Rendirse al poder del mundo (XXX)

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La dudosa legitimidad del concilio de Constanza

El estudio del apasionante tema del Cisma de Occidente con sus tres papas en liza nos ha puesto sobre la pista del Concilio de Constanza que, entre 1414 y 1418, “resolvió” sobre el papel una división que duró casi cuarenta años. Volvamos sobre él y su circunstancia.

Al morir Gregorio XI, aquel que había vuelto a Roma a instancias de Catalina de Siena, abandonando Aviñón, se convocó en 1378 el conclave para elegir nuevo pontífice. El populacho deseaba un papa romano o al menos italiano pues Roma, abandonada por los papas durante setenta años, se había convertido en un villorrio ruinoso. Todavía recordaban el jubileo de 1300 en el que Bonifacio VIII había atraído a Roma ¡millones! de peregrinos con los consiguientes ingresos para la ciudad y sus habitantes. Roma, aún hoy, en gran parte vive del Papa…

Tan tumultuoso fue aquel cónclave, tan violentados fueron los cardenales en su conciencia y en su integridad física, que la masa enfurecida entró armada y por la fuerza en el lugar de la elección, amenazando con la muerte a los electores, mientras gritaban enfervorizados: ¡Romano, romano lo volemo, o almanco italiano! Tras elegir a trancas y barrancas a Bartolomeo Prignano, el arzobispo de Bari, que tomó como nombre Urbano VI, y prestarle aparente acatamiento, el ambiente curial se enrareció rápidamente... Urbano VI resultó ser un neurótico incorregible que no atendía a razones y maltrataba primero de palabra y después de obra a sus cardenales, acusándoles de simonía (comprar y vender cargos eclesiales) y de abandonar sus diócesis para vaguear tan ricamente por Roma. Sólo el arzobispo de Pamplona, Martín de Zalba, se atrevió a enfrentarse con él y decirle públicamente que estoy en Roma para servir a la Iglesia y espero vuestra orden para volver inmediatamente a mi diócesis, que es lo que más deseo… Urbano VI respondió con el silencio.
 
 

Así las cosas, a los tres meses del agitado cónclave, prácticamente todos los cardenales huyeron de Roma y se reunieron en Anagni y declararon nula la elección por falta de libertad. Luego, el 20 de septiembre de 1378, en nuevo cónclave eligieron como papa a Roberto de Ginebra, que tomó el nombre de Clemente VII y acabó refugiándose en Aviñón al no poder forzar su entrada en Roma. Once años después le sucedió Benedicto XIII, el aragonés Pedro de Luna. Previamente, éste pasó más de seis años como legado plenipotenciario de Clemente VII ante los reyes de Aragón, Castilla, Portugal y Navarra, obteniendo la obediencia de todos los reinos peninsulares salvo del lusitano. El Cisma jurisdiccional, que no doctrinal, ya se había consolidado en Roma y Aviñón. Su prolongación en el tiempo hizo que los príncipes y reinos tomasen partido por uno u otro papa según sus intereses, creándose así un mercadeo infame al cambiar algunos reinos de obediencia varias veces.

El rey de Francia quiso tomar las riendas de la crisis e intimó inmediatamente a Benedicto XIII a abdicar para resolver el Cisma. Su persistente negativa provocó un larguísimo asedio militar al palacio pontificio de Aviñón, que se resolvió con la ayuda de Martín el Humano de Aragón y la huida del papa Luna. A partir de entonces, D. Pedro de Luna emprendió unas arduas negociaciones con el pontífice romano que acabaron resultando infructuosas.

Benedicto XIII se opuso con uñas y dientes al arbitraje de los príncipes seculares en el conflicto. Estos, convencidos de la incapacidad eclesiástica para resolver tan dolorosa división, tomaron la iniciativa intentando forzar la voluntad tanto de Benedicto, el papa de Aviñón, como la de Gregorio XII, el de Roma o de Juan XXIII, el “papa” salido del conciliábulo de Pisa: cardenales rebeldes de la obediencia romana y aviñonesa lo convocaron en 1409, depusieron a los dos papas y, eligiendo a un tercero, ¡triplicaron la división!

El emperador germánico Segismundo se erigió entonces en el Defensor Ecclesiae y convenció a Juan XXIII, el que menos legítimo parecía y, por tanto, más débil a priori, para que convocara un concilio en Constanza que resolviera el inacabable Cisma. El pobre Juan XXIII pensaba que el concilio convocado por él mismo reforzaría su legitimidad como papa sobre los otros dos, que serían seguramente depuestos. El emperador Segismundo se cuidó muy mucho de revelar sus verdaderas intenciones: el Concilio debía deponer a los tres papas en liza y elegir uno nuevo y empezar así de cero.
 
 

Tres eran las vías que se habían perfilado a lo largo de los años para resolver el conflicto: la via facti, es decir, por medio de la acción militar uno de los papas esperaba triunfar sobre el otro; la via cessionis, a través de la cual debían abdicar los papas y así elegir uno indiscutido; la via compromisii, aceptando el arbitraje de un tercero y aceptando su decisión; la via concilii, por la cual los tres papas debían aceptar el juicio de un concilio ecuménico. Finalmente, la via justitiae, defendida por Benedicto XIII y que le hacía odioso ante los príncipes seculares: sólo en las manos de los papas en liza estaba la solución. Debían por tanto reunirse, fijar las condiciones del cónclave con los cardenales de ambas obediencias, abdicar a la vez y así elegir según las leyes canónicas de la Iglesia, con plena independencia, el nuevo e indiscutido obispo de Roma. Nadie le escuchó. El deseo de inmiscuirse en asuntos eclesiales era demasiado fuerte y tentador. 

La Iglesia manejaba grandes fondos financieros, pues era la única institución de la época que tenía un sistema de recaudación fiable: documentos canónicos, certificados, nombramientos episcopales, beneficios o las expectativas de tenerlos… Todo tributaba a la Curia pontificia, mientras los príncipes seculares, en estados todavía débiles y atomizados, pasaban la mano por la pared y envidiaban esas rentas que salían de sus países para financiar a la Iglesia. Con una Iglesia controlada políticamente, podrían meter mano en la caja. Una Iglesia independiente era un peligro antes y ahora.

En la mente del Papa Luna, siempre estuvo el encuentro con el papa de Roma. El “papa” surgido de Pisa, Alejandro V y luego su desventurado sucesor Juan XIII, era considerado, tanto por Benedicto XIII como por su contrincante romano, como un antipapa elegido por un conciliábulo de cardenales rebeldes, tanto de la obediencia romana como de la de Aviñón. Fue el emperador Segismundo el que aprovechó la soledad eclesial y jurídica de Juan XXIII para que convocara en primera instancia el Concilio de Constanza. Cuando el papa pisano se dio cuenta de la trampa en la que había caído, pues el emperador quería su abdicación, huyó de Constanza con la esperanza de que la asamblea fuese suspendida. Sin embargo, fue encarcelado por el “beatífico” emperador y obligado a dimitir de malas maneras.

Luego, el romano Gregorio XII, carente de apoyos políticos y aislado en unos estados pontificios deshechos y caóticos, presionado también por el emperador, acabó acudiendo a Constanza y volvió a convocar el concilio con la intención de dar legitimidad canónica a una asamblea únicamente diseñada por el poder político. Sólo Benedicto XIII permaneció firme en la legalidad canónica de su elección y de la posible solución del cisma a través de la via justitiae que, conforme a su conciencia, salvaguardaba la canonicidad y la libertad de la Iglesia.
 
 

Convocado ya el concilio en Constanza, Pedro de Luna se avino a acudir a Perpiñán a un encuentro con Fernando de Antequera, al que Benedicto XIII hizo rey de Aragón en el Compromiso de Caspe, y el mismísimo emperador Segismundo. El objetivo de los príncipes fue en todo momento la abdicación incondicional del anciano pontífice. El emperador esperó ladinamente la abdicación del papa romano y del pisano para dejar sin argumentos la via justitiae de Benedicto XIII: con los dos papas dimitidos no tenía sentido la negativa del único que quedaba. Sin embargo, D. Pedro de Luna mantuvo firme la via justitiae para resolver el conflicto, argumentando que, si los tres papas no eran verdaderos, tampoco sus cardenales y que sólo quedaba él como legítimo pues era el único cardenal que quedaba vivo del conclave de 1378. Por tanto, él haría la elección y no se votaría a sí mismo, salvaguardando así la canonicidad de la elección y la independencia de la Iglesia. 

Tanto Fernando I de Aragón, enfermo ya de muerte, como el emperador alemán hicieron oídos sordos a la propuesta de Pontífice. Tan convencidos estaban de su potestad para hacer y deshacer en asuntos eclesiásticos, que Segismundo abandonó Perpiñán enojadísimo por su incapacidad de obtener la abdicación de aquel que estaba convencido de la lógica y de la verdad de sus argumentos.

Fernando de Aragón siguió insistiendo ante Benedicto varios días sobre la conveniencia de su dimisión, hasta que Benedicto recibió la confidencia de que Segismundo había aconsejado al rey de Aragón encarcelar al testarudo papa. Pedro de Luna, inmediatamente, mandó aparejar su galera en el puerto de Perpiñán. Y aunque el Rey había ordenado no dejar salir al papa, los servidores pontificios prefirieron obedecer al sucesor de Pedro antes que a su soberano temporal.  

Ya a bordo del navío, Benedicto XIII recibió a los enviados del rey Fernando instándole, por última vez, a la abdicación. El papa envió su último mensaje al rey: Me qui te feci, missisti in desertum… (A mí, que te hice ser lo que eres, me arrojas al desierto…). Desde allí navegó al castillo de Peñíscola, donde acabó sus días en 1423 entre oraciones, penitencias y libros. Abandonado de todos, rodeado de unos pocos fieles, mantuvo su legitimidad por encima de todas las componendas político- eclesiásticas con las que quisieron neutralizarle. Solo, pero moralmente libre en la templaria roca de Peñíscola afirmó hasta su muerte: No está en Constanza la verdadera Iglesia: ¡Esta es el Arca de Noé!
 
 

El Concilio de Constanza fue, por tanto, gravemente irregular: convocado por el pisano Juan XXIII bajo presión imperial y reconvocado por el romano Gregorio XII -ya sin apoyos- para congraciarse con Segismundo, que había arrestado al papa Juan por haber huido del concilio que pensaba deponerle. Las decisiones de la asamblea conciliar fueron tomadas por países -es decir, los reyes- que tenían un voto cada uno: Inglaterra, Francia, Alemania, España…  y el colegio de cardenales, corporativamente, se convirtió en un voto más. La elección de Martín V, tras deponer solemnemente a los tres papas en liza, se hizo de esa manera. Nada de cónclave de cardenales…Violando todas las normas canónicas y la secular praxis eclesial -sólo por esta vez, decían, con la boca pequeña- se eligió al papa con los votos de los reyes y uno solo de todos los cardenales, que votaron como una nación más. Martin V, resultó elegido. Él debía ser el papa “indiscutido”, que acabaría con el Cisma. 

Y aunque la mayoría de los historiadores han comprado la versión oficial, es decir, la de un concilio ad casum para resolver un problema muy concreto, el cúmulo de presiones fue de tal calado, la rotura de la tradición canónica de tal profundidad… que hay quien dice que se abrió entonces una verdadera ruptura de la sucesión apostólica en la Sede de Pedro… Si no lo fue al final materialmente, seguramente lo fue en el ánimo de una Iglesia profundamente herida y descerrajada por unos príncipes seculares ensorbecidos por su éxito en controlar los acontecimientos eclesiales y prestos a beneficiarse del sometimiento de los cardenales a sus designios. De esta adulterada siembra surgió años más tarde el cisma de Lutero y ese sí que perdura hasta ahora.

El mismo obispo Climent Sapera, que tantos beneficios había recibido de D. Pedro de Luna, antes de pasarse a la obediencia de Martín V para salvar su pellejo de la excomunión, manifestaba: En el Arca de Noé que flota y preserva la humanidad escogida por Dios en medio del diluvio universal; y en la Casa de Dios es donde está la verdadera Iglesia porque en ella está el verdadero vicario de Cristo, sucesor de Pedro – ubi Petrus, ubi Ecclesia-, y porque en ella se preserva, mantiene y enseña la verdadera doctrina católica.

Lástima que, tantas veces, algunos pastores prefieran conservar sus prebendas y su posicionamiento social antes que sus convicciones… si alguna vez las tuvieron.

Custodio Ballester Bielsa, Pbro.
www.sacerdotesporlavida.info

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6 comentarios

  1. En aquella época hubo hasta 3 Papas reinantes, ahora tenemos 2, uno que habla demasiado y mal y otro que habla muy bien y lo han CALLADO MISERABLEMENTE.

    ASI LAS COSAS!!!

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  2. "Y aunque la mayoría de los historiadores han comprado la versión oficial, es decir, la de un concilio ad casum para resolver un problema muy concreto, el cúmulo de presiones fue de tal calado, la rotura de la tradición canónica de tal profundidad… que hay quien dice que se abrió entonces una verdadera ruptura de la sucesión apostólica en la Sede de Pedro… Si no lo fue al final materialmente, seguramente lo fue en el ánimo de una Iglesia profundamente herida y descerrajada por unos príncipes seculares ensorbecidos por su éxito en controlar los acontecimientos eclesiales y prestos a beneficiarse del sometimiento de los cardenales a sus designios. De esta adulterada siembra surgió años más tarde el cisma de Lutero y ese sí que perdura hasta ahora."

    Es sin duda el mejor período de la historia eclesial por lo que respecta al estudio de la cuestión jurídica y teológica de los papas y el concilio implicados, según me dijo un experto.

    Con mucha menor complicación, es la misma situación que Bergoglio, pues el periodista italiano Antonio Socci, en su libro "Non è Francesco", que la elección de Jorge Mario Bergoglio al papado es inválida, porque en el Cónclave no se respetaron las reglas de la constitución apostólica "Universi Dominici Gregis", que rige la votación en la Capilla Sixtina.

    Un interesante estudio que supuestamente aclara esto está aquí, por su interés jurídico sobre Universi Dominici Gregis:

    infovaticana.com/2014/10/07/es-nula-la-eleccion-del-papa-francisco/

    Además, está la presencia en dicho cónclave de la existencia de la Mafia de San Galo, un conjunto de cardenales, un grupo informal de clérigos liberales y reformistas de alto rango con ideas afines en la Iglesia Católica, que fue descrito por el obispo de San Galo, Ivo Fürer, el anfitrión de las discusiones, como un Freundeskreis ('círculo de amigos'), y que se reunían anualmente en o cerca de St. Gallen , Suiza , en enero, para intercambiar libremente ideas sobre temas de la iglesia. Fueron un grupo de poder e influencia en el cónclave, y el grupo pensante de los progresistas.

    Sus miembros históricos y sucesivos fueron:

    - Cardenal Martini;
    - Paul Verschuren , obispo de Helsinki
    - Jean Vilnet, arzobispo de Lille
    - Johann Weber, obispo de Graz-Seckau
    - Walter Kasper, obispo de Rottenburg-Stuttgart (más tarde cardenal)
    - Karl Lehmann , obispo de Maguncia (más tarde cardenal)
    - cardenal Godfried Danneels, arzobispo de Malinas-Bruselas
    - Ad van Luyn, obispo de Róterdam
    - Cormac Murphy-O'Connor, arzobispo de Westminster (más tarde cardenal)
    - Joseph Doré, arzobispo de Estrasburgo
    - Alois Kothgasser, obispo de Innsbruck, más tarde arzobispo de Salzburgo
    - Achille Silvestrini, cardenal de la curia
    - cardenal Lubomyr Husar, arzobispo mayor de Lviv y metropolitano de Galicia en la Iglesia greco-católica ucraniana
    - José Policarpo, Patriarca de Lisboa en 2004

    Su última reunión fue el 2006, cuando se eligió a Benedicto XVI en el 2005. En el cónclave del 2013, donde fue elegido Bergoglio, sólo participaron tres: Kasper, Danneels y Lehman.

    Su agenda era discutir sobre el centralismo en la Iglesia, el papel de las conferencias episcopales, el papel y la posición de los sacerdotes, la moral sexual, el nombramiento de obispos y la colegialidad, y su método era no tomar notas, hablar de todo y ser discretos.

    La refutación a este grupo de electores, que estarían excomulgados por negociaciones prohibidas, consiste en decir que no tuvieron ninguna influencia. Pero Bergoglio fue casi electo papa en el cónclave de 2005:

    - Los resultados de la cuarta votación, según el diario anónimo del cardenal (se enfrentan a una excomunión si revelan secretos del cónclave), fueron:

    2ª votación:

    Ratzinger – 65 votos
    Bergoglio – 35 votos

    3ª votación:

    Ratzinger – 72 votos
    Bergoglio – 40 votos

    4ª votación:

    Ratzinger – 84 votos de 115 votos posibles
    Bergoglio – 26 votos

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  3. Ayer y hoy (bis)4 de abril de 2022, 3:39

    Marco Tosatti, vaticanista de 'La Stampa', dijo que descubrió gracias a una "fuente de total solvencia" Bergoglio fue usado como "minoría de bloqueo" por Martini contra el continuista Ratzinger, pero pidió a sus "patrocinadores" (la mafia de San Galo) que se abstuvieran de elegirlo. Y que además lo hizo "casi en lágrimas": fue instrumentalizado como obstáculo por grupos de interés, pero sería electo en el 2013 después de la polémica renuncia de Benedicto XVI llena de irregularidades:

    1. El documento de la renuncia, lleno de graves errores en latín, por ello es nulo de pleno derecho por causas formales
    utvideamlumen.blogspot.com/2020/06/los-49-errores-de-la-renuncia-de.html

    2. Dicho documento no diferenciaba entre munus (título) y ministerium (ejercicio), y además, tampoco diferenciaba entre el aspecto activo del papado (gobierno y predicación) y el aspecto pasivo (rezar y sufrir): nulo por causa material

    3. Benedicto XVI, aún teniendo tiempo suficiente, cometió dos omisiones legislativas formales:

    a) no reguló el estatuto de los papas eméritos

    b) no reguló la sede impedida absoluta (equivalente a sede vacante) y relativa pontificia, tal como determina el canon 335 CDC sobre Sede Impedida del Papa, por lo que se aplica por analogía la Sede Impedida Episcopal (412-415 CDC)

    4. Benedicto XVI ha usado y usa símbolos propios de un Papa, como es la sotana blanca (han pasado 9 años y aún no encontró la sotana negra que dijo que buscaba), y reside en territorio vaticano, bajo jurisdicción territorial de la Santa Sede, lo que le otorga el estatuto de inmunidad judicial, situación que hace comprender su relación con Bergoglio


    La objeción a todo ello se resuelve diciendo que todas las irregularidades en la renuncia de Benedicto XVI y en la legitimidad de origen de Francisco han sido convalidadas por la Iglesia, para el bien de la misma, la unidad, pues los cardenales tuvieron dos momentos para impugnar la elección de Bergoglio: antes de salir al balcón a saludar a los fieles como nuevo Papa, y antes de la celebración de la primera misa pontificia después de su elección.

    Aún así, subsiste la impugnación de la legitimidad de ejercicio (ministerium), debido a la herejía de la comunión y absolución de adúlteros impenitentes en Amoris laetitia de 19 de marzo de 2016 (n. 305, notas 336-351) y el Rescripto de 5 de junio del 2017 (AAS 7.10.16) que lo eleva a magisterio auténtico, sin haber contestado a las Dubia ni a las docenas de correcciones fraternas, ni haber sancionado a los obispos implementadores: Roma, Valle de Aosta, Piamonte, Las Marcas, Sicilia, Lisboa, Coimbra, Oporto, Braga, Fátima, Leiria, Malta, Bélgica, Alemania y Buenos Aires.

    Ello será de especial trascendencia cuando el Camino Sinodal alemán decida consumar de iure el cisma y la magna herejía, pues una de las implementaciones será Amoris laetitia, es decir, la absolución y comunión no sólo de los fieles y diáconos casados y adúlteros impenitentes, sino de los sacerdotes y sacerdotisas casados que sean adúlteros impenitentes.

    En este momento, Amoris laetitia será una verdadera bomba atómica, como profetizó Seifert, en cuando destruye la verdad de fe de los actos morales católicos intrinsece malum (Veritatis splendor 79-83 y 95-97; Catecismo, 1753-56; Gaudium et spes 27; Evangelium vitae 62-73; blasfemia, perjurio, homicidio y adulterio (Catecismo 1756); autoerotismo (2352); anticoncepción (2370); violación, incesto y pederastia (2356) y los sustituye por los actos morales luteranos bonum imperfectum et incompletum: un matrimonio adúltero u homosexual, será santo por excepción si contiene elementos positivos y bienes en su interior: respeto, ayuda mutua, cuidado de los hijos, cultura, atenuantes, eximentes... contradiciendo a Veritatis splendor 81: las circunstancias o las intenciones nunca podrán transformar un acto intrínsecamente deshonesto por su objeto en un acto subjetivamente» honesto o justificable como elección.

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  4. Me tiene usted muy preocupado, si quiere le puedo aconsejar un buen médico especialista en trastornos del sueño, no es normal que a las 3,39am, este usted despierto y jugando al corta y pega, lo que usted necesita es un buen reposo, descansar por la noche y dormir. Si los comprimidos que toma no le solucionan el problema, pruebe usted con el Himno de completas.... Te lucis ante terminum.Rerum Creator, poscimus Ut pro tua clementia
    Sis praesul et custodia.
    Procul recedant somnia,
    Et noctium phantasmata;
    Hostemque nostrum comprime,
    Ne polluantur corpora.

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  5. Desde luego, es usted un pozo de conocimientos magisteriales Papales.

    Lástima que no esté usted en Roma, temblarian los cimientos Vaticanos hasta caerse💥💥💥

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