El obispo Salvador Cristau con los seminaristas de Terrassa
El cardenal Omella ha conseguido unificar todos los seminarios catalanes en uno solo, a costa de diluir el Seminario de Barcelona en el Interdiocesano Tarraconense, tal como ayer les explicaba. De esta manera, 9 diócesis catalanas (Tarragona, Barcelona, Lleida, Girona, Solsona, Vic, Tortosa, Urgell y Sant Feliu) tendrán sus seminaristas en un mismo Seminario y con un mismo equipo de formadores. Pero hay una diócesis que se ha resistido a los planes de Omella y esa especie de Numancia de los seminarios catalanes es la de Terrassa.
Algo se ha torcido en las intenciones de Omella y es que para conseguir sus planes para Cataluña, el cardenal tenía que sacarse de encima a los obispos díscolos y con personalidad propia, que en según que temas no se plegarían a sus órdenes. Para ello envió a Enrique Benavent a Valencia y sobre todo a José Ángel Saiz a Sevilla, el tercero en discordia, el arzobispo Joan Enric Vives, que por cierto se oponía radicalmente a la unificación de los seminarios en uno, también ya está fuera de juego. Omella pensaba que con Saiz Meneses fuera de Cataluña y con un sucesor más dócil como Salvador Cristau, todo sería más fácil, pero el actual prelado egarense sabe que sus sacerdotes y la diócesis en sí se opone radicalmente a perder el control de su seminario, que dentro de lo que cabe en estos momentos difíciles está dando muchos sacerdotes, en una diócesis con mucho clero joven. Cristau no tiene mucho que perder, fue nombrado en 2021 por lo que le auguraba un pontificado corto de unos cinco años, este año ha cumplido ya los 75.
Ante una situación crítica de futuro en prácticamente todas las diócesis catalanas, Terrassa es la honrosa excepción, tiene vocaciones, clero joven y dinamismo diocesano y lo que es mejor, sacerdotes y laicos esperanzados, orgullosos de como se hacen las cosas. El equipo del Seminario también es de total confianza encabezado por Joan Hernández como rector, con Eduardo Pire como formador y Oriol Pallàs como director espiritual. No es de extrañar que no quieran que les pase como en Barcelona, eliminando su seminario y su equipo de formadores para depender de un seminario ajeno.
Así que Omella ha tenido que ver como su proyecto queda incompleto, aunque solo sea por una diócesis, le ha venido de pelos conseguirlo y eso no le ha tenido que hacer ninguna gracia. Aun así, la batalla no está perdida, pero al cardenal turolense le queda poco tiempo para conseguir la victoria. Para ello tiene que deshacerse de Cristau y poner a un obispo que le obedezca ciegamente, candidatos tiene en sus auxiliares Vilanova y Abadías, especialmente este último que salió de la diócesis egarense y, por tanto, significaría volver a casa.
En otro momento Omella hubiera arrasado con sus pretensiones e impuesto su ley llevándose por delante a quien hubiera hecho falta, pero ya no son los tiempos de Bergoglio, y las cosas se hacen de otra manera, además de que el actual arzobispo de Barcelona es un personaje casi amortizado, que en unos meses perderá su cargo en el dicasterio de los obispos y con toda probabilidad en la archidiócesis barcelonesa.
Veremos si la numantina Terrassa aguanta ante el poderoso Omella, y consigue que se llegue a la jubilación del cardenal sin ceder su Seminario. El de Cretas tiene muchos frentes abiertos que tiene que resolver en el poco tiempo que le queda, él espera resolverlos todos, pero quizá alguno se le quede en el tintero. Por el bien de la diócesis de Terrassa y de su futuro, ojalá este sea uno de ellos.
Pietro Romano
Los seminaristas de Urgell ya estaban incorporados al Interdiocesano con Vives, ¿no dice el autor que Vives se oponía a la integración?
ResponderEliminarVives no quería la unificación del interdiocesano con el de Barcelona porque estaba convencido que Omella impondría que todos los seminaristas, incluyendo los suyos de Urgel tendrían que integrarse al Seminario de Barcelona, cosa que finalmente no ha sido así
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