LIBROS LIBRES SOBRE LEÓN XIV

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Tengo en mis manos el libro de Jesús Colina sobre León XIV. El título, “Dios nos quiere”. De subtítulo, Robert Francis Prevost León XIV, editado por Libros Libres. En un acotado en letra menor, añade: “Su vida, su pensamiento y los retos que le esperan. Al ser el primer libro sobre el nuevo papa, he emprendido su lectura con sumo interés. Para la inmensa mayoría de los católicos, el papa León XIV es aún un desconocido; y sentimos gran necesidad de conocerlo, porque salimos de una experiencia inquietante en demasía y sobresaltada: quizá porque no conocimos suficientemente al anterior Sumo pontífice.  Porque como dice la antigua sentencia escolástica, nihil vólitum quin praecógnitum: nada es querido (amado) si antes no es conocido. Sus biografías tardaron mucho en salir: hacia el final de su pontificado y como para contrarrestar las críticas. Por lo que siguió siendo un desconocido que pilló a todos por sorpresa en muchos aspectos.
El caso es que, después de esa experiencia tan inquietante, la inmensa mayoría de los católicos entendemos que ha llegado el tiempo de dejarnos llevar por el natural deseo de amar al papa. De ahí la gran avidez por conocerlo lo mejor posible. 
Y eso es lo que pretende y consigue el libro de Jesús Colina: darnos a conocer al papa León XIV. Y empieza situándonos ante la sorpresa, la gran sorpresa de la elección más que rápida de un cardenal que no figuraba en la lista de los papables (una vez más, fue cierto eso de que quien entra papa, sale cardenal). Precisamente la rapidez con que salió la fumata blanca, nos hace deducir que era un comodín perfectamente consensuado por el ala conservadora y el ala progresista, en caso de que al primer y segundo escrutinios, ninguno de los grandes papables obtuviese la mayoría de los dos tercios. Por todos los indicios, salió elegido un papa de consenso.
Y obviamente, mientras que de todo lo que dice quedan contentos prácticamente todos (en cuestión de doctrina se le ve seguro e impecable), en cuanto a los hechos (por ahora, básicamente nombramientos) no deja totalmente contento ni totalmente descontento a nadie: busca el mayor equilibrio posible en aras de su importantísimo objetivo: la unidad de la Iglesia después de un pontificado en el que se abrieron tantas grietas y se hicieron desgarrones tan peligrosos.
Jesús Colina, hace unos años, en el Vaticano
Luego aborda una de las claves por las que se regían las quinielas sobre el nuevo papa: los analistas especulaban en si volvería a ser un hispano-americano, tras la experiencia de Francisco, considerándolo altamente improbable. Pensaban en un asiático e incluso en un africano, dejando abierta la posibilidad de que fuese un italiano. Pero lo único que daban por descartado, es que fuese norteamericano (sobre todo, teniendo en cuenta el enfrentamiento del Vaticano con Trump y/o viceversa). Y por si el faltase alguna nota de desconcierto, resultó ser simultáneamente sudamericano por su vivencia misionera en Perú, con lo que se unieron en la misma persona dos aspectos negativos: el doble americanismo, con lo que los cardenales electores le dieron a Dios la oportunidad de escribir recto con un par de renglones severamente torcidos. Otra incógnita era si los cardenales volverían a apostar por un papa del clero regular, tras la experiencia del papa jesuita. Y el hecho es que se decidieron por un papa agustino. Está claro que ese factor jugó en todo caso a favor del cardenal Prevost, puesto que ello implicaba una formación religiosa de primer nivel. Un tercer elemento que pudo convencer al ala progresista de la conveniencia de elegir a este cardenal poco conocido, fue su proximidad con el papa anterior, con el que trató asiduamente durante los dos años en que dirigió el dicasterio para los obispos.
La tesis de Jesús Colina que nos presenta a León XIV como el papa que sellará el fin de la cristiandad (fenómeno cultural y social) es muy audaz. Porque teniendo el nuevo papa el talante y la cultura agustiniana que tiene, hasta podría ocurrir lo contrario, es decir que volviese a poner de moda la civilización cristiana gracias a la mayor ejemplaridad y aceptación social de la Iglesia. Dios dirá.
Efectivamente, cuando el autor repasa estadísticamente el estado de la Iglesia que tendrá que sacar adelante León XIV, es evidente en el viejo mundo el retroceso de lo que fue la cristiandad (es decir, la sociedad que se regía por un modelo único cristiano: desde el bautismo hasta el entierro, pasando por el matrimonio); y sin embargo, se nota en buena parte de la Iglesia la esperanza de que León XIV sea un papa capaz de hacer grandes cosas no sólo por la Iglesia, sino también por la sociedad de la que ésta ha de ser luz y guía.
En el epílogo, el autor apela al hecho de que el mensaje del cristianismo sigue vigente en un mundo tan necesitado de certezas como la de que, como dijo valientemente el papa León XIV en su presentación urbi et orbi, “Dios nos quiere, Dios os ama a todos. ¡El mal no prevalecerá!”, dando claras muestras de su firme voluntad de conseguir que la Iglesia que Dios ha puesto en sus manos, sea la luz que necesita el mundo. La luz y el amor.  
En efecto, tal como dice Jesús Colina y tal como sentimos la gran mayoría de católicos (eso queremos creer al menos), “ha irrumpido como una bocanada de aire fresco la elección de Robert Francis Prevost como sucesor del apóstol Pedro, primer hijo de san Agustín, primer estadounidense”. Connotaciones que pueden imprimir un movimiento totalmente nuevo a una Iglesia lastrada por graves problemas (uno de ellos, la unidad en peligro) y una cristiandad languideciente.
Y es precisamente el hecho de que Robert Francis Prevost, fraile agustino, haya tenido una intensa formación agustiniana, lo que nos añade la esperanza de que, desde su alta responsabilidad de Sumo Pontífice de la Iglesia católica, sea capaz de insuflar un nuevo aire a la cristiandad languideciente: una cristiandad, no lo olvidemos, fundada por san Agustín en su Ciudad de Dios. Él fue el padre de la Iglesia (y padre de Occidente) capaz de concebir y diseñar un mundo, una sociedad orbitando en torno a Dios: es decir una sociedad cristiana que ha funcionado durante un milenio y medio bajo la denominación de “la cristiandad”.
Se trata, en fin, de un libro que nos ayuda a alimentar las nuevas esperanzas con las que hemos acogido la elevación de León XIV a la dignidad de Sumo Pontífice de la Iglesia católica.
Custodio Ballester Bielsa, Pbro.
www.sacerdotesporlavida.info
                                                  

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5 comentarios

  1. San Agustín tiene en su libro la Ciudad De Dios algunos datos científicos muy curiosos. Dice que en la cumbre de las altas montañas se encuentran fósiles de peces lo que demuestra que estas cimas fueron antes el fondo del mar. En cuanto al ser humano San Agustín paseándose con su madre entre las atracciones de feriantes describe a un artista pedigueño que paraba en el suelo su sombrero para que echaran monedas y su exhibicionismo consistia en que tenia la habilidad corporal de mover sus orejas a voluntat con tal facilidad como si de las palmas de las manos se tratara. Esperemos que el Papa Prevost sea un ferviente seguidor de San Agustín y que en este tercer milenio haga una buena mezcla de Ciencia con Religión que tanto conviene para ventilar los asuntos del Diluvio y la Pentápolis.

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  2. En principio, León XIV tiene buena pinta, suena bien, se deja ver. Pero tenemos el ogro, el monstre, dins del menjador de casa desde hace decenios. ¿Què fem amb la bèstia?... pues de eso llora la criatura... tenemos un muy grave problema desde hace 60 años, y ya veremos qué hará -y haremos- en un momento de cambio geopolítico y tecnológico (IA, robótica, móviles) que es revolucionario y que ya lleva unos 30 años en desarrollo.

    ...


    Filosóficamente, para entender la crisis eclesial, se puede decir que la causa y el efecto son una unidad que ya existe desde el principio, y cómo el tiempo solo hace visible lo que ya estaba implícito:

    "la causa y el efecto están ya dados, y el tiempo solo despliega los efectos."


    1. Causa y efecto no están separados

    Normalmente pensamos que una causa (A) lleva a un efecto (B) en una línea de tiempo: primero A, luego B. Por ejemplo, "dejo de regar la planta y con el tiempo se marchita". Pero la idea aquí es que causa y efecto son lo mismo, y el tiempo no "crea" el efecto; solo lo hace visible. El efecto ya estaba implícito, inherente, intrínseco en la causa desde el principio, de manera necesaria y determinista (en otras circunstancias, en relación probabilística).

    Qué significa "implícito": El efecto ya está contenido en la causa, como si estuviera "escrito" en un guion que solo necesita ser leído. El tiempo es como un proyector que muestra ese guion poco a poco.

    Idea clave: La causa y el efecto están ya dados; el tiempo solo despliega los efectos. No hay creación nueva, solo revelación.


    2. Ejemplos prácticos

    a) La obra de teatro (una película, una serie, un libro) como causa y efecto ya está dada, el tiempo de su interpretación en el escenario lo revela.

    La causa es el guion de la obra y los ensayos previos: todo el contenido de la obra (inicio, desarrollo, final) ya existe antes de que comience la función.

    El efecto es la representación completa de la obra, que el público experimenta al verla. Pero este efecto no es algo que se "crea" durante la función; ya estaba contenido en el guion desde el principio.

    La causa (el guion) ya contiene el efecto (la representación completa): No hay nada nuevo que se cree mientras los actores actúan; todo está "escrito" y ensayado de antemano. Por ejemplo, si la obra termina con una escena triste, esa tristeza ya estaba implícita en el guion, y la actuación solo la hace visible para el público.

    El papel del tiempo: La interpretación en el escenario lo revela. El tiempo aquí es el desarrollo de la función en el escenario, es decir, los minutos o horas que dura la obra mientras los actores la representan.


    b) Dejar de regar una planta

    Causa: Dejo de regar una planta que necesita agua para vivir.

    Efecto esperado: La planta se marchita y muere.

    Cómo se relaciona causa y efecto: Desde el momento en que dejo de regar, el marchitamiento ya está implícito de manera necesaria y determinista, porque la planta no puede sobrevivir sin agua. No es el tiempo el que "causa" que la planta se seque; el tiempo solo te muestra ese resultado.

    El papel del tiempo: Al principio, la planta parece estar bien (usa sus reservas de agua). Después de unos días, empieza a ponerse marrón, y después de unas semanas, está completamente seca. El tiempo (días y semanas) solo despliega lo que ya estaba destinado a pasar: sin agua, la planta muere.

    Resumen visual: Día 1: Planta verde. Día 10: Planta marchita. La muerte de la planta ya estaba "escrita" cuando se dejó de regar; el tiempo solo lo hizo visible.


    La causa y el efecto ya existen de manera instantánea, debido a las dinámicas internas entre ellas, y el tiempo no crea el efecto, sólo lo visibiliza: si retiro la carne, leche, huevos y pescado de mi dieta, al mes tendré anemia, dolores musculares, cansancio. Si tomo alcohol o drogas, con el tiempo tengo adicción y más tarde mi cuerpo enferma: la causa y efecto ya están dados, el tiempo sólo despliega el efecto. Si salto por un barranco, al final me haré daño por precipitación.

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  3. Un nombramiento nos ha dejado descontentos a muchos: Daniel Palau obispo electo de Lérida. ¿Algún alumno que tuvo habla bien de él? Profesor arrogante, poca humanidad y ofensivo, despreciando aquellos que no pensaban como él. Catalanista excluyente y supremacista. En Lérida hay mucha gente que no se siente nacionalista, espero que ni los excluya ni los maltrate. Y con los inmigrantes, espero que los trate con más consideración que trataba a los alumnos latinoamericanos o africanos.

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    1. De momento, yo le doy el beneficio de la duda: un buen profesor no es necesariamente un buen obispo.
      Me preocupa más el rumor de que haya sido "empujado hacia arriba" para evitar futuros enredos político-eclesiásticos de cara a futuros nombramientos. Quiero creer que se trata sólo de un rumor.

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  4. Anónimo de las 19:16, usted parece que no se entera de nada. Infórmese bien de certezas y rumores sobre Palau y ese beneficio de la duda se disipará ante un hombre que mostraba carencias y defectos muy evidentes: engreído, despótico y woke. Si hemos de hablar de dudas, yo le expongo las mías: ¿Cómo es posible que se haya promocionado al episcopado a un sacerdote que trataba tan mal a sus alumnos? Es falta de caridad y respeto de lo que hablamos. Eso sí, si se quiere un obispo autoreferencial y con dotes de mando autoritario, tienen a su hombre. Pero es importe la manera en la que se ejerce la caridad pastoral.

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