"Quantus tremor est futurus" cuando salgan los cadáveres del armario

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El cardenal Mc Carrick invitado por el arzobispo Vives al Seminario Interdiocesano
La cosa se está poniendo muy turbia. Como la Iglesia se ha dedicado a enterrar todos los crímenes de pederastia homosexual del clero -obispos incluidos-, y ha empleado en ello enormes esfuerzos e ingentes sumas de dinero, tiene que ser la justicia laica la que desentierre esos cadáveres para sanear el terreno. Las tan cacareadas facultades especiales, concedidas por Benedicto XVI bajo la presión de la opinión pública, para resolver -que no juzgar- a marchas forzadas los crímenes sexuales, han acabado por destruir la presunción de inocencia y liquidar no sólo el Derecho Canónico y el Procesal, sino el mismo Derecho Natural en la Iglesia Católica. Y no olvidemos tampoco la calumnia, un arma poderosísima que a menudo se utiliza como “fuego amigo”… Igualito que en los partidos políticos.

Lo de Pennsylvania ha disparado todas las alarmas, creando enorme nerviosismo en las curias episcopales. Ante la actitud ocultadora de las curias, ha sido la justicia civil (no es lo más relevante saber quién la impulsa) la que ha tomado cartas en el asunto. Lo de Pennsylvania ha sido una bomba que les está produciendo urticaria a muchos obispos: a los que tienen pederastia y homosexuales que ocultar. Y a los que exhiben con orgullo y promocionan sacerdotes homosexuales.

Nos consta que D. Juan José Omella guarda numerosos cadáveres en los armarios de palacio. Se los dejó en herencia su predecesor, el cardenal Martínez (por no desentonar en el ambiente, “Sistach”). Los armarios están numerados, y para evitar abrir uno por otro cuando sea el caso, están escritos en la puerta los nombres de los cadáveres y de sus propietarios. No por casualidad, esos armarios son objeto de la curiosidad y el interés de algunos, que examinan de vez en cuando el estado de los cadáveres. Hasta libros hay sobre el tema. En fin, por simplificar, que están en camino de pasar al estado de carne de cañón para las guerras venideras. Lo que no está claro aún es quién va a ser el que dispare esa munición, y contra quién.

Suerte que aquí el poder civil está entretenido en desenterrar a Franco, y así no se le van los pensamientos en desenterrar cadáveres de los episcopales armarios, como ha hecho la Justicia en Pennsylvania. Porque si algún día se les ocurre, a quien han de acudir en primer lugar es a los obispos, que guardan celosamente las llaves de esos armarios (en las manos de Su Eminencia el Cardenal Omella están las del Arzobispado de Barcelona). ¿Pero es que están todos ellos envueltos en estos escándalos? No, en absoluto, pero todos son hermanos en el episcopado y no les queda más remedio que taparse unos a otros. Que en eso andan con un celo digno de mejor causa.

Los de Calanda, que tuvimos ocasión de conocer a nuestro coloso de Cretas, generoso en brindarnos las mejores muestras de su eminentísimo talento y de su divertido talante, andamos con la mosca detrás de la oreja en el tema éste del manejo magistral de los tiempos en la denuncia de la homosexualidad en la Iglesia, y de su deriva en pederastia.

Dicen que 300 sacerdotes en Pennsylvania a lo largo de los últimos 70 años corrompieron a más de 1000 menores, sobre todo chicos. Trescientos de los que se ha podido demostrar alguna cosa: la acusación al menos ahí está; la verdad queda ya muy lejos. Por eso prescriben los delitos: La distancia con los hechos -70 años- impide demostrar la culpabilidad; o la inocencia, si hubo calumnia. No les quepa la menor duda de que entre esos 300 delincuentes hay más de un inocente, víctima del fuego amigo. Y como la jerarquía tenía que evitar el escándalo a toda costa, la fórmula infalible era taparle la boca al denunciante acusándolo a él. Es un invento más antiguo que el ir a pie.

Eso es como ocurre con la corrupción de los partidos políticos. Al ser sistémica, está implicado en ella hasta el apuntador. Pero justo por ser sistémica, está montada de tal manera que no se pueda demostrar judicialmente. Y como quien roba no es el partido, sino algunos de sus miembros, sólo los más torpes (y si les condena la justicia, les condena también el partido, ¡faltaría más!), resulta que sólo les pillan calderilla. Es lo que tiene la corrupción endémica. Como no se va a poder demostrar judicialmente, pues tierra encima y a seguir medrando.

Salvans de "La Casa de Santiago" con su obispo en Kenia
Y en la Archidiócesis de Barcelona, donde hasta se crearon en su día instituciones como la Casa de Santiago y el Seminario del Pueblo de Dios, dedicados a la formación del clero en la depravación -y en la depredación- sexual, los escándalos han sido espectaculares. Sin olvidar la repugnante época (toda una época) de la parroquia de San Pío X en el barrio del Congreso. Época tristísima, con suicidio de víctima incluido. Todo ello gestionado con tal prudencia por los obispos (son varios los implicados) y cómplice el poder civil, que el escándalo no llegó a salpicar a nadie. Ahí estuvo la comisión continuada de delitos “prudentemente” gestionados (es decir ocultados) por los obispos: su gran tarea no era evitar y castigar el delito, sino evitar el escándalo y castigar al que lo denunciase.

Con lo cual está claro que lo de Pennsylvania se repetirá en nuestros lares, no nos quepa ninguna duda. Y esto, obviamente, pone nerviosos a los obispos, porque la justicia civil (sobre todo si es promovida por los enemigos de la Iglesia) está en las antípodas de la absurda justicia eclesiástica, que por “hacer gestos” (¡solo gestos y nada más que gestos!) contra la pederastia, se ha cargado la presunción de inocencia, el derecho a defensa y hasta los cimientos del derecho canónico y procesal y los más elementales derechos humanos. Ni siquiera los de La Manada han recibido un trato judicial como el que están recibiendo los sacerdotes acusados de pederastia o de cualquier otro delito ¡tipificado o no! Pues el Derecho Canónico ya no existe... Culpabilísimos la mayoría, seguramente. Pero entre ellos el fuego amigo habrá colado a más de un inocente, que jamás podrá defenderse. Comparados con los curas, los de La Manada son unos privilegiados.

El caso es que los obispos como no se enteraron de nada -o no quisieron-, no hicieron nada ni por evitar los delitos, ni por castigar con la máxima severidad y celeridad (no a los 70 años del delito) a los delincuentes: sin contemplaciones y sin misericordias tan fuera de lugar.

Mn. Reixach en el juicio por asesinato de su "ahijado"
El escándalo más reciente, el del sacerdote de Gerona Jaume Reixach. Con ser todo tan escabroso y tan evidente -riña homosexual con un muerto-, ni su obispo, ni la Conferencia Episcopal Tarraconense, ni D. Juan José Omella, el cardenal primado de Cataluña (que tiene línea directa con el Papa y le consulta sobre cualquier cosa en vivo y en directo); nadie, absolutamente nadie ha puesto pies en pared y ha dicho “hasta aquí”. Nadie entre tantos eslabones jerárquicos. Y consta a todo el mundo que la Iglesia no ha tomado ninguna medida para castigar tal conducta, de manera que el clero quede advertido de que con esa vida no se puede ser ministro de Dios y pastor de su pueblo. Nada de eso, sino que todo lo que sabemos del caso es que quien calla, consiente. Y ahí está el caso Reixach, como paradigma del tratamiento que hace nuestra casta episcopal y cardenalicia del tremendo problema que está arrasando a la Iglesia. Arde Roma, pero ellos, con Omella a la cabeza, tocando la lira. Y Reixach y la multitud de los que comulgan con él, aplaudiéndolos con las dos orejas.

Es que aquí tenemos el drama de la homosexualidad implantada con demasiada fuerza en el sacerdocio. Pero claro, éste no es el problema. Según la más moderna modernidad eclesiástica, éste no es un problema, sino un timbre de gloria ante el mundo. Y como la inmensa mayor parte de los problemas de pederastia que se producen en el clero, son  obra de homosexuales; como la homosexualidad es la puerta grande que desemboca en la pederastia, resulta que una parte importantísima de la Iglesia (de la jerarquía, que es quien tiene la llave) no está dispuesta a “criminalizar” la homosexualidad en el clero ni mucho menos en los obispos (no paran de promocionarse al episcopado, hoy más que nunca, sacerdotes homosexuales); y por tanto considera que si se ha de luchar contra la pederastia, hay que hacerlo sin que la homosexualidad sufra el menor rasguño.

El problema es que prohibirse la jerarquía hablar de homosexualidad en el clero (y mucho menos recriminarla) es como prohibirse hablar de la inmensa mayor parte de los delitos de pederastia: porque en la inmensa mayoría de los casos, van inexorablemente unidas la homosexualidad y la pederastia. Pero puesto que si la Iglesia quiere vivir en armonía con el mundo, ha de aceptar la homosexualidad también en sus sacerdotes y prelados (de lo contrario, la Iglesia se ve acusada de “homofobia”, ¡qué horror!), no le queda más remedio que aceptar también el altísimo tributo de pederastia asociado a la homosexualidad. Es lo que hay. O al menos, guardar prudente y misericordioso silencio. Pero no pueden… se mueren por decir algo y quedar bien: que si el clericalismo, que si la responsabilidad es de todo el pueblo de Dios

¡No! Esos depredadores sexuales -curas y obispos- son unos desgraciados depravados que nunca hubiesen debido ser ordenados. La responsabilidad máxima la tienen aquellos que debían formarlos y discernir su posible vocación: los superiores del Seminario y el Obispo que los ordenó. También los Nuncios que gestionaron los informes que llevaron al episcopado a una manada de impresentables y de indignos sucesores de los Apóstoles.
Pero no hay problema. Nuestro cardenal tiene línea directa con el Papa -también el vicioso cardenal Mc Carrick la tenía hasta hace muy poco- y se atiene a las instrucciones que Francisco le da. Así que, por aquí, ningún peligro. D. Juan José puede seguir durmiendo a pierna suelta… como hacía en el Bajo Aragón. 

El Cojo de Calanda

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22 comentarios

  1. Transcribo un guasap recibido:

    Quien solo escuchase al fiscal recibiría una versión sesgada, y, por lo tanto falsa, de la realidad. Es preciso escuchar también al abogado si se quiere conocer la verdad completa.

    Cuando los medios de comunicación tan solo se refieren a la Iglesia para mostrar los terribles pecados de algunos sacerdotes, y lo hacen de manera insistente y reiterativa, esos medios de comunicación, esos medios de comunicación están realizando la labor del fiscal (¿cómo no ver detrás de estas campañas al “Acusador de nuestros hermanos”). Dicen la verdad porque los hechos que destacan en sus titulares son ciertos. Pero mienten porque ofrecen una imagen sesgada de la Iglesia, como si, para mostrar mi casa, alguien se limitara a fotografiar el cubo de basura.

    La Iglesia es mucho mas que su cubo de basura. En la Iglesia hay miles y miles de hombres y mujeres que dan la vida generosamente por Dios y por sus hermanos. Religiosos y religiosas, sacerdotes y seglares que, llenos de amor a Dios y al prójimo, entregan cuanto tienen sin esperar nada a cambio. En más de 23 años de sacerdocio, jamás he conocido un caso de pederastia o de abusos sexuales por parte de ningún sacerdote de mi entorno. A gran parte de los que leen estas líneas les sucederá lo mismo. No negamos que haya sucedido lo que está saliendo a la luz: pero debemos gritar que eso, ni es toda la verdad, ni es un fiel reflejo de la Iglesia que conocemos.

    Cuando se culpa a la institución del celibato de semejantes crímenes, es preciso responder que quienes los han cometido no han sido, precisamente personas que viviesen el celibato, sino hombres que han traicionado al celibato. La solución es la contraria: necesitamos sacerdotes que amen el celibato, que lo vivan gozosamente, y que, por eso mismo, sean hombres íntegros, dueños de sus pasiones y entregados a Dios y al prójimo con generosidad.

    Bien está pedir perdón por lo que ha sucedido. Pero si toda nuestra respuesta se limita a avergonzarnos y pedir perdón, le acabaremos haciendo el juego al Acusador. Es preciso dar un paso más, y dejar hablar al abogado. Es necesario que hablemos de la Iglesia que conocemos cada uno: la que atiende a nuestros pobres, la que perdona nuestros pecados, la que catequiza a nuestros hijos. Es urgente que se hable a grandes voces, de los sacerdotes que pasan horas en el confesionario, de los clérigos que viven entregados a sus feligreses, de los religiosos y religiosas que brillan por su pureza y alegría. Si no sale a la luz la belleza de la Iglesia (y esa belleza existe, vaya si existe), estaremos participando también en una mentira.

    Junto a ello, el mejor desagravio: una campaña a favor de la santa pureza, un esfuerzo decidido de cada Cristian por borrar con la limpieza de su castidad, la mancha repugnante con la que los lujuriosos han empañado el brillo de la Iglesia de Cristo.

    José Fernando Rey Ballesteros, Pbro.

    Escrito sobre el celibato cristiano
    http://www.infocatolica.com/?t=opinion&cod=5847

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    1. Añado que los sacerdotes, incluido Obispos, son los primeros culpables de los males de la Iglesia. Creo que lo dijo BXVI. Aunque todos tenemos responsabilidad, cada cual, la que le corresponda.
      Los Obispos deben formar debidamente a los seminaristas. La gran mayoría de abusos sexuales de curas y religiosos, los han cometidos homosexuales. Se ha permitido la entrada de maric** en los seminarios y se han tapado los abusos por Obispos y Superiores.
      Por ello en este caso, esa carta de Francisco dirigida al pueblo de Dios, no apunta a la causa principal de los abusos habidos, que es esa admisión indiscriminada en los seminarios. Diluye la causa y habla de conversión en abstracto del pueblo de Dios, sin apuntar a la Jerarquía. También debiera de concretar esa conversión y llamarle castidad.
      Porque no nacemos castos, la castidad se debería enseñar no solo como concepto unido a la esponsalidad pastoral del sacerdocio, sino que exige un entrenamiento en el dominio de sí mismo, ayudándose de la oración para obtener ese don, que no se si en los seminarios se practica.

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    2. "Pizzagate": pedofilia y satanismo TLV1

      https://www.youtube.com/watch?v=CjzN8JCOMx4

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    3. De los 2400 sacerdotes que hay en Pennsylvania, 410 son 1 de cada 6 sacerdotes. Y es lógico suponer que esto es sólo la punta del iceberg.

      Es difícil argumentar que ne la Iglesia hay mucha gente que hace el bien, y "por tanto" esto es un tema "menor", o "no representativo", etc...

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    4. Esto... 2400 ahora. 410 desde 1940. Hay MUCHA diferencia, no? Donde te han enseñado a contar? 5 peras + 3 manzanas = 12 cerezas, no? Que nivel que hay por el monte......

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  2. Tiene suerte este cura. Yo en Barcelona en conocido a varios clérigos homosexuales y abusadores. Que existan no quita nada a la santidad esencial de la Iglesia, pero hay que apartarnos del ministerio sacerdotal inmediatamente. Y es lo que no se ha hecho.

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  3. Allá por el año 1984 dos jóvenes de una parroquia de Barcelona nos planteamos ir a denunciar al obispado la depravación homosexual y pedófila del P.Jordi Senabre. Le consultamos a un anciano y sabio jesuita nuestra intención. Nos dijo: "¡Ni se os ocurra! En el obispado ya saben quién es ese tío. Si váis, aún os echarán la culpa a vosotros". Así templaban las arpas... entonces y ahora.

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  4. Que salga el Obispo de Urgell,el coprincipe Vives y pida perdón por haber invitado al depredador homosexual McCarrick al Seminario interdiocesano. Qué vergüenza!!!!

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  5. Mal tema éste de la pederastia, que no tiene visos de terminarse. Cuando llevábamos unos años de tregua con el pontificado del Papa Francisco, parecía que los lobos voraces (de fuera y de dentro) que destrozaron a Benedicto XVI hasta que acabaron con él, se daban por satisfechos. Eso parecía. Pero el tema totalmente tapado y sin resolver. Evidentemente, los que habían atacado a Benedicto XVI no lo hicieron por acabar con ese mal de la Iglesia. Evidentísimamente que no. Simplemente, después de empujar a la Iglesia en la dirección que querían, depusieron las armas y dejaron a la Iglesia en paz.

    ¿Qué pasa pues ahora? La ley del péndulo. Parece que ahora los ataques vienen de otra dirección, de los que sí están empeñados en acabar con la podredumbre de la pederastia. Y parece que tanto el informe de la Corte Suprema de Pennsylvania como el del arzobispo Biganó, apuntan en la misma dirección. Tremendamente dolorosa, pero meten el bisturí sin misericordia.

    Que esto es dolorosísimo para la inmensa mayoría de sacerdotes que llevan dignamente, y algunos santamente su sacerdocio, es evidente: porque la acusación afecta a todos. Todos se sienten acusados. Por eso es tan necesario hacer limpieza de verdad, sin importar cuántos tengan que caer (que lamentablemente son muchos porque la táctica episcopal ha sido tapar y tapar). Con lo peor de este escándalo implantado precisamente en los seminarios (aquí en Cataluña, un par de "seminarios" ejemplares en este sentido: la "Casa de Santiago" y el "Seminari del Poble de Déu"). En fin, que esto no ha hecho más que empezar. Nos toca sufrir.

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    1. Triste situacion pero31 de agosto de 2018, 17:33

      los lobos voraces que destrozaron a BXVI son los mismos de la mafia de san Galio de los cardenales Daneels, Kasper y Martini y que a la vez impulsaron a Francisco.

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  6. Ojo, que decir que la homosexualidad lleva a la pederastia, es munición para los que agreden a gays, y se basa en puro prejuicio, no os sorprendáis si sembráis odio que se os vuelva contra vosotros. De los casos de abusos a monjas que ya están empezando a salir, aunque los medios católicos silenciáis por ahora, ¿cuál es vuestra opinión?, ¿es culpa de los homosexuales?, porque me da a mi que también van a empezar a perder el miedo las monjas, ¿tenéis algún discurso preparado??, ¿los bisexuales quizás?

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    1. La relación que existe entre la homosexualidad y la pederastia es un aspecto esencial dentro de ambos fenómenos y uno de los temas que algunos activistas gay desean negar o ignorar.

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    2. Más del 80 por ciento de los casos de abusos por parte del clero, obispos y cardenales son homosexuales. Simplemente eso.

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    3. La Dra. Judith A. Reisman (1), ex profesora de investigación de la American University y testigo en calidad de experta ante la comisión sobre la pornografía del fiscal general de Estados Unidos, confirma que solamente el 9% de la población heterosexual, es pederasta. En cambio, la población homosexual pederasta alcanza el 60%.
      En otras palabras, el 87% de la población pederasta es homosexual, mientras que el 13% restante es heterosexual.

      (1)Judith A. Reisman, Crafting Gay Children. Psychiatric Journal, University of Ottawa, J. W. Bradford et al., 1988

      Sin embargo, la Asociación Americana de Psiquiatría, compuesta mayormente por activistas gay, niega que exista esta relación.

      Según estadísticas del gobierno de EEUU en 1992, entre el 17% y el 24% de chicos menores de 18 años son víctimas de abusos homosexuales, comparado con el 0.09% de chicas víctimas de abusos por heterosexuales.

      https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/11501300

      Muchos grupos de homosexuales quieren lograr que sea permitida la actividad sexual entre adultos y niños.

      http://www.notivida.com.ar/Articulos/Homosexualidad/ZENIT,%20Los%20homosexuales%20y%20la%20edad%20de%20consentimiento.html

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    4. Triste situacion pero31 de agosto de 2018, 17:37

      O sea que quiere ud que nos pongamos del lado de los lobbys LGBT defendiendo la homosexualidad? no ve que son los mismos de estos lobbys los que hoy dia pretenden hacer legales las relaciones sexuales entre menores de edad y adultos o corromper a niños desde su mas tierna infancia con ideas en favor de la homosexualidad y de estas practicas.

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    5. Por supuesto, un heterosexual es bueno por naturaleza, salvo algunas excepciones, mientras que un homosexual es malvado sin excepción alguna, lo dice la biblia y lo corroboran las leyes de la termodinámica, eso es obvio, tan obvio como que los padres de famila católicos siempre aman a sus hijos y siempre son hetrosexuales y que los sacerdotes mantiene su castidad, todo con el mismo grado de obviedad

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  7. Cojo, sigamos. Quando Iudex est venturus. Falta temor de Dios. Timete Deum predicaba San Vicente Ferrer, como se recordaba en los muros de la defensa de Gerona, junto al seminario donde estudio el desventurado que usted cita. Si nos aterrorizara el escandalo de los ninos otro gallo cantaria

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  8. El pésimo hacer de Sistach queda patente en el caso del Pare Manel, quien colaboró en un aborto y casó a dos homosxuales, sin ser excomugado ni separado del sacerdocio. Después de eso, se puede creer todo.

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  9. Son muchos los malos y sombras de muerte y pecado dentro de la Iglesia. Todo se ha centrado solo en homosexualidad y pederastia. Y qué decir de las injusticias cometidas en el orden social y laboral? Salarios bajos e injustos. Aportes a la seguridad social que se han dejado de pagar. Cuando los afectados han reclamado y reclaman, explicaciones on su vida más disparatadas justificando el no paga. Mientras, obispos, clérigos y monjas con su vida más que resuelta, nadando en la abundancia y nadie revisa, nadie supervisa y todos, felices y contentos. Absolutamente todos estos males son ignominia, ofenden a Dios y claman justicia al cielo

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    1. Triste situacion pero31 de agosto de 2018, 17:39

      si el hombre no se convierte a Cristo es injusto en todo sentido: sexual, laboral, social, politico.

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  10. Al anónimo de las 22:33

    Lo uno no quita lo otro. En este momento, el tema que nos mueve es éste. Eso no significa que los demás temas, que puestos en fila son más de 25, no importen. Cada semana nos llegan miles de inmigrantes a las costas españolas, y tanto los ayuntamientos como los partidos políticos como la Iglesia, como la caterva de Oenegés que viven de exhibir su caridad, compiten entre sí por unos pocos cientos de inmigrantes mediáticos al año. Hipocresía de siete suelas. ¿Pero hay alguna institución que esté en condiciones de atender a los miles de inmigrantes que nos llegan cada semana? Pues no, no la hay.

    En conclusión, argumentar que no debemos hablar de los problemones que le trae la pederastia a la Iglesia, porque ésta ni siquiera ha abordado la atención a los miles de inmigrantes que se mueven en España y en el mundo, y por no haber puesto en marcha un plan mundial de eliminación de la pobreza; argumentar de ese modo es de una tremenda debilidad mental. Y eso añadido a la evidencia de que no hay en el mundo institución que haga más por aligerar estos males y auxiliar a los que los sufren.

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  11. Es verdad que los casos que se van conociendo no representan al conjunto de la iglesia católica; sin embargo, por desgracia, cada vez se puede hablar menos de "casos aislados". Solo lo de Chile es ya impresionante.
    Siempre me ha parecido política torpe e ineficaz y a veces interesada la de tapar lo podrido, la de su ocultación con el argumento nada convincente de que es mejor no causar revuelo, mala imagen, etc, qué cerrazón y qué sinrazón: las consecuencias ahí están, tristemente palmarias, malísimas para la iglesia y devastadoras para los menores que sufrieron los abusos.
    La pederastia y la homosexualidad en parte del clero no debe hacer olvidar que también hay consagrados no homexuales con amantes, lo que es otro modo de contravenir el celibato; uno se pregunta sobre si estos casos son denunciados y, si lo son, si con sus nombres propios se aplica la manga ancha de la nefasta permisividad.
    Cristo dijo: "Vosotros también os queréis marchar?", lo que es un indicador nítido sobre la naturaleza esforzada del camino cristiano. Cristo no dijo: "No os vayáis, por favor, que ya rebajaré la exigencia en lo de la sexualidad y en algún otro tema ".
    Nos quejamos a menudo de la clase política tan mediocre que tenemos
    ... y sucesivamente nos van quedando menos argumentos para abogar por tantísimos obispos, curas, monjas, monjes, frailes, diáconos y misioneros que realizan una labor inmensamente grande y buena y casi siempre discreta, pero que quizá en parte optan por no denunciar o castigar, con lo desastroso que eso resulta para los afectados en particular y para la iglesia en general.
    El peligro de la denuncia reside en su posible falsedad intencionada, pero para eso está el discernimiento y el sentido común y, sobre todo, la oración permanente.

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