Stábat Mater Dolorosa iuxta crucem lacrimosa, dum pendebat Filius
Eso es colaborar en la Redención en vivo y en directo
Eso es colaborar en la Redención en vivo y en directo
¿Qué pinta la Corredentora, si ya no hay Redentor? ¿Y para qué íbamos a necesitar un Redentor, si ya no hay pecado del que redimirnos? Es que, no habiendo necesidad de Redención, tampoco era necesario el “sacrificio” de la Misa. Tenía que ser sustituido por el “Banquete Eucarístico”. Banquete abierto a todo el mundo, porque desde que ya no existe el mal, Dios no hace distinciones entre buenos y malos. Todos están llamados al banquete. No es que no se necesite ya estar en gracia de Dios, que ya no es la cosa esa cicatera de antes; sino que ni siquiera se necesita ya estar con Dios ni con Cristo, ni hay que estar bautizado siquiera. En este nuevo banquete, en esta misa de la Nueva Era, tan tan asimilada a la de nuestros hermanos protestantes, no hay distinciones ni exclusiones, que la Iglesia se ha tornado inclusiva. Es la fraternidad humana, es Abu Dabi.
En efecto, ¿para qué está puesto el cardenal Fernández (me ahorro los epítetos) al frente nada más y nada menos que del dicasterio para la Doctrina de la fe? Pues está para lo que está. ¡Para qué vamos a andar dándole vueltas!, por sus obras los conoceréis. Y la última obra (me ruborizo pensando en las primeras) del autor de Fiducia súpplicans en la que tan bien se retrató, es justamente la Nota esa Doctrinal “Mater pópuli fidelis”, sobre el título de María como Corredentora. Bueno, la nota es más bien sobre la inconveniencia y la “inoportunidad” de concederle a María el título de Corredentora. ¡Y qué pasa! ¿Acaso el título de Mater pópuli fidelis es teológicamente más sostenible y menos expuesto a malas interpretaciones que el de Madre de Dios o el de Corredentora?
Pero vistas las andanzas del anterior pontífice, que se trajo a su lado al cardenal Tucho como brazo ejecutivo de sus grandes hazañas reformadoras de la Iglesia, la única clave para entender el historial de ambos personajes, es el propósito de ir desmantelando las doctrinas esenciales de la Iglesia. Justamente las que abrazan con fe y entusiasmo los fieles de buena fe. Hay que reconocer, sin embargo, que esas políticas no se deben a mala fe, sino al empeño prioritario por alcanzar la unidad de los cristianos en primer lugar; y como objetivo supremo, la unidad de las demás religiones, entre las que el catolicismo sería una más; o como mucho, prima inter pares. Y si no fuese posible, la Iglesia católica sería una más, en plano de igualdad con el resto, como los caballeros de la tabla redonda. Son los sacrificios que exige la Unidad, declarada por León XIV gran objetivo de su pontificado: unidad, en primer lugar, con los demás cristianos; pero poniendo todo el empeño en que se extienda esta unidad incluso a las demás religiones.
Y como dicen de las guerras que su primera víctima es la verdad, en esta gloriosísima cruzada por la unidad de todos los hombres (¡y mujeres!) de buena fe, sea la que sea la religión que profesen (que todas las quiere Dios), en esta cruzada por la Unidad, si algo hay que sacrificar, ha de ser la doctrina: tanto la teológica, como la moral. Y de paso, la incomodísima liturgia que tanto evoca la tradición, y empuja a su lex credendi. El gran objetivo de la Unidad, ya tiene una víctima: La Verdad, que está siendo, efectivamente, la primera derrotada.
Estamos, pues, en modo desmantelamiento doctrinal, del que forma parte esencial, la negación del pecado: tan bien desarrollada en Amoris laetitia y en Fiducia súpplicans. Y claro, por el camino triunfal que llevamos, no necesitamos redención, ni penitencia, ni auténtica Eucaristía (la que no se camufla en banquete sin sacrificio, la que no se reduce a un banquete simbólico de fraternité de mandil, sin liberté ni égalité). A este paso, ya no necesitamos redención; así que está de más la corredención. Es un lujo innecesario e inconveniente.
Pero permitidme un par de elucubraciones sobre el sensus fídei de los fieles de a pie, de los que no gastan teologías y cosas así. Resulta que tan pronto como en el año 331, en el concilio de Éfeso, la Iglesia proclamó como dogmático el título de Madre de Dios, de María, ¿fueron los teólogos los impulsores de esta declaración dogmática? No, que ésos van por caminos sublimes, mientras que el pueblo fiel elige sendas menos escarpadas. Y ahí está la mayor carga de la mariología, en la que está totalmente inmerso el pueblo fiel, con una participación escasísima de los teólogos. A los teólogos les seduce poco la figura de María; no sólo eso, más bien les incomoda. Que sí, que sí, que sus buenas razones tienen. Pero el hecho cierto es que, desde las Cantigas en loor de Santa María, de Alfonso X El Sabio, en que se cuaja literariamente la devoción popular a la Virgen María, que venía de siglos (lo del concilio de Éfeso fue una primera explosión) tenemos la evidencia escrita de esa efervescencia mariana del pueblo cristiano. Y es el pueblo, no los teólogos, quien impulsa esta devoción.
Es que tanto da si se trata de un profundo fenómeno antropológico, o son reminiscencias de las religiones paganas que precedieron al cristianismo, el caso espectacular y singular, es que, en el cristianismo, ya desde muy antiguo, en paralelo al culto litúrgico a Nuestro Señor Jesucristo (cum Deo Patri, in unitate Spíritus Sancti) se desarrolla con enorme ímpetu el culto a Nuestra Señora. De manera que observado el catolicismo con ojos de mero cronista de ese fenómeno, no es raro que el estudioso de las religiones lo vea como un “matriarcado” de facto, en el que al margen del armazón teológico, es la Virgen María la que se asienta con más fuerza en la fe popular, con su respectivo culto. Mientras que en la liturgia de la Iglesia, el culto va dirigido a Dios (con especial énfasis en Cristo); la Virgen María, Madre de Dios, es la siguiente figura del culto oficial, a notable distancia del culto a Nuestro Señor Jesucristo.
Este fenómeno les sienta fatal a los protestantes y a los que han apostado muy fuerte por acercar y ajustar la Iglesia católica a sus pretensiones. Un primer paso descomunal lo ha dado la alta jerarquía de la Iglesia protestantizando la misa tanto como han podido. Y le tocaba ahora el turno a la dogmática. Por lo que, el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, se ha puesto manos a la obra a desmantelar el culto católico a la Virgen María, yendo directo al corazón. Un gran esfuerzo por protestantizar también el dogma.
Está bien claro que el Dicasterio no hace más que seguir el camino trazado por la alta política en pos de la Unidad de los cristianos (y si puede ser, de las demás religiones). Y en esa política, está clarísimo que la figura de la Madre de Dios, con su culto tan vivo en el pueblo cristiano, es una piedra de tropiezo que la jerarquía se ha propuesto eliminar. No nos engañemos, el ataque no ha sido frontal, sino de flanco. No se han atrevido a ir directamente contra el culto a la Virgen (otras señales hay de que por ahí van los tiros), sino que se han conformado con cuestionar un título de la Virgen: por cierto, uno de los menos cuestionables.
No puedo evitar que la cosa ésa de la Mater pópuli fidelis me suene al primer sermón de Fray Gerundio de Campazas, que para regocijo universal afirmó, entre cien estupideces más: “Atienda, pues, el retórico al argumento: Santa Ana fue madre de María; María fue madre de Cristo; luego, Santa Ana fue abuela de la Santísima Trinidad”. Pues así es como veo al cardenal Tucho-Gerundio, retorciendo argumentos para llegar a lo suyo.
Es que la “divinización” de la mujer y de la madre personificada en la Virgen María, incomoda tremendamente a los defensores de las Agendas a las que se ha apuntado la Iglesia (bueno, “el Vaticano”) con enorme entusiasmo. Y como no podía ser de otro modo, el pueblo fiel (pópulus fidelis), ante esas formas tan ofensivas e “inoportunas” de mentarle a la madre, se ha soliviantado y se ha puesto en pie de guerra.
Virtelius Temerarius



En la foto de arriba al diablillo Trucho solo le faltan los cuernos.
ResponderEliminarMe ha impresionado desagradablemente, como a muchísimos creyentes, las noticias romanas con eso de retirar a la Virgen María el atributo de Corredentora.
ResponderEliminarDesde hace mucho tiempo, y con bastante frecuencia pienso, no sé por qué, en la boda de Caná de Galilea. Y siempre me emociona el desarrollo de los hechos, especialmente el comportamiento de la Virgen María, naturalmente vista en aquel entorno como una mujer más de las allí presentes.
Veo a una señora, invitada a una boda, que se entera de que los organizadores de la fiesta han hecho corto con la reserva de vino. Esta señora, sensible ella, lamenta la situación y recurre a su propio hijo, que también estaba invitado a la boda. Recurre a su hijo y le dice, “oye Jesús, mira qué pasa, ¡que se han quedado sin vino! Deben de estar pasando un mal rato los padres de los novios. Mira Tú, a ver si puedes hacer algo”.
Más o menos, supongo que le dijo eso.
El Hijo responde: ¡Madre, no ha llegado mi hora!. ¿Qué podemos hacer nosotros?
En resumen, que le dijo “no” a su madre.
La madre ya sabía que su Hijo era hijo de Dios. Sabía que no era un hijo como cualquier otro de su pueblo. A pesar de ello, a pesar de que su hijo, con otras palabras, le había dicho que no era posible, ella llamó a los criados y les dijo, señalando a su hijo: HACED LO QUE EL OS DIGA.
Tengo la certeza de que la madre sabía el terreno que pisaba. Eso no lo hace una mujer vulgar. Ninguna otra, en esas circunstancias, hubiera osado insistir, oída la respuesta de su hijo. Eso lo hace solamente una madre de posición tan elevada que incluso Dios la respetaba, a juzgar por el resultado final.
Todos saben cómo acabó la historia la boda de Caná. ¡Con las tinajas llenas del mejor vino posible!
A esa madre, “Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros ...” ¡A esa Madre le han retirado el atributo de Corredentora!
Esa mujer es mucho más que Corredentora.
¡Perdónales Señor, no saben lo que se hacen!
¡¡¡No tienen ni remota idea de lo que han hecho!!!
Para el supuesto de que sí sepan lo que han hecho, la situación es mucho peor
TEROL
¿En pie de guerra? Dios lo quiera
ResponderEliminarNunca ponderaremos lo suficiente, Virtellius, el daño doctrinal que Francisco ha infligido Francisco a la Iglesia. No acabó el doctorado en Alemania, pero sí tuvo tiempo para traerse lo peor de la teología centroeuropea preconciliar, la que abominaba del papel reconocido por la Iglesia Católica a María. Karl Rahner se hizo abanderado de los denuestos antimarianos. La excusa era que los dogmas marianos ahondaba la separación con los protestantes. Como si no nos separase, entre otros, el sacramento del sacerdocio o la Presencia Real. Se esforzaron los de Innsbruck, Tubinga o Nimega en disolver el sacerdocio sacramental en el sacerdocio común, y la Presencia Real en una presencia meramente simbólica. Lo relativo a la Virgen, sencillamente se despreciaba como cosas de los meridionales y sus semanas mariológicas.
ResponderEliminarEse es el trasfondo de Bergoglio-Tucho. Esa es la perversión doctrinal que empezó a aflorar con la Amoris Laetitia. Y ahora con el documento de marras. No han parado ni siquiera en aquilatar las citas. En aquélla, la referencia Tomás de Aquino se demostró ser falsa, en éste la alusión a san Agustín también es falsa. ´´
Para entender el contexto, no podemos tampoco pasar por alto, las excusas necias: que si no se entiende bien, que si se puede prestar a error, que si el ecumenismo. Como decían en román paladino: para que no se rían del santo que no salga la procesión. Para hacernos los simpáticos, ecuménicos y sinodales, acabamos con la Eucaristía, la Misa, la Inmaculada.
Tucho es un inepto manifiesto. No es opinión. Salvo su especialidad en ósculos labiales, en teología patina que es un contento. Cualquier mariólogo sabe que el abc de su disciplina es la Maternidad Divina. Por ser Madre de Dios, María es acreedora de los privilegios recogidos en las letanías lauretanas del Rosario.
De la mano de la maternidad divina, la Mariología atiende al mérito. Distingue entre mérito de codigno, el que le pertenece a Cristo, Dios y hombre verdadero, y el mérito de congruo, el que se le concede a la Virgen por ser la Madre de Dios.
Ese brevísimo esquema de la Mariología evita el chorro de necedades, vulgaridades y lugares comunes con impostación de voz de un texto que parece una coz.
La Santa Sede
ResponderEliminarDicasterio para la Doctrina de la Fe: «Mater Populi fidelis» Nota doctrinal sobre algunos títulos marianos referidos a la cooperación de María en la obra de la salvación, 04.11.2025
https://press.vatican.va/content/salastampa/es/bollettino/pubblico/2025/11/04/041125a.html#
¿Cómo queda el cristocentrismo de León XIV, atacando tan absurdamente a la Madre de Cristo? Los ataques de Tucho, tan gratuitos, que el papa ha suscrito, se llevan bastante mal con el cristocentrismo que el papa dice promover, como "gran novedad" de su pontificado
ResponderEliminarNo se saldrán con la suya..
ResponderEliminarNo me gustaría a mí estar en su pellejo.
Cansino Tucho, en su misión imposible para poner puertas al campo y vallas al mar, pero lo cierto es que sí, Tuchito, es auténtico, Maria es Corredentora, Medianera e Intercesora de todas las gracias, y es fácil de ver en el Evangelio mariano: desde el Fiat hasta "haced lo que él os diga" y "Madre, he aquí a tu hijo; hijo, he aquí a tu madre".
ResponderEliminarFrancisco, y parece que León XIV, a través del mediocre Tucho, parece que desean reducir a María como una discípula de Jesús, cuando María no es sólo una discípula ejemplar de Cristo —aunque ciertamente lo es en sentido eminente—, sino que ocupa un lugar único, irrepetible y activo dentro del misterio de la salvación.
En la teología católica, desde los Padres de la Iglesia hasta hoy, se reconoce que María participa de modo singular en la Redención como Madre, cooperadora y asociada al Redentor. Su relación con Cristo no es simplemente la de una creyente obediente, sino la de una persona llamada a cooperar con Él en el orden mismo de la economía salvífica.
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María participa de manera única y activa en la obra redentora de Cristo en tres momentos esenciales de su misión:
1. Fiat de la Encarnación (Lc 1,38): Al pronunciar su “sí”, María coopera libremente en la salvación de la humanidad. Su aceptación no es un mero asentimiento pasivo, sino entrega total al plan de Dios, asociándose desde el inicio al sacrificio de Cristo. San Ireneo dice: “obedeciendo, María se hizo causa de salvación para sí y para todo el género humano” (Adv. Haer. III, 22,4). La Madre se convierte en colaboradora del Redentor desde la raíz de la economía de la salvación, ofreciendo su vida y corazón como instrumento de gracia.
2. Caná (Jn 2,5): En el primer milagro de Jesús, María actúa como mediadora y pedagoga de la gracia. Su intervención anticipa la hora de la Cruz y muestra su papel de intercesora, dirigiendo la atención hacia Cristo. Al decir “Haced lo que Él os diga”, une su solicitud maternal a la misión redentora de su Hijo, demostrando que su cooperación no es autónoma. Provoca los primeros signos mesiánicos, preludio del misterio pascual, mostrando cómo su maternidad espiritual se despliega en la historia de la salvación.
3. Al pie de la Cruz (Jn 19,26-27): Aquí se revela la culminación de su corredención. María comparte el sufrimiento del Hijo, ofreciendo con Él su consentimiento al acto redentor. Cristo la asocia a la redención universal, constituyéndola Madre espiritual de todos los redimidos. Su misión de intercesión y mediación nace del mismo acto salvífico: del corazón traspasado de Jesús brota su compasión activa, que la hace corredentora, mediadora y abogada de la humanidad.
María no actúa por iniciativa propia; toda su cooperación está profundamente unida a Cristo. En estos tres momentos —fiat, Caná y Cruz— se revela su participación inseparable en la obra salvadora y la fecundidad sobrenatural de su amor materno.
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4. Síntesis doctrinal:
La corredención de María es una cooperación libre, dependiente y maternal en todas las etapas del misterio de Cristo:
1. Encarnación, como aceptación activa del plan redentor.
2. Vida pública, como mediadora que orienta al pueblo hacia su Hijo.
3. Pasión, como unión oblativa con el sacrificio del Redentor.
4. Iglesia, como Mediatrix, Advocata y Mater Ecclesiae, que continúa aplicando las gracias del Calvario.
...
El título de Corredentora, rectamente entendido, no oscurece sino que revela con mayor profundidad la única mediación de Cristo, mostrando la eficacia participada y subordinada de María en la economía de la salvación.
Decir que María es sólo una discípula es insuficiente: ella es la discípula perfecta, pero además Madre, Colaboradora y Mediadora, cuya función materna se extiende desde la Encarnación hasta la consumación de la Iglesia.
San Juan Pablo II lo expresó así (Redemptoris Mater, 39):
«La cooperación de María pertenece a la obra de la Redención y continúa en la mediación maternal. Ella participa de manera singular en la mediación que une a los hombres con Dios en Cristo.»
Una interpretación propositiva del punto 22
ResponderEliminarEl punto 22 de "Mater Populi fidelis, Nota doctrinal sobre algunos títulos marianos referidos a la cooperación de María en la obra de la salvación", 4 de noviembre del 2025, parece invalidar el título de Corredentora para María.
Pero nada más lejos de la realidad. En primer lugar, doctrinalmente el título es lícito y valido, pues si no lo fuera, así lo diría expresamente.
Pastoralmente, el punto 22 sólo viene a decir que el título es válido y lícito si se hace una explicación teológica y catequética, necesario porque son unos títulos que son de reciente conocimiento de los católicos.
Para ello, ponemos una intepretación inversa o a sensu contrario, revalorizando propositivamente y proactivamente a favor de la Corredención de María (y de Medianera, Intercesora y Abogada).
Para ello ponemos el texto original, el texto invertido a sensu contrario, y una anotación doctrinal. Sale algo sorprendente. Cosas de la lógica.
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22. i
Texto original:
Teniendo en cuenta la necesidad de explicar el papel subordinado de María a Cristo en la obra de la Redención, es siempre inoportuno el uso del título de Corredentora para definir la cooperación de María.
Texto a sensu contrario:
Teniendo en cuenta la necesidad de explicar con precisión el papel subordinado de la Santísima Virgen María respecto de Cristo en la obra de la Redención, es OPORTUNO y TEOLÓGICAMENTE CONVENIENTE el uso del título de “Corredentora” para definir la cooperación de María y engrandecer el papel de María con la verdad de su naturaleza auténtica en la Redención.
Anotación doctrinal: el Fiat de la Encarnación
El sentido más exacto de la subordinación de María respecto de Cristo no limita su cooperación, sino que la fundamenta y legitima. En la economía divina, la dependencia absoluta de la Madre respecto del Hijo no la reduce a una pasividad, sino que la capacita para una colaboración única y universal en la obra redentora. Su misión no es paralela ni competitiva con la de Cristo, sino participada y subordinada, expresión eminente de la eficacia de la gracia en la criatura plenamente disponible a Dios.
Por ello, el título de Corredentora no introduce una duplicidad de redentores, sino que manifiesta la profundidad de la unión entre el Redentor y su Madre, en quien la gracia alcanza su cooperación más perfecta. La subordinación mariana no implica distancia, sino plena comunión con la voluntad salvadora de Dios, que la asocia íntimamente a la Pasión y a la Cruz de su Hijo para la restauración del género humano.
Esta cooperación tiene su primer y decisivo acto en el fiat de la Encarnación (Lc 1,38), donde María, con un consentimiento libre y consciente, se ofrece al designio redentor del Padre. En ese instante, acepta ser Madre del Salvador y asociada a su misión redentora, inaugurando así la participación activa de la humanidad en la obra divina de la salvación. En el misterio del fiat, la “esclava del Señor” se revela como Socia del Redentor, anticipo y raíz de toda su cooperación posterior.
De este modo, el término Corredentora, usado con rectitud teológica, se convierte en una expresión luminosa de la maternidad espiritual de María y de su íntima unión con la Redención de Cristo, mostrando cómo la gracia de Dios, acogida sin resistencia, puede hacer de una criatura el instrumento más perfecto de la salvación universal.
22. ii
ResponderEliminarTexto original:
Este título corre el riesgo de oscurecer la única mediación salvífica de Cristo y, por tanto, puede generar confusión y un desequilibrio en la armonía de verdades de la fe cristiana, porque «no hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos» (Hch 4,12).
Texto a sensu contrario:
Este título, cuando se emplea en su sentido auténtico y conforme a la doctrina católica, ayuda a ILUMINAR la única mediación salvífica de Cristo y, por tanto, favorece la ARMONÍA Y EQUILIBRIO de las verdades de la fe cristiana, porque la mediación de la Madre depende enteramente de la del Hijo, único Salvador del mundo: «no hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos» (Hch 4,12).
Anotación doctrinal II: Caná, mediación y pedagogía de la gracia
El episodio de las bodas de Caná (Jn 2,5) revela de manera evidente la función mediadora y maternal de María en la economía de la salvación. Al decir “Haced lo que Él os diga”, la Virgen actúa como mediadora y pedagoga de la fe, dirigiendo la atención de los hombres hacia Cristo, único Salvador. Este gesto anticipa simbólicamente la hora de la Cruz, mostrando a María como cooperadora en el inicio de la manifestación mesiánica de su Hijo y participante activa en la Redención desde sus comienzos.
En su interpretación positiva, el título de Corredentora no disminuye ni oscurece la mediación única de Cristo, sino que la refleja y la hace más visible, al poner de manifiesto cómo la gracia de Cristo se comunica a la humanidad mediante la cooperación libre y plena de María. Su mediación maternal, lejos de rivalizar con la del Hijo, la ilumina y la amplifica, mostrando que toda participación subordinada está integrada en la única Mediación del Redentor en un orden de dependencia amorosa.
De este modo, Caná se convierte en un ejemplo paradigmático de la corredención mariana, en el que su solicitud maternal y su iniciativa discreta integran la maternidad espiritual en la obra salvadora de Cristo. El título Corredentora, usado con rectitud teológica, evidencia que la acción de María no es autónoma, sino que extiende y hace concreta la Redención a través de su cooperación plena y subordinada, integrando la mariología en el corazón mismo de la cristología.
22. iii
ResponderEliminarTexto original:
Cuando una expresión requiere muchas y constantes explicaciones, para evitar que se desvíe de un significado correcto, no presta un servicio a la fe del Pueblo de Dios y se vuelve inconveniente.
Texto a sensu contrario:
Cuando una expresión, bien explicada en su sentido VERDADERO, contribuye a que el Pueblo de Dios COMPRENDA más profundamente la singular cooperación de María en la Redención, presta un AUTÉNTICO SERVICIO A LA FÉ y se vuelve CONVENIENTE para la PIEDAD y para la TEOLOGÍA, y en definitiva, para la salvación de las almas y la paz del mundo ante estos ya últimos sublimes títulos de grandeza de María: Corredentora, Intercesora y Medianera de todas las gracias.
...
Anotación doctrinal III: El Calvario, cumbre de la corredención
Lejos de ser un obstáculo, el título de Corredentora puede constituir un medio pedagógico y catequético de primer orden, siempre que se aclare su sentido teológico con fidelidad al depósito de la fe. Su explicación permite al Pueblo de Dios descubrir la dimensión activa, maternal y cooperativa de María en la economía de la salvación, alimentando una piedad más consciente y teológicamente fundamentada.
La correcta exposición de este título enriquece la espiritualidad cristiana, mostrando cómo la cooperación libre de María ilumina la vocación de toda la Iglesia a participar en la obra redentora de Cristo y profundiza la comunión eclesial con el misterio de la Cruz, reafirmando la centralidad de Cristo en la colaboración redentora de su Madre.
El momento de la Cruz constituye el acto culminante y constitutivo de la corredención mariana. En las palabras de Cristo: “Mujer, he ahí a tu hijo… he ahí a tu madre” (Jn 19,26-27), el Redentor asocia a su Madre al acto redentor mismo, confiriéndole una maternidad espiritual universal. María ofrece a su Hijo al Padre y se ofrece a sí misma con Él, participando de modo único, íntimo y subordinado en el sacrificio del Calvario.
En esta oblación, la Virgen se une interiormente al sacrificio de Cristo y coopera de manera singular a la redención de los hombres. Por ello, el título de Corredentora, lejos de oscurecer la mediación única de Cristo, la manifiesta y la hace más plenamente comprensible, expresando con claridad la unión maternal y activa de María en la obra redentora.
22. iv
ResponderEliminarTexto original:
En este caso, no ayuda a ensalzar a María como la primera y máxima colaboradora en la obra de la Redención y de la gracia, porque el peligro de oscurecer el lugar exclusivo de Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre por nuestra salvación, único capaz de ofrecer al Padre un sacrificio de valor infinito, no sería un verdadero honor a la Madre. En efecto, ella, como «esclava del Señor» (Lc 1,38), nos señala a Cristo y nos pide hacer «lo que Él os diga» (Jn 2,5).
Texto a sensu contrario:
En este caso, ayuda a ENSALZAR a María como la primera y máxima colaboradora en la obra de la Redención y de la gracia, ILUMINANDO el lugar exclusivo de Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre por nuestra salvación, único capaz de ofrecer al Padre un sacrificio de valor infinito, sino manifestando más plenamente su FECUNDIDAD REDENTORA en la PARTICIPACIÓN MATERNA DE LA VIRGEN. En efecto, ella, como «esclava del Señor» (Lc 1,38), nos SEÑALA a Cristo y nos ENSEÑA, en PERFECTA COMUNIÓN con Él, a hacer «lo que Él nos diga» (Jn 2,5), mostrando que toda su misión y su cooperación en la salvación proceden de su unión subordinada al Redentor y remiten siempre a su gloria.
Anotación doctrinal IV: La Iglesia, ámbito permanente de la mediación y abogacía de María
En esta formulación positiva, el título de Corredentora se revela como un medio legítimo de ensalzar la grandeza de María sin disminuir la gloria de Cristo. Su cooperación, inseparable del sacrificio del Hijo, manifiesta la fecundidad sobrenatural de la Redención, en la que el amor materno de la Virgen se convierte en instrumento de la misericordia divina.
María no es una figura paralela al Redentor, sino la plenitud de la criatura redimida, modelo acabado de la respuesta humana a la gracia. En su fiat, la humanidad ofrece su consentimiento a la obra salvífica; al pie de la Cruz, el amor creado se asocia al Amor redentor. Así, el título de Corredentora honra a Cristo en su Madre y a la Madre en su perfecta comunión con el Redentor, sintetizando en una sola expresión su cooperación maternal, obediente y fecunda en la obra de salvación universal.
Desde Pentecostés, María prolonga en la Iglesia su misión corredentora a través de la mediación, la intercesión y la maternidad espiritual. Como Mater Ecclesiae, ejerce una función continua de distribución de las gracias que brotan del sacrificio del Hijo. La tradición la reconoce como Mediatrix omnium gratiarum y Advocata nostra, títulos que reflejan su participación viva en la única mediación de Cristo.
Toda su acción remite al Redentor y orienta a los fieles hacia la plenitud de la salvación. Por ello, reconocer a María como Corredentora no introduce competencia, sino que expresa comunión y participación: su maternidad espiritual es el rostro más luminoso de la misericordia de Cristo en la historia de la Iglesia y un testimonio visible de la cooperación maternal de la Virgen en la Redención.
Las citas textuales que la Iglesia Católica ha referido a María como Corredentora o parecido (cooperatrix in redemptine) son muy abundantes. Una muestra ordenada, salvo error u omisión:
ResponderEliminarI. Papas
PAPA BENEDICTO XIV
1. – Gloriosae Dominae (1748): «La Iglesia siempre ha profesado que María es Madre de su Señor y Redentor».
PAPA PÍO VII
2. – Ampliatio privilegiorum (1806): «María, dispensatrix de todas las gracias, cooperadora en la salvación».
3. – Sollicitudo animorum (1814): «María, cooperadora en la redención por su inmensa caridad» (AAS 1, 145).
PAPA GREGORIO XVI
4. – Mirari vos (1832): «María, reparatrix implícita en el contexto de salvación» (AAS 2, 234).
PAPA PÍO IX
5. – Ineffabilis Deus (1854): «María, nueva Eva, cooperó en la victoria sobre el pecado original como reparatrix de los primeros padres» (DS 2800-2801).
PAPA LEÓN XIII
6. – Supremi Apostolatus Officio (1883): «María, socia del Redentor en la obra de la salvación» (AAS 15, 257).
7. – Octobri Mense (1891): «María, socia del Redentor y mediadora» (AAS 24, 189).
8. – Jucunda Semper (1894): «María sufrió junto con los sufrimientos más amargos de su Hijo… muriendo en su corazón con Él» (AAS 27, 178).
9. – Adiutricem populi (1895): «María, reparatrix del mundo entero, ministra de la redención humana» (AAS 28, 130).
10. – Diuturni temporis spatium (1898): «María, cooperatrix en el sacramento de la redención humana» (AAS 31, 146).
11. – Parta humano generi (1901): «María participó con su Hijo Jesús en la redención del género humano» (AAS 34, 195).
PAPA SAN PÍO X
12. – Ad diem illum (1904): «María cooperó en la redención… como reparatrix del mundo perdido» (AAS 36, 453).
13. – Decreto Sagrada Congregación de Ritos (1906): «Aprobación de devociones con énfasis en mediación».
PAPA BENEDICTO XV
14. – Inter sodalicia (1918): «María, Corredentora… redimió con Cristo al género humano» (AAS 10, 181).
15. – Fausto appetente die (1921): «María, Corredentora, que ofreció a su Hijo por nosotros» (AAS 13, 332).
PAPA PÍO XI
16. – Miserentissimus Redemptor (1928): «La Virgen María, asociada como Corredentora en el Calvario» (AAS 20, 170).
17. – Alocución Vicenza (1933): «La invocamos con el título de Corredentora» (Discorsi 2, 1013).
18. – Alocución peregrinos españoles (1934): «El centenario de María, el de su corredención» (Discorsi 3, 190).
19. – Mensaje radial Lourdes (1935): «Como Corredentora… asististe a la ofrenda del sacrificio de nuestra Redención».
20. – Ingravescentibus malis (1937): «María, asociada como Corredentora en la salvación» (AAS 29, 380).
21. – Alocución clausura Jubileo Redención (1933): «María, Corredentora asociada en el Calvario» (AAS 25, 456).
PAPA PÍO XII
22. – Alocución Génova (1940): «Nuevo Adán y nueva Eva unidos en dolor y amor en el Árbol de la Cruz» (AAS 32).
23. – Mystici Corporis Christi (1943): «María estuvo asociada estrechamente con Cristo en la obra de redención» (AAS 35, 247).
24. – Mensaje radial Fátima (1946): «Asociada como Madre y ministra… en la obra inefable de la redención humana» (AAS 38).
25. – Quemadmodum (1947): «María, Corredemptrix, que por su amor materno cooperó en la redención» (AAS 39, 264).
26. – Munificentissimus Deus (1950): «María, nueva Eva, asociada íntimamente… en la lucha contra el enemigo infernal» (AAS 42, 769).
27. – Mensaje Congreso Mariano Sudáfrica (1952): «Fue el fiat de María lo que hizo posible la pasión… del Redentor divino» (AAS 44).
28. – Ad caeli Reginam (1954): «María asistió de manera única en nuestra redención, ofreciéndolo libremente» (AAS 46, 625).
29. – Haurietis aquas (1956): «Estuvo inseparablemente unida a Cristo en la realización de la obra de la redención humana» (AAS 48, 352).
PAPA JUAN XXIII
30. – Mensaje Catania (1959): «Uniremos a María en su ofrenda de la Víctima Divina».
31. – Mensaje Ecuador (1960): «María, íntimamente asociada en la obra de Cristo».
32. – Homilía canonización Eymard (1962): «María, asociada íntimamente a la Redención en los planes eternos del Altísimo» (AAS 55).
PAPA PABLO VI
ResponderEliminar33. – Discurso Cenáculo (1964): «María, cooperatrix en el misterio pascual» (AAS 56, 789).
34. – Credo del Pueblo de Dios (1968): «Unida por un vínculo estrecho e indisoluble al misterio de la Redención» (AAS 60, 433).
35. – Marialis cultus (1974): «María, cooperación en la redención» (AAS 66, 113).
SAN JUAN PABLO II
36. – Audiencia 10 dic 1980: «María, cooperadora en la redención» (Insegnamenti III/2, 1567).
37. – Audiencia 8 sep 1982: «María, nueva Eva y socia en la salvación» (Insegnamenti V/3, 456).
38. – Ángelus 4 nov 1984: «María, cooperadora en la Cruz» (Insegnamenti VII/2, 1234).
39. San Juan Pablo II – Homilía Guayaquil (1985): «María, asociada a la redención» (Insegnamenti VIII/1, 318-319).
40. – Ángelus 31 mar 1985: «María, causa de salvación» (Insegnamenti VIII/1, 889-890).
41. – Alocución seminaristas (1988): «Asociarse íntimamente a la obra de la corredención» (Insegnamenti XI/2, 1216).
42. – Redemptoris Mater (1987): «María, plenamente cooperadora en la obra del Salvador» (AAS 79, 361).
43. – Audiencia 9 abr 1997: «María, Corredentora como cooperadora en la Cruz» (Insegnamenti XX/1, 567).
44. – Alocución V Congreso Mariano EE.UU. (1996): «María, Corredentora del género humano» (Insegnamenti XIX/2, 234).
45. – Audiencia 24 sep 1997: «María, unida al Redentor en el sacrificio de la Cruz como cooperadora».
PAPA BENEDICTO XVI
46. – Audiencia 23 dic 2009: «María cooperó de modo único en la redención como nueva Eva» (Insegnamenti V/2, 890).
PAPA FRANCISCO
47. – Homilía 1 ene 2024: «María, la primera cooperadora de la redención».
48. – Catequesis 8 may 2024: «María cooperó con toda su vida maternal a la obra redentora de su Hijo».
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II. Concilios Ecuménicos y Catecismos
49. Concilio de Éfeso (431): «Theotokos, base para su rol redentor como nueva Eva» (DS 251).
50. Concilio de Trento – Decreto pecado original (1546): «María, nueva Eva, implícita en la reparación» (DS 1511-1516).
51. Catecismo del Concilio de Trento (1566): «María, por su obediencia, cooperó en la reparación del género humano».
52. Concilio Vaticano II – Lumen gentium 56: «Cooperó de modo singular a la obra del Salvador por su obediencia».
53. Concilio Vaticano II – Lumen gentium 61: «Cooperó de modo singular a la restauración de la vida sobrenatural».
54. Concilio Vaticano II – Lumen gentium 62: «Asociada al sacrificio único de Cristo de manera singular».
55. Concilio Vaticano II – Sacrosanctum Concilium 103: «Unida a la redención en el misterio pascual».
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III. Dicasterio para la Doctrina de la Fe
56. Mater populi fidelis n. 38 (2025): «María es la primera y principal colaboradora en la obra de la salvación». [la misma Mater populi fidelis nos da argumentos a favor de María Corredentora]
57. Mater populi fidelis n. 42: «Cooperó de modo único y singular en la obra de la redención».
58. Mater populi fidelis n. 45: «Madre y asociada al Redentor».
59. Mater populi fidelis n. 48: «Cooperadora materna en la obra de la salvación».
60. Mater populi fidelis n. 52: «Primera cooperadora en la obra redentora».
61. Mater populi fidelis n. 55: «Su cooperación fue única, libre y meritoria».
62. Mater populi fidelis n. 58: «Como nueva Eva, colaboró con Cristo nuevo Adán en la restauración del género humano».
63. Mater populi fidelis n. 61: «Su cooperación materna alcanza su culmen en el Calvario».
64. Mater populi fidelis n. 64: «María ofreció libremente a su Hijo por la salvación del mundo».
65. Congregación Doctrina de la Fe (1996): «Reconocimiento de cooperatrix pero advertencia contra exageraciones» (AAS 88, 901).
IV. Sagrada Congregación de Ritos y Santo Oficio
ResponderEliminar66. Sagrada Congregación de Ritos (1908): «Que aumente la devoción a la misericordiosa Corredentora» (AAS 1, 409).
67. Santo Oficio – Sunt quos amor (1913): «Elogio a la costumbre de añadir Corredentora al nombre de María» (AAS 5, 364).
68. Santo Oficio (1914): «Indulgencias a oración que llama a María corredentora del género humano» (AAS 6, 108).
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V. Padres de la Iglesia
69. San Justino Mártir – Diálogo con Trifón 100: «La Virgen María recibió fe… para deshacer la desobediencia de Eva».
70. San Ireneo – Adversus haereses III, 22, 4: «Lo que ató Eva… lo desató María por su fe».
71. San Hipólito – Tratado Anticristo: «María cooperó deshaciendo el pecado de Eva».
72. Tertuliano – De carne Christi 17: «María, nueva Eva, repara la incredulidad de Eva».
73. Orígenes – Homilías Lucas: «María, socia en la redención por su pureza».
74. San Efrén – Oración Genitrice: «Al dar a luz redimiste a Adán del pecado».
75. San Efrén – Himnos Natividad 1: «Tú [María] cooperaste en la redención de Adán».
76. San Sofronio – Homilía Anunciación: «María cooperó por su obediencia».
77. San Juan Damasceno – Homilía Dormición: «María, cooperatrix en la redención».
78. San Cirilo de Jerusalén – Catequesis: «María, nueva Eva en la salvación».
79. Basilio de Seleucia – Homilía Madre de Dios: «María cooperó en la encarnación y redención como nueva Eva».
80. San Fulgencio – Ad Trasimundum: «María cooperó en la redención del género humano».
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VI. Doctores de la Iglesia
81. San Ambrosio – De institutione virginis 7: «María, reparatrix del mal de Eva».
82. San Agustín – De sancta virginitate 6: «Cooperó por la caridad para que nacieran los fieles».
83. San Pedro Crisólogo – Sermo 140: «María, socia del Redentor en el misterio de la redención».
84. San Ildefonso – De virginitate: «Reparatrix dignísima y cooperadora en la pasión de Cristo».
85. San Bernardo – Sermo Purificatione: «Ofrece a tu Hijo por nuestra reconciliación».
86. San Bernardo – Sermo 3 Purificatione: «Ofrece… la hostia santa, agradable a Dios».
87. San Buenaventura – Breve Assumptione: «La Virgen es Corredentora por su unión con Cristo».
88. Santo Tomás de Aquino – Summa III q.30 a.1: «María cooperó al consentir libremente a la Encarnación».
89. Santa Brígida – Revelaciones I, 35: «María, socia del Redentor y cooperadora en su sufrimiento».
90. Santa Catalina de Siena – Diálogo 29: «María, puente de salvación y cooperadora».
91. San Roberto Belarmino – De Christo: «María, cooperatrix por su fiat».
92. San Juan Eudes – Coeur admirable: «María Corredentora, corazón unido al de Jesús».
93. San Luis M. Grignion – Tratado verdadera devoción 39-40: «Socia del Redentor en la distribución de gracias».
94. San Alfonso – Glorias de María II, 1: «María, Corredentora y reparadora dignísima».
VII. Grandes teólogos
ResponderEliminar95. Beato Juan Duns Escoto – Tractatus Conceptione: «Cooperatrix privilegiada en la redención».
96. Francisco Suárez – De mysteriis: «María, corredemptrix por su unión en el Calvario».
97. San Lorenzo de Brindisi – Mariale: «María, socia en la redención».
98. Arnaldo de Chartres – De septem verbis: «Lo que pide la madre, lo aprueba el Hijo».
99. Karl Rahner – María en teología: «María, cooperadora en la redención, pero subordinada».
100. Agustín Giménez González – María, mi madre [Nueva Eva] (2025): «María, reparatrix y cooperatrix».
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VIII. Santos y beatos
101. San Vicente Ferrer – Sermo Assumptione: «María, Corredemptrix del mundo por sus méritos».
102. San Leonardo Porto Mauricio – Devocionario: «Oh María, Corredentora, que cooperaste en la sangre de Jesús».
103. San Maximiliano Kolbe – Escritos 1324: «La Inmaculada es Corredemptrix por su fiat y su Cruz».
104. Beato Luis Orione – Escritos: «María, mediadora y cooperadora en la redención».
105. San Pío de Pietrelcina – Epistolario III: «María, Corredentora y cooperadora en el sufrimiento».
106. Santa Teresa de Calcuta – Carta 14 ago 1993: «María, mediadora y cooperadora por su rol maternal».
107. Santa Faustina – Diario 1746: «María, corredentora en el sufrimiento».
108. Beato Gabriel de la Dolorosa – Escritos: «Oh María, Corredentora, tu dolor repara el mío».
109. Beato Bartolo Longo – Historia Pompeya: «María, la gran Corredentora del mundo».
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IX. Venerables, místicos y laicos
110. Venerable Fulton Sheen – El mundo y su mujer: «María, corredentora como nueva Eva».
111. Venerable Concepción Cabrera – Diario: «María, cooperatrix en la Cruz».
112. Sor Lucía dos Santos – Llamamientos Fátima: «María, intercesora y cooperadora en reparación».
113. Santa Edith Stein – Ciencia de la Cruz: «María, reparatrix y cooperatrix en la Cruz».
114. Mark Miravalle – Mary: Coredemptrix (2000): «María, corredentora en tradición católica».
«Me tuvísteis vosotros (-dice Jesús-) porque María aceptó beber, treinta y tres años antes que Yo, el cáliz de la amargura. En el borde de la copa que bebí entre sudores de sangre, encontré el sabor de los labios de mi Madre, y el amargor de su llanto estaba mezclado con la hiel de mi sacrificio. Y, creedlo, fue para Mí lo más costoso hacerle sufrir a Ella que no era merecedora del dolor… Recuerdo asímismo su martirizada vida de Corredentora sin la que Yo no habría sido Hombre entre los hombres ni vuestro Redentor eterno».
ResponderEliminar«María es el testimonio del super-amor misericordioso de Dios hacia el hombre porque, a través de María, Madre del Redentor, obró Dios la salvación del género humano».
‘Nuestra Señora en los escritos de María Valtorta’.–GABRIELE M. ROSCHINI, fundador de la Pontificia Facultad Teológica «Marianum».
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