Alquerías del cura perdido

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Residencia Mosén Sol en Alquerías del Niño Perdido

El 19 de enero de 2020 se inauguró en la localidad castellonense de Alquerías del Niño Perdido la Residencia Mosén Sol llevada por la Hermandad de Operarios Diocesanos. En aquel momento, el director General de la Hermandad, D. Florencio Abajo, declaró que “la iniciativa pretendía acompañar a los presbíteros diocesanos que experimentan diversas dificultades en su vida y ministerio” y añadía “los sacerdotes, como toda persona, atraviesan por momentos buenos y momentos malos; y en todo caso hay que acompañar al sacerdote y en España no había una plataforma de estas características”. Como director de la residencia fue designado el operario mexicano Emilio Lavaniegos, posteriormente designado Consultor del Dicasterio para el Clero y al que en estos últimos años se le ha paseado por España con retiros y ponencias para curas jóvenes. A primeros de marzo de aquel año de 2020, Omella fue escogido presidente de la CEE y desde un inicio auspició la residencia castellonense como lugar ideal para el acogimiento de curas con problemas. Problemas de toda clase: desde abusadores de menores a problemas mentales; desde pérdidas de fe a crisis vocacionales. Como estaba detrás la longa manu del cardenal de Barcelona no podía faltar la colaboración de su padrino Germán Arana, el cual incluso llegó a facilitar que en Alquerías ingresase el obispo auxiliar de Santiago de Chile, Mons. Christian Roncagliolo, con problemas psicológicos desde 2020, según reconoció la propia diócesis chilena. La conjunción Omella-Arana-Lavaniegos consiguió que en Alquerías hubiese overbooking en más de una ocasión.

Nombrar Alquerías a los sacerdotes produce el mismo temor que provocaban los nombres de Sant Boi o Ciempozuelos. Y ese temor no se centra exclusivamente en la cuestión terapéutica, sino en el indisimulado “proceso psicológico de maduración personal” que se marca como objetivo del centro. Un proceso que se desarrolla en tres etapas consecutivas: Valoración integral, permanencia prolongada de seis meses y un seguimiento de tres años. Una permanencia en la Residencia en la que lo primero que les imponen es no celebrar misa ni rezar el breviario y que suele finalizar en un proceso en el que no se recupera la vida espiritual, sino que se abandona por completo, una vez se ha hecho ver al interno que no debía haber sido nunca sacerdote; que llevaba una vida equivocada. La Residencia no es un sanatorio mental, sino un centro de reeducación vocacional. Así de simple. Así de duro. Y así de alarmante. Tan alarmante que, más pronto que tarde, va a surgir más de una noticia polémica sobre esta residencia castellonense.
 
 Emilio Lavaniegos, director de la Residencia Mosén Sol
    
Cierto es que se han incrementado preocupantemente los casos de sacerdotes con enfermedades mentales y graves problemas psíquicos. También es cierto que, proporcionalmente, abundan más estas patologías entre el clero joven. En la diócesis de Barcelona se han visto recientemente casos inquietantes. Las expectativas frustradas, el desamparo de sus superiores, el contraste entre el mundo del que venían al mundo con el que topan, la soledad o el estrés de llevar una infinidad de parroquias son varias de las causas de esas disfunciones. Pero el remedio es peor que la enfermedad. Centralizar en una sola residencia en España, más parecida a un centro de reeducación o desprogramación, se aproxima más a un castigo que a una sanación. Esa residencia única guarda lejanas consonancias con la cárcel concordataria de Zamora. En Alquerías del Niño Perdido también llegan curas díscolos a los que conviene apartar del redil.

Me decía un amigo sacerdote que muchos de los problemas mentales del clero se originan en el altar, cuando se antepone la personalidad del celebrante a la de Jesucristo. Cuando el celebrante se cree que quién actúa es él y no el Señor. De ahí vienen muchas frustraciones de sacerdotes que se creen el centro de las celebraciones y que, guiados por un éxito momentáneo, se van conduciendo por la euforia del vedetismo. El problema está ahí y tampoco se afronta en las etapas iniciales del Seminario, excesivamente preocupados por la ausencia de vocaciones, lo cual provoca que se reciban las nuevas incorporaciones con los brazos abiertos, para luego tratar de redirigirlos, cual se le escapó al rector Bacardit, cuando dijo aquello de que sus seminaristas eran demasiado de derechas. Y si la redirección no consigue sus frutos, al final se hallan los operadores diocesanos de Alquerías. ¡Pobre Mosén Sol, si levantase la cabeza! ¡Cómo se ha llegado a pervertir su espíritu fundacional!
 
Oriol Trillas 

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1 comentario

  1. No necesitan un psicólogo ... Necesitan un padre q les tome de la mano y camine con ellos
    No necesitan replantear la vocación... Necesitan vivificar sus raíces resecas por el mundo
    No necesitan profesores ... Necesitan santos que los empujen

    A Castellón vayan solo con los pies por delante

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