En su serie sobre la pederastia clerical, esta semana el diario El País publicaba un reportaje con el siguiente título: “Una vía de fuga de Europa para curas pederastas y un refugio secreto en Ecuador. El obispo alemán Emilio Stehle se valió de la oficina que enviaba misioneros a Latinoamérica para ocultar la huida de un acusado en Alemania y también ayudó a escapar a un sacerdote de Barcelona en 1990”. El sacerdote de Barcelona hace referencia al caso del padre Jordi Ignasi Senabre, acusado en 1988 de abusar de un menor de 13 años, cuando era párroco de Polinyà, al que el obispado de Barcelona habría enviado al de Santo Domingo de los Colorados, en Ecuador, bajo un sistema organizado que dirigía el obispo alemán Stehle, prelado de aquella diócesis, lo cual está siendo objeto de investigación judicial en el país teutón, a cargo de la magistrada Antje Niewisch-Lennartz. La propia magistrada declaraba al diario de PRISA: “¡Lo que tenemos aquí es escandaloso! Es una barbaridad. ¡Un sacerdote que abusa de menores y se le envía al extranjero para evadir la acción de la justicia!”, exclama. “En la Iglesia española nadie está investigando el caso de la extraña fuga de Senabre, aunque se conoce desde hace tres años y medio.” La magistrada no puede afirmar categóricamente que existiera una red, de momento solo hay indicios. “Pero tal y como está escrita esa carta, si fuera la conferencia episcopal estaría alarmada y me sentiría responsable de aclarar todos los casos de sacerdotes enviados fuera a través de Fidei Donum”. Fidei Donum era una organización misional que se utilizaría de tapadera.
El reportaje añadía próximas novedades sobre el caso: “En cuanto a España, hay novedades sobre Senabre. El caso del monaguillo de Polinyà puede no haber sido el único. EL PAÍS ha encontrado a otra persona que le acusa de haber abusado de él años antes. “Nunca se lo he contado a nadie, lo he tenido siempre ahí, encerrado, oculto. Pero me quiero quitar esto de encima. Yo tenía 13 añitos, sería en 1979 o 1980, era un crío, me fui de vacaciones a una casa de mis tíos, en la playa. Allí estaba este cura, que era conocido de la familia y pasaba unos días con ellos. Se metió un día en mi habitación cuando yo estaba en la siesta, no sé si estaba medio lloroso porque echaba de menos a mis padres, y él se metió en las sábanas con la cabeza y me hizo una felación”. Sus familiares también revelan nuevos datos. Aseguran que Senabre estuvo en los años setenta de misionero en Camerún, evangelizando a los pigmeos. La diócesis de Barcelona afirma que tampoco sabe nada de esto. Una pariente de esta persona es la que le ha animado a sacarlo a la luz: “Yo soy católica y quiero que se haga justicia, quiero contarlo por la repulsión que siento y por la dignidad de nuestra familia. Este sacerdote se aprovechó de nuestra confianza. Era amigo de nuestra familia. En aquellas vacaciones en esa casa había varios niños, y ahora veo que este tipo vino a por todos, vio gente joven. Tenía un comportamiento rarísimo, era un poseso, y yo percibía algo siniestro. Se ponía en bañador, marcando paquete, y hacía cosas que eran raras. Miraba mucho a los chicos, estaba con ellos, los acosaba, los tocaba. Entraba en el cuarto de baño cuando estaban ellos, en la playa se metía en el agua a jugar con ellos, les iba a dar masajes en la espalda… Luego lo hemos comentado mucho, pero no sabíamos que había ocurrido algo más. Cuando fue arrestado y salió en los periódicos fue un shock. Pero mi familiar no dijo nada de que a él también le había pasado. Ha tardado cuarenta años”.
La investigación de El País sitúa en el año 1990 el traslado de Senabre a Ecuador, responsabilizando al cardenal Carles de su traslado. Ahora bien, Carles tomó posesión de la diócesis de Barcelona el 27 de mayo de 1990, desconociendo totalmente a Senabre. Quien sí lo conocía era su predecesor el cardenal Jubany y quien fue obispo auxiliar de los dos prelados, nada más y nada menos que Monseñor Martínez Sistach. Y sobre Sistach ha preguntado El País a la diócesis, recibiendo esta contestación: “La archidiócesis catalana, dirigida por el presidente de la Conferencia Episcopal, Juan José Omella, asegura que fue Senabre quien eligió el destino “por voluntad propia y sin dar ninguna explicación”, y dice desconocer si había alguna relación de amistad previa de Stehle con él o con Carles. Senabre, que tiene 86 años, ha negado las acusaciones. Sigue incardinado en la diócesis de Barcelona. Carles ha fallecido, pero en 1990 el obispo auxiliar era el actual cardenal Lluís Martínez Sistach. EL PAÍS ha solicitado hablar con él pero la diócesis no ha accedido, aunque apunta que “ejercía como obispo auxiliar, sin ninguna responsabilidad de gobierno, y en el poco tiempo que coincidió con el cardenal Carles en la diócesis de Barcelona solo se dedicó a tareas pastorales, como suele hacer cualquier obispo recién ordenado”. El obispado explica que la Santa Sede pidió reabrir el proceso canónico en 2016, “pero la presunta víctima no ha respondido a las peticiones de declarar, por la cual cosa ha resultado imposible la prosecución y está provisionalmente archivado”. Cabe decir que Sistach fue designado obispo auxiliar en 1987. No era un obispo recién ordenado en 1990.
Salvo el detalle de Carles, creo que la información es rigurosa y verosímil. Conocí personalmente a Jordi Senabre. Lo conocí, lo traté y estuve en sus grupos de juventud, cuando era vicario de la parroquia del Roser de Barcelona. Les hablo de finales de los 70-principios de los 80. Senabre era homosexual. No voy a decir que hiciera pública ostentación de ello, pero casi. Vivía en un piso de su madre en el barrio y todo el vecindario lo sabía. Vestía con botas altas, llevaba bolso y, si no lo conocías, jamás habrías dicho que era sacerdote. Senabre, además, era muy progre. Iba a su bola. En sus celebraciones, cogía el micro y se paseaba por toda la iglesia, dando voz a los fieles. Entre sus curiosas recomendaciones se hallaba la prohibición de arrodillarse y comulgar en la boca. En el obispado lo conocían perfectamente. Tan bien lo conocían que cuando estalló el enfrentamiento en el Roser entre el párroco, Mn. Josep Bach Molas y el vicario Senabre, Jubany optó por la solución salomónica: Bach jubilado prematuramente y Senabre a Polinyà. Mn. Bach ya falleció. Si hubiese podido hablar.
Después de la acusación penal, me volví a encontrar con Senabre. Como era de esperar me contó que todo era una fabulación del menor y una campaña contra la Iglesia y que el propio cardenal Jubany en persona le había manifestado que creía firmemente en su palabra y que la acusación iba a quedar en nada. En prueba de ello, me explicó quiénes eran sus abogados, que se los había proporcionado la diócesis, la cual, obviamente, corría con la cuenta de sus honorarios. Incluso tuvo que depositar el arzobispado una fianza de 5 millones de pesetas de responsabilidad civil. Estos datos los pude confirmar con sus letrados. No eran una invención de Senabre.
Lo cierto es que en 1988 detienen al sacerdote, la diócesis que pastorea el cardenal Jubany le designa (y le paga) letrado y, dos años más tarde, cuando se nos dice que el cura ha huido, resulta que la propia diócesis lo había mandado a Ecuador. ¡Y desde 1990 sigue allí! Jubany le protege, Sistach lo conoce y Carles y otra vez Sistach saben que se halla en Ecuador. Sólo falta saber quien firmó la carta que llegó a Santo Domingo de los Colorados. Aquella carta que permitió que a Senabre no se le juzgara nunca. Penalmente. Canónicamente, ni se inició el proceso.
El caso Senabre no es en rigor idéntico al de la Casa de Santiago. Eso era una organización delictiva. Aquí hablamos de un cura solo. Además, en este caso fue detenido y estuvo pendiente de un juicio penal. Juicio que se frustró por quien facilitó la huida. Pero al igual que en La Casa de Santiago ha habido la firma de un obispo en el momento álgido y en los dos casos está presente Sistach. Llegará el día en que tendrá que dar explicaciones.
Oriolt
Creo que en esta web os estais pasando con la pederastia clerical, es sólo un 0,2 por ciento (2 decimas de unidad por ciento) de toda la pederastia española. Tan poco que ni hace falta hablar de esto porque el Problema con mayúscula lo tenemos en la sociedad española. En cuanto a problema es la falta de sacerdotes y por ello los obispos son muy reticentes a la hora de echar fuera a los disidentes. También La Justicia española investiga como preferente la pederastia clerical cuando como "preferente" debería investigar la pederastia general de España. Si tanto en esta web se menciona la pederastia clerical estamos echando cada vez más leña al fuego para quemar a los católicos de nuestro país. Ya es suficiente la guerra que los ateos practican contra los cristianos para que nosotros no tengamos que colaborar con ellos en nuestra destrucción. La falta de Clero es problema mayúsculo, que pongan más curas para celebrar misas aunque los saquen de las piedras (piedras vivas) y en cuatro días tenemos una nueva Iglesia.
ResponderEliminarLo dicho desde hace tiempo. Recemos para que el Espirito Santo nos envíe a través del Papa OBISPOS, que de estómagos agradecidos, pasotas y pro golpistas vamos sobrados. Por ello NI UN DURO y mucho menos la X en el IRPF, tenemos algunos sacerdotes de Cristo, ninguneados, jubilados a la fuerza, apartados.... que son fieles al Evangelio, a estos toda ayuda y oración es poca, son catolicos,
ResponderEliminarSenabre había estado radicado en Uruguay haciendo parte de sus estudios en el Seminario Cristo Rey como seminarista perteneciente a la Diócesis de Canelones.Terminados sus estudios fue ordenado sacerdote en la Catedral de Canelones, por el entonces Obispo Monseñor Orestes Nutti y luego desarrolló tareas pastorales en la localidad de Santa Lucía (Canelones). Además había estado vinculado al Movimiento Familiar Cristiano. Luego se fue del país y, pasado mucho tiempo, volvió al Uruguay proveniente de Ecuador. Ahí fue detenido por Interpol en un hotel de Montevideo en febrero de 1994. Hago esta aporte a lo publicado porque considero que forma parte de la historia de Senabre.
ResponderEliminarAbsolutamente cierto. Fue teniente cura de la parroquia San Juan Bautista en Santa Lucía, Canelones, Uruguay, en el año 1.965 y posiblemente durante 1.966, luego de lo cual no supimos más de él. El Párroco, un gran sacerdote, se llamaba Angel Mario Castiglioni.
EliminarPues vaya pájaro 😸😸😸
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