La muerte de una persona joven es uno de los misterios más insondables de la vida. Si, además, esta persona joven es una de aquellas de las que no has oído hablar mal a nadie, todavía resulta más inexplicable. Y si esa persona joven y de la que no has oído a nadie hablar mal en la vida es Mario Solsona la sensación de incomprensión es total. Con esta sensación de desamparo se iniciaba este otro triste 11-M tras conocer la noticia de su partida, a la temprana edad de 59 años. Nos ha dejado Mario. Y no utilizo el nos mayestático como recurso literario, sino por la sensación de orfandad que nos ha quedado en la familia Germinans. Una familia grande actualmente, pero en la que, en sus inicios, pronto se cumplirán 17 años, éramos cuatro y el cabo y Mario hacía la función de cabo. Jamás escribió una línea, pero siempre fue el animador, consejero y logístico del grupo. Y a pesar de no escribir una línea, padeció las iras de Sistach con aquel absurdo juicio, en el que fue acusado porque su mujer Ana había pagado el dominio del blog con una tarjeta de crédito a su nombre. Y digo bien padecer, porque Mario sufrió numerosos sinsabores y perjuicios por aquel disparatado procedimiento judicial, que acabó en absolución, cual no podría ser de otra manera, pero que le causó grandes perjuicios laborales, familiares e incluso en el ámbito de la fe; no en sus creencias, que las tenía inmarcesibles, sino en la actividad laical que llevaba a término, pues era un laico comprometido, activo e incansable.
Durante la larga vida de la familia Germinans, Mario no solo fue un puntal, sino que fue la persona que nos tenía al corriente de múltiples noticias, acontecimientos y efemérides. No sé cómo se lo hacía, pero estaba al tanto de todo, con una celeridad impresionante. Más de una vez tuve la duda de si en algún momento descansaba. Además, tenía una pericia extraordinaria en el terreno informático. Era el amigo manitas al que podías recurrir para cualquier problema técnico. Y el consejero sensato que siempre tenía la palabra adecuada y justa y te hacía contemplar la vida desde su fe imperturbable. Y de su bondad que, quizás no mayor, pero le andaba a la par.
Pero Germinans (como también Infocatólica) fueron una anécdota en la vida de Mario. Quien lo haya conocido en la salud y en la enfermedad convendrá que aquel hombre vitalista, de tremenda envergadura, de cercanía extrema e incansable buen humor, se convirtió en su larga enfermedad en uno de los más hermosos testimonios de fe y vida cristiana. Juntamente con otro de sus más firmes compromisos: el amor por su familia; por Ana y sus dos hijos. No se cansa el papa Francisco, en afirmación discutible, de criticar el afán de proselitismo. Si esa crítica sirve para acentuar el valor del testimonio, solo con observar y comprender como Mario afrontó su enfermedad un cristiano tendría más que suficiente. ¡Cuánta serenidad, cuánta entereza, cuánto coraje, cuánta fe! En una enfermedad que no solo le complicó su movilidad física, sino que le causaba enormes dolores.
Solo falta, para comprenderla, leer el testimonio que nos dejó por escrito hace poco más de un mes:
“¡Chicos! Os comento. Esta mañana hemos tenido reunión con la hematóloga. Los resultados, como sospechábamos, son malos. No funciona ninguna quimio y ya es cuestión de tiempo que esto se acabe (meses…) Obviamente, es Dios quién tiene la última palabra, pero humanamente ya no hay tratamientos para hacer. Nos encontramos bien, lógicamente con dolor por los chicos, pero con fe. Es bueno saber lo que sabemos. Y estar tan bien rodeados de hermanos y apoyados en todo facilita todo. Os pido que sigáis fuertes con la oración por mi sanación, pero sobre todo por Ana y los chicos, que puedan llevar esto con entereza. Se os quiere.”
Con testimonios como este no hace falta proselitismo.
Nos has dejado solos Mario, pero ¡qué envidia de vida, qué envidia de fortaleza y qué envidia de fe! No has tenido una vida larga, pero cómo ha cundido tu ejemplo en tanta y tanta gente. Y no te preocupes: no dejaremos sola a Ana y a los chicos. Ana también es de esta familia y a los chicos, con unos padres así, no les faltará jamás nuestro cariño y nuestro afecto. Y nuestras oraciones. Esas en las que tú siempre pusiste la máxima insistencia. ¡Qué el Señor, nuestro Señor, te tenga en Su Gloria!
Oriol Trillas
Que descanses en paz, siervo bueno y fiel.
ResponderEliminarUn laico anónimo, pero qué grande! R.I.P.
ResponderEliminarGracias, Oriol. Unidos en el dolor pero también y por encima de todo en la fe:
ResponderEliminarTampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él.
1 Tesalonicenses 4, 13-14
Amigo Mario, nos veremos en el cielo. Gracias por todo.
ResponderEliminarMi más sentido pesame a la familia de Mario y a la familia Germinans por esta perdida de uno de los fundadores del blog de discusión y de un gran cristiano. Mario, gracias y descansa en paz, amén.
ResponderEliminarUn alma escondida que sostenía con su fuerza los entresijos de todo portal católico que tocaba. Gracias, rezaré por él.
ResponderEliminarTambién es un buen momento para recordar al Sr. Trenchs, el mejor comentarista de Germinans, atento, amable y sincero.
Su recuerdo está en este artículo:
¡Gracias Sr. Trenchs!
Junio 20, 2016
https://germinansgerminabit.blogspot.com/2016/06/gracias-sr-trenchs.html
...
Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando;
cuán presto se va el placer;
cómo después de acordado
da dolor;
cómo a nuestro parecer
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.
(Jorge Manrique, Coplas por la muerte de su padre)
Fuerte Hijo de Dios, Amor Inmortal,
a quien nosotros, que no hemos visto Tu Rostro,
por la Fé, y solo por la Fé, abrazamos,
Creyendo donde no podemos probar.
(En memoria de A.H.H., Prólogo, de Alfred Tennyson)
El tiempo pasa y ya tenemos intercesores en el Cielo.
In paradisum deducant te angeli,
ResponderEliminarIn tuo adventu
Suscipiant te martyres,
Et perducant te
In civitatem sanctam Jerusalem.
Chorus angelorum te suscipiat,
Et cum Lazaro quondam paupere
Aeternam habeas requiem.
Los antiguos solían decir que los amados por los dioses morían jóvenes. Y los Padres de la Iglesia sólo pudieron aceptar el argumento: Dios no quiere que los que le son cercanos pasen demasiado tiempo "in hac lacrimarum valle". Y ha llevado consigo a nuestro hermano espiritual.
ResponderEliminarDios lo tenga (lo tiene) en su gloria. La tristeza es para los que aquí quedamos.
Dale Señor el descanso eterno y brille para él la luz perpetua. Hermoso y verdadero elogio de Mario y la acción portentosa de Dios nuestro Señor en él. Dejémonos gobernar libremente por Dios, su Providencia, su Gracia, los dones de su Espíritu. Gracias, Germinantes! Amunt els cors! els elevem al Senyor!
ResponderEliminarAl paradis t'acompanyin els Angels.......
ResponderEliminarUn gran hombre! siempre lo recordaré por su calidez como persona .
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