Me refiero a efectos doctrinales, a la constante invocación de realismo para la Iglesia, exigiéndole que reconozca e integre doctrinalmente la realidad de la homosexualidad. Volviendo a la pregunta del título, ¿en qué se parecen a este respecto la prostitución y la homosexualidad? Porque es el caso que la prostitución ha coexistido con el matrimonio (y no sólo el católico) durante los milenios que ha durado éste; y sin embargo, la Iglesia nunca la incorporó a su doctrina y a su moral; no sólo eso, sino que las modernísimas legislaciones, progresistas ad náuseam, y sin embargo tan moralistas de lo suyo, no saben dónde colocar finalmente la prostitución. Ahí está como el oficio más antiguo del mundo que suele decirse (en cualquier caso, mucho más antiguo que el matrimonio); pero no encuentran la manera de encuadrarla legalmente en el Nuevo Mundo de las conductas perfectas realmente humanas, superando los “absurdos prejuicios” cristianos (¡toma, y musulmanes, y judíos y budistas!).
Pues mira por dónde, a la homosexualidad y demás
inventos del género, el lugar que les corresponde en el código de conducta
cristiano, es decir a la moral, es el mismísimo que le ha correspondido a la
prostitución. Una realidad que ahí está y se mantiene a lo largo de siglos y
milenios. Y sin embargo, no me consta que la Iglesia católica ni ninguna otra
haya desplegado políticas eficaces para erradicar la prostitución, para acabar
con ella. Lo que sí ha hecho en cambio, y lo ha hecho profusamente es predicar
contra esta lacra. Porque no nos
engañemos, lo que le das en todos los aspectos a la prostituta, se lo quitas a
la esposa. Y es normal que los vigías de la moral y los protectores de las
instituciones, no bajen la guardia en la condena de lo que constituye el mayor
peligro contra el matrimonio. De hecho, la triste realidad a la que hoy nos
enfrentamos, es que la prostitución (es decir, la forma de relación propia y
característica de la prostitución) ha invadido totalmente a la sociedad
occidental y ha triunfado sobre el matrimonio; hasta tal punto que la relación
seria, estable y comprometida del matrimonio, ha quedado en nuestra sociedad
como algo residual.
Apunto aquí un parecido más entre la prostitución y
la homosexualidad, que es la forma sumamente agresiva de engrosar las filas del
colectivo. Cierto es que siempre ha habido mujeres ninfómanas que se vieron
impelidas por su peculiaridad fisiológica a realizarse fuera del matrimonio, en
abundante promiscuidad. Pero nunca constituyeron éstas el grueso del colectivo,
que fue engrosado mayormente por mujeres (por lo general, jovencitas y
adolescentes) abusadas, que vieron de este modo cerrado su camino al
matrimonio.
Pues algo muy parecido se da en el lado de la homosexualidad:
ni de lejos constituyen mayoría del colectivo gay los impelidos
fisiológicamente a esa forma de sexualidad. Como ocurre y ha ocurrido siempre
en la prostitución, la mayoría de las integrantes de ese colectivo proceden de
abusos. Son éstos los que nos dan la más exacta imagen de la demanda (cuando nos
vamos a la pornografía infantil, nos damos de bruces con una horrorosa
“realidad virtual” que pugna violentamente por convertirse en realidad total).
Pues bien, para abusar de todos esos niños, no se han parado a averiguar antes
cuál es su orientación sexual, sino que finalmente los orientan, mediante el
abuso, hacia el camino que quieren. Tal como ocurrió con la infinita mayoría de
las prostitutas. Un parecido digno de tenerse en cuenta. La inmensa mayoría de
los que están en esos colectivos, no lo están porque les haya empujado ahí la
naturaleza, sino porque los han colocado ahí los abusos. Abusos que hoy se han
instalado oficialmente en la escuela, para acelerar el proceso de engrosamiento
del colectivo. Si han triunfado, imponiendo a la sociedad la relación propia de
la prostitución hasta dejar como residual la relación responsable del
matrimonio, no tienen motivo para temer que no vayan a tener un éxito parecido
en la imposición de la relación homosexual. Máxime teniendo la para ello la
colaboración entusiasta de los teólogos morales.
Y claro, clarísimo, es tan absurdo legislar en favor
de la prostitución basándose en el hecho de que, si existe, hay que legislar sobre
esa realidad legalizándola (claro está que de eso se trata), como absurdo sería
legislar sobre el robo, el asesinato, la violación, etc., legalizándolos por
supuesto y canonizándolos de algún modo, partiendo de esa misma base: es decir
que, si está implantado en la sociedad, hay que legalizarlo (por ese principio
ilustradísimo de que el hombre es bueno por naturaleza) porque forma parte de
la naturaleza más natural del ser humano; y la naturaleza, además de ser buena per se, nunca se equivoca.
Y claro, puestos a legalizar (me refiero a la
prostitución, que por cierto no saben cómo hacerlo), vienen a continuación los
vientres de alquiler, otro buen lío del que no saben cómo salir; y a
continuación, para rematar, la pederastia. Una inclinación humanísima -según
ellos- y por tanto buena buenísima; que, esa sí, ya le tienen muy bien trazado
el camino para la legalización, de la mano nada menos que de la ONU. Es que,
siendo la cosa tan buena, la ONU tiene que emplearse en ello a fondo.
Es que muchísimos clérigos, tan sensibles con los
colectivos desfavorecidos, se han volcado del todo en el acogimiento lo más
cristiano posible del colectivo gay. Y no nos engañemos, la máxima caridad que
pueden hacer con ese colectivo es “despecalizar” sus prácticas hasta la suprema
generosidad de crear una teología gay e inventar una novísima lectura de la
Biblia, “aparentemente” tan crítica con esas prácticas. Sólo aparentemente.
Extrema generosidad de una “nueva” Iglesia que, a fuer de amante de los
pecadores se ha entregado en cuerpo y alma al amor del pecado (de este último
pecado al que con tanto fervor se ha abrazado), al que, a fuerza de piadosísimas
lecturas y relecturas, ha convertido en virtud.
Evidentemente, no hay nada parecido a ese titánico
esfuerzo por acoger con infinito amor a los homosexuales, poco menos que
santificando sus inclinaciones y sus actos. No ha ocurrido nada parecido con la
prostitución: la Iglesia no ha privilegiado a las prostitutas ni ha creado para
ellas una doctrina redentora, no de la prostitución, sino “en” la prostitución.
Dígase lo mismo de asesinos, ladrones, violadores, etc. Nada de eso. Aún no
tenemos una teología de la prostitución, ni se la espera. Ni existe la teología
del asesinato (aunque la teología de la liberación algo se quema en esas
cuestiones), ni la teología de la pederastia que, ésta sí, es esperada por
muchísimos con enormes ansias. La estremecedora ineficacia en la persecución de
este crimen, apunta a que progresan de forma vertiginosa los esfuerzos por
blanquearla. En eso anda la ONU y las potentísimas instituciones que la
sostienen.
Custodio Ballester Bielsa, Pbro.
www.sacerdotesporlavida.info
"Aún no tenemos una teología de la prostitución, ni se la espera. Ni existe la teología del asesinato (aunque la teología de la liberación algo se quema en esas cuestiones), ni la teología de la pederastia que, ésta sí, es esperada por muchísimos con enormes ansias. La estremecedora ineficacia en la persecución de este crimen, apunta a que progresan de forma vertiginosa los esfuerzos por blanquearla. En eso anda la ONU y las potentísimas instituciones que la sostienen."
ResponderEliminarHay una teología del incesto, en la I Carta de San Pablo a los Corintios, V:
- Es cosa pública que se comete fornicación entre vosotros, como no se encuentran ni siquiera entre los paganos, ¡a tal extremo que hay un hermano que convive con la mujer de su padre! [et talis fornicatio qualis nec inter gentes, ita ut uxorem patris aliquis habeat]. ¡Y todavía se ENORGULLECEN, en lugar de estar de duelo para que se expulse al que cometió esa acción!. En lo que a mí respecta, estando ausente con el cuerpo pero presente con el espíritu, ya lo he juzgado, como si yo mismo estuviera allí. Es necesario que ustedes y yo nos reunamos espiritualmente, en el nombre y con el poder de nuestro Señor Jesús, para que este hombre sea entregado a Satanás: así se perderá su carne, pero se salvará su espíritu en el Día del Señor.
Dice el Catecismo:
2388 Incesto es la relación carnal entre parientes dentro de los grados en que está prohibido el matrimonio (Lv 18,7-20). San Pablo condena esta falta particularmente grave: ‘Se oye hablar de que hay inmoralidad entre vosotros... hasta el punto de que uno de vosotros vive con la mujer de su padre... en nombre del Señor Jesús... sea entregado ese individuo a Satanás para destrucción de la carne...’ (1Co 5,1 1Co 5,4-5). El incesto CORROMPE las relaciones familiares y representa una regresión a la ANIMALIDAD.
2389 Se puede equiparar al incesto los abusos sexuales perpetrados por adultos en niños o adolescentes confiados a su guarda [PEDERASTIA]. Entonces esta falta adquiere una mayor gravedad por atentar escandalosamente contra la integridad física y moral de los jóvenes que quedarán así marcados para toda la vida, y por ser una violación de la responsabilidad educativa.
...
Para la doctrina constante de la Iglesia desde el segundo 0, minuto 0, hora 0, día 1 [algo de lo que algunos en el Vaticano, diócesis y órdenes aún no se han leído, ¡vergüenza!], tanto el incesto, la pederastia y por analogía de la Fé, toda la completa y total ideología de género que impone la ONU, la UE, Gobierno central, la Generalidad y los ayuntamientos, es al 100%, Palabra de Dios, una total e inapelable pura CORRUPCIÓN de la FAMILIA e involución a la ANIMALIDAD.
El combate de todo católico y, obviamente, todo cristiano, y también cualquier otra persona de buena voluntad (que por su propia razón conoce la ley divina impresa en la naturaleza del hombre y de las cosas), debe de negarse rotundamente a aceptar, para sí y para su familia (la educación de los hijos por los propios padres), de forma absoluta, total y completa, la integridad de la ideología de género.
La Constitución de 1978, la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 1966, el Convenio para la protección de los derechos humanos y las libertades fundamentales de 1950, y la Carta de los Derechos Fundamentales de la UE del 2007, todas ellas aprobadas para evitar el estalinismo, el marxismo y el nazismo, nos otorgan libertad religiosa, de conciencia, de opinión, de libertad de expresión y de libre circulación y difusión de las ideas.
Y además, como dice San Pablo, el ORGULLO de cometer estos pecados de manera pública y notoria añade al pecado grave otro pecado grave de confusión y escándalo público: la sanción o disciplina debe de restablecer la moralidad y la verdad en la unidad de la auténtica doctrina, e indica la unidad entre DOGMA-DOCTRINA-ORTODOXIA y PASTORAL-ORTOPRAXIS. Los actuales intentos alemanes del apostático camino sinodal de que la Iglesia Universal acepte tales actos es, simplemente, diabólico, y están excluidos de la plena comunión.
ResponderEliminarSan Pablo no realiza una falsa y perversa comprensión basada en el discernimiento de un cura u obispo con los fieles inmorales, destacando los valores positivos existentes que hubiera en la relación incestuosa (el hijo que convive maritalmente con su madre o madrastra), para que tal unión sea aceptada por la Iglesia Universal. Dogma y pastoral van unidas: lo que la doctrina condena, la pastoral también, y debe de enseñar tal doctrina y dar los remedios y ayudas (enseñanza, gracia, sacramentos, caridad) para reintegrar a la persona dentro de la verdad divinamente revelada y la ley natural.
El incesto, como el adulterio y toda otra acción moral, sin excepción, amparada por la demoníaca ideología de género, es un acto moral intrinsece malum per se semper et pro semper in omnibus locis, y por tanto, cualquier católico, del Papa para abajo, que lo reconociera como apropiado, estaría excluido de la plena comunión con la Iglesia y estaría excomulgado latae sententiae non declarata con sede impedida de manera absoluta, equivalente a sede vacante, por negar una verdad de ley natural y también divina, y afectar con perjuicio grave a los Sacramentos (matrimonio, confesión, orden, bautismo, confirmación y extremaunción) y causar grave confusión y escándalo.
Idéntica sanción que recibe todo obispo o cura que reconozca la indebida comunión y absolución de los adúlteros impenitentes que parece contenida en Amoris laetitia y el Rescriptum ex audientia SS.MI. de 5 de junio del 2017, publicado en el AAS de 7 octubre 2016, pág. 1071-76, por el que se eleva la anterior herejía perniciosa a Magisterio Auténtico, amparado por los cánones 752 (deber de asentimiento religioso del entendimiento y voluntad, sin que llegue a ser de fe) y 1371 (sanción de pena justa contra quien rechaza pertinazmente el Magisterio Auténtico: obligación, prohibición, privación y expulsión).
Los actos morales católicos intrinsece malum per se semper et pro semper in omnibus locis, o pecados graves objetivos, por razón de su objeto (independiente de la intención y las circunstancias) están dogmáticamente reconocidos en los instrumentos de derecho público vaticano, el Catecismo 1753-56 y Veritatis splendor 79-83/95-97, aunque también en el Código de Derecho Canónico, encíclicas y legislación eclesiástica concordante:
1. Catecismo 1753-1756: 1756: Hay actos que, por sí y en sí mismos, independientemente de las circunstancias y de las intenciones, son siempre gravemente ilícitos por razón de su objeto; por ejemplo, la blasfemia y el perjurio, el homicidio y el adulterio.
2. Veritatis splendor (asume Humanae Vitae y su ampliación Donum vitae; Catecismo 1753-56): numerales 79-83 y 95-97
...
Además, tomar la comunión de manera indigna (ser un pecador objetivo y manifiesto, de pecados intrinsece malum, de adulterio o pecados contra el sexto mandamiento, la ideología de género) implica un pecado personal y social, con repercusiones eclesiales, en I Corintios 11:
1. De manera que cualquiera que comiere este pan, o bebiere el cáliz del Señor indignamente, reo será del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Porque quien lo come, y bebe indignamente, se come y bebe su propia condenación, no haciendo el debido discernimiento del Cuerpo del Señor
2. De aquí es que hay entre vosotros muchos enfermos, y débiles sin fuerzas, y muchos que mueren.
Los concretos actos morales intrinsece malum, en especial, adulterio e ideología de género (analogía de la Fé):
ResponderEliminarA. CATECISMO
1. Numerales 1650 y 1665: los adúlteros no pueden comulgar
2. n. 1756: el adulterio es un intrinsece malum per se semper et pro semper in omnibus locis (Gaudium et spes n. 27)
3. n. 2381: el adulterio es injusto
4. nn. 2384 y 2400: el divorcio es una ofensa grave a la ley natural
5. n. 2528: el que desea a una mujer, comete adulterio de corazón
6. n. 1867: La tradición dice que hay pecados que “claman al Cielo” por su específica gravedad: 2º: Práctica de la homosexualidad o sodomía (Génesis 18, 20; 19,13)
7. nn. 1753-1756: Hay actos que, por sí y en sí mismos, independientemente de las circunstancias y de las intenciones, son siempre gravemente ilícitos por razón de su objeto; por ejemplo, la blasfemia y el perjurio, el homicidio y el adulterio.
B. CÓDIGO DE DERECHO CANÓNICO
8. Cánones 915 y 916: no se dé la comunión si hay perseverancia en el pecado grave manifiesto (toda la ideología de género); deber de previa confesión.
9. C. 1007: No se dé la unción de los enfermos a quienes persisten obstinadamente en un pecado grave manifiesto (adulterio e ideología de género).
10. C. 1184, 1: Se han de negar las exequias eclesiásticas, a no ser que antes de la muerte hubieran dado alguna señal de arrepentimiento:
1º a los notoriamente apóstatas, herejes o cismáticos;
3º a los demás pecadores manifiestos (adulterio e ideología de género), a quienes no pueden concederse las exequias eclesiásticas sin escándalo público de los fieles.
11. C. 1185: A quien ha sido excluido de las exequias eclesiásticas se le negará también cualquier Misa exequial.
C. SANTOS
1. San Carlos Lwanga y los 21 mártires contra el rey de Uganda Mwanga II, que les solicitó tener relaciones sodomíticas
2. San Pelayo, niño, contra las solicitudes sodomíticas de Abderramán III
3. San Pedro Damián (siglo XI), autor del Liber Gomorrhianus, donde denuncia la infiltración en el clero de su tiempo de las conductas homosexuales
D. MAGISTERIO
1. Pablo VI, Declaración “Persona humana” acerca de ciertas cuestiones de ética sexual, 8 y 9 (1975)
2. Juan Pablo II:
- Teología del Cuerpo: 129 catequesis de San Juan Pablo II sobre el amor humano: 5.9.1979 al 28.11.1984
- Carta “Homosexualitatis problema” 3, 7, 8 y 9 (1986)
- Veritatis splendor (1993), 49
- Sexualidad humana: verdad y significado. Orientaciones educativas en familia, 104 (1995) [y Preparación al sacramento del matrimonio (1996)]
- Familia, matrimonio y uniones de hecho, 23 [implícito] (2000)
- Carta de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, 16 mayo 2002
- Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales, 4 (2003)
- Carta a los Presidentes de las Conferencias Episcopales de Europa sobre la resolución del Parlamento Europeo en relación a las parejas de homosexuales, 4 (2003)
3. Benedicto XVI:
- Instrucción sobre los criterios de discernimiento vocacional en relación con las personas de tendencias homosexuales antes de su admisión al seminario y a las órdenes sagradas, 2 y nota 8 (2005)
- Orientaciones para el uso de las competencias de la psicología en la admisión y en la formación de los candidatos al sacerdocio, numeral 10 y nota 25 (29 junio 2008)
4. Francisco: hasta el discutido Bergoglio lo dice:
- Amoris laetitia, 250-251: «no existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia […] Es inaceptable que las iglesias locales sufran presiones en esta materia…»
- Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis, 6.12.2016, nn. 189, 199, 200 y 201 y notas
- «VARÓN Y MUJER LOS CREÓ» para un vía de diálogo sobre la cuestión del género en la educación, 2019
- Responsum de la Congregación para la Doctrina de la Fe a un dubium sobre las bendiciones de las uniones de personas del mismo sexo , (22.02.2021): no a las bendiciones de las uniones del mismo sexo
Resuma que últimamente lo hacia
EliminarLo que hizo Rubiales no creo que clame al cielo.
ResponderEliminarNos hemos vuelto de la piel muy fina.
Tocarse las partes nobles en medio de un evento mundial o darle un beso sin consentimiento a una de las jugadoras? Madre mía, cuanto cavernícola...
EliminarLa prostitución es vender lo que no es nuestro , el cuerpo y despreciar el precio de nuestro rescate.
ResponderEliminarY los actos de homos son de rebelarse contra el Creador para pensar que uno es Dios que se autocrea, que uno puede decidir que sexo
A la Reina también se la miraba bastante mal.
EliminarHasta la tocó y todo.....
De anuncios prostibularios la Prensa de hace poco iba llena. Me acuerdo de La Vanguardia de papel que ahora ya no la compro porque la leo por internet, pues en las paginas finales llevaba el prostibulario lleno de citas. Luego en esta misma prensa del Conde Godó insertaban el artículo del Cardenal Carles aconsejando que los creyentes no aplazaran el tiempo cuando les tocaba la confesión. Me imagino que los jerarcas eclesiales son ellos quienes debían confesarse del pecado de colaborar con la prensa prostibularia. Mejor el artículo de Misa ponerlo en el Full antes que en La Vanguardia prostibularia. De pecados existen unos que los obispos no se los confiesan nunca.
ResponderEliminarLos de la Vanguardia no entrarán en el Arca de Noé, eso por descontado!!!
EliminarNo existe el gen de la homosexualidad, ni nada que permita atribuir a la naturaleza determinados comportamientos. Son fruto de la cultura, es decir, de la sociedad. Lo mismo ocurre con el poliamor y otras figuras de sexualidad que hoy tienen carta de normalidad en nuestros días, respaldadas por leyes infames y contrarias a la dignidad de la persona. Los estudios sobre la neurología de la homosexualidad, es decir, sobre los puntos del cerebro que inclinen hacia el ejercicio de la sexualidad con individuos del mismo género. El cerebro lo único que registra son zonas de cierto peso, pero no son contundentes, pues se dan también en personas de heterosexuales.
ResponderEliminarNo existe ese "si Dios lo hizo así". Esa afirmación ha hecho mucho daño a la interpretación moral del acto homosexual.
Totalmente de acuerdo con el Sr. Valderas Gallardo.
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