La Glosa Dominical de Gérminans: LA MUJER DEFECTUOSA: SEIS MARIDOS, UN SOLO DIOS

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Ni siquiera ella quizás sabía por qué se había dirigido hacia aquel pozo: por costumbre, quizás por necesidad. Más probablemente fue un sencillo gesto cotidiano que se repetía a menudo en su vida: ir y llenar, volver y vaciar. Para de nuevo partir con el cántaro sobre la cabeza al amanecer. 
“¡Dame de beber!”: es una voz varonil, son palabras adultas y secas, aquel Hombre viajante tiene sed. Él tiene sed, ella además de ser una mujer emprendedora está defectuosa: una mujer normal no aplaca fácilmente a seis maridos. Este es un extraño mediodía junto al pozo de Sicar -lugar de encuentro de amores y enamorados- en la tierra que fue del padre de Jacob. Normalmente es ella la que pide de beber, o son ellos -hombres de paso- los que lo hacen, con inmodestas maneras, bajo irónicas expectativas. ¿Son tantos los que se han saciado con ella, por ella, gracias a ella? “Has tenido cinco maridos y el que ahora tienes no es tu marido” Este es todo el sermón del Caminante: nada más que un pequeño recordatorio desde el corazón al corazón para hacerle comprender el motivo que la había guiado hasta el pozo. No habló aún de vida eterna: de entrada le hubiera interesado más una eterna juventud. Ardiente.


La samaritana tiene sed y el Forastero no se burla de ella: simplemente busca entrar en su alma -tierra de caza furtiva, en tiempos pasados, para cazadores desalmados- buscando ensanchar el espacio de su corazón y encontrar lo que verdaderamente importa: aquel misterio audaz y enrevesado que esta mañana la puso en camino sin que ella siquiera se diese cuenta. San Agustín en su Comentario al Evangelio de San Juan, pinta tales movimientos de Cristo con palabras poéticas: “Jesús poco a poco se hace un lugar en su corazón (…) Aquel que le pedía de beber tenía sed del deseo de aquella mujer”. Hay un espacio para una intriga junto al pozo: el Amante, la amada y el amor. Lo que ella conoce -y quizás espera-, es que un día llegará el Mesías, aquel que nos hará conocer todo. Quién sabe cuánto ha soñado con él, saboreado anticipadamente, deseado entre mil amores de una vida perdida. Estaba entrenada para los hombres, quizás amargamente: bastaba el rumor de un paso, el devenir de un gesto, el encanto de una mirada, y todo en ella se iluminaba: luz, gusto y disgusto. Quizás incluso alardeaba de ello con las amigas, quizás en la oscuridad de la alcoba o ante el espejo coqueteando consigo misma con aquella perspicacia femenina. Y sin embargo esta vez es un Hombre el que la sorprende: “Soy yo el que te habla” Y esto es suficiente para que cese su estilo desafiante junto a aquel pozo de amoríos, para que refresque toda su feminidad, para que le entre el deseo de un agua diversa: que apague la sed, verdadera y fresca.


Yendo al pozo a buscar agua, encuentra el Agua. Y pasa cuentas con aquel Hombre que le pide de beber. Que le ha dicho todo lo que ha hecho, todo lo que ha sido, todo en lo que podía convertirse de ahora en adelante. Fue una confidencia cara a cara, quizás una exigencia Suya. Poco importa que esperase justo el momento en que sus discípulos fueron a comprar víveres para abordarla, seducirla y llevarla paso a paso por las peripecias del corazón acostumbrado. ¿Los discípulos hubieran sido obstáculo? ¿Quizá se hubieran escandalizado de aquel encuentro el samaritano, el forastero, el defectuoso? Cristo prefirió no complicar las cosas: se arremangó y puso toda la carne en el asador haciendo de Dios. Los discípulos volvieron de la ciudad con los cestos a rebosar: comida y bebida. La mujer volverá a la ciudad: sin cántaro y olvidando el motivo por el que había ido al pozo, pero con el corazón lleno: de amor, de esperanza, de posibilidad. De sorpresa por aquel Hombre que le dijo todo lo que había hecho. Y lo más importante: todo lo que podía hacer de ahora en adelante.

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3 comentarios

  1. Hay más: la mujer defectuosa, seis maridos, seis suegras, seis familias encima...

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  2. El Maestro Eckart O.P. explicaba en sus sermones y tratados que los cinco maridos no eran de carne y huesos sino que aludía a los cinco sentidos y el que tenía ahora no era tampoco su verdadero marido ( pues se trata de la fantasía) . El Señor pide entrar en el Alma esclava del pecado ( que entra por los 5 sentidos y la fantasía) pero para darle esa agua de la fuente eterna , que es el don de Dios, el Espíritu Santo , como escribe también San Agustín, ha de trascender la vida del mundo y hallar la luz y la paz del Reino.

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    1. Prefiero esta respuesta:
      «Tú lo has dicho: no tienes marido. Has tenido cinco hombres y ahora tienes contigo otro que tampoco es marido tuyo. ¿Era necesario esto? También tu religión desaconseja la impudicia. También tenéis vosotros el Decálogo. ¿Por qué vives así, Fotinái? ¿No te sientes cansada de este esfuerzo de ser la carne de tantos, en vez de la honesta esposa de uno solo? ¿No tienes miedo de cuando decline tu vida, de cuando te encuentres sola con tus recuerdos, con la amargura de lo pasado, con tus temores? Sí, también con tu miedo, tu miedo a Dios y a los espectros. ¿Dónde están tus hijos?».
      La mujer baja del todo la cabeza y calla.
      «No los tienes aquí en la Tierra. Sin embargo, sus almitas, a las que has impedido conocer el día de la luz, te acusan; siempre. Joyas... bonitos vestidos... casa rica... una mesa bien surtida... Sí, pero vacío y lágrimas y miseria interior. En realidad eres una desvalida, Fotinái; sólo con un arrepentimiento sincero, a través del perdón de Dios –y, como consecuencia, el de tus hijos– puedes volver a ser rica».
      «Señor, veo que eres profeta. Me avergüenzo...».
      «¿Ante el Padre que está en los Cielos no sentías vergüenza cuando hacías el mal? Pero... no llores de humillación ante el Hombre... Ven aquí, Fotinái, junto a mí. Yo te hablaré de Dios. Quizás no le conocías bien y por eso... sí, por eso has cometido tantos errores; si hubieras conocido bien al verdadero Dios, no te habrías rebajado de este modo, El te habría hablado y sostenido...».
      "El Evangelio como me ha sido revelado". María Valtorta:

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