EL PLATÓ TEOLÓGICO DE CALANDA

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Oye, oye, queridísimo cardenal nuestro, aquí en tu tierra estamos pendientes de cada una de tus palabras. Tus mayores adictos ven en ellas profecías mucho más explícitas que las de Nostradamus. Por empezar, sí señor, te has plantado en el bando de Francisco inequívoco y contundente: Manifestaste tu profunda preocupación por los mares y ríos que quieren anegar el proceso sinodal abierto por el papa. Y te erguiste valeroso ante esos mares y ríos sin ningún miedo. No tengamos miedo ante este proceso sinodal. Se han levantado voces, ¿y qué? ¡Que se levanten! Pero eminencia, que no son cuatro ni cinco voces, ¡que son mares y ríos! Y tu respuesta, contundente, apodíctica e irrefutable: O vamos con Pedro, o si no, ¿qué hacemos? O vamos juntos en comunión, ¿o qué hacemos? Sólo tiene sentido ser Iglesia cum Petro et sub Petro, sea quien sea: es el elegido del Señor. Álea jacta est, que dijo César al pasar el Rubicón. También tú, amigo Juanjo, has pasado el Rubicón del Sínodo de la sinodalidad y te has bien empapado al pasar el río. Pero lo tienes y lo manifiestas bien claro. En este sínodo hay una sola gran cuestión en juego: la fidelidad al papa, sea quien sea, haga lo que haga y diga lo que diga, ¡faltaría más! Y no valen argumentos doctrinales ni dubias, que nunca faltarán, para poner en riesgo el cum Petro et sub Petro: Con Pedro y bajo Pedro, sometidos a su obediencia.

Como coordinador de este proceso sinodal en España convocaste a los 120 sacerdotes, religiosos y laicos que dices que representan en esta cita a toda la comunidad católica de nuestro país. Entre ellos, se encontraban una veintena de arzobispos y obispos pertenecientes a la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal. Mares y ríos, sí, pero con tus 120 valientes adictos al sínodo del papa (porque está el otro, el de los disidentes alemanes), sacaste adelante brillantemente la sinodalidad de la católica España junto al papa.


Y luego, ahí está tu argumento definitivo, demoledor, irrefutable: Pedro negó a Jesús hasta tres veces; Pedro el renegado fue el elegido para regir la barca de la Iglesia. Así que no vale andar diciendo que si el papa así, que si el papa asá. Hay que estar con el papa, aunque a ti te parezca que yerra. De eso le toca cuidarse a Dios, no a cada fiel. Si el papa, tan humilde, dice: Quién soy yo para juzgar la conducta de un cristiano, ¿quién te crees que eres tú para juzgar al papa? Por eso, dices sin decirlo explícitamente, hemos de dejarnos de paparruchas doctrinales y ponernos al lado del papa, debajo del papa. Si no, ¿qué hacemos? Si con Juan XXIII tocó el Concilio, seguido de la tremenda crisis del postconcilio, y con Francisco nos toca la sinodalidad y todo lo que ésta traiga consigo, ¿acaso podemos hacer los católicos algo que no sea obedecer ciegamente? Francisco es el elegido del Señor. Aquí en tu tierra, Juanjo, estamos convencidos de que eres un fiel servidor del papa, su elección más acertada.

Ya para rematar, tu absoluta joya doctrinal, que el tío Caldú añadirá sin duda a tu catecismo: El Espíritu Santo es como ese pegamento que pega bien. Él es quien nos lleva a la comunión. No podemos ser en el mundo más que agente de comunión cuando sentimos tanta falta de comunión en nuestro pueblo y en nuestra Iglesia, de arriba abajo. Bajo la premisa, siempre, siempre, de que nosotros no somos quién para preguntar comunión en qué o en quién. ¿No está claro? Comunión con Pedro y bajo Pedro. A él le ha dado Dios la potestad de guiarnos a la salvación por donde él crea que debe hacerlo. ¿Quién somos nosotros para juzgar por dónde nos guía Pedro? Lo que nos corresponde como rebaño de la Iglesia es dejarnos guiar. ¡Y qué bien lo dices, amigo Juanjo, qué bien lo dices! En fin, Juan José, ahí está tu valentía y tu bravura al posicionarte inequívocamente junto al papa en una guerra tan dudosa que mueve mares y ríos de resistencia. Con el molesto inconveniente de que esta guerra la hace el papa intentando ganarla sin comparecer siquiera en el frente del Camino Sinodal, el frente de la desobediencia frontal al vicario de Cristo.


¿Qué pasa, pues, con los que se resisten a esa imponente operación sinodal del papa? Pues ocurre que esos pasan a formar parte del frente enemigo. Y como en un parlamento cualquiera, quien tiene en sus manos el gobierno ha de juntar los votos necesarios para sacar adelante sus proyectos. No las voluntades, sino los votos. Y ahí tienes, amigo Juanjo, bien amarrados tus 120 votos que representan a los millones (más bien decenas de millones) de bautizados españoles. Has jugado extraordinariamente. Esos 120 votos representan la voluntad de la Iglesia española, representan -según tú- el sentir de la gran mayoría de los fieles. Y a partir de ahí, como en cualquier partido político que se precie, queda fuera de juego y sometida a condena y represión, cualquier duda, cualquier disidencia.

En fin, amigo Juanjo, que en tu tierra no para de crecer nuestra admiración por tu excelsa figura y por tu excepcional desempeño. No eres en la Iglesia, justo en su centro de mando, una figura decorativa ni un florero como tantos y tantos purpurados y mitrados que pululan en ella, sino un auténtico general al que el mando supremo ha encomendado delicadas y arriesgadas misiones. Hoy, sacar adelante el Sínodo; mañana, se verá.

¿Mañana? Si sales adelante con esta dura misión, relumbrarás de condecoraciones y se dirigirán hacia ti todas las miradas. Si de esta gran movida sale finalmente una Iglesia sinodal, se hará verdad esa audaz profecía que pronunciaste: Pedro no nació en Galilea, nació en Aragón. Completada con la advertencia: Y no hay nadie más cabezón. Con esa inquietante broma añadida con voz risueña: Él se resistió a Cristo, pero Cristo lo eligió a él. En fin, que quiénes somos nosotros para exigirle a Cristo que elija para gobernar su Iglesia un vicario que no se resista a Él. Tal y cual. Para el viaje sinodal que ha emprendido Francisco, la doctrina es el peor impedimento, la mayor fuente de conflictos. Aquí la cuestión es el mando y la unidad en torno al mando, con el pegamento del Espíritu Santo.


Es difícil entender -pensaba este pobre Cojo- cómo se compagina tan alegremente la evidentísima manipulación sinodal con la acción del Espíritu Santo por muy buen pegamento que sea. No veo la manera de meter al Espíritu Santo en esas chapuzas de las que hasta has tenido que excusarte. Tampoco veo al Espíritu Santo jugando a legitimar la representatividad espontánea con valores del 0,000x% de representación de todos los miembros de la Iglesia (los bautizados) en unos pocos. La verdad, no veo al Espíritu Santo excusándose como lo hiciste cuando te pillaron mangoneando votos. A no ser que, igual que hubo un momento en que el remedio de todo era el tubito de misericordinas, ahora la explicación y justificación de todo sea el pote de pegamento Espíritu Santo.


Y no veas, Juanjo amigo, el revuelo que tienes armado aquí en tu tierra. El otro día se montó un debate en el bar La Bellota, que al tío Martín le dio por grabarlo para subirlo a las redes después de pulirlo y editarlo primorosamente. Y le salieron un par de técnicos de iluminación voluntarios, armados con potentes focos. Parece que aún está en la labor de la edición. Se juntó la mesa de debate formada por Paco el farmacéutico, Barberán y Cañada… un debate encendido. Pues oye, en cuanto se enteraron del acontecimiento, empezó a afluir la gente hacia el bar. No cabía una aguja. La mayoría de pie, y pidiendo… El dueño del bar se puso las botas. Como siempre, el tío Caldú llevando la contraria con su socarronería. Y la gente, consciente de que iba a salir por la tele, aplaudiendo cada vez que alguien pronunciaba un elogio a nuestro excelso cardenal.

Esa singular toma de partido por Francisco, podría perfectamente titularse: Omella se postula como sucesor de Francisco. Sus credenciales, la traición y la tozudez, dijo un exaltado calandino. ¡Que pasa! -terció Caldú- ¿Que, si la traición la hace Pedro, es buena? La traición es traición. ¿Sugiere Omella que Jesús estaría encantado en encomendarle la Iglesia a Francisco porque no ha dudado en traicionarle? Impresionante intervención. Pitos y palmas resonaron en el improvisado graderío.

Ahora, ahí donde se calentó el debate y se encendieron los ánimos y corrieron las cervezas y los vinillos, fue cuando salió el tema de que Pedro nació en Aragón. Todas las hipótesis circularon, siendo la de que Pedro era Omella, y por tanto el sucesor natural de Francisco, la que con mayor ahínco y brillantez defendió Barberán y la que fue más insistentemente aplaudida: ¡Habemus papam!, llegaron a gritar los más cultos.


El del bar tuvo que echarnos a patadas porque se hizo tardísimo. Hasta vinieron los municipales a llamarnos la atención. Era tanta la cizaña que metían tus detractores, respondida por la concurrencia, eso sí, con silbidos y golpeteo de botellas y vasos en las mesas, que tus pobres paisanos, que tanto te aprecian, se acabaron dando cuenta que el follón lo habían montado, como siempre, los cuatro forasteros que no te conocen. No saben de tu buen hacer, Juan José, de tu bonhomía, de tu buenrollismo con el legítimo Gobierno establecido. Un buenrollismo que te lleva no a hacer esas inconfesables concesiones de las que te acusan continuamente tus enemigos, sino a establecer un pacífico y obsequioso presente, que nos llevará a un no menos ignominioso futuro sinodal. Maravíllate, esa fue la última reflexión del cínico Caldú. ¡Que Dios lo confunda!

El Cojo de Calanda

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12 comentarios

  1. Qué sé lo haga mirar el Cardenal.
    .Lo que dijo sobre el Bienaventurado San Pedro , rozó la blasfemia.

    Con gracietas bobas no se va a ningún lado.

    Qué vaya al tanto!!!

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  2. "¡Que pasa! ¿Que, si la traición la hace San Pedro, es buena? La traición es traición. ¿Sugiere el obispo Omella que Jesucristo estaría encantado en encomendarle la Iglesia al Papa Francisco porque no ha dudado en traicionarle?"

    Pues es cierto, nuestros abuelos ya decían que la mona aunque se vista de seda, mona se queda, y que el hábito no hace al monje.

    No hay más que decir, sólo que nos gobiernan, si eso es gobierno, las mediocridades...

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    1. Dios no ama el poder, ama la verdad y la humildad.
      Hoy la sociedad ama el poder por encima la verdad, y buena parte de la Iglesia, se ha contagiado de lo mismo.

      Estamos en tiempos de apostasía dentro de la Iglesia. Por lo visto, parece que buena parte de la Jerarquía no tiene claro que hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. Ya pasó durante el arrianismo y anglicanismo.

      Nadie se burla de Dios. A todos nos llegará el momento de dar cuenta de nuestros actos. No olvidemos que Cristo tenía las palabras más duras contra los sacerdotes de su tiempo, así será el juicio terrible de algunos.

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  3. Esa gente con mando en plaza no creen en Dios.

    Así de claro!!!!

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  4. La autoridad doctrinal y de Salvación sólo está en la Biblia. La Iglesia se fundó con la autoridad de los doce apóstoles y después los ancianos u obispos para cada comunidad (nunca un supuesto papado, ver libro los primeros cristianos de Cesar Vidal)
    Pero esa autoridad se ejerce junto a la comunidad y no puede contradecir la Biblia... El resto son herejías. Se vació a cada cristiano de poder, por un clericalismo satánico desde la época de Constantino... Volvamos a la primitiva iglesia de las cartas apostolicas. El que cree y obedece a Cristo será salvo dice Romanos, Galatas, y el mismo Jesús, NO el que siga a hombres falibles

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    1. La Paz sea contigo, anónimo 8:26

      No insistas. Esta guerra la tienes perdida desde hace casi dos mil años.
      MT

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  5. Interesadamente se quiere asociar el Concilio Vaticano II a lo que está aconteciendo con el Sínodo Romano. Pero no es verdad. De entrada, el Sínodo Romano quiere asociarse, parecerse, al Sínodo Alemán. Y cuenta, si el silencio es asentir, con el impulso de Francisco. Nada que ver la conducta de éste con la de Juan XXIII. Para salvaguardar la integridad de la fe, Roncalli puso al frente de la Comisión Teológica Central, es decir, a la criba de los textos conciliares, al cardenal Ottaviani y de Vicepresidente al Cardenal Browne. Francisco, que odia a los teólogos --no quiso, no pudo, responder a los dubbia-- ha puesto al frente del Sínodo Romano a un jesuita tan complaciente con su voluntad que ya bendice los "matrimonios" homosexuales.
    Tiene sobrada razón el Cojo cuando resalta la frivolidad con que se dice que los pasos se dan con el Espiritu Santo, que no se hace más que obedecer su voluntad. Como si el Espíritu Santo pudiera contradecirse a sí mismo.
    Son tiempos recios en los que la silla de Pedro es fuente de confusión, no de luz, donde la ausencia de formación teológica quiere suplirse con una seudopastoral que es pura aberración, donde la Biblia debe interpretarse a nuestro capricho, pues, dicen, hemos de seguir el discernimiento, no a la recta razón ni la conciencia bien formada. Muy buen artículo el del Cojo.

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    1. Totalmente de acuerdo con el Sr. Valderas Gallardo.

      Pero, no es la falta de formación, es qué les sobra maldad.

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    2. Con la foto en Cretas con tirantes, sobando al eutanasico ministro, entrando a comer en un antro del pueblo, dejó bien claras sus intenciones.

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  6. Primero si es una página como presumen católica tómense una tila, un té siempre va bien para calmarse y no les suba la presión.
    Lo segundo no es necesario decir la estima y cariño que tienen al Papa Francisco y al cardenal Omella.
    Y lo tercero, me extraña cuando defienden tanto la tradición y mas cosas se les olvide la tradición apostólica y el primado de Pedro. Vale que no les gusten estas personas, pero hombre que una pagina católica desprenda odio al Papa y un cardenal de la santa madre Iglesia de estas maneras es almenos, chocante incluso cómico.

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  7. Sr. Cojo. Me tiene harto por su sentido muy peculiar del humor, especialmente cuando es para intentar cargarse a nuestro Mons. Juan José Omella.

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    1. 12/19, si tanto sufre por ese señor, lléveselo usted pa su casa, hombre!!!

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