Efectivamente, todas las grandes operaciones de poder se sustentan en el apoyo que da la plebe (¡el pueblo!) a las decisiones del poder totalitario. A esas “consultas” al pueblo se las llamó “plebi-scitos”; es la fórmula para afianzar ese poder absoluto cerrándole la posibilidad o la tentación de cuestionamiento. La clave del invento está en que el poder se ha dignado descender al pueblo para escucharle y gobernarlo conforme a sus deseos. Plebiscitar es, en efecto, escuchar a la plebe. Por eso, cuando el sumo poder de la Iglesia decide mejorar su aspecto mediante un baño de democracia para frenar su corrosión, se lanza a una operación de “escucha”. La Iglesia no se limita a impartir magisterio, sino que además escucha (sciscitat: plebi-scito) a los fieles prescindiendo de su grado de fidelidad: no le importa cuán fieles sean. Y pone especial empeño en escuchar a todos, todos, todos. Era ésta del Sínodo la respuesta inevitable, la única posible al “¿Quién soy yo?”
Claro que están
decepcionados estos últimos, porque esperaban que el sínodo abriría las puertas
de par en par a las grandes novedades con que el papa quería-quiere coronar su
pontificado. Es que “todos, todos, todos” habían puesto sus esperanzas en que
la introducción de la escucha del pueblo (porque se habían hecho la ilusión de
que el pueblo estaba con ellos), facilitaría el camino a las innovaciones. Pero
resultó que no, porque la sinodalidad, esa novedad funcional de la Iglesia, ha
acabado siendo muy complicada. Una institución autoritaria como es la Iglesia
(la autoridad viene de Dios, de las Escrituras, de la Tradición, del
Magisterio), no es nada fácil convertirla en sinodal-democrática de la noche a
la mañana. Sobre todo, si se proclama que las fuentes de la autoridad son
intocables al tiempo que se pretende darles el vuelco, y que no pueden estar
sujetas a ningún género de votación o de consenso. Ciertamente es muy difícil
consensuar algo contra los fundamentos de la autoridad de la Iglesia. Y sí,
aunque los plebiscitos (las consultas a la plebe) parezcan una herramienta más
eficaz que la autoridad y que la fuerza, lo cierto es que es tremendamente
difícil articular un plebiscito.
En efecto, en el
sínodo se pusieron muchos temas sobre la mesa: algunos muy vidriosos. Y al
final se tenía que redactar un escrito de conclusiones... y votarlo. Sí, se
redactó el texto; pero se presentaron 1.200 enmiendas. Falló estrepitosamente
el trabajo de los “facilitadores” de mesa y generales. Así era imposible
alcanzar ningún género de unanimidad o consenso. La votación prevista para las
3:30, tuvo que posponerse para las 7 h., sin que se vislumbrase entretanto
alguna solución para tener en cuenta las 1.200 enmiendas y reacomodar el texto
en consecuencia. Al final se traslució una especie de rebelión por parte de los
reformistas progresistas, que se las habían prometido muy felices. Ni siquiera
se mencionaba explícitamente la bendición de parejas homosexuales, uno de los
caballos de batalla del sínodo, ni el sacerdocio femenino, a pesar de que sus
promotores habían sido insultantemente explícitos. Ni eso, ni la aceptación
implícita de la poligamia, admitiendo a la comunión a las parejas que no
estuviesen casadas por la Iglesia. Las conclusiones se referían únicamente a la
pastoral dedicada a las “personas con orientación sexual distinta”. Todo lo
conflictivo y escabroso quedó pospuesto mediante la pudorosa táctica de ni tan
siquiera nombrarlo en las conclusiones. Tanto pudor y tanta discreción (o
acobardamiento final) hizo que resultase imposible incluso someterlo a
votación.
Es evidente que
el sínodo salió muy mal, incluso para sus causantes últimos, los del camino
sinodal, que tenían puestas todas sus esperanzas en este Sínodo: estaban muy
contentos con su planteamiento, y confiaban en la confluencia de ambos sínodos.
Pues no, no hubo tal. Fue decepcionante incluso para los entusiastas que
salieron hasta de debajo de las piedras, por mantenerse del lado del poder. Podemos
entender también el desencanto de nuestro cardenal Omella, que tan a fondo se
empleó en su diócesis y en el resto de España, para ofrecerle al sínodo las
propuestas que éste deseaba, un material precioso, tirando de “sinodalidad” con
gran maña. Es evidente que todos los actores del Sínodo esperaban más.
Al final, todo
eran caras largas, empezando por la del papa, muy cansado, más bien derrotado,
leyendo con poquísimo impulso un discurso bastante piadoso que le habían
escrito, al que ni siquiera añadió ni una sola de esas típicas digresiones en
que se sale del texto para añadir su sello personal. En el discurso de clausura
se le veía más que cansado, derrotado. Había perdido el plebiscito en el que
tantas esperanzas había puesto.
Y al final uno
se hace la pregunta clave: ¿Qué fue más importante en este sínodo, las
novedades doctrinales, pastorales y litúrgicas, o el método para llegar a
ellas, es decir la sinodalidad? Porque es el caso que el papa, desde el inicio
de la operación, años ha, evitó todo lo que pudo, pronunciarse personalmente
sobre las reformas cuyo impulso venía del Camino Sinodal alemán: siempre fueron
cardenales y dicasterios interpuestos, los que daban la cara para defender esas
reformas. Aún están por contestar las famosas preguntas (dubia) sobre Amoris laetitia. Hasta que le llegó el turno a la
fórmula mágica: que sea el Pueblo de Dios el que le pida al Santo Padre que le
imponga a la Iglesia esas reformas mediante la forma del plebiscito, de la
“escucha” al Pueblo de Dios: mediante la sinodalidad. Y evidentemente no
funcionó. No hubo sintonía entre el papa y el pueblo al que consultó
sinodalmente.
Para salvar los
muebles, se aclararon por fin y definieron que el sínodo no era “de” la
sinodalidad, sino “sobre” la sinodalidad. Para que quedase claro, además, que
no era “sobre” las reformas que, impulsadas desde Alemania, se pretendía que se
introdujeran también en este otro sínodo que se celebraba a remolque del
original alemán, con el fin de no romper la unidad de la Iglesia. En efecto, en
esta primera sesión general del Sínodo, en las conclusiones hasta se evitó
nombrar esas cuestiones. La cuestión central y capital del sínodo, era la
sinodalidad, la escucha, la “democracia interna” articulada mediante una
especie original y típica eclesiástica de plebiscitos. Y sí, parece que lo que
finalmente falló en el último momento, fue nada menos que la novedosa sinodalidad.
No encontraron la fórmula para “escuchar” las 1.200 voces discordantes. No
salieron adelante ni las reformas ni el nuevo método sinodal para introducirlas
en la Iglesia.
Es cierto que
incluso el nombre de sinodalidad tras el que se ocultaban las audaces reformas
que se pretendían, costó mucho explicarlo. De entrada, nadie era capaz de decir
con total claridad, qué significaba exactamente eso de la sinodalidad. Al final
parece que, después de tantos jeribeques verbales, quedó relativamente claro
que el sínodo de la sinodalidad era un “Sínodo sobre la sinodalidad”, y que ésa
era la gran novedad con que emergería de ahí la Iglesia: la sinodalidad, que
quedó ahogada en palabras y más palabras que intentaban explicarla. Pues resulta
que tampoco funcionó esa gran novedad que pretendía “democratizar” la Iglesia,
de modo que a partir de ahí la clave doctrinal y moral que rigiese la Iglesia fuese
el consenso “sinodal” del Pueblo de Dios, en vez de la que había regido hasta
el momento: la autoridad de Dios delegada en el papa y los obispos como
sucesores de los apóstoles.
Pero bueno, como
la sinodalidad es “camino” juntos (parece que, finalmente, juntos con el papa),
esta última sesión no fue más que un tramo del camino que, justamente por ser
camino, continuará en octubre del año próximo (quien no se conforma es porque
no quiere), al tiempo que diversas comisiones sobre los temas que se
pospusieron, porque faltó valor para sacarlos crudamente, harán a su vez camino
entretanto, para que no se detenga ese caminar sin fin. En conjunción perfecta
incluso en la forma, con el Camino Sinodal emprendido en Alemania, que no
tienen intención de dar nunca por acabado.
En resumen,
parece que se ha celebrado el Sínodo sobre la Sinodalidad, sin que acabe de
saber nadie qué es exactamente eso de la sinodalidad. Los menos cultos
entienden que es una especie de democratización de la Iglesia, cuya cabeza
quiere abandonar la fórmula autoritaria y totalitaria de la “mon-arquía” papal.
Pero no, parece que no es eso, sino algo mucho más sutil. Una respuesta a la
pregunta retórica de “Quién soy yo”, cuya respuesta obvia es: “Yo (yo solo, se
entiende) no soy nadie”. Para esas cabriolas con las que se pretende ponerlo
todo patas arriba, es más conveniente ir acompañado de todo el pueblo fiel. “Yo
con ellos, gracias al milagro de la sinodalidad, lo soy todo”. La ventaja del
Camino es que hasta que el plebiscito no dé el resultado deseado por la
Autoridad (es el caso de la reciente consulta sinodal), se le sigue preguntando
al pueblo. Y una vez llegados al resultado deseado, ya no hay que volver a
preguntar nunca más. Como en los plebiscitos para la independencia (por ahí
anduvo Canadá con Quebec, ¿no?).
Virtelius
Temerarius
Virtelius, si quieres entretenerte practicando gimnasia mental y gimnasia espiritual, vente a Kolbe Center, disfrutarás de lo inimaginable. Tus recorridos intelectuales por los caminos sinoidales los encuentro aburridísimos, deberias cambiar de itinerario y venirte al paraíso del Creacionismo Católico. Aqui https://www.kolbecenter.org/
ResponderEliminarMe temo, señor Garrell, que a usted le resultará aburridísimo hablar de la Santísima Trinidad (dogma con el que se liquidó el arrianismo, que viene de vuelta) o incluso de la Eucaristía (oh, lo del sacrificio de Isaac debió ser después del diluvio, ¿no?) Y por supuesto le trae sin cuidado asistir a la feroz lucha interna en la Iglesia, que amenaza con llevársela por delante. Mientras salvemos el diluvio, todo el depósito de nuestra fe estará salvado. ¿Es eso?
EliminarQuiero decir que si usted se ha encallado en el Diluvio y pide respeto a su posicionamiento, ¿qué tal si en vez de mostrar sus sentimientos hostiles (con superlativo y todo) hacia las preferencias que no coinciden con las suyas, ejercitase la virtud de la diversidad, contando con que a lo mejor hay alguien a quien le interese esa diversificación argumental?
Con afecto a pesar de todo, uno de sus sinceros admiradores.
Silveri hoy debo felicitarte porque has leido muy bien en la Misa.
EliminarEl Mosén de mi Parroquia no ha dicho ni PIO sobre ese tema en ninguna Misa del 2023.
ResponderEliminarSe le nota que sólo escucha a Dios Omnipotente y no a cualquier diablillo disfrazado de clérigo!!!!
Goyo
EliminarPara lo que hay que escuchar, vale más no preocuparse y ponerse en manos de nuestro Señor Jesucristo e intentar practicar las enseñanzas de la Buena Nueva.
18:07 Felicite al Mn de su parroquia.
Un Sínodo es una reunión de Clérigos, en ningún caso tienen que meter las narices los laico-as, sacristanes, ni cocineras sin gorro.
ResponderEliminarEsos están para otras cosas.
Con el trabajo que hay.....
Se puede escuchar a laicos especialistas en determinados temas, pero sin voto. Lo que no es dar cancha a quienes defiendan pecados mortales, sean seglares, curas, obispos o cardenales. Lo que está pasando es una vergüenza.
EliminarPara sínodo de verdad el de esta tarde en San Vicente de Sarriá. Muy emocionante y respaldado por monseñor Abadías.
ResponderEliminarPara darse cuenta del nivelazo del sínodo "d'anar per casa", había un "padre sinodal" de 19 años, el cual tuvo que pedir un justificante de asistencia al Papa, Wyatt Olivas, estudiante de la Universidad de Wyoming y catequista en su
ResponderEliminardiócesis natal: Cheyenne.
Un sínodo clásico, de los primeros siglos, se destacaba por la:
1. santidad
2. jerarquía: saber quién es el obispo, presbítero, diácono, laico
3. conocimiento: con competencia y capacidad
Los muchísimos sínodos y concilios que ha hecho la Iglesia, se han ordenado por orden de irrelevancia a importancia, y en todos los importantes, se debía tanto a la materia y gravedad del asunto, como por la calidad de sus miembros: santos, jerarcas y conocedores.
Y es que en el sínodo de la sinodalidad, hemos tenido mucha gente inadaptada, incompetente e incapacitada:
0. Francisco, centro de todos los líos
1. El joven de 19 años
2. Cardenal Hollerich: contra la doctrina católica
infocatolica.com/?t=noticia&cod=46054
3. Cardenal Grech, presidente: destructor de la Iglesia Catolica. Müller advierte que las tesis del cardenal Grech en el sínodo serán el fin de la Iglesia
infocatolica.com/?t=noticia&cod=44616
4. Cardenal Carlos Aguiar Retes: destructor de la unidad y catolicidad de la misa con su ritual maya, en unión con otros sinodales obispos mejicanos:
Gerardo Díaz Vázquez, Obispo de Tacámbaro
Oscar Efraín Tamez Villarreal, Obispo de Ciudad Victoria
Faustino Armendáriz Jimenez, Arzobispo de Durango
Adolfo Miguel Castaño Fonseca, Obispo de Azcapotzalco
infovaticana.com/2023/08/01/roma-estudia-la-aprobacion-del-rito-maya-tras-el-respaldo-abrumador-del-episcopado-mexicano/
5. Cardenal Cristóbal López: destructor del celibato sacerdotal
infovaticana.com/2023/10/28/el-cardenal-cristobal-lopez-defiende-que-se-cambie-la-obligatoriedad-del-celibato-sacerdotal/
6. Óscar Vicente Ojea, Obispo de San Isidro, destructor de la Fé católica, aprobó la herética Amoris laetitia con la comunión y absolución de los adúlteros impenitentes: "Criterios básico para la aplicación del Capítulo VIII de la Amoris laetitia", n. 6, 5 septiembre 2016
7. Georg Bätzing, obispo, presidente Conf. Episc. Alemania, apóstata del camino sinodal y destructor de la moral, pide que se ordenen homosexuales
infocatolica.com/?t=noticia&cod=47518
8. Franz-Josef Overbeck, obispo de Essen (Alemania), destructor de la Fé, bendice parejas homosexuales y de divorciados vueltos a casar
infocatolica.com/?t=noticia&cod=46008
9. Koenraad Vanhoutte, Obispo auxiliar de Malinas-Bruselas, destructor de la Fé y moral, aplica Amoris laetitia
- Amoris laetitia: lettre pastorale
cathobel.be/wp-content/uploads/2017/05/2017-05-09-Amoris-laetitia-Lettre-pastorale.pdf
10. Charles Scicluna, Arzobispo de Malta, destructor de la Fé y moral, aplica Amoris laetitia
- Criteria for the application of Chapter VIII of Amoris laetitia
11. Roberto Repole, Arzobispo de Turín
Franco Giulio Brambilla, Obispo de Novara
Destructores de la Fé y moral por aplicar Amoris laetitia
- Nota pastorale su Amoris laetitita: "Il Signore è vicino a chi ha il cuore ferito" (Sal 34, 19), accompagnare, discernere, integrare. Ai sacerdoti e alle comunità cristiane, alle famiglie e agli operatori pastorali, página 12, 16 enero 2018
12. Virgílio Do Nascimento Antunes, Obispo de Coimbra
José Ornelas Carvalho, SCI; obispo de Leiria-Fátima
Destructores de la Fé y moral por aplicar Amoris laetitia
- Fátima: Nota Pastoral sobre os fiéis divorciados a viver em nova união "O Senhor está perto de quem tem o coração ferido" (Sl 34, 19), 31 mayo 2018
- Coimbra: Acompanhar, discernir e integrar a fragilidade» (AL1, cap. VIII) Orientações pastorais para maior integração dos fiéis divorciados a viver em nova união, 22 diciembre 2019
...
El cardenal australiano George Pell dijo en la revista británica «The Spectator» que el proyecto del Sínodo Mundial es una «pesadilla tóxica»
infocatolica.com/blog/espadadedoblefilo.php/2301110751-el-cardenal-pell-lo-dijo-clar
Un ejemplo de numerosos sínodos es la basílica de Letrán, en Roma, donde se calcula que se hicieron unos 250 sínodos, siendo el más importante el Concilio de Letrán IV o IV Concilio Lateranense, de 1215, pues fijó la Fé católica romana en el Occidente o Cristiandad:
Eliminar- Condenó a las herejías de los albigenses y a los valdenses. y del abad Joaquín de Fiori, realizando un Credo de Fé verdadera contra ellos
- Órdenes religiosas: funcionamiento de los capítulos y prohibición de nuevas fundaciones a fin de evitar una anárquica proliferación.
- A los obispos se les amenazaba con la desposesión del cargo caso de que se mostrasen remisos y tolerantes a la hora de limpiar sus diócesis de precursores heréticos
- Decidió la organización de una cruzada.
- Revisó y fijó la legislación eclesiástica sobre los impedimentos matrimoniales
- Puso a los fieles la obligación de la confesión anual y de la comunión pascual
- Realizó definiciones sobre la Trinidad, la creación, Cristo Redentor, los Sacramentos, las Reliquias de los Santos, los errores de Fé de los griegos ortodoxos, la dignidad de los Patriarcas, la prohibición de reversión de los judíos conversos y otros errores de Fé
Muy bien su comentario que desenmascara a tantos destructores de nuestra santa madre la iglesia
EliminarEl problema viene del mismo concepto: una Iglesia es muchas cosas, pero lo que no es es una organización democrática. No puede serlo.
ResponderEliminarEs por eso que los padres fundadores de la actual democracia, franceses y estadounidenses, separaron la Iglesia del Estado. Son conceptos de autoridad y organización completamente distintos. No pueden mezclarse sin desvirtuar la idea central que los anima, pues los mecanismos de la democracia no sirven para la Iglesia y viceversa.
Por eso la llamada Sinodalidad es un torpedo a la línea de flotación de la misma Iglesia. No puede buscar ni la reforma ni la revolución, sólo puede aspirar a la destrucción.
Tenemos un pequeño problema en los primeros padres de la Iglesia eran muchas veces elegidos por aclamación popular( vease democracia) por ejemplo san Agustin obispo de Hipona. Hay que mirar el pasado pero no solo el que les gusta y no volvera
EliminarExiste un aforismo en historia de la ciencia que reza: "Y dijo Dios, fiat Lux, y creó a Newton". Hoy, en la historia de la teología, cabría decir, "obscurézcase la luz y venga la tiniebla y se eligió a Francisco". Francisco y sus obras. Todo lo que toca lo emborrona. Se mete en mil charcos o pontifica sobre lo que no le compete: política menuda o cambio climático. Y no lo hace como cualquier ciudadano, consciente de sus limitaciones, demasiado manifiestas, sino con desparpajo. Luego pasa lo que pasa, que va de charco en charco, de corrección en corrección. De patinazo en patinazo.
ResponderEliminarSon los signos de los tiempos. Tiempos obscuros y tenebrosos.
Totalmente de acuerdo con el Sr. Valderas Gallardo.
EliminarHoy de Cum Laude y la Laureada de San Fernando juntas!
Ese de cheyenne de 19 años, defendió arrancar plumas de águila para ponérselas en la cabeza?
ResponderEliminarCosas de las cuotas progresistas de "joven, hispano, EEUU, blanco, universitario, adolescente, con bigote, delgado, alto, no calvo, católico, no militar, agraviado, generación de cristal".
EliminarOtra tomadura de pelo como tantas hay en la iglesia actualmente.
ResponderEliminarDe charco en charco vamos hasta que Dios quiera.
Todo lo que pasa tiene explicacion" estamos luchando contra satanas metido entre nosotros..........."
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con Unknown!!!
EliminarLa sinodalidad de los c....es ,es parecido, más o menos, al abyecto pacto de la fregona belga con el nefando presidente de este desgraciado país.
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