En una misma fotografía pueden verse dos de los despropósitos de la ordenación episcopal de Xabier Gómez como nuevo obispo de Sant Feliu de Llobregat, el báculo que no es báculo y el baile del aurresku dentro del templo parroquial. Lo del báculo me llena de preocupación porque solo los obispos que quieren presumir de ser "poco obispos" se permiten la licencia de hacerse un báculo poco convencional, por ejemplo Pere Casaldáliga, esperemos que no sea presagio de nada, porque de momento el clero nacional-progresista de esa diócesis está encantadísimo con su nuevo obispo y eso es muy mal síntoma en una diócesis que necesita cambios urgentes para bien y no un continuismo o incluso un ir a peor.
Lo del aurresku es una muestra más de ese intento de banalizar las celebraciones de la Eucaristía en días solemnes o muy festivos, introduciendo elementos del folklore local o en este caso del lugar originario del nuevo obispo. Estoy cansado de ver como en el ofertorio de algunas Misas de Fiesta Mayor se monta un "castell" (torre humana) o se baila una sardana. Y lo más grave es que si un párroco nuevo decide eliminar esa mala costumbre, le montan una de bien gorda y por poco le declaran persona non grata en la localidad, iniciando campañas para que se vaya y traigan a otro.
Al menos en el caso que nos ocupa, se hizo al final de la celebración, cuando ésta aún no había concluido, como si no hubiera una enorme plaza delante de la catedral para hacer este tipo de muestras folklóricas, fuera del templo y al aire libre. Pero entonces para algunos no tendría gracia, porque lo que se pretende es convertir lo no cristiano en el centro de una celebración religiosa.
Precisamente estos días me han pasado un escrito del Dr. Jaume González Padrós uno de los más prestigiosos expertos en liturgia, que además es sacerdote de nuestra diócesis de Barcelona y que habla precisamente sobre este tema, dejando bien claro que este tipo de demostraciones folklóricas en las celebraciones eucarísticas es contrario al espíritu del Concilio Vaticano II. Está muy bien que lo deje tan claro, porque algunos se escudan en que estas innovaciones o introducciones de cosas impropias a una ceremonia sagrada forma parte de una supuesta manera de interpretar la mentalidad aperturista de ese Concilio. Todo completamente falso.
El título del escrito de Mn. González Padrós es "No es la liturgia del Vaticano II" y en él podemos leer fragmentos como estos:
"Si una celebración litúrgica tiene un tono más bien profano, donde por los signos, por el canto, por la música, por la distribución y ornamentación del espacio, por la forma de celebrar, no brilla la sacralidad, no es la liturgia del Vaticano II.
Si aceptamos en una celebración, más o menos solemne, expresiones del folkolere popular, si no dudamos a dejar entrar en el ámbito de lo sagrado gigantes y cabezudos, bailes y otras manifestaciones propias de la fiesta mayor, si el sacerdote se permite actuar como si fuera el amo o el protagonista del acto, no es la liturgia del Vaticano II"
Felicito a este sacerdote por decir las cosas con tanta claridad, a pesar de que a muchos no les va a gustar empezando por un montón de obispos que parece que disfrutan de este tipo de intromisiones en las celebraciones que ellos mismos presiden y con la autoridad suficiente para decir que eso no es propio de una liturgia eucarística.
Francisco Fabra
El folclore entró en la liturgia con la reforma litúrgica posterior al Vaticano II. Ahí están la Misa flamenca, la Misa criolla, la Misa rociera, todas con aprobación de la jerarquía. Si no me falla la memoria, en la basílica de San Pedro del Vaticano se celebraron danzas tribales en la época de Juan Pablo II. En este vídeo se pueden observar danzas precolombinas dentro de la Basílica de Guadalupe:
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=9I7G6qOimW0
¿Todos los jerarcas que han bendecido estas manifestaciones folclóricas en la liturgia han interpretado mal el Concilio Vaticano II? ¿O será que el Concilio ha traído muchas calamidades?