Este sábado, el Papa recibía en audiencia oficial al cardenal Omella, con quien mantuvo un encuentro privado al que después se unieron sus dos obispos auxiliares. Las audiencias oficiales (aquellas que se publican en el Bollettino) no tienen lugar a requerimiento del Santo Padre, sino que corresponden a la aceptación de una solicitud del visitante. Como es fácil suponer, cuando el Papa necesita hablar con determinado cardenal, obispo, sacerdote o laico no es necesario que lo publique oficialmente, siendo perfectamente normal que habla o se reúna con quien estime necesario, incluso dentro de parámetros de discreción. También es fácil suponer que el Papa recibe multitud de peticiones de audiencia que, por motivos de tiempo o de oportunidad, no son atendidas. La audiencia de este sábado se produjo a demanda del arzobispo barcelonés.
No es esta la primera vez que se ven pontífice y cardenal desde la elección del primero. Ya habían coincidido en la primera reunión del Dicasterio para los Obispos a la que asistió el flamante Sucesor de Pedro y tampoco es la primera vez que han hablado en privado, ya que Omella reconoció, en la última ordenación diaconal, que esa misma mañana había hablado con el Papa para felicitarle su cumpleaños. No es León XIV hombre de proximidades y extroversión como podía ser Francisco, pero, de entre los obispos españoles, es con Omella con quien más ha coincidido, por lo que es lógico que exista una natural cercanía y recurra a él para conocer los diversos asuntos que conciernen a la Iglesia en España.
Según la nota oficial del Arzobispado de Barcelona, el Papa fue informado de la situación de la diócesis y del estado actual de las obras en la Sagrada Familia. No dice que fuese invitado a presidir la inauguración de la Torre de Jesús, que tendrá lugar el próximo 10 de junio, coincidiendo con el centenario del fallecimiento de Antoni Gaudí, pero seguro que el cardenal no dejó escapar la ocasión, y si no se ha querido hacer público es por motivos meramente protocolarios a la espera de que se confirme o no. Parece que al papa León no le gusta anunciar los viajes con mucha antelación. En todo caso, el Santo Padre no llamó a Omella para comunicarle que aceptaba su renuncia, pues para eso ni se necesita audiencia oficial ni tiene que ir acompañado de sus auxiliares.
El arzobispo de Barcelona ha manifestado en ocasiones anteriores que el papa Francisco le dijo que continuara hasta cumplir 80 años, y que esa prórroga -extraoficial- había sido confirmada por León XIV. El 21 de abril de 2026 cumplirá los ochenta. Demorar la renuncia hasta que pueda presidir los actos de la Sagrada Familia, un mes y medio después, parece que va de soi. Los presida él, los presida el Papa o este envíe un legado pontificio. A partir de junio, veremos. Porque luego vendrán las vacaciones y enseguida estaremos en septiembre, con lo que puede ser que la de este miércoles no sea la última celebración de la Merced que oficie el turolense.
Mientras tanto, falta ver por donde se aquerencia el nuncio que acaba de aterrizar y quién es el nuevo prefecto del Dicasterio de los Obispos, cuyo nombramiento se está demorando desde hace más de cuatro meses. Únase a ello que no existen candidatos claros para suceder a Omella, así como la consabida complejidad de hallar titular de la Sede de San Paciano, para augurar que la remoción no va a producirse con celeridad. Celeridad que, por lo demás, tampoco parece que forme parte del carácter de León XIV.
A pesar de un pontificado con luces y sombras, ante la absoluta ausencia de un candidato que reúna los múltiples requisitos que se exigen a un arzobispo de Barcelona, no parece que ni el presbiterio, ni el laicado, ni tan siquiera la clase política o mediática suspiren por una pronta aceptación de su renuncia. Quizás con la excepción del clero joven, que ha sido el peor tratado en su mandato.
Si se confirma esta demora, a nadie le va a extrañar que se produzca el relevo de Terrassa antes que el de Barcelona. La resistencia del obispo Cristau a fusionar su seminario con el Interdiocesano -como ya han hecho las diócesis de Barcelona y Sant Feliu- sentó fatal a Omella, personaje que tiene mal perder. Que va a influir, en su condición de cardenal y metropolitano, en la designación del nuevo mitrado egarense también va de soi. Que esa influencia irá destinada a la fusión del seminario resulta igualmente indiscutible. Que lo consiga o no dependerá de su relación con el nuevo nuncio y con el hipotético sucesor de Prevost en el Dicasterio para los Obispos.
Oriol Trillas
Prou d'Omella
ResponderEliminarEsta visto que los autores Germinans prefieren El "toro" omella para acribillarlo a banderillas antes que las filosofias mundanas del Gran Enemigo. Es un recurso que se muestra muy facilón para descargar tinta antes que poner la pluma en los misterios del Diluvio que solucionaria las ansias intelectuales de los creyentes de Misa.
ResponderEliminarPreveo el peor seminario de Barcelona de la historia.
ResponderEliminarLa formación hoy en día ya está casi universalizada, y más con la IA, una gran clasificadora y clarificadora.
Ya no depende de las bibliotecas de libros físicos.
Los filtros nacional-progresistas son los que crean distorsiones de la información y por ende, de la formación. De hecho, el nacional-progresistas mató al catolicismo, y donde hay jesuitas, estos jesuitas modernistas no católicos, sin dudarlo, allá hay decadencia hacia la extinción. Es una ideología de muerte, ya se ha comprobado.
La excelencia de un seminario y facultad de teología está, como estuvo siempre, determinada por la calidad de los profesores, que dan la información completa y fidedigna.
La peor noticia sería integrar Tarrasa con Barcelona, un precio que va a la deriva y naufragará pronto.
Además, la pluralidad y la competitividad son esenciales: se enfrentan equipos por la excelencia.
Y los seminarios tipo Tarrasa ganan a Barcelona, no sólo por mejor uso de la IA y las bibliotecas virtuales, no sólo por la mejor ortodoxia y ortopraxis, no sólo por la mejor espiritualidad, también por su alejamiento del ambiente capitalino y del nacional-progresistas, por estar cerca y no alejados de sus fieles (proximidad, sinodalidad con el fiel de casa), y por la lid o enfrentamiento en el conocimiento hacia la excelencia.
Si se impide o fracasa la unión forzosa de Tarrasa en Barcelona, será una de las mejores noticias que reciba la Iglesia en Cataluña, son dudarlo, la más excelente, pues Tarrasa puede ser el punto de dónde venga la recuperación del catolicismo.
Cataluña tiene 47 seminaristas, 21 en Tarrasa. Estos son los números, atendiendo a ellos: ¿no hubiera sido lo más lógico que el seminario de Tarrasa absorbiera al resto, si tan imperioso era unificar? Omella deja una diócesis arrasada. Ya lo dijo claro en una ocasión: "oye, yo de números no sé mucho, pero por viejo sé; porque el diablo sabe más por viejo, que por diablo". Nunca es tarde para aprender a contar ovejas o seminaristas, ni aún siendo tan viejo, o tan diablo.
ResponderEliminarEs de destacar que León XIV no tiene espíritu de sinodalidad. Espero vivir el día en que el Pontífice me pregunte cómo veo la Iglesia (y a otros) y le pueda decir pues que muy mal, porque pasa esto esto esto y esto, hay estos casos muy graves, hay estos despilfarros, hay estos grupos de interés y de poder y le voy a decir los nombres y las circunstancias de todo lo que sé, en secreto y sin represalias, como lo hacían las visitas apostólicas de investigación...
ResponderEliminarEnterarse del mal estado espiritual y de gestión de Barcelona de manos del facedor de entuertos, Omella, es sin duda una pésima administración de la Iglesia: es preguntar al hombre que está tapando debajo de la alfombra con sus habilidades todo el mal que está sufriendo pacientemente la Iglesia en Barcelona desde hace decenios, sólo para mantener el status quo como Sistach..
Sinodalidad en realidad significa transparencia informativa en todos los aspectos del gobierno episcopal que no estén cubiertos por un secreto contractual o legal, y ponerlos al libre debate, discusión, deliberación y decisión del pueblo de Dios entendido en su más mayor expresión, desde el fiel, pasando por los religiosos, diáconos y sacerdote.
Revela que León XIV no ha entendido el concepto de sinodalidad, pero si el de hiper clericalismo centralista, en el peor sentido posible de institucionalismo: de papa a cardenal arzobispo que además es Francisquista, perteneciente a Francisco o uno de los peores papas que ha habido en la Iglesia.
Aunque nuestras abuelos y antepasados, miren, eran muy inteligentes:
- Más vale malo conocido que fueron por conocer, y qué bueno me harán los que vendrán...
No obstante la situación de gravísima enfermedad espiritual y completa degradación que está sufriendo Barcelona (Cardenal Carles dixit), obligan a que sí implemente el principio de sinodalidad dentro de la Iglesia, que simplemente es transparencia informativa, deliberación y discusión por todo el pueblo de Dios de todo aquello que no forme parte del depósito divino y dogmático de la recta ortodoxa Fé católica.
Es un mandato del Concilio Vaticano II que ya tiene 60 años de retraso respecto a la verdadera responsabilidad de los laicos y sus derechos y libertades fundamentales a participar en todos los asuntos de la Iglesia, y a pedir responsabilidades a todos los miembros de la Iglesia, pues el consagrado está destinado al servicio de los laicos que desarrollan su misión en el mundo.
Además la iglesia primitiva era sinodal.
Iglesia viene del griego ekklesia, que es asamblea de la polis o ciudad, sería la ἐκκλησία τῆς πόλεως (ekklēsía tēs póleōs), refiriéndose a la asamblea de la ciudad-estado, la reunión de ciudadanos libres e iguales en la polis para deliberar sobre asuntos comunes, como en la democracia ateniense, donde se daba información transparente, deliberación y decisión por todo el pueblo griego, e incluso pidiendo responsabilidades y juzgando, bajo la ley que se resumió en la Edad Media como:
"Quod omnes tangit, ab omnibus tractari et approbari debet"
("Lo que afecta a todos debe ser discutido y aprobado por todos").
¿Pero qué sabe este Trías sobre los entresijos del Vaticano? No lo saben ni ellos mismos ni el nuevo nuncio. Por cierto, ya desliza una disimulada crítica contra el papa León XIV ¿No conoce Trilla el desprestigio de Omella aquí y fuera aquí, el hartazgo no sólo de los sacerdotes jóvenes, sino también de los seminaristas y de sus padres, que deben callar en público? ¿El hartazgo de muchos laicos y de los sacerdotes en activo y más maduros y de los jubilados?. ¿No se da cuenta de eso Trías? ¿No ve lo que escriben Hortet, Romeu y otros? ¿Y el mundo político catalán?,¿Cree Trías que anhela que el anticatalán Omella se quede en Barcelona?
ResponderEliminarEl gobierno de Omella es como el de Sánchez, aliado con partidos tan diferentes entre ellos, pero todos al lado del líder para mantenerse en sus puestos, ¿no conoce Trilla la curia de Barcelona, a los Santiago Bueno y a su compinche el diácono laico Santi Aragonés, el métese en todo de Labori, al pobre Roberto Baró, al trepa del Opus, Emilio Gil? ¿Y a la estrella rutilante de Turull? ¿Y a los laicos de la curia? Si, basta de Omella, como dice el anónimo, y ¡cómo se mueve Omella para que no llegue este por tantos anhelado "basta".! ¡Ojalá la Santa Sede ponga fin a este pontificado tan insoportable para muchos!