CESAROPAPISMO EN LA CATEDRAL DE VALENCIA

6

Así como el galicanismo es el sistema doctrinal iniciado en Francia, que postula la disminución del poder del papa en favor del episcopado y de los grados inferiores de la jerarquía eclesiástica y la subordinación de la Iglesia al Estado, el cesaropapismo es un término referido a las relaciones entre Iglesia y Estado, que identifica o supone la identificación de una sola persona, normalmente el emperador, con el poder político y el poder religioso. Lo que conlleva la subordinación de los eclesiásticos al poder secular, cuando el líder político ejerce también la autoridad en materia religiosa.

Algo de eso pareció verse en la misa funeral en sufragio por el eterno descanso de las víctimas de la trágica DANA, que se celebró el pasado noviembre en la catedral de Valencia. La misa fue presidida, como es lógico, por D. Enrique Benavent, el arzobispo titular de la diócesis. Sin embargo, lo que llamó la atención a más de uno fue la exhibición de poder político manifestado en la ceremonia. Desde la presencia de los reyes, que asistieron en lugar de preferencia y que fueron luego generosamente vitoreados en el interior del templo, hasta los políticos de turno, deseosos de blanquear en una celebración litúrgica su maltrecha imagen, manchada por su incompetencia en la gestión de la catástrofe. Sin embargo, no lo consiguieron del todo. Una de las victimas afirmó: “Me da igual que sean de izquierdas, que de derechas, que de centro. Uno porque no pidió la ayuda y el otro porque no se la dio. El uno por el otro y la gente ahogándose. Me he levantado y me he salido de la catedral”.

La negligencia en prever los riesgos, los cálculos políticos, la desidia, la omisión de socorro inmediato y, sobre todo, la reacción del pueblo que salió en tromba a socorrer a los afectados, harto de esperar a un gobierno -nacional y autonómico- absolutamente lobotomizado por su incompetencia, necesitaba de algún gesto, de alguna foto que compensara su profunda estulticia. El bueno de D. Enrique Benavent, seguramente a pesar suyo, les brindó la ocasión en el incomparable marco sagrado de la catedral de Valencia.
 

El jefe del Consell, Carlos Mazón, estaba primera fila junto a alcaldes, todo el Gobierno valenciano, y tres ministros que confirmaron a última hora su asistencia. La vicepresidenta primera del Gobierno, María Jesús Montero; el ministro de Política Territorial, Ángel Víctor Torres y la ministra de Ciencia, Diana Morant. La delegada del Gobierno, Pilar Bernabé, cerraba la representación del Ejecutivo central. Todos en ese lugar   preferente que no quisieron tener para socorrer a las victimas. Pedro Sánchez fue el gran ausente. El presidente no ha vuelto a Valencia desde la accidentada visita a Paiporta de la que fue evacuado con el rabo entre las piernas “por razones de seguridad”, afirmaron sus paniaguados.

Otros presidentes autonómicos, bien visibles, también asistieron a la misa, como Isabel Díaz Ayuso, presidenta de Madrid; el de Aragón, Jorge Azcón; el de la Región de Murcia, Fernando López Miras, y el de Andalucía, Juanma Moreno Bonilla. También lo hizo el presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijoo y otros representantes de la sociedad civil y empresarial valenciana como el presidente de Mercadona, Juan Roig. 
 
 
La homilía de D. Enrique, política y mediáticamente correctísima. Es de suponer que un hombre como él, doctorado en la Gregoriana de Roma con una tesis sobre “La comunión eclesial en los escritos de San Agustín”, profesor de Teología Dogmática en la Facultad San Vicente Ferrer de Valencia y luego -ya como obispo-. presidente de la Comisión para la Doctrina de la Fe en la Conferencia Episcopal, podría haber dado bastante más de sí.

Que si la DANA nos ha trastornado, que si hemos compartido el sufrimiento de los necesitados, que el pueblo ha sido solidario -también las instituciones, ¡no faltaba más!-, afirmando el obispo que “su sufrimiento injustificable y su muerte injusta es tan incomprensible como el sufrimiento y la muerte de las personas que hoy nos han reunido en oración”. Entonces, ¿quién tiene la culpa de la injusticia? ¿Cómo puede alguien justificarla? El teólogo Benavent responde: “Ante el misterio del sufrimiento y de la muerte, surge en nuestro corazón la pregunta más profunda que se puede plantear cualquier persona: ¿Significa esto que Dios ha dejado de amarnos? San Pablo en la carta a los Romanos no recuerda que el hecho de que Dios entregara a su Hijo a la muerte no significa que había dejado de amarlo. Ese amor de Dios a Cristo se manifestó al resucitarlo de entre los muertos. Y ese amor, Cristo lo ha hecho presente acercándose a todo ser humano necesitado de salvación, que somos todos, y abriendo nuestra vida a una esperanza de Vida Eterna. Si nuestra solidaridad tiene un nombre, también lo tiene nuestra esperanza: es Cristo”.

Perfecto. “Si Dios entregó a su Hijo a la muerte, no significa que había dejado de amarlo”, ¿por qué lo hizo entonces? D. Enrique calla en este punto y afirma que demostró que lo amaba porque lo resucitó de entre los muertos. Cristo hace presente este amor de Dios “acercándose a todo ser humano necesitado de salvación”. ¿Qué clase de “salvación”, D. Enrique? ¿Salvación de las catástrofes naturales? ¿De las enfermedades crónicas? ¿De los accidentes de tráfico? En toda su homilía (cuatro folios) no aparece ninguna referencia al pecado, ni a la responsabilidad con respecto a él, ni al juicio de Dios que nos pagará conforme a nuestras obras. Demasiado osado recordar esto ante esas “legítimas” autoridades a las que tanto gustan agradar nuestros obispos. Legitimadas, eso sí, por los votos de la ignorancia o del manipulado rencor de los unos contra los otros.

Tanto Santo Tomás de Aquino como San Agustín, del que D. Enrique es especialista, definen el pecado como “una falta contra la razón, la verdad, la conciencia recta; es faltar al amor verdadero para con Dios y para con el prójimo, a causa de un apego perverso a ciertos bienes. Hiere la naturaleza del hombre y atenta contra la solidaridad humana. Ha sido definido como una palabra, un acto o un deseo contrarios a la ley eterna” (los Diez mandamientos). 

De eso y no de otra cosa ha venido a salvarnos Jesucristo derramando su sangre en la Cruz, como precio de nuestro rescate. Y como el pecado lleva a la muerte eterna, si no hay arrepentimiento, hay condenación. Así pues, D. Enrique debería haber hablado de que el pecado es una ofensa a Dios: “Contra ti, contra ti sólo pequé, cometí la maldad que aborreces”. El pecado se levanta contra el amor que Dios nos tiene y aparta de Él nuestros corazones. Como el primer pecado, es una desobediencia, una rebelión contra Dios por el deseo de hacerse “como dioses”, pretendiendo conocer y determinar el bien y el mal. El pecado es así “amor de sí hasta el desprecio de Dios”. Por esta exaltación orgullosa de sí, el pecado es diametralmente opuesto a la obediencia de Jesús que realiza la salvación.

Por tanto, no sólo fue la DANA la causa de nuestros males, sino la negligencia, la apatía, la omisión flagrante, la incompetencia e inutilidad de una clase política que D. Enrique Benavent tenía ante sus narices y a la que acarició con su aterciopelada homilía, en vez de llamarlos a la responsabilidad y a la conversión, que también ellos necesitan. 
 

El verdadero sufrimiento de las víctimas no lo provocaron las lluvias torrenciales, sino el cálculo político de unos impresentables que viven opíparamente, entre sarao y sarao, a cuenta del erario público, como verdaderos falleros mayores, ajenos a cualquier cosa que no sea su propio interés. Ni siquiera la impostada empatía de los reyes de España ha podido disimular la afrenta de unos gobernantes incapaces de cualquier cercanía con las víctimas. 

Sólo aquella masa de jóvenes, venidos de los cuatro puntos cardinales de la patria, armados tan sólo con sus palas, multados por la policía, obstaculizados por las autoridades, llenaron las calles enfangadas de los pueblos afectados, no para hacerse fotos y estrechar manos, sino para embarrarse y aliviar la soledad de unos vecinos abandonados por aquellos a los que votaron. Esos mismos que, sin atisbo alguno de honrada vergüenza y con el morro de cemento que acostumbran a exhibir, tuvieron que escuchar el atronador grito de aquellos que, con toda la razón, abroncaron a sus “legítimas” autoridades: “¡Sólo el pueblo salva al pueblo!”. 

Ni siquiera el episcopal pánico escénico de D. Enrique Benavent, ansioso de nadar y guardar la ropa ante los responsables de la previsible catástrofe, pudo consolar a nadie. Pues si no hay responsabilidad moral, la impunidad de los culpables, sobre todo si son los que mandan en el mundo y en la Iglesia, se convertirá en ley.

Lluís Llagostera

Entradas que pueden interesarte

6 comentarios

  1. Menos mal que hay una mente clara para decir lo que hay que decir y como hay que decirlo.

    ResponderEliminar
  2. Muy buen artículo, el Llagostera se ha lucido al escribirlo. Ciertamente que el obispo Benavent también se "lució" en su homilía para gustar a los asistentes políticos sin hablar del pecado. Algunos asistentes pueden decir aquello de :"A pesar de vuestras homilias srs. obispos, nosotros no perderemos la FE". El pecado de los separatismos dentro de la España histórica se pudiera haber predicado para entenderse entre líneas como diciendo: "El Jesús de los evangelios era el mayor abstemio político que ha existido ya que tenía sus prioridades en los pecados de Palestina y no el gobierno de la Roma invasora".

    ResponderEliminar
  3. Obviamente, tanto durante la CRISIS de 2007-2011, el PROCÉS 2012-19, el COVID 2020-22 como en la DANA 2024, más los casos de corrupción institucional del PP (Rato y Zaplana) y el PSOE con el gobierno Sánchez como una plataforma ardiendo por los cuatro costados (esposa, hermano, Fiscal General y Primer Círculo Presidencial con Koldo, Ábalos, Aldama), los políticos han demostrado su fracaso por corrupción e ineptitud, hasta el rey ha debido de salir porque la situación era de alta emergencia constitucional, dado que la llamada "casta privilegiada del Régimen del 78" había colapsado todas las instituciones al completo, desde Sánchez y su Gobierno Nacional, hasta Mazón y su Gobierno Autonómico, desprestigiando y desligitimando a toda la clase política. El entierro no era sólo por las víctimas, fue y es un entierro a todo un régimen y sistema político caduco y obsoleto, criminal y mortal para el pueblo, que ha creado hoy mismo un Estado débil, fallido y colapsado.

    Aunque el caso está judicializado, y se van a ver pronto quiénes eran los responsables penales, se puede hacer un pequeño resumen:


    1. Marco legal y competencias

    - La Ley 17/2015 del Sistema Nacional de Protección Civil establece que la declaración de emergencia de interés nacional requiere la actuación del Ministerio del Interior (Marlaska, que es de Sánchez), ya sea por iniciativa propia o a petición de la Comunidad Valenciana (Mazón) o la Delegada del Gobierno (Pilar Bernabé).

    - El Real Decreto 1097/2011 autoriza al Ministerio de Defensa a establecer acuerdos con otras administraciones para facturar las intervenciones de la UME en catástrofes. Es decir, la UME bajo Margarita Robles debía de haber estado en menos de una hora en Valencia, pues son 3.500 mandos y tropa con la maquinaria más moderna y actualizada, y además, funcionando al 100%, y que cuesta 150 millones al año... no está bajo Mazón...


    2. Estructura y Función de la UME

    - La Unidad Militar de Emergencias es primordialmente una unidad militar de apoyo a misiones castrenses.

    - Su participación en emergencias civiles funciona como entrenamiento para sus objetivos militares.

    - Las intervenciones NO son gratuitas, requiriendo compensación por parte de las administraciones solicitantes, como dice el Real Decreto 1097/2011: por ejemplo, Galicia les paga por cuestiones de incendios

    - Por lo tanto, el Gobierno Nacional de Sánchez sólo era el único que tenía la capacidad técnica para ayudar, y si no podía, podía pedir la intervención de la UE... Mazón no tenía ni la UME ni la UE


    3. Sistemas de Prevención y Monitorización

    - AEMET: monitorización atmosférica mediante radares y satélites meteorológicos certificados

    - Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ): gestión del Plan Hidrológico y riesgos de inundación, además del cálculo del caudal de cauce al instante

    - AEMET-CHJ está bajo la ministra de ecología, Teresa Ribera en el momento de la catástrofe, Sara Aagesen ahora.

    - Plan de Acción Territorial sobre Prevención del Riesgo de Inundación (PATRICOVA): identificación de zonas inundables en Valencia, disponible para todos

    ResponderEliminar
  4. 4. Infraestructura de Protección

    - El nuevo cauce del Turia (Plan Sur post-1957), construido por Francisco Franco, protegió Valencia del desastre de la DANA-gota fría

    - Los barrancos del Poyo, la Saleta y Picasent se desbordaron afectando poblaciones del sur de Valencia: el Régimen del 78 se nos ha dormido durante 40 años, en medio del peloteo de "es tu competencia; no, es la tuya"

    - Las inundaciones y avenidas parece que no sólo provinieron de las lluvias torrenciales, sino del vaciado de embalses que se estaban desbordando y que eran competencia de la CHJ, o sea, de Sánchez.


    5. Alcance territorial y daños

    - Afectación: 200.000 personas, 79 municipios, 530 km²

    - Infraestructuras: 7% de los edificios afectados, 500 edificios destruídos, 152 km carreteras, 100 km ferrocarril

    - Sector económico: 48.000 empresas, 51.000 autónomos, 355.000 empleados, 35.000 comercios

    - Este grado de daño económico, sólo está en manos del Estado de Sánchez para ser solucionados


    6. Capacidad Presupuestaria

    - Gobierno central: 695 mil millones €

    - Generalitat Valenciana: 31 mil millones €

    - Obviamente, la competencia económica es 23 veces mayor en manos del Estado de Sánchez que en la Generalidad, y ello hace que el Estado sea competente por capacidad económica


    7. Extensión Geográfica

    - La DANA afectó a: Cataluña, Aragón, Valencia, Murcia, Andalucía, Castilla-León y Madrid

    - Esto indica que la DANA-gota fría es de ámbito nacional, por lo tanto, es competencia del Gobierno Nacional de Sánchez

    ResponderEliminar
  5. Diez sobre diez, don Lluís. Efectivamente es el «pánico escénico» y el paralizante miedo en sus múltiples formas, el que ata la a inmensa mayoría de la jerarquía.
    Un buen intercesor para superar esos miedos: St. Thomas More.
    MT

    ResponderEliminar

ESCRITOS INTERESANTES ANTERIORES

ESCRITOS INTERESANTES ANTERIORES
«De cómo fue salvada la patrona de Barcelona»
PEDERASTÍA Y HOMOSEXUALIDAD EN EL MONASTERIO DE MONTSERRAT
L'arquebisbat de Barcelona aparta un dels sacerdots de la Casa de Santiago acusat d'abusos
El Vaticà pren el control directe del bisbat d’Urgell per “liquidar” la figura del copríncep episcopal
Apostolado “Transformados”: Dejan el mundo LGTB tras un encuentro con Cristo, sin terapias
La Iglesia catalana no para de arrodillarse ante el separatismo
La Iglesia catalana, partida en dos por el derribo de una parroquia
Omella destituye a un párroco crítico con un plan urbanístico de la Iglesia en Barcelona
Centenares de catalanes acompañan a la Virgen de Fátima por el centro de Barcelona.
El párroco de la Mercè, tras la retirada de la misa: «Tal vez recibamos a las autoridades tocando a muertos»
El Clínic traslada su proyecto de centro de investigación por la imposibilidad de instalarse en una iglesia del Eixample
El gran vitrall de l’església de l’Esperit Sant se salvarà de l’enderroc
Omella no está en su mejor momento: el cambio en Barcelona se acerca
La secta de la Casa de Santiago. El escándalo que la Iglesia catalana ocultó durante 30 años
Omella envía a un cura de 72 años a comerse el Santísimo de la iglesia que quiere derribar
Derribos Omella: el arzobispo desacraliza la iglesia del Espíritu Santo de Barcelona y suspende a divinis al párroco
Los memos del Bisbat de Sant Feliu de Llobregat
El hilo que une Monserrat con el Opus Dei: 85 años de amistad y protección