Del "No matarás" al derecho y la inducción a matar

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Llevábamos 4.000 años en la civilización del “NO MATARÁS”. Una ley sencillísima y taxativa que no se presta a disquisiciones. Las leyes rigen para los ciudadanos, se hacen para darles normas de convivencia a los miembros de la sociedad. Por eso quedan fuera de las leyes los enemigos y los tiempos de guerra. El “No matarás” no afecta a los casos de autodefensa, sea individual o colectiva. Es una ley que no necesita juristas que la interpreten. Es un precepto de comprensión directísima. No se necesita ser experto en leyes para entender su alcance.
 
Pero hoy, en el proceso de cancelación de esa ley tan simple (y no es la única, claro está), nos estamos dotando de un voluminoso cuerpo jurídico que nos explica minuciosamente cuándo y a quién podemos matar en tiempo y en situación de paz, sin que podamos alegar respuesta a una agresión. Se trata básicamente de matar al hijo por nacer y al padre y a la madre por morir. Siendo por lo demás inevitable el plano inclinado, se están discutiendo ya leyes que prolonguen el “derecho” del aborto hasta un mes después del nacimiento; y tenemos ya planteadas leyes que legalicen la eutanasia de los niños hasta los 12 años, mientras no están aún en condiciones de acogerse a la ley del suicidio asistido, puesto que se les considera incapaces de tomar la decisión por sí mismos. Pero todo se andará, puesto que legislaciones hay a punto ya de declararlos con edad suficiente para las relaciones sexuales consentidas.
 
Obviamente, la razón filantrópica para ir ampliando cada vez más el derecho a matar, es la enfermedad. Es decir que mientras se alegue la enfermedad para acogerse al derecho a matar en la legislación más rodada al respecto, que es la del aborto; mientras sea ése el pretexto, se puede considerar el aborto totalmente libre e ilimitado. La enfermedad es la clave que te autoriza a matar: sin que tenga la menor relevancia la fiabilidad del diagnóstico. El fiel de la balanza se inclina siempre en favor del que ejerce su derecho de matar. De hecho, en las legislaciones más corrientes y abundantes del aborto, la enfermedad es el pretexto perfecto e indiscutible para abortar en cualquier momento (incluido el del nacimiento), sin que sea lícito en absoluto cuestionar el diagnóstico. Basta alegar la enfermedad (no certificarla ni demostrarla) para que cualquier forma de infanticidio entre en la más indiscutible licitud. Por lo general, el diagnóstico o simplemente el pronóstico de enfermedades, se refiere comúnmente a fetos ya muy avanzados. 
 
 
 Estamos ante una absoluta aberración legal y ante una estremecedora conformación de las conciencias. Porque lo que queda en pie de esa norma y de esa praxis que se quiere modernizar aún más extendiéndola al mes subsiguiente del nacimiento; lo que queda en pie es que el enfermo aún no nacido es reo de muerte. Pero tal como del delincuente es obligado demostrar la culpabilidad para poder condenarlo a muerte (de ningún modo en países democráticos, ¡por favor!), del enfermo no nacido (¡de momento!) no hace falta demostrar la enfermedad para condenarlo a muerte. De hecho, la inmensa mayoría de los niños no nacidos condenados a muerte por enfermedad antes de nacer, cargan con esa sentencia y esa condena sin que se haya intentado siquiera un juicio (un diagnóstico) justo. La inmensa mayoría son acusados injustamente de enfermedad, y condenados a muerte por ello.   
 
Por eso es totalmente lógico que los siguientes del sorteo en este plano inclinado, sean los enfermos sin discriminarlos por edad o por gravedad; siendo previsible que el diagnóstico (el juicio justo en términos jurídicos), tal como se viene practicando, sea ciertamente lo de menos. 
 
Es para echarnos las manos a la cabeza. Como quien nunca ha roto un plato, ha quedado instaurado en nuestras leyes y en nuestras conciencias el derecho de condenar a muerte a los enfermos de determinada edad; de determinada edad y condición: el dentro / fuera de Barrio Sésamo. Pero no, tampoco se trata de que realmente estén enfermos; basta una ligera sospecha, o una cierta aprensión, para que esa sentencia se mantenga firme dentro de los más rigurosos parámetros de la justicia. La enfermedad (o, mejor dicho, nuestra aprensión contra la enfermedad) es la gran causa que nos permite condenarlos a muerte dentro de la más rigurosa legalidad y de la más limpia conciencia.
 
Y siendo el que es el mundo en que vivimos respecto a la enfermedad, no es para estar muy tranquilos. Porque resulta que las sociedades muy avanzadas nos hemos instalado en una especie de industria de la enfermedad que sí, que nos alarga la vida: básicamente a base de ir alargando indefinidamente una gran parte de estados de enfermedad: lo que llaman “cronificación”. Y obviamente, atendiendo a esos parámetros, la conclusión más lógica es que tal como el grueso de la población avanza en edad, tanto más evidente y tanto más grave es el estado de enfermedad en que se mantiene la gran mayoría de esa población.
 
 
 
Y claro clarísimo, por ese camino entramos resbalando (es la ley del plano inclinado) en el terreno de la eutanasia. Como quien no quiere la cosa, las instituciones “sanitarias” te empujan hacia ella. Y como ocurre con el diagnóstico del “nasciturus” para legalizar su aborto (su asesinato) sea cual sea su edad, ocurre también con los enfermos en cuanto dejan de tener cabida en el sistema sanitario: nunca falta para el “moriturus” un piadoso diagnóstico, tan fiable como el del “nasciturus”, que le despeje el camino hacia la buena muerte. Un piadoso diagnóstico que aligera la conciencia de los parientes del moriturus y le abre el camino a los “cuidados paliativos”: un concepto no menos elástico que los diagnósticos que los facilitan.
 
Si no nos enteramos de cuál es el recorrido que llevamos hecho hasta el momento en el camino de la abolición del “no matarás” para el que aún ha de nacer, y para el que el sistema ha decidido que ya está maduro para morir; si no nos enteramos de cuál es la jugada y por dónde van los tiros, es realmente porque no queremos ver, es porque nos asustan la siguiente jugada y la siguiente, y preferimos mantenernos en nuestra senda de progreso: pero con los ojos cerrados. 
 
Porque lo tremendo, lo estremecedor, que por cierto ya se ensayó en la civilizadísima Europa hace casi nada, lo más escalofriante es que siendo la sociedad más avanzada, la nuestra, una sociedad que cabalga sobre la enfermedad, haya sido y vuelva a ser ésta, la enfermedad, el supremo pretexto para abolir el anticuado “no matarás”. Y hasta el momento, el ensayo de los grandes ingenieros sociales que se han puesto a la faena, les ha salido redondo. 
Hasta ahora han conseguido tal como tenían programado, que la sociedad mate tal como se le ha tasado, y que asuma la muerte con buena conciencia. Por eso es previsible que no van a tener mayores problemas en seguir avanzando en su programa, que ha puesto la diana en la enfermedad. 
 
 
 Así que después de la selección de enfermos por edad (incipiente o terminal), que les está funcionando de maravilla, ya sólo queda la selección pura y simple de enfermos, prescindiendo de la edad que tengan. Es el siguiente paso, totalmente lógico. Siendo la enfermedad el pretexto perfecto para la eutanasia, es ya totalmente irrelevante el dato de la edad. Si la causa que legitima toda eutanasia es la enfermedad, siendo toda la sociedad la que de uno u otro modo está enferma, he aquí que nos queda el camino abierto para las eutanasias masivas, eso sí, medicalizadas, con muy poco trabajo de discriminación.   
 
Y por si eso no fuese bastante, resulta que el concepto de enfermedad, totalmente en manos del poder, tiene una segunda dimensión estremecedora: la enfermedad mental, que, una vez más, es definida por el poder. Una dimensión que, por cierto, no para de avanzar desde la misma infancia y desde la escuela, que se ha convertido en un centro de medicación para la “salud mental” de los alumnos.
 
Y un dato más que en nuestra inconsciencia se nos está pasando por alto: es el camino de la abolición de la salud individual, cada vez menos atendible, para dar paso a la salud de toda la colectividad, dando preferencia absoluta a la lucha contra las enfermedades oficialmente declaradas colectivas, que se abordan mediante tratamientos universales cuya eficacia basan justamente en la universalidad del tratamiento: sin contemplar las excepciones individuales, que pondrían en grave riesgo la eficacia del tratamiento colectivo universal. Este paso se ha dado ya, y los resultados han sido espectaculares: la ingeniería social ha funcionado infinitamente mejor que la sanitaria.  
 
La conclusión evidente de esa situación en que tan confortablemente nos hemos instalado, primero con el aborto (que jamás ha ocultado su objetivo de reducir la población humana) y luego con la eutanasia, es que la población (tan bien instalada en la medicalización y en la enfermedad) ha asumido ya que la enfermedad es la causa que nos permite saltarnos el anticuado “no matarás”; y la causa que más probablemente nos llevará a la reducción quirúrgica de la población cuando así lo decidan los autores de las geniales agendas que nos están imponiendo a uña de caballo. Lo esencial es que, entre el aborto y la eutanasia, han conseguido acomodar perfectamente nuestras conciencias. La ingeniería social, imprescindible para el éxito de las agendas, avanza mucho más que cualquier tecnología.

Virtelius Temerarius   

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8 comentarios

  1. Artículo excelente. Nunca he entendido como se habla tanto del " respeto a la vida" pero al revés. Los viejos " molestan""Los enfermos también....los jóvnes ya toman precoces decisiones, y el "que ha de nacer" que ya " tiene bida" en el seno materno, se elimina o no....
    Horroso. Y después comentamos los hornos de gas del Nazismo, de las torturas insertas. No quiero ni seguir.
    Mi felicitación al artículo. Mi pena por tanta muerte.....!

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    1. Redacten su testamento vital, notarial o administrativo, para impedir que le practiquen la eutanasia o ser desatendido por el sistema sanitario. No hagan cargar a sus familiares con el peso de decidir si le practican o no la eutanasia. No se cien de algunos famimiares: la situación de tensión les puede dividir en dos grupos o hacer optar por la eutanasia. Ahora que tienen voluntad y autonomía, háganse el testamento vital, y den un disgusto a la cultura de la muerte.

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  2. Muchas gracias por su magnífico artículo, Sr. Temerarius.

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  3. 1. Esto es totalmente cierto: la pendiente resbaladiza irá a justificar la eutanasia bajo cualquier tipo de enfermedad.



    2. Pero luego se obviará la causa de enfermedad para ir simplemente hacia la falta o carencia de una vida digna.



    3. Finalmente esta misma causa desaparecerá también para concluir en el suicidio asistido por causa del derecho a decidir o la libre autodeterminación de la voluntad.



    4. En definitiva todo acabará de acuerdo con el deseo de Hitler: el Estado mismo te eliminará sin tener en cuenta tu voluntad como ciudadano porque simplemente no superas un crédito vitalicio: por ejemplo, eres jubilado o gran inválido o incapaz de aportar una cuota de la Seguridad Social y pagar impuestos a favor del Estado, por tener un grado de disminución, incapacidad y dependencia igual o superior a un 50%: ciudadano no rentable para el Estado, y que esto sea aceptado por la sociedad y ciudadanía.



    5. El Estado corrupto e inhumano ve con alarma como la edad media de los trabajadores crece a ritmos agigantados, tal como se desprende de los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE): unos 43, 26 años.



    Aunque el crecimiento vegetativo España presenta por ahora un saldo negativo o caída de la población de uno 100.000, no obstante la esperanza de vida al nacer crece porque es de unos 83,58 años (hombres: 80,86 y mujeres: 86,22), y hace diez años, solamente estaba en 81,66 años.



    El número de mayores en la población activa aumenta, mientras que el número de jóvenes sigue decreciendo. Para este Estado cruel y perverso, su único propósito, objetivo y centro de interés se fija en la población laboral de 30 a 60 años, contribuyente y cotizante neta y positiva, consumidora, ahorrante, productiva e inversora generadora de excedentes económicos. La de inferior edad (hasta 30) es candidata al aborto y suicidio asistido, la superior (desde los 60) son enfermos crónicos y ancianos, candidatos a la eutanasia. Sobran improductivos, y si faltan productivos se activa la emigración egoista, que es un vaciado de los jóvenes y más capaces de otros países más pobres.



    6. Desde los 1980, desde la transición y la democracia, este sanguinario y satánico Estado ha introducido toda las leyes de la cultura de la muerte, y lo mismo ocurrirá con la República:

    - contracepción
    - divorcio exprés
    - pornografía y prostitución
    - reproducción asistida
    - congelación de embriones
    - aborto
    - eutanasia
    - suicidio asistido
    - ideología de género



    7. A pesar de que tenemos en contra al Estado corrupto y corruptible y a la Iglesia Oscura, más su ejército
    y entramado de prensa, partidos y profesionales, existe la promesa apocalíptica de que Jesús impedirá siempre la victoria del mal, ni sobrevivirá ningún Estado ni ninguna ideología contra Dios, sin Dios, como se demostró con la URSS del comunismo eterno y el III Reich de los 1000 Años. Ahora el diablo se sirve de sus títeres del gobierno del PSOE de Sánchez y la Gencat de ERC de Aragonés: ayer fueron unos, mañana serán otros, pero serán derrotados y su memoria olvidada e irrelevante.

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  4. Oportuna y razonada exposición del principio del plano inclinado. Más conocido hoy por la expresión inglesa "slippery slope" es hoy objeto de ataque por sedicentes expertos en ética que ocultan su verdadera intención. Muchos le agradecerán el texto.

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  5. Las leyes de accidente so verdaderamente Satánicas.

    Luego se escandalizan porque un Señor Barbudo lanza fatwas a derecha izquierda.

    El inberbe sin turbante de Roma, qué opina de eso?

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  6. Esplendido y magnifico articulo, solo cabe una pregunta, ¿Por qué callan los obispillllllllos y el Papa ante estos asesinatos? ¿por qué permiten que comulguen?, No olvidemos si callan LAS PIEDRAS GRITARAN, somo nosotros LAS PIEDRAS.
    Cabe ve mas la jerarquía católica esta mas lejos de DIOS. No la Iglesia que es de Jesús.

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    1. Sr. Marcos, los ancianos mandamases americanos comulgan con total impunidad en las mismísimas narices del gran jefe de Roma en ROMA.

      AL LORO!

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