Capitulo 15: las estaciones cuaresmales romanas

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San Lorenzo in Panisperna
La importancia dada a la Cuaresma por la Iglesia tuvo en Roma un especial relieve en el solemne Oficio Estacional, celebrado cada uno de los días de la Cuaresma. El conjunto constituye una de las más bellas creaciones de la liturgia latina, y su recuerdo fue conservado en el Misal Romano hasta la edición de 1970, en la cabecera de cada una de las Misas de este tiempo.

El término statio entre los romanos significaba puesto de guardia o montar la guardia, pero en el lenguaje eclesiástico del siglo II fue adoptado para los días en los que el cristiano espiritualmente montaba la guardia , es decir celebraba las dos ferias semanales del miércoles y del viernes, en las cuales de manera voluntaria se practicaba un semi-ayuno y se asistía a un servicio litúrgico (eucaristía, laudes, vísperas,…) Es fácil pues comprender como después el vocablo adquiriera el significado de reunión litúrgica. En este sentido lo encontramos usado corrientemente en África a mediados del siglo III y en Roma a finales del siglo IV San Cipriano llama estación a la asamblea tenida por los fieles de Cartago con el obispo a la cabeza y el clero, en la que escucharon el reporte de los delegados del antipapa Novaciano. Un escrito anónimo, anexo a una súplica dirigida por dos sacerdotes en el 384 al emperador Valentiniano, refiere que el pseudo-obispo Félix que había regresado a Roma después de haber sido expulsado, había celebrado una estación con sus partidarios en el basílica de Santa María in Trastevere.

La Statio por este motivo se convirtió en sinónimo del servicio litúrgico oficial que el Papa, que no tenía iglesia propia, celebraba en una u otra de las basílicas romanas y en las diversas iglesias cementeriales, a causa del auge del culto martirial desde finales del siglo III, donde se festejaba el aniversario.

Estación en Santa Cecilia al Trastevere (mierc. II Q.)
En un primer momento la elección de la basílica quedaba al arbitrio del Papa, pero pronto fue regulada según un orden fijo más estable, y explicitada en los libros litúrgicos. El origen pues hay que buscarlo en aquella unicidad del sacrificio, celebrado por el obispo y al que asistía toda la comunidad, que fue regla absoluta en la Iglesia de los primeros tiempos. Era natural que posteriormente, al aumentar el número de fieles y multiplicarse los edificios de culto ( Títulos) , el obispo debiera distribuir la celebración de su Misa entre las varias iglesias, que permaneció única solo de manera virtual, pues era la sola a conservar el carácter oficial. En Roma de hecho la estación papal era, si no el único servicio, sí el servicio oficial del día. Los sacerdotes de los diversos títulos estaban obligados a participar, y después volvían a sus respectivas iglesias a celebrar la misa para aquellos fieles que no habían podido participar a la estación. Pero como símbolo de unidad y de comunión, cada sacerdote recibía el fermentum (a semejanza del recentadero o bola de masa de pan fermentada en el amase anterior y que sirve como fermento de la nueva masa al hacer pan) una partícula de pan consagrado por el Papa que ellos añadían a las partículas consagradas en sus iglesias o en el cáliz (es el origen de la partícula del Agnus Dei)

El sistema estacional no era una exclusividad romana: estaba muy extendido. Tenemos testimonios en Antioquia y Jerusalén ya en el siglo IV. Egeria en el 390 recuerda que el pueblo se reunía en determinados días con su obispo y el clero para celebrar en las diversas iglesias de la Ciudad ( la del Martyrium, la de la Resurrección, la de Sión , la del Eleona, la gruta del Monte de los Olivos donde enseñaba el Señor, etc..) y allí se celebraban los santos misterios. En Oxirinco (Egipto) un papiro del 535 nos ha dejado escrito el turno de las iglesias en las que el obispo debía intervenir en determinadas fiestas y domingos para celebrar el solemne oficio litúrgico. En Occidente tenemos trazos del sistema estacional en Ravenna, Lieja, Vercelli, Estrasburgo, Maguncia, Colonia, Paris, Tours y otras ciudades. En Metz su obispo Crodegando (+766) lo había prescrito para la Cuaresma, en plena conformidad con el de Roma.

En cuanto a la procesión (letania) que en Roma solía preceder a la función estacional, porque el pueblo se congregaba en una iglesia determinada (ad collectam) designada precedentemente y desde donde se partía hacia la iglesia estacional, podemos creer que fuese una imitación de aquellos cortejos fastuosos, practicados en Roma en las fiestas paganas y que tanto gustaban al pueblo. La Iglesia los cristianizó dotándolos de sus cruces y estandartes procesionales, con sus antífonas in via (por el camino) dándoles una impronta estrictamente cristiana. Hay que advertir que la procesión no tenia lugar todos los días de Cuaresma en los que había estación, si no únicamente los lunes, miércoles y viernes (y en tiempos de Carlomagno, los sábados). Lo tenemos consignado en el I Ordo Romano que detalla además que en dichos días había que omitir el Kyrie en la Misa porque ya se había cantado en la letanía.

No sabemos con exactitud quien ideó el sistema estacional romano para la Cuaresma, organizándolo de la manera ejemplar que se presenta en los siglos VII-VIII, y mantenido sucesivamente. Los indicios de los liturgistas más prestigiosos parecen confirmar un proceso de formación avenido en tres etapas sucesivas, que constituyen otras tantas fases progresivas en la organización de la Cuaresma.
  • A este periodo pertenecen las estaciones más antiguas y solemnes, pocas numéricamente pero importantes, que comprenden los domingos y las grandes ferias de las tres semanas fundamentales, es decir los miércoles, viernes y sábados de las Témporas, los domingos de los tres antiguos escrutinios bautismales (III-IV y V) y el Triduo Pascual. Estas estaciones existían ya a finales del siglo IV y eran celebradas en las basílicas más grandes y más veneradas de la Urbe (Letrán, San Pedro, San Paolo, Santa María Mayor, San Lorenzo, la Santa Cruz…)
  • A este segundo periodo pertenecen 22 estaciones de la mayor parte de las ferias cuaresmales, excluidos los jueves, las cuales fueron distribuidas, sin saber mucho con qué criterio, por entre los 25 títulos parroquiales de la Ciudad y algunas iglesias secundarias, excluidas las iglesias cementeriales de los mártires. A las estaciones cuaresmales se les añadió el miércoles y el viernes antes del primer domingo de Cuaresma, por su cercanía a la Cuaresma o para favorecer un mayor número de iglesias. La organización de este segundo grupo hay que atribuirla a San Hilario (461-468), pero es posible que la mano de San Gregorio (+604) haya aportado alguna variación.
  • En el tercer grupo hay que contar las misas estacionales de los jueves cuaresmales, instituidas por el papa Gregorio II (+731), dotándolas de textos sacados de misas vigiliares. Hay que considerar de este último grupo, las dos misas introducidas en el siglo IX: la del II domingo y la del sábado antes de Ramos.
El servicio litúrgico estacional, siguiendo la descripción que nos hace el I Ordo Romano, contemporáneo de San Gregorio, acontecía de la siguiente manera: A la hora indicada, normalmente a nona (15h), todo el pueblo con el clero de su distrito, se reunía en una iglesia designada a este menester como punto de encuentro (collecta), el Papa se dirigía allí con el clero palatino. Cuando todos estaban a punto, antes de partir, él rezaba una oración (oratio ad collectam), acto seguido la masa de los fieles, precedida de la Cruz estacional, y seguida por el Pontífice y de los clérigos revestidos para el sacrificio, con el canto de salmos, antífonas y letanía de los santos, se dirigía hacia la iglesia de la estación. Acólitos llevaban los vasos sagrados de plata para la solemne liturgia. Aquí el Papa celebraba la Misa, mientras los presbíteros titulares concelebraban con él, y comulgaba todo el clero y los fieles, concluyendo así, al atardecer, el ayuno del día. Después de la comunión, el archidiácono anunciaba a los fieles cuando tendría lugar la próxima asamblea estacional: “Feria…veniente, collecta in basilica sancti…, statio in basilica sancti…” A lo que todos contestaban Deo gratias.

Juan el Diácono, en la vida de San Gregorio, describe con admiración las larguísimas colas de fieles de toda edad, sexo, profesión, que de todos los rincones de Roma se dirigían hacia la basílica asignada, siguiendo voluntariosamente al Romano Pontífice. San Gregorio hace mención muchas veces en sus homilías del fervor de estos encuentros. Era el Papa el que presidía las funciones estacionales. Cuando no podía intervenir, un acólito que en su nombre era enviado, le traía un algodón empapado con el aceite de las lámparas de la Basílica en cuestión, diciéndole: “Hodie fuit statio ad sanctam Sabinam, quae salutat te”. (La estación que hoy tuvo lugar en santa Sabina te saluda) El Pontífice respondía con el Deo gratias y besando el taco de algodón, lo entregaba al Cubiculario (secretario) que lo reservaba para rellenar su almohada fúnebre.

Basilica SS. Silvestre y Martin ai Monti (Titulus Equitii) Estación del jueves de la IV s.
Las estaciones cuaresmales estuvieron en vigor en Roma, con algunas vicisitudes, al menos hasta el exilio de Aviñón. Después de esta época, los cismas y las luchas entre facciones, evitaron que los Papas tomaran parte personalmente, reduciendo la mayor parte de las fiestas a una conmemoración más o menos solemne hecha en la Capilla Papal.

Para mejor entender los textos de la liturgia cuaresmal es muy oportuno tener en la mirada el prospecto de las estaciones cuaresmales, según los datos más antiguos del más antiguo leccionario romano, el Comes de Würzburg, del siglo VI-VII.

PERIODO CUARESMAL - IGLESIAS ESTACIONALES

Miércoles de Ceniza S. Sabina, en el Aventino
Jueves S. Jorge in Velabro
Viernes S. Juan y S. Pablo, en el Celio
Sábado S. Agustín, en Campo Marzio
Domingo I de Cuaresma S. Juan de Letrán
Lunes S. Pedro "in Vincoli", "in Colle Oppio"
Martes S. Anastasia (S. Teodoro), en el Palatino
Miércoles S. María la Mayor
Jueves S. Lorenzo, "in Panisperna"
Viernes Ss. XII Apóstoles, en el Foro de Trajano
Sábado S. Pedro en el Vaticano
Domingo II de Cuaresma S. Maria "in Domenica alla Navicella"
Lunes S. Clemente, junto al Coliseo
Martes S. Balbina, en el Aventino
Miércoles S. Cecilia, en Trastévere
Jueves S. María, en Trastévere
Viernes S. Vital "in Fovea" (Via Nazionale)
Sábado: SS Marcelino y Pedro, en Letrán (Via Merulana)
Domingo III de Cuaresma S. Lorenzo Extramuros
Lunes S. Marcos, en el Capitolio
Martes S. Pudenziana "al Viminale"
Miércoles S. Sixto (SS. Nereo y Aquiles)
Jueves Ss. Cosme y Damián in Via Sacra (Foros Imperiales)
Viernes S. Lorenzo in Lucina
Sábado S. Susanna alle Terme di Diocleziano
Domingo IV de Cuaresma S. Cruz de Jerusalén
Lunes Ss. Quattro Coronati al Celio
Martes S. Lorenzo "in Damaso"
Miércoles S. Pablo extramuros
Jueves Ss. Silvestre y Martín "ai Monti"
Viernes S. Eusebio all'Esquilino
Sábado S. Nicolás "in Carcere"
Domingo V de Cuaresma S. Pedro en el Vaticano
Lunes S. Crisogono in Trastevere
Martes S. Ciriaco (S. Maria in via Lata al Corso)
Miércoles S. Marcello al Corso
Jueves S. Apollinare "in Campo Marzio"
Viernes S. Stefano al Celio
Sábado S. Juan en Porta Latina

SEMANA SANTA - IGLESIAS ESTACIONALES

Domingo de Ramos S. Juan de Letrán
Lunes S. Práxedes all'Esquilino
Martes S. Prisca all'Aventino
Miércoles S. María la Mayor
Jueves S. Juan de Letrán
Viernes S. Cruz de Jerusalén
Sábado S. Juan de Letrán
Domingo de Pascua S. María la Mayor

PERIODO PASCUAL - IGLESIAS ESTACIONALES

Lunes S. Pedro en el Vaticano
Martes S. Pablo Extramuros
Miércoles S. Lorenzo Extramuros
Jueves Ss. XII Apóstoles, en el Foro de Trajano
Viernes S. María ad Martyres, en Campo Marzio (Panteón)
Sábado S. Juan de Letrán
Domingo II de Pascua (in Albis) S. Pancrazio
Santa Pudenziana al Viminal (martes III semana)
Las estaciones cuaresmales fueron reintroducidas en Roma con mucho fervor en el siglo XX, debido al impulso que les otorgó el Abad de San Pablo Extramuros Dom Ildefonso Schuster, más tarde Cardenal Arzobispo de Milán, y que había explicado en su Liber Sacramentorum. Fueron continuadas por Mons. Carlo Respighi, sacerdote del Collegium Cultorum Martyrum. Contribuyeron también en gran medida el Abad Placido Lugano de Sta. Francisca Romana y el escritor Lamberto de Camillis con trabajos e ilustraciones históricas y devocionales de gran valor. En los últimos años el Vicariado de Roma ha emanado “propuestas” para su recuperación. Este es el horario y el recorrido estacional del pasado año 2012

Dom Gregori Maria

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