colla. Con el resultado de una
enorme preocupación sobre todo por parte de los que tienen hijos menores; y justamente
por eso, en muchos casos la reacción es de fobia:
es decir de miedo. Un miedo que por lo que vamos viendo, no es nada gratuito.
¿Quién le pone barreras al miedo? Otra cosa es que las fobias, es decir los
miedos, se conviertan en odios como acto reflejo de defensa. No estaría nada
mal de todos modos, estudiar cuál es la carga de misantropía, de odio al
hombre, que caracteriza a todas esas manifestaciones cuyo objetivo no es la
auto-defensa, sino la hetero-ofensa.
Pero tampoco es todo de color tan oscuro. Porque ni
siquiera el mundo gay y arcoíris, con un invento de sexualidad
distinto para cada color de la luz, ni siquiera ese mundo todo él, está de
acuerdo con esa tremenda manifestación del orgullo
y del poder gay. Sobre todo del poder.
Porque no todos los que viven esa
tendencia, se sienten a gusto con esas exhibiciones ni se identifican con
ellas. Ni tampoco están seguros de que el poder que tienen hoy, vayan a tenerlo
siempre. Por eso les gustaría vivir su singularidad con la misma discreción con
que viven su sexualidad la inmensa mayoría de la gente.
Y sobre todo, lo que tiene recelosa a muchísima gente, es
ese empeño por exigir que se eduque homosexualmente
o transgenéricamente a los niños
casi desde la guardería. Y que no sean sólo los “niños homosexuales” o los
“niños transgénero” los que reciban una educación homosexual o transgénero,
sino que sean todos los niños. A la
fuerza, sin derecho a discrepar. Poco, muy poco tiene que ver esto con la libertad. Y obviamente es una fuente
inagotable de fobia, es decir de miedo que, si se exacerba puede degenerar en
odio, un odio tan corrosivo como el de la misantropía. Con el miedo (es decir
con la fobia) se puede vivir, aunque no siempre. Con el odio, el choque es
inevitable.
Los argumentos para actuar de este modo, es decir para imponer a todos la supuesta libertad de
unos pocos que pretenden que todos nos igualemos a ellos, por ahí andan
sueltos. En la educación, argumentan, algo hay que forzar y disciplinar al niño
para que aprenda gramática, aritmética, ortografía y si se puede caligrafía.
Algo hay que forzarlo. ¿Qué tiene pues de extraño o abusivo que se le fuerce
también para darle una correcta educación sexual? Porque si no se hace así,
¿cómo se conseguirá que “se normalicen” la homosexualidad o el transgénero o todas las demás formas de
sexualidad, todas ellas igual de legítimas
y por tanto igualmente dignas de ser incluidas en la enseñanza
obligatoria desde la infancia? Y en eso andan, en la reivindicación de su derecho a forzar a toda la población,
empezando por la infancia, a ver con absoluta normalidad y a aceptar hasta con
cariño y deleite todos los géneros sexuales existentes y por existir (no sé muy
bien dónde tienen colocados el sadismo y el masoquismo, que también se aprenden
a base de práctica: como las matemáticas).
Pero nada, estamos en San Valentín, en la fiesta de la
humildad, discreción y gozo contenido del amor de toda la vida, del amor
perseguido, que ahí es donde se lució San Valentín, casando a las parejas -varón
y mujer, claro- a las que el emperador romano les prohibía casarse. Y por esa “desobediencia”
fue decapitado. En fin, San Valentín,
sin comerlo ni beberlo, ha venido a ser el símbolo
de la resistencia de las uniones de toda la vida, frente al poder, al
inmenso poder con que quieren educar a nuestros hijos los demás modos, que
empiezan en la L, siguen en la G, continúan en la T, aparcan en la B, para
reemprender el camino hacia el resto de letras del abecedario y doblando
letras, porque se les han agotado. Frente a esa marabunta, ahí está San
Valentín velando por las parejas de toda la vida.
Custodio
Ballester Bielsa, pbro.
www.sacerdotesporlavida.info
La celebración de San Valentín no tiene ninguna tradición en España. Aquí llegó desde los países anglosajones por efecto de la globalización, impulsada por los comerciantes.
ResponderEliminarPor cierto, la fiesta de San Valentín no existe en el calendario de la Liturgia Novus Ordo. Sólo está en la Liturgia tradicional.
Creo, Mn. Custodio, que usted lleva las cosas a un "O tempora o mores" exagerado.
ResponderEliminarEn los tiempos actuales, muchos valores tradicionales sucumben... pero tambien al par que crecen las desigualdades sociales.
No es sólo una crisis de valores occidental, es un todo.
Mire, la educación la describe de un modo muy simplista, creando una especie de post verdad en dónde la escuela obliga al fomento gltb.
Ese argumento en qué se sustenta?
Hasta que el cristianismo importó una religión ajena a europa de origen semita y forzó a todo el mundo a ver la homosexualidad como algo anormal, la cultura realmente europea sin imposiciones de origen externo, o sea los griegos y los romanos, no lo veian con malos ojos, que se vea como normal o no depende de quien tiene la sartén por el mango
ResponderEliminarAl anónimo de las 3:31
Eliminar¡Pobre ingenuo! Ni en Grecia ni en Roma ni en ninguna cultura, la homosexualidad ha sido una práctica "normal". La "norma" siempre la fija la mayoría. Es que en efecto, cuando esas prácticas no reproductivas han consiguido acercarse mínimamente a la "norma", las civilizaciones que dieron con esos grandes descubrimientos de modernidad (¡eso siempre fue muy moderno!, desde la más remota antigüedad), sencillamente sucumbieron. En fin, siga usted con su beatífica ingenuidad, que por ahí va bien. Si sigue Europa por el camino que ve usted tan espléndido, los europeos antiguos se convertirán todos a esa nueva fe, y los inmigrantes serán los que se reproduzcan. ¡Genial!
Está usted mal informado. y es peligroso para su causa argumentar como lo hace porque le puede salir el tiro por la culata. En Grecia, lo que estaba tolerado era lo que se llamaba la "efebofília", las relaciones de un hombre maduro con un muchacho que no tuviera vello viril todavía. Es decir, la pederastia, en terminos actuales. Las relaciones sexuales entre hombres "con pelo" no sólo no estaban aceptadoas sino que estaban penadas con la MUERTE. Incluso tenían su propio sistema de ejecución: les ahogaban en el barro atados juntos...
EliminarLea a Platón, lea a Aristóteles, lea a Aristófanes ... todos le dirán que es vergonzoso.
EliminarEntonces se confirma mi conclusión, los griegos aceptaban la pederastia pero no la homosexualidad, el cristianismo no acepta ni la pederastia ni la homosexualidad y la europa del siglo XXI ya postcristiana, no acepta la pederastia pero si la homosexualidad, en resumen lo que ya concluí antes, todo depende de la sociedad en la que se vive.
EliminarTodo no, sólo el contexto social. Hay sociedades que aceptan el canibalismo o la ablación del clítoris... estaria usted de acuerdo si fuese un Korowai o viviese en Djibouti?
EliminarEl debate, en todo caso, no es sobre el relativismo cultural, sino moral (lo cual no se reduce sólo a distiguir el "Bien" del "Mal", si no a lo más conveniente para el ser humano, a lo que se ajusta mejor a sus exigencias existenciales...)
Anonimo 3:31 y Giorgios:
EliminarHablar de romanos, griegos, españoles o ingleses en términos genéricos como si fueran siempre los mismos, carece de sentido. Cada sociedad tomada en un período largo de un milenio puede cambiar radicalmente en todos los aspectos. Los españoles actuales nada tienen que ver con los del siglo XVI o incluso de los de hace medio siglo. Los romanos, respecto a la homosexualidad pasaron de la condena a muerte inmediata a cierta tolerancia y de esto a convertirse en una moda, pero el cambio afectó a todos los aspectos y facetas, desde la cultura a la política.
A veces, mosén Cutodio, el despiste o dislate no se halla tan lejos. En el mismo seno de la Iglesia encontramos esfuerzos denodados por conceder carta de ciudadanía a los movimientos homosexuales, cambios de sexo, lo que llaman parejas abiertas, etcétera.
ResponderEliminarConfunden acoger con espíritu evangélico con aceptar como norma moral. Quien denuncia la aberración moral es tachado de intransigente, homófobo, y otras lindezas. Pero una cosa es respetar un modo de comportarse, una visión de las relaciones, y otra muy distinta comulgar con ruedas de molino.
Resulta alarmante la cantidad de centros religiosos que no sólo están abiertos a prácticas esotéricas, aunque ellos las llamen espirituales, o abiertos también a lo que llaman normalización de la sexualidad. Lo que en ciencia se conoce por grados de sexualidad, en el sentido de que existen estados cerebrales en que puedan predominar una mayor tendencia hacia propiedades que se dirían peculiares del género opuesto que las consideradas normales en tu propio género y otra muy distinta arrastrar toda la persona hacia el género opuesto. Esto es lisa y llanamente un soberano disparate.
Cada uno habrá tenido sus experiencias con personas gay. He visto a lo largo de mi vida de todos los colores, homosexuales masculinos y homosexuales femeninos. No soy experto, pero lo que he visto han sido situaciones de dominio de uno e inferioridad de otro, en ambos géneros. Inferioridad que en unos casos, de situación económica en otros. No quiero generalizar.
Tendríamos que seguir el ejemplo del Señor y estar alerta, ser más suspicaces. En una rúa del día del Orgullo, me contaba un amigo religioso de cierta edad, cómo un antiguo fraile homosexual, que había sido inducido a abandonar el convento por esa inclinación (supongo que llevada a la práctica), fue a la lavandería de su antigua residencia en busca de un hábito para lucirlo en la carroza; la encargada de la lavandería, sospechando que algo turbio se tramaba, le dijo que no tenía ninguno.
No se trata de demonizar. Pero estamos perdiendo el norte so capa de apertura, misericordia, afueras y demás palabrería. Amar al prójimo como a uno mismo, cierto, no tiene fronteras. Pero siempre según el mandato del Señor, es decir, sin contravenir sus enseñanzas.
Totalmente de acuerdo con el Sr. Valderas Gallardo.
ResponderEliminarEl comunicado de los obispos de Cataluña pidiendo impunidad para los golpistas bajo capa de reconciliación es de lo más abyecto.... Ahí está el padre Custodio, represaliado por los adalides de la misericordia francisquista. Para él no hay impunidad, sino castigo y ostracismo por ser sacerdote y español. Tienen un morro de cemento.
ResponderEliminarAnónimo de las 11:31, Tranquilo que los GOLPISTAS, ya les haran pagar con creces TODO, TODO Y TODO.
EliminarSolo ver como esta el patio religioso.
Totalmente de acuerdo con Mn. Custodio.
ResponderEliminarPara PODEMOS, LAS CUP Y demas RALEA hoy es VALENTINA A SECAS.
ResponderEliminarPara ellas Los Santos les producen URTICÀRIA!
No suelo dar la.razon a Mn Custodio , por sus maneras , pero esta vez es totalmente cierto lo que dice
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