El presidente de la CEE, Luis Argüello, acudió
el pasado sábado a la ordenación episcopal de Daniel Palau, nuevo obispo de
Lérida. Dos semanas atrás se había convocado contra su persona un escrache en
Vic que obligó al obispo Casanova a suspender la misa de San Miguel de los
Santos. En la capital ilerdense nadie protestó su presencia, eso que igual que
se boicoteó aquella eucaristía de fiesta mayor, se podía boicotear la
ordenación del nuevo prelado, a no ser que Argüello sea un facha, un machista y
un españolazo en Vic y deje de serlo en el poniente catalán, lo cual nos
debe conducir a pensar que la campaña orquestada en la capital de la comarca de
Osona carecía de cualquier base popular y solo fue un combate político iniciado
por los partidos nacionalistas, con la colaboración silente del PSC, después de
las declaraciones del arzobispo vallisoletano pidiendo elecciones generales.
Por otro
lado, en la celebración ilerdense, Argüello se topaba con Planellas que era el
celebrante y ordenante principal, como metropolitano, quien pocos días antes
del incidente de Vic salió a la palestra criticando las declaraciones del presidente
de la Conferencia Episcopal. No pareció el sábado que ni el uno ni el otro se guardasen
recelo alguno y estuvieron tratándose cordialmente, obviando aquella estéril
polémica. Incluso parece que Planellas ha echado agua al vino, según se puede entrever
en la sustanciosa entrevista que le
efectuó Pep Martí para Nació Digital este domingo. Entrevista exhaustiva, cuya
lectura les recomiendo, en la que la respuesta para mí más interesante fue el
archivo definitivo de la personalidad jurídica propia de la llamada Conferencia
Episcopal Tarraconense, mera reunión de coordinación de los mitrados catalanes,
cuyo antecedente fundacional sitúa Planellas en el año 1954, como proyecto del
cardenal Arriba y Castro. ¡En pleno nacionalcatolicismo!
En cuanto a la propia consagración del nuevo
obispo, muy contento ha de estar Daniel Palau de la concurrencia episcopal a la
celebración: dos cardenales (Omella y Cobo), el ya aludido Argüello, los
arzobispos de Valencia y Zaragoza, todos los obispos catalanes más los eméritos
Piris, Cortés y Vives, los obispos de Barbastro, Teruel, Tarazona, Segovia,
Coria-Cáceres, el obispo kazajo José Luis Mumbiela (ordenado sacerdote en
Lérida) y los eméritos de Zaragoza, Tarazona y auxiliar de Valencia Javier
Salinas. 29 obispos, 2 abades mitrados y el representante de Nunciatura. No es
mal elenco. También se hallaba presente una muy numerosa asistencia sacerdotal,
no en vano se juntaba clero de su nuevo obispado con el procedente de Barcelona
y Sant Feliu de Llobregat más otro apreciable número que vino de Tarragona. Cabe
decir que sus dos padrinos eran presbíteros de su hasta ahora diócesis, Mn. Xavier
Aymerich y Mn. Carlos Muñiz, luciendo el primero un inusual clergyman; él que
se burlaba, años atrás, de aquellos compañeros que lo llevaban. Muñiz, más
consecuente, no vistió como jamás había vestido.
La
ceremonia fue digna, sin ningún otro guiño progre más que la supuesta bendición
final del obispo por la nave y pasillos de la catedral, en la cual no hubo
bendición alguna, sino abrazos, risas, saludos desde la distancia y un continuo
estrechar de manos. Cierto es que Palau es el contrapunto, en cuanto a
carácter, a su maestro Planellas. Espontaneo y sociable frente al temperamento
hosco y taciturno del tarraconense.
Quien sí
estuvo en todo momento con los galones puestos fue el cardenal Omella, que no
parece que esté a las puertas de la jubilación. Este domingo, en la ordenación
de 7 nuevos sacerdotes, confesó que sería la última ordenación sacerdotal que
haría en Barcelona, por quedarle solo nueve meses para cumplir los 80 años;
especificando públicamente que el Papa Francisco le dijo que no lo retiraría
hasta cumplir esa edad y que León XIV lo ha ratificado. Por ello, avisó que su
retiro no era inminente. Y suerte que no habló de la posible visita del Papa para
el centenario de la muerte de Gaudí el día 10 de junio de 2026 y la prevista
inauguración, ese día, de la gran cruz que coronará el templo, lo cual aún
podría prorrogar más el mandato del turolense.
Oriol Trillas